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Críticas 17
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
14 de junio de 2020
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película en la que básicamente se nos llama a todos cucarachas. No, perdón, a todos no; a los que tienen dinero no. Y ese es el principal problema de la película. El arco argumental se basa en la disposición o no del dinero no para conseguir una trama sino para adecuar una ideología. Podrías rodar una comedia con las herramientas de la que se compone la comedia, o un drama, o una película de acción, etc. pero el gran peligro de mezclar los géneros a la ligera es que al final lo que tienes es una fábula que, lejos de cumplir con lo que prometía al principio, desencadena en el espectador una terrible sensación de realidad con un fuerte principio moralizante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No pasaría nada si la película concluyera con un tono jocoso y divertido fruto de su género, pero no es así. Termina de la peor de las maneras posibles, como cuando todo resulta ser un sueño en Los Serrano o en Doraemon. La película no viene a decir que si no tienes dinero no vas a tener un trabajo digno y por ende, vas a ser una cucaracha; la película afirma que YA ERES UNA CUCARACHA y que además de eso, por si fuera poco, las cucarachas son MALAS. Es decir, si no tienes dinero, nunca podrás ser una buena persona.

Con todo, además de ese leitmotiv, resulta que estamos ante una película oriental que reniega de lo oriental para "ELEGIR" un modo de vida, occidental y capitalista al límite. Esto no es algo que se deje entrever debido a una astuta sucesión de imágenes con sentido, no. Esto es algo que la película elige deliberadamente. El sistema que elige para mostrarnos su trama es básicamente un sistema de vida de alto estatus europeo. No hay nada coreano en el film, lo que hace pensar en cómo se ha elegido todo el “trasfondo”. Una casa de estilo europeo, con una familia tipo ejecutiva con problemas derivados de un tardocapitalismo hiperconsumista que tiene su origen en EEUU, justo donde se crían los dudosos profesionales que les van a ayudar a superar sus crisis identitarias. Los coches son un Mercedes y un Range Rover. La música que suena son piezas de música clásica europea y hasta el atrezzo de la casa es completamente occidental, incluyendo vajillas, muebles, obras de arte y hasta las mesas de teca del jardín. La fiesta de cumpleaños podría haber sido sacada de cualquier melodrama diario que se de en alguna Boadilla del Monte o Aravaca, con sus asistentes engalanados y sus orquestas de cámara… en fin. Cuando haces una película, has de elegir todo lo que se va a ver en ella, y por ende, existe una responsabilidad para con lo que has elegido, nada sucede o se deja al azar.

Para más inri, cuando se revende la casa, la compra un atareado ejecutivo alemán como queriendo no dejar títere con cabeza. Guiño a la bandera suiza en la nevera en la que, como en una caja fuerte radicada en algún paraíso fiscal, se guarda la comida a la que la cucaracha solo puede acceder arrastrándose en la oscuridad. Es insultante que el final encadene ese monólogo del padre de “es mejor no hacer planes” con una idea que parece que te está diciendo: no sueñes, no hagas planes, no lo intentes, no vas a lograr salir de tu vida de cucaracha.

Da la sensación de que la película ha sido rodada para agradar a esas clases medias/altas con poder y ese rancio barniz hipercultural que se sienta en las academias de cine y en los bares de moda a debatir sobre los problemas de lo que Ernesto Castro llama la izquierda divagante. Cosas de occidente, vaya. Más que una burla al sistema de vida occidental y capitalista, con la que no puedo estar más de acuerdo, me siento insultado como parte de una clase trabajadora a la que se le niega, no una forma de vida o un estatus, sino que pueda albergar, en mitad de esta locura turboconsumista, una mera IDEOLOGÍA.

No sé vosotros, pero yo NO SOY UNA CUCARACHA.
15 de febrero de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pulp Fiction es, hasta la fecha de estreno de Kill Bill: volumen 2, la ópera prima del director que más sabe sobre violencia gratuita (por encima incluso de Michael Bay). Un cara a cara con el lado más macabro y sangriento de la mente humana. Deprabada, ácida, mordaz y truculenta y por igual, calculada, perfecta, bella y colosal.

La magia de Tarantino recae en el saber hacer que posee y que da a sus producciones su toque maestro. Comprometida con el lenguaje fílmico, como toda realización debería ser, Pulp Fiction se compone de una serie de magistrales secuencias compuestas por guiones fríos, ajustados y una métrica envidiable en su juego de fotografía y personajes; entrelazadas con un magistral montaje que ha pasado a ser uno de los mejores de la historia del cine. Todo ello aderezado con las mejores actuaciones de Travolta y Jackson, y el elenco de estrellas capitaneadas por el propio Tarantino dan como resultado una obra maestra del cine más negro y un pedazo de historia viviente logrado a pulso.

El montaje de Pulp Fiction merece un apartado por sí mismo, y es que no es para menos; ha sido una de las películas más homenajeadas de la historia conteniendo el mayor número de escenas "copiadas" de todos los tiempos. Abusando incluso del flashback como elemento armónico, Tarantino se vale de una serie de capítulos para narrar una red de historias que no son más que vidas cruzadas con un elemento común: la violencia. La violencia encarna el pecado en las vidas de los protagonistas y se vale de distintos elementos como la música, la droga o el sexo para someterlos y hacerlos caer, simbólicamente hablando, hay quien peca de soberbia, gula o incluso pereza y hasta hay un elemento "dorado" e "idolatrado" que es la perdición de alguno de ellos.

La fotografía es sana y macabra a partes iguales, no adereza el contenido con ningún color innecesario ni busca rocambolescas formas en su resolución. La limitación de planos se solventa elevando, bajando, acercando o alejando la cámara cuando es necesario y es aquí donde se puede ver el alma de Tarantino metiéndonos de lleno en las cabezas de los personajes, como le gusta hacer.

La música acompaña a lo cómico de esta truculenta obra, aderezando con un toque retro las escenas cargadas de violencia vintage. La recopilación de la BSO se limita a dar vueltas por mercadillos encontrando viejas glorias musicales que le van al pelo a esta cinta tan seca como gloriosa. No es necesario componer nada para los violentos bajos fondos de California cuando la música de los violentos bajos fondos de California ya fue compuesta en su momento. Sólo hay que encontrarla.

Recomendación encarecida por ser una de las 10 mejores películas de la historia.

El punto: ¡Su montaje se estudia en todas las escuelas de cine del mundo! Nota: 9,5 Es como comer balas aderezadas con una salsa de trufas y sangre mientras escuchas a Beethoven
7 de enero de 2014 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enfrentarse a un cerdo en Gaza es enfrentarse a una cruda cucharada de realidad, pero siempre con una sonrisa en la boca. La intención es lo que cuenta en este cuento y a pesar de formas y fondos, marcos y contextos el resultado es una fábula deliciosa. El surrealismo del tratamiento de este conflicto, tan sangrante como durarero, nos acerca a una relidad que vista desde cualquier otra perspectiva nos haría sin duda caer en la cuenta de la vanalidad del mal por el mal, sin embargo, con una sonrisa nos desplazamos a un territorio demacrado y hostil, a una zona del mundo vilipendiada y herida con las ganas de ayudar a resolver una historia absurda que encierra una verdad mucho más grande; el final imposible de una guerra.

No nos cuesta nada meternos en la vida de ese pescador palestino, no nos cuesta nada meternos en su casa, odiar a quien él odia; amar a quien él ama y vivir con él un pedacito de su realidad. Eso posee un mérito enorme, sobre todo cuando estamos hablando de una película de trasfondo social en un marco de guerra actual. Es muy dificil no caer en los mitos y en los cánones del lenguaje cinematográfico, en este caso Un cerdo en Gaza rompe los esquemas de la guerra para hacer comedia, transgresora, mordaz e incluso doliente. Un merecido aplauso.

Quizá haya que coser un poco ese final con puntadas más precisas pues parecen dejarse al azar los jirones que deberían tener más valor. Pero una fotografía más que correcta, un montaje atrevido y una música que acompaña sin eclipsar hacen que la cinta gane un sustancioso valor. Una encarecida recomendación para los que están aprendiendo el lenguaje del cine.


El punto: Muerde el conflicto de gaza sin importar el tamaño de la herida.

Nota 7

A veces la sencillez prima por encima de todo.
10 de febrero de 2011 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alejada de los convencionalismos que abarrotan las salas de proyección; y de las absurdas reglas y lenguaje audiovisual adoptados por el cine americano de terror, Session 9 se levanta ella misma solita y con la cabeza bien alta camina por el largo pasillo de la fama. Quizás no muy conocida y sin duda una de las pocas películas que ha facturado Brad Anderson (el maquinista), Session 9 se convierte en una ópera prima de terror psicológico que entremezcla a la perfección todos los ingredientes del buen cine.

Una soberbia localización que da el juego perfecto para todas las líneas argumentales; es de remarcar cómo prácticamente la totalidad de la cinta transcurre en el hospital psiquiatrico y éste, llega a convertirse en ese fantasma que esperamos ver. Nos pasamos todo el metraje esperando encontrar al fondo del pasillo oscuro a ese Norman Bates de turno o a ese Jack Torrance hacha en mano y sin embargo toda esa responsabilidad argumental va cayendo poco a poco sobre los hombros del hospital sin darnos apenas cuenta.

Las actuaciones logran despistar por completo al espectador y sumirlo en un estado de desasosiego y ansiedad que solo encontrará la paz en las palabras de Mary, cuando ella relata, el espectador descansa de absorber la personalidad de cada uno de los personajes. Pesan mucho las actuaciones de David Carusso, y del fantástico Peter Mullan que presentan batalla el uno contra el otro en un mar de delirios. Un diez para la dirección.

En el apartado técnico, podemos valorar el bajo presupuesto que supone esta producción, fruto de un director acostumbrado a episodios y de cómo el resultado final es un producto que satisface las necesidades de todos. Una música que no quita el protagonismo a las escenas que lo tienen por derecho propio, una fotografía bellísima y cuidada hasta el extremo de que los planos recurso, eso que nadie suele hacer hoy en día, parecen postales llenas de juguetes descabezados, sillas viejas o lugares en ruinas.

El montaje merece un párrafo aparte ya que es, sin duda, su baza mas fuerte. Malacostumbrados a las películas frenéticas en las que no es posible contar más de 3 segundos entre plano y plano, Brad Anderson nos da una bofetada y nos sienta en el sofá mientras el tempo pasa larga y angustiosamente, podemos dibujar una curva de interés como una montaña rusa en donde los picos más altos siempre van a estar adornados de la paranoia y los remansos más bajos acomodados por la maquiavélica voz de Simon.

Recomendación encarecida.


El punto: ¡Estratosféricos niveles de maestría en el montaje!

Nota: 8

"Me recuerda a todo lo que Scorsese quiso hacer en Shutter Island y no supo."
25 de febrero de 2011 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Show de Truman consiguió que la gallina de los huevos de oro fuera a la vez de una portentosa y profunda cinta, un entretenimiento que agradó por igual a crítica y espectadores de los más amplios espectros. Hasta la fecha, la obra más importante de Peter Weir, que aúna esfuerzo, sangre, sudor y lágrimas, y el guión más original que entre las manos haya tenido el señor Andrew Niccol (Gattaca, La Terminal).

La idea, aparte de ser original, hace del camino del protagonista una sátira de la mediatización de la sociedad, que hija de la tele, muestra su cara más desagradable al público. Cruda y tenaz pero tremendamente verosímil, la interpretación del señor Carrey le aleja de sus más menospreciadas obras, y le encumbra a una posición a la que no estamos acostumbrados, sensacional y alejado de Ed Harris, él solo se come la película entera porque es un fiel reflejo de su personaje. Es curioso que hayan elegido a Jim Carrey para este papel cuando la industria hace con él lo que Ed Harris, lo deforma, lo presiona y lo moldea para construir con un producto de entretenimiento. La intepretación de Carrey es una odisea a su propia vida y un reclamo de libertad, que, obviamente, nunca será reconocido.

La trama está muy bien ungida y se convierte en un lío tan original como monumental, y muy bien filmado. Las tramas secundarias metidas con cuña para recrear el variopinto surtido de escenas caóticas que se pueden dar dentro de un reality show, parecen más una recopilación de tomas falsas del diario de Patricia que una película de Peter Weir solo que aquí te las crees más. La parábola escénica que encierra a Jim Carrey en su propia vida resulta agobiante, y es una sensación solo heredera de la inigualable Atrapado en el tiempo.

El experimento se completa así con una poderosa fotografía pero nada del otro mundo, cuidada pero a ratos bastante floja, parece como si no hubiera otra manera de colocar la cámara que no fuera haciendo un plano general. No es una película para abusar de esa métrica porque no te lo agradecerá. El film, de carácter tan íntimo como la vida misma del señor Truman, debiera contener más audacia tras la cámara que dentro de la escena. Lamentablemente carece de ella en pos de un regalo que agrade a cuantos más espectadores mejor.

Sin embargo la música le da ese punto que necesita para acomodar la acción de la escena. La BSO compuesta por el enorme Philip Glass (aunque a muchos les pese las Qatsis), es una demostración de lo que pueden conseguir las producciones americanas si se lo proponen. El elenco de profesionales y la suma de Peter Weir, un director, que aunque a veces exaspera, sabe hacer las cosas muy bien, dan como resultado una de las mejores películas de la década de los noventa.

El punto: La mejor interpretación de la vida de la vida de Jimm Carrey a manos de Jim Carrey.
Nota: 8
"Es como grabar en vídeo una vida, vaya, es grabar en vídeo una vida."
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