Es curioso que lo único positivo que se lea por ahí es sobre la protagonista: "¡Blanchett fenomenal! De Oscar." "No existe Tár sin Cate"... y nada de lo demás.

No merece las 2 horas y media que dura ni de coña. Al final se pone interesante pero el desarrollo es un remolino de eventos sin sentido. Sin Blanchett, esta película pasaría sin pena ni gloria. Y además, vale. Hace un buen papel. Pero hasta ahí. Tampoco la pongamos por las nubes, que cuando pasen los Oscar se acordará de Tár quien yo te diga.

Por cierto, de las varias veces que usé el móvil por exclusión total de la peli, leí que costó 30-35Mill de dólares de producción, y lleva recaudados 10 Millones mundialmente (6,3 en EEUU y 3,7 fuera). Batacazo importante.

Recuerdo cómo fueron recibidas las dos primeras entregas de la saga: Un lugar tranquilo ofrecía una premisa interesante que combinaba la ciencia ficción con el cine de terror experimental en un momento en el que el cine de terror se había convertido en un género desfasado hasta decir basta, sin innovar en nada durante una década (o más) y con un detrimento de la calidad y la imaginación al abusar exageradamente de los tan conocidos "screamers". 4 años después de la segunda parte, nos llega esta precuela que es realizada con el único fin de "estirar el chicle" sin interesarse en crear un buen origen del apocalipsis de su universo y de los monstruos que temen los personajes.

Cuarta entrega que continúa la sólida y consistente trilogía de El Planeta de los Simios de la pasada década. Si bien el Reino del Planeta de los Simios tiene buenas intenciones dejando los eventos de César como cosa del pasado y creando un mito de dicho protagonista, se siente una entrega algo... descafeinada. En algún momento, la consistencia de la saga tendría que perder fuelle. Aún así, no me parece una mala película, solamente se hace larga.

Last Night in Soho es una película de dos mitades: la primera, espectacular, un uso colorimétrico pop que ambienta la película en los 60 increíblemente junto con la idea de la doble identidad por del sueño con Sandie; y una segunda parte desastrosa, literal que la película pega un bajón de calidad considerable.

El tema del brote psicótico se le va completamente de las manos a Wright y la película se convierte en una espiral de griterío tan absurdo que el espectador desea que se termine tanto como la misma película. Sumadas a las casualidades tan poco sutiles como encontrarte a tu amiga en la biblioteca del pueblo cuando estás a punto de clavarle unas tijeras en la cara o estar en un teléfono público de una calle random y ver a tu amigo, justo cuando necesitas su ayuda, cuando corre detrás de un coche de policía porque este creía que ibas en él. O sea, ¿qué?

Qué lástima, podría haber sido mucho mejor.

Después de que la tercera entrega de la saga tuviera buena acogida después de volver casi 20 años después y fuera dirigida por Adil El Arbi y Bilall Fallah, quienes por el camino dirigieron la infravalorada Rebel, una de las mejores películas de su año (2022 o 2023 según su estreno), le tenía ciertas expectativas a la cuarta entrega de los policías rebeldes. Y he acabado un tanto decepcionado, la verdad. Me esperaba un humor flojucho pero no del nivel de algunos diálogos que pretendían ser graciosos y acabaron con la sala enmudecida como respuesta ante una esperable carcajada.

A pesar de esto, tengo que agradecer que no haya llegado a un nivel de absurdo como el de la saga Fast & Furious, cuya acción ha disminuido en calidad tras cada nueva entrega y cuyo fundamento para seguir haciendo películas es el de seguir facturando en taquilla. Se nota por momentos la mano de los directores belgas, aunque tuvieran que seguir las directrices de la productora.