"Nunca, casi nunca, a veces, siempre" de
Sidney Flanigan.

Una adolescente de Pennsylvania decide viajar a Nueva York para abortar, junto a su prima, también adolescente. Desde un principio, la violencia machista rodea a estas jóvenes amigas. Lo que para algunos (hombres mayoritariamente) resulta un "sesgado" retrato masculino, para muchas mujeres, especialmente a esta edad, es una realidad. La película es un viaje doloroso, un grito ahogado, centrado en la fragilidad y soledad de ser adolescente y mujer, con un naturalismo casi documental que no juzga ni moraliza y donde la intensidad de lo que vemos es más importante que los diálogos. Una película de gran profundidad y realidad, con excelentes actuaciones. La película me recordó el nivel de acoso que sufrí y del que fui testigo en mi adolescencia. Hombres, generalmente mayores, gritando obsenidades, lanzando miradas lascivas, incluso dando agarrones o tocándote en el metro o al bajar de una micro. Pero encontrarse sin las herramientas para defenderte, que logras desarrollar de más adulta, cuando ya no eres "una presa fácil", frágil, hermosa y vulnerable. Aprender de forma muy dolorosa, que debes tener cuidado y desconfianza, que debes taparte, esconderte, evitar andar sola, a ciertas horas, por ciertas calles. Porque así es como son las cosas. Pensar que eso ha mejorado, golparse el rostro con una película como esta. Nunca, casi.... es un retrato triste, pero necesario, que hace reflexionar sobre cómo se trata a las adolescentes y cómo se condiciona, en ese momento crucial del desarrollo, el rol de mujer en nuestra sociedad.