Me ha parecido excelente. Te encariñas con los personajes al cabo de poco tiempo. Ha sabido acercarse a una generación de humor española que carecía de proyección en el cine. Todo ello sin recurrir a lo chabacano ni a lo tópico ni típico. Todo ello de un modo muy cercano. Desde "Todos los hombres son iguales" o "La Comunidad", no se han vuelto a hacer comedias de gran calidad. Y no soy de los que odien demasiado a Torrente. Es un soplo de aire fresco en un panorama innundado de Fernandos Tejeros y situaciones muy típicas.

Una de las razones por las que le doy esta nota es haber tomado como temática un asunto que siempre ha estado ahí sin darnos cuenta, y se ha transportado por primera vez al cine, habiendo aparecido como mucho en cuatro monólogos.

Otra observación que vengo reflexionando desde hace algún tiempo: Soy Extremeño, no hay ninguna razón familiar ni particular que me una ni al País Vasco ni a Cataluña, pero vengo observando desde hace algún tiempo que las mejores producciones provienen de dichos lares. Seguiré investigando el porqué.

Y hablaré en plata. Si usted se dispone a ver este film, cuídese de verlo en las circunstancias óptimas, pues de ser así, se expone a pegar un viaje místico y a alcanzar una serenidad reflejas a la del coma del éxtasis. Dopamina para la córnea. Fumadón sin hachís. Viajazo sin setas.

Poco mas que el personaje de Tim Curry me ha podido llamar la atención en este film.
La conclusión y el mensaje de la película no esta nada mal, pero no he considerado que haya merecido la pena el sopor que he sufrido la mayor parte del tiempo.
Muy poca gracia, no esperéis echaros unas risas.
Algunos atisbos de originalidad pueden resultar quizás curiosas. El fondo es bueno, pero la forma es extremadamente subjetiva, no ha conseguido para nada atraparme, no he notado satisfacción alguna.

Miedo, pasión, amor, inocencia, culpabilidad, odio, felicidad y enfermedad. David Lynch pone todos estos sentimientos a bailar en una obra visceralmente sentimental. Buen reflejo del inconsciente y sus modelaciones de la realidad.

Dota a cada escena de mil interpretaciones pero de una sola emoción.

Tanto los “gags” como las situaciones en sí pueden desagradar o dejar con una sensación de vacío a cualquiera.
No obstante, el punto final y lo que hace que le otorgue tan notoria puntuación es la reflexión que contiene el film; las dudas, las disputas, los diálogos y las crisis existenciales a las que se enfrentan los protagonistas ante un escenario caótico, a veces grotesco y sobre todo “friki”. El tabú, la amistad, el amor, todo puesto a la parrilla de un modo nada convencional y realista.
Algo muy propio del maestro Kevin Smith.