Hoy, con mis 19 años de vida, puedo ver como esta sociedad está siendo colapsada por el materialismo y el absurdo deseo de poder que ciertos gobernantes defensores del sistema burgués capitalista, tienen. Pero realmente creo, y comienzo a estar segura, de que cambiar el mundo no es una utopía. Luchar por nuestros ideales, de un mundo más justo, igualitario, no es un sueño: podemos y debemos hacerlo. Y eso muy bien lo demuestra este film, donde jóvenes alemanes (con los que podemos identificarnos personas del resto del mundo) nos enfrentan con la cruda realidad de manera sencilla, inteligente, dramática y hasta con cierta ternura y humor. Cara a cara contra el poder de los ricos y en defensa de sus ideales (muy bien expuestos, por cierto) llegan al corazón y a la mente de los espectadores, para poner de manifiesto que esta sociedad no es tan ciega, sorda y muda, como quieren hacernos crer.
Un aplauso para el guionista, el director, los actores y para todos aquellos quienes creen en un mundo mejor.
Un último aplauso para el buen arte independiente.