Drama psicoanalítico disfrazado de estética surrealista. A diferencia de “La Montaña Sagrada”, exponente fílmico de su teoría psicomágica, esta vez Alejandro Jodorowsky nos ofrece una historia en la que se halla todo un manierismo de la iconografía surrealista: el circo, la muerte, la locura, la religión (la madre es santa/divinidad, y su hijo un “corderito” literalmente –ver escena del piano con las alucinaciones de Fénix-), la relación sentimental y el sexo no consumado, la relación del hijo con la madre, el despertar del subconsciente a través de drogas, etc.

Jodorowsky utiliza la hipérbole, tanto en los sucesos del film como en la actuación de los personajes: exaltados, grotescos, híper sexuales, con malformaciones físicas y psicológicas que recuerdan a Fellini. También encontramos animales muertos que nos recuerdan a Luís Buñuel, así como la presencia importante de la sangre que evoca a Dalí o Frida Kahlo, así como algunos escenarios de pintores de la “pintura metafísica”, etc.

Técnicamente, la película es relativamente simple. Montaje continuo, suaves transiciones entre planos, simples movimientos de cámara, así como una banda sonora constituida en su mayoría por una música diegética, aprovechando el mundo circense y las tradiciones populares mejicanas, si bien a veces con un sentido anempático (violaciones y asesinatos al ritmo de trompetas y congas, funerales animados, etc)

En mi opinión, Jodorowsky quiere transmitirnos hasta qué punto la vida del circo puede confundirse con la realidad cotidiana, estableciendo un parangón entre la ilusión de la consciencia y el subconsciente. Y de paso intentar explicarnos de forma metafórica pero sencilla, cómo funciona la mente y la emoción humana: superar barreras autoimpuestas. En definitiva, “el teatro de la vida” del barroco aplicado en clave surrealista a las dos dimensiones psicológicas del ser humano.

La película es un buen ejemplo que muestra de qué modo la estética posee un claro significado. En este sentido, creo que se tratan los cuatro temas clave del ser humano: el amor, la muerte, el tiempo y la belleza.

Sin entrar en detalles argumentales, creo que puede afirmarse que todo lo que hacen cada uno de los personajes del film se debe al amor, desde el hijo que vuelve a su tierra de origen, hasta la madre y todos los habitantes de la pequeña aldea. Esta sensación de ternura se ve reflejada en la excelente fotografía del film, el uso de colores cálidos, primeros planos de objetos de artesanía, fruta, etc., así como en cuidados y fluidos travelling y movimientos de cámara, suaves fundidos encadenados y una banda sonora sencilla pero efectiva, en la que la música empática y sus cambios de volumen atrapan al espectador en las escenas claves.

El trato que se le da a la muerte es muy humano y cercano. Cuando ella está presente en el film, abundan tonos fríos, planos generales en la que la imagen se vuelve borrosa y la cámara más inestable. Sin embargo, todo en el film está tratado de forma muy visual y pausada, lo que permite que el espectador aprecie y saboree los pequeños detalles de la película, además de reflexionar sobre lo que ve en pantalla y le suceden a los personajes, física y psíquicamente.

En definitiva, una película que apuesta por el sentimiento y la belleza sin prejuicios, cuyo objetivo es hacer disfrutar y conmover al espectador, haciéndole consciente al mismo tiempo de la sencillez y complejidad de la vida.

El amor triunfa sobre la muerte. Tópico que no está mal recordar de vez en cuando.

“The Artist” es una de esas películas que nunca olvidarás, aún sin saber por qué exactamente. Y es que el film es algo mucho más que una simple y tierna película de cine mudo; expresa más de lo que muestra, como un gesto. Y como tal, se dirige directamente al inconsciente, a la emoción y el sentimiento más profundo del hombre, pese a que a priori no parezca percibirlo.

Como toda película y obra de arte en general, existen varias lecturas que pueden hacerse por el espectador, entre ellas: desde el punto de vista del placer estético o juicio crítico, el puramente técnico, o desde una perspectiva más histórica y comparativa. Técnicamente, la película no habría destacado durante los años 20, apogeo del cine mudo. Su lenguaje formal es claro y simple dentro del género: suaves transiciones entre planos, música extradiegética empática en su mayoría, claroscuros, atrezzo iconográfico, actuaciones exageradas propias del cine mudo, etc. No obstante, la peculiaridad del film reside a mi parecer al observar en qué época se inserta, es decir, la nuestra.

Cuando el hombre vive servilmente rodeado de tecnología, la herencia del “cine de atracciones” invade Hollywood y lo efímero e híper veloz forma parte de nuestra vida cotidiana, resulta que la gran triunfadora de los Oscars 2012 es una película muda. Cierto es que vivimos en un constante “revival” de la moda: maquillaje, vestimenta, accesorios, videojuegos, etc. Lo retro y vintage se han alzado líderes estéticos dentro de la cultura urbana popular. El arquitecto y pensador Adolf Loos ya advirtió en “Ornamento y delito” que cuando el hombre lograra alcanzar el súmmum tecnológico, vaciaría de cualquier contenido todo ornamento, decoración y expresión artística, causando el hastío y la crisis existencial del arte. Y Nietzsche afirmaba también con su “eterno retorno” el esfuerzo que había de realizar el ser humano por escapar de su cíclica conducta en la sociedad. Así pues, esta “retro renovación” estética de la sociedad sugiere en mi opinión un acusado paralelismo con lo que considero el tema principal del film: la renovación, en todos los aspectos de la vida: tecnológico, personal, amoroso, etc. Desde el periodo helenístico hasta ahora han habido varias “muertes del arte”, todas coincidiendo con una sociedad en crisis; y ese parece ser también nuestro caso.

Parece que el “cine dentro del cine” que se observa en la película nos lanza a la cara la situación actual en la que vivimos: todos deseamos un cambio en estos tiempos que corren. Ahora bien, tenemos que elegir: hacia delante y lo desconocido (el cine sonoro), o hacia atrás y lo sabido (cine mudo tradicional). ¿Daremos un paso atrás para lograr dos hacia delante? Para ello, contamos con la ayuda de dos pilares básicos: la amistad (el perro) y el amor (Miller).

Todo depende de lo que hagamos con nuestra voluntad de poder.

Si en Drive nos encontramos con una estética absorbente y un trascendentalismo generalizado visto en la fotografía, así como en los vehículos para expresar la mercantilización del individuo a través de la máscara (narcisismo), en Nightcrawler hallamos un mensaje parecido, si no idéntico. Del vertedero de nuestra sociedad industrial avanzada (léase con especial sarcasmo), saber buscar, encontrar y vender la basura que los coprófagos espectadores (todos nosotros) comerán mientras aguantan las arcadas con servilletas delante de los media, es la auténtica virtud del 'self-made man' contemporáneo.

Utiliza tus traumas como herramienta, no te cortes: atenta contra la ética manipulando, mintiendo, cosificando, despreciando, etc.; convierte lo poco humano que nos queda (el miedo, la empatía, la inseguridad, el miedo a la soledad) en billetes verdes. Con lo que obtengas, compra una cámara y vuelve a lo anterior. Después, haz lo mismo, pero con una cámara más cara, y llegarás a lo más alto, adquiriendo un estatus social, dinero, respeto e incluso amor. No importa si eres un maníaco psicótico; tampoco si la vida de las personas te importa lo mismo que un spot publicitario. Enhorabuena, amigo mío: acabas de emprender, empezando desde abajo.

Recomendada para aquellos ingenuos que alguna vez se sintieron reconfortados en leer las ideas de Marcuse, Erich Fromm y Guy Debord, entre otros "bichos raros". Si eres uno de ellos, ten cuidado, ver esta película favorecerá que acabes como este último.