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7,3
9.027
8
11 de mayo de 2017
11 de mayo de 2017
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Terrence Malick es profesor de literatura y sólo ejerce de cineasta cuando le quema por dentro lo que quiere contar. Esto le convierte en un director alejado de las masas de Hollywood.
En Días del cielo contó con la ayuda del director de fotografía español Néstor Almendros, el cual ganó el Oscar a la mejor fotografía. Almendros convierte cada puesta de sol en una experiencia única, que añadida a esa voz en off de la joven Linda hacen que te adentres en el corazón de esos campos desalodores de Texas, dónde el tiempo se detiene para hacerte creer que la gloria o el cielo es posible, hasta que los protagonistas se dan cuenta de que sus sentimientos escapan de su control y del tiempo, entonces el espectador verá hacia dónde se decanta la balanza: razón o pasión.
En Días del cielo contó con la ayuda del director de fotografía español Néstor Almendros, el cual ganó el Oscar a la mejor fotografía. Almendros convierte cada puesta de sol en una experiencia única, que añadida a esa voz en off de la joven Linda hacen que te adentres en el corazón de esos campos desalodores de Texas, dónde el tiempo se detiene para hacerte creer que la gloria o el cielo es posible, hasta que los protagonistas se dan cuenta de que sus sentimientos escapan de su control y del tiempo, entonces el espectador verá hacia dónde se decanta la balanza: razón o pasión.

7,7
3.457
9
16 de enero de 2021
16 de enero de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Louis Malle le conocí hace poco por accidente, sin recomendaciones y sin análisis previos. Ha sido producto del confinamiento como muchos de esos momentos de inadvertida felicidad que aparecen cuando menos se espera.
Esta película narra la crisis existencial que Malle sufrió al cumplir los 30 años en 1962, un año antes de estrenarse. Y es que por aquella fecha sus compatriotas Truffaut, Godard y demás habían marcado un estilo, del que sin embargo él no se sentía identificado. Encuentra en Maurice Renot su alter ego perfecto para completar un guión basado en la novela de Pierre Drieu La Rochelle publicada en 1931 e inspirada en el suicidio del poeta surrealista Jacques Rigaut.
Esta película narra la crisis existencial que Malle sufrió al cumplir los 30 años en 1962, un año antes de estrenarse. Y es que por aquella fecha sus compatriotas Truffaut, Godard y demás habían marcado un estilo, del que sin embargo él no se sentía identificado. Encuentra en Maurice Renot su alter ego perfecto para completar un guión basado en la novela de Pierre Drieu La Rochelle publicada en 1931 e inspirada en el suicidio del poeta surrealista Jacques Rigaut.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras haber pasado toda su juventud en el Paris de los años 50 llevando una vida en la lujuria y en los excesos, Alain decide ingresar en un centro de desintoxicación para intentar alejarse de la bebida y recuperar la relación con su exmujer. Cuando ya se encuentra recuperado de su dependencia, tiene un encuentro con Lydia, una amiga que viene desde Nueva York a visitarle. En esa escena Alain se queda detenido mirándola, durante varios minutos con una voz en off que ya desde el inicio perturba, porque da a entender que intenta sentir la belleza por todos los medios pero no puede, sólo consigue acariciarla. Alain se da cuenta de que “puede llegar a tocar las cosas, pero no sentirlas”. Ha sido el despertar de toda una vida anestesiado por la bebida. Al darse cuenta de que la realidad tiene un peso insostenible, decide iniciar una despedida. Una despedida formal de lo que un día fue, buscando a sus viejos amigos por un Paris en un blanco y negro noctámbulo pero elegante, por sus cafés y sus calles en movimiento, con una música de Erik Satie hipnotizadora. Conversaciones que transcriben el impacto de los que estuvieron allí, de los que se dejaron llevar y vivieron rápido, remando contracorriente. Unos consiguieron tocar el dique y otros como Alain, simplemente llegaron a la conclusión de que la única manera de entender la realidad era apretando el gatillo.

7,2
88.366
9
12 de mayo de 2017
12 de mayo de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La semana pasada conocí en Copenhague a un cineasta israelí. En realidad, fue mi casero de un piso de Airbnb. Se llamaba Ron y tuvimos una muy interesante conversación. Me comentó que se dedicaba a hacer documentales y mientras surgía la inspiración se mantenía con el alquiler de un piso en el centro de Copenhague. Ron llegó a colaborar en Kapo (Ganadora de un premio Emmy por mejor documental) en 2002.
Tras una larga conversación me recomendó una gran lista de películas entre la que se incluía Babel. Llegamos a la determinación de que en el cine no basta con entretener, sino que la película que estás viendo debe despertarte el alma; debe convertirse en una flecha que saque de ti mismo preguntas que antes veías lejanas o simplemente, no te habías hecho. Fue interesante comparar puntos de vista con una persona con tanta experiencia en el mundo del cine y he de decir que tras ver Babel, le estoy muy agradecido.
Creo que esta película es de lo mejor de Iñarritu. Cada primer plano marca un ritmo trepidante en estas cuatro historias sincronizadas a la perfección. El sonido y la música son de tal exactitud que te mantienen vibrando las casi dos horas y media de duración. Babel es un cóctel bien cargado de emociones extremas que Iñarritu nos sirve como un perfecto barman, de principio a final de la noche.
Tras una larga conversación me recomendó una gran lista de películas entre la que se incluía Babel. Llegamos a la determinación de que en el cine no basta con entretener, sino que la película que estás viendo debe despertarte el alma; debe convertirse en una flecha que saque de ti mismo preguntas que antes veías lejanas o simplemente, no te habías hecho. Fue interesante comparar puntos de vista con una persona con tanta experiencia en el mundo del cine y he de decir que tras ver Babel, le estoy muy agradecido.
Creo que esta película es de lo mejor de Iñarritu. Cada primer plano marca un ritmo trepidante en estas cuatro historias sincronizadas a la perfección. El sonido y la música son de tal exactitud que te mantienen vibrando las casi dos horas y media de duración. Babel es un cóctel bien cargado de emociones extremas que Iñarritu nos sirve como un perfecto barman, de principio a final de la noche.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Creo concienzudamente que poco conocemos de mucha gente que creemos tener a nuestro alrededor. En una vida rutinaria y de confort es imposible meterse hasta las entrañas de una persona. Sin embargo, en situaciones extremas es donde uno puede apreciar los valores más preciados de cada persona. Sin irme más lejos, este es el aliciente que hace que el argumento de Babel sea tan vivo y penetrante. Iñarritu saca a flote la personalidad de cada personaje en su situación complicada que está viviendo.
Dos contrastes muy diferentes en la historia donde disparan al autobus:
Por una parte tenemos al dominguero de la riñonera: esta persona está poseída por el miedo hasta tal punto que es capaz de dejar tirados con el autobús a Richard y Susan, esta última herida de gravedad. Sus prejuicios hacia el pueblo marroquí son las cenizas que deja la información corrompida de occidente. Esto es algo personal pero no puedo evitar imaginarme en su persona al típico turista con riñonera y peinado como Tin Tin que cree que conocerá África (en este caso Marruecos) sin bajarse del autobús.
Y por otra parte tenemos al guía marroquí: admirable por su incansable ayuda a Richard y Susan, se puede decir que le salva la vida. Esa mirada hacia Richard al final de la película, después de rechazar el dinero que este último le ofrece lo dice todo.
Otro apunte que me ha llamado la atención es el de como hasta el más mínimo acto en la sociedad puede tener una repercusión tan debastadora, es dificil planteárselo pero en la película queda perfectamente reflejada el impacto debastador que tiene la compra-venta de armas.
Babel es una película tan ética y psicológica que analizar cada escena llevaría horas, así que voy a seguir viendo las películas que Ron me recomendó.
Un saludo.
Dos contrastes muy diferentes en la historia donde disparan al autobus:
Por una parte tenemos al dominguero de la riñonera: esta persona está poseída por el miedo hasta tal punto que es capaz de dejar tirados con el autobús a Richard y Susan, esta última herida de gravedad. Sus prejuicios hacia el pueblo marroquí son las cenizas que deja la información corrompida de occidente. Esto es algo personal pero no puedo evitar imaginarme en su persona al típico turista con riñonera y peinado como Tin Tin que cree que conocerá África (en este caso Marruecos) sin bajarse del autobús.
Y por otra parte tenemos al guía marroquí: admirable por su incansable ayuda a Richard y Susan, se puede decir que le salva la vida. Esa mirada hacia Richard al final de la película, después de rechazar el dinero que este último le ofrece lo dice todo.
Otro apunte que me ha llamado la atención es el de como hasta el más mínimo acto en la sociedad puede tener una repercusión tan debastadora, es dificil planteárselo pero en la película queda perfectamente reflejada el impacto debastador que tiene la compra-venta de armas.
Babel es una película tan ética y psicológica que analizar cada escena llevaría horas, así que voy a seguir viendo las películas que Ron me recomendó.
Un saludo.

7,8
34.236
8
26 de octubre de 2021
26 de octubre de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Es la historia de un tipo que cae de un piso 50. El tipo según va cayendo, se repite sin cesar, para tranquilizarse, hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien, hasta ahora todo va bien. Pero lo importante no es la caída, sino el aterrizaje"
Mathieu Kassovitz a sus 28 años de edad desgrana en esta película la exclusión social a la que se enfrentan un grupo de tres chavales en un suburbio de París: Hubert, Said y Vinz. Tres colegas de ascendencia inmigrante que deambulan por un Paris decadente, en el que las políticas de interior han creado una nueva Francia, la que nadie quiere saber de ella, pero que existe, y sale a relucir en ocasiones por el odio. En base a esto el director utiliza maravillosas técnicas para que el espectador consiga llegar a la raíz del problema. Largos planos secuencia que hacen que cada escena sea altamente interpretable, creándose situaciones en las que se confunde la inocencia adolescente con la cruda violencia.
Mathieu Kassovitz a sus 28 años de edad desgrana en esta película la exclusión social a la que se enfrentan un grupo de tres chavales en un suburbio de París: Hubert, Said y Vinz. Tres colegas de ascendencia inmigrante que deambulan por un Paris decadente, en el que las políticas de interior han creado una nueva Francia, la que nadie quiere saber de ella, pero que existe, y sale a relucir en ocasiones por el odio. En base a esto el director utiliza maravillosas técnicas para que el espectador consiga llegar a la raíz del problema. Largos planos secuencia que hacen que cada escena sea altamente interpretable, creándose situaciones en las que se confunde la inocencia adolescente con la cruda violencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay escenas para recordarlas y volver a verlas 100 veces en Youtube, como la del baño en el que escuchan la historia de aquel señor mayor que ha quedado rezagado en el WC o la de la azotea de aquel edificio mientras observan a la Torre Eiffel, y un silencio les invita a soñar, a poder apagar sus luces en mitad de la noche parisina. "Eso sólo sucede en las películas" -dice Vinz, asqueado por la realidad que les encierra día tras día. Y se marchan. Entonces sin que se den cuenta, se apagan. Caminan al final de la noche en el que entienden que el odio no es la solución. Entonces llega el final, conmovedor que deja un silencio que invita a la reflexión. Películas como "Los Olvidados", "El odio", "Navajeros" o "Deprisa, deprisa" por citar algunas, acompañan a estos jóvenes que vivieron en caída libre, y que por las circunstancias a lo único a lo que aspiraron es a intentar aterrizar, sin darnos cuenta de que no llevaban ningún paracaídas.

7,1
16.029
9
17 de diciembre de 2021
17 de diciembre de 2021
3 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comenta el director italiano en una entrevista que la pandemia le ha marcado para darse cuenta de lo que realmente quiere contar, y es que desgraciadamente esta historia siempre ha estado con él. Es la historia que los grandes artistas tienen en mente durante toda su vida, pero que van postergando en el tiempo para contarlas, como si fuera infinita, porque saben que siempre les va a acompañar, tal vez queriendo alcanzar mayor madurez para darle la perfección que necesita, porque Sorrentino es perfeccionista con sus obras, como lo es el barroquismo de las calles napolitanas, el mar que se transforma al rojo tras el estallido de una bengala lanzada por Armando, el monjecito, la tia Patrizia, la conversación a gritos con el director Capuano en aquella especie de piscina natural a orillas del Mediterráneo, o el patio del colegio Salesiano Don Bosco, donde reina el caos y los pelotazos, hasta que nace la primera lágrima, esa que ha contenido durante tanto tiempo, y que ha hecho convertir a Fabietto en Fabio.
Sorrentino es un genio y un virtuoso, porque es capaz de sacar del caos ápices de sensibilidad, y del más burdo costumbrismo, la risa inagotable. No le importa la historia, le importan sus matices. Y uno de los principales es Diego Armando Maradona, que no es divino por marcar un gol con la mano, sino por haberle salvado la vida, y por ello hay que darle las gracias al pelusa, por habernos dado la oportunidad de descubrir el cine del director napolitano.
Sorrentino es un genio y un virtuoso, porque es capaz de sacar del caos ápices de sensibilidad, y del más burdo costumbrismo, la risa inagotable. No le importa la historia, le importan sus matices. Y uno de los principales es Diego Armando Maradona, que no es divino por marcar un gol con la mano, sino por haberle salvado la vida, y por ello hay que darle las gracias al pelusa, por habernos dado la oportunidad de descubrir el cine del director napolitano.
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