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7,2
49.877
5
18 de septiembre de 2021
18 de septiembre de 2021
622 de 891 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si esta película representa el nuevo cine del futuro, el cine ha muerto.
Visualmente, Dune es muy espectacular, pero su guión y el relato cinematográfico son muy deficientes, por no decir casi inexistentes.
Su director, Denis Villeneuve, es un portento dotando a sus películas de atmósferas e imágenes impactantes e inquietantes, pero al igual que le pasa a Alejandro González Iñárritu, en sus últimas películas, pesa más la imagen como concepto artístico, que el contenido de la historia.
Leí la novela de Frank Herbert hace muchos años, y me entusiasmó. Vi la película de David Lynch, y no me gustó demasiado, aunque reconozco el notable esfuerzo de su director para plasmarla con los medios de 1984, sobreviviendo a las continuas injerencias de su productor (Dino de Laurentis), y a los tijeretazos del montaje.
Pero esto ya no es cine. No me atrevo a calificar esta película. Para mí es un enorme popurrí de imágenes bonitas, impactantes, pero sin alma. Dicen que la película es lenta, pero no es verdad, y además no importa. El problema en realidad es que no cuenta nada, los diálogos son huecos, vacíos, impostados. No hay emoción, sentimiento, o un sentido que dote de armonía a la película y la historia que se cuenta. Todo es pretencioso y artificial. Si este director es el nuevo adalid de la sci-fi, estamos perdidos irremediablemente.
A estos nuevos directores, habría que enseñarles lo que es narrar cinematográficamente una historia, y que no hace falta introducir una decena de flashback de la cara de Zendaya/Chani, para subrayar la importancia del personaje, porque acabas desesperando al espectador atento. No sé si hacen falta 2 películas para narrar la novela de Frank Herbert, pero a esta primera parte le sobra metraje y, paradójicamente, le falta más contenido.
Salgo del cine tranquilo, porque sabía exactamente lo que iba a recibir, pero desilusionado de pensar que, por desgracia, los buenos guiones están en peligro de extinción.
Mi problema es que a mi la historia del libro me resulta muy atractiva, pero lo que he visto en esta película me aburre muchísimo y no me engancha lo más mínimo.
Por cierto, no sé si a alguien le gustan las bandas sonoras de las películas de Denis Villeneuve, a mi desde luego no.
Los actores están bien en sus roles, pero hay errores de bulto en el casting y en la dirección de actores.
Y por último, ¿quiénes son los personajes de esta historia? Yo los conozco por el libro, pero aquí apenas son esbozos de sombras, a los que su director no se esfuerza ni tan siquiera en describir, difuminándolos con trazos gruesos. Tufhir Hawat, Yueh, Gurney, Peter de Vries, la reverenda madre Gaius Helen Mohiam, etc. ... no son más que sombras entre el ruido y las imágenes de esta película, más preocupada por la estética que por el contenido.
Visualmente, Dune es muy espectacular, pero su guión y el relato cinematográfico son muy deficientes, por no decir casi inexistentes.
Su director, Denis Villeneuve, es un portento dotando a sus películas de atmósferas e imágenes impactantes e inquietantes, pero al igual que le pasa a Alejandro González Iñárritu, en sus últimas películas, pesa más la imagen como concepto artístico, que el contenido de la historia.
Leí la novela de Frank Herbert hace muchos años, y me entusiasmó. Vi la película de David Lynch, y no me gustó demasiado, aunque reconozco el notable esfuerzo de su director para plasmarla con los medios de 1984, sobreviviendo a las continuas injerencias de su productor (Dino de Laurentis), y a los tijeretazos del montaje.
Pero esto ya no es cine. No me atrevo a calificar esta película. Para mí es un enorme popurrí de imágenes bonitas, impactantes, pero sin alma. Dicen que la película es lenta, pero no es verdad, y además no importa. El problema en realidad es que no cuenta nada, los diálogos son huecos, vacíos, impostados. No hay emoción, sentimiento, o un sentido que dote de armonía a la película y la historia que se cuenta. Todo es pretencioso y artificial. Si este director es el nuevo adalid de la sci-fi, estamos perdidos irremediablemente.
A estos nuevos directores, habría que enseñarles lo que es narrar cinematográficamente una historia, y que no hace falta introducir una decena de flashback de la cara de Zendaya/Chani, para subrayar la importancia del personaje, porque acabas desesperando al espectador atento. No sé si hacen falta 2 películas para narrar la novela de Frank Herbert, pero a esta primera parte le sobra metraje y, paradójicamente, le falta más contenido.
Salgo del cine tranquilo, porque sabía exactamente lo que iba a recibir, pero desilusionado de pensar que, por desgracia, los buenos guiones están en peligro de extinción.
Mi problema es que a mi la historia del libro me resulta muy atractiva, pero lo que he visto en esta película me aburre muchísimo y no me engancha lo más mínimo.
Por cierto, no sé si a alguien le gustan las bandas sonoras de las películas de Denis Villeneuve, a mi desde luego no.
Los actores están bien en sus roles, pero hay errores de bulto en el casting y en la dirección de actores.
Y por último, ¿quiénes son los personajes de esta historia? Yo los conozco por el libro, pero aquí apenas son esbozos de sombras, a los que su director no se esfuerza ni tan siquiera en describir, difuminándolos con trazos gruesos. Tufhir Hawat, Yueh, Gurney, Peter de Vries, la reverenda madre Gaius Helen Mohiam, etc. ... no son más que sombras entre el ruido y las imágenes de esta película, más preocupada por la estética que por el contenido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Fantástica la escena de la muerte del duque Leto Atreides y la posterior escena del barón en el techo.

7,7
34.561
5
1 de marzo de 2024
1 de marzo de 2024
541 de 754 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que no voy a hacer amigos con esta crítica, pero creo que no seré el único que se ha sentido insatisfecho con esta película, sobre todo si has leído y disfrutado la genial novela de Frank Herbert. Yo no voy a glorificar la película por su poderosa estética visual. Prefiero ser honrado conmigo mismo, y decir lo poco que me ha gustado, sobre todo su parte final.
Al igual que la primera parte, esta película es muy fría, carente de alma y corazón. Tiene unos acertados 50-60 minutos iniciales, y luego cae en picado, descarrilando hasta rayar en el ridículo. El que no ha leído a Frank Herbert disfrutará de esta segunda parte, sin saber lo mucho que se aleja de la novela, más que su predecesora (la primera parte), con un final desangelado y anticlimático, muy diferente en esencia, al del libro de Frank Herbert, y caracterizando unos personajes con mucha fuerza al principio, pero que se van desdibujando a pasos agigantados a lo largo de la historia, hasta casi caricaturizarlos en un final aciago, "made in" Villeneuve, su director, en el que solo prima el espectáculo visual, con una devastadora ausencia de emociones o pasión. Reconozco mi creciente animadversión hacia un director, al que solo parece importarle el poder de sus imágenes, y no la historia que narra, extremo reconocido por él mismo estos días, cuando afirmó que no le gustan los diálogos y que solo le importa el poder de las imágenes.
Si buscas fidelidad a la novela, como yo, te vas a llevar un buen chasco. Si buscas una historia sólida, al final te verás defraudado. No reconocerás a los personajes principales, salvo unos buenos Zendaya (aunque el director no le hace ningún favor con tanto planito estilo anuncio de perfumes), Austin Butler y Rebecca Ferguson, en sus respectivos roles. Quien vio al sosainas de Austin Butler, en Las crónicas de Shannara, se llevará una sorpresa con su caracterización como Feyd-Rautha Harkonnen, muy lograda, mejorando infinitamente a Sting en el Dune de David Lynch, de 1984.
Por lo demás la película no es del todo anodina, porque algunas escenas de acción están muy bien ejecutadas, pero se malogran ante el estéril e infantil planteamiento religioso-fundamentalista de esta segunda parte, que se apodera de la segunda mitad de la película.
Tymothée Chalamet, sigue el mismo rol torturado de todos sus papeles, y va perdiendo presencia según va avanzando el metraje, hasta convertirse en una histriónica figura, muy alejada del carácter duro y sabio que tiene en el libro su personaje. Zendaya hace lo que puede, sobre todo al principio, pero luego sufre mucho ante la inverosímil y contradictoria forma de actuar que plantea el inefable guion, entre Paul Muad'Dib Atreides y ella.
Los secundarios quieren, pero no pueden, o no les dejan. Bardén empieza bien, pero acaba convertido en el bufón de la corte, sin posibilidad de hacerse respetar. Mi idolatrado Christopher Walken, compone el peor papel que le recuerdo, y aparece fosilizado y casi caquético. Rebecca Ferguson, de lo mejor de la película, salva los muebles con un personaje interesante y lleno de matices. A destacar una Léa Seydoux, con un papel breve y poco relevante, pero intenso, en el que destaca espectacularmente.
En cambio, Josh Brolin, coincide con el arranque de la peor parte de la película, y su personaje se pierde en la mediocridad final de la película. Dave Bautista deambula por la película, en un papel estúpido, que pierde todo el sentido y la coherencia con acciones muy discutibles del guión. El resto del elenco, tiene roles poco importantes, haciendo lo que pueden, ante un director que filma de una manera endiabladamente buena visualmente, pero que es incapaz de emocionar o empatizar con el espectador.
Reconozco que llegué a disfrutar el inicio de la película, un más que aceptable primer tercio, y pensé que el director iba a ser capaz de enderezar el rumbo, pero a partir de ahí, la película desciende hasta los infiernos, buscando un final en el que Zendaya no se conforme con el rol que le dio Frank Herbert, y muestre una hostilidad hacia Paul, muy alejada del caracter que ejerce su personaje en la novela.
No entiendo al director, Denis Villeneuve, ni su afán por fanatizar a los fremen de una forma tan grotesca y apartarse notablemente de la novela, ni la idea que tenía en la cabeza cuando rodó un final abrupto, atropellado, anticlimático y, sobre todo, muy frío, casi glacial. La última parte, es tan, tan, tan fría, tan carente de sentimientos, que me impide disfrutar de la venganza y me deja absolutamente insatisfecho. Y si algo caracteriza la novela, una de las mejores de ciencia ficción que se han escrito, es que, entre otras cosas, es una historia de venganza.
Al igual que la primera parte, esta película es muy fría, carente de alma y corazón. Tiene unos acertados 50-60 minutos iniciales, y luego cae en picado, descarrilando hasta rayar en el ridículo. El que no ha leído a Frank Herbert disfrutará de esta segunda parte, sin saber lo mucho que se aleja de la novela, más que su predecesora (la primera parte), con un final desangelado y anticlimático, muy diferente en esencia, al del libro de Frank Herbert, y caracterizando unos personajes con mucha fuerza al principio, pero que se van desdibujando a pasos agigantados a lo largo de la historia, hasta casi caricaturizarlos en un final aciago, "made in" Villeneuve, su director, en el que solo prima el espectáculo visual, con una devastadora ausencia de emociones o pasión. Reconozco mi creciente animadversión hacia un director, al que solo parece importarle el poder de sus imágenes, y no la historia que narra, extremo reconocido por él mismo estos días, cuando afirmó que no le gustan los diálogos y que solo le importa el poder de las imágenes.
Si buscas fidelidad a la novela, como yo, te vas a llevar un buen chasco. Si buscas una historia sólida, al final te verás defraudado. No reconocerás a los personajes principales, salvo unos buenos Zendaya (aunque el director no le hace ningún favor con tanto planito estilo anuncio de perfumes), Austin Butler y Rebecca Ferguson, en sus respectivos roles. Quien vio al sosainas de Austin Butler, en Las crónicas de Shannara, se llevará una sorpresa con su caracterización como Feyd-Rautha Harkonnen, muy lograda, mejorando infinitamente a Sting en el Dune de David Lynch, de 1984.
Por lo demás la película no es del todo anodina, porque algunas escenas de acción están muy bien ejecutadas, pero se malogran ante el estéril e infantil planteamiento religioso-fundamentalista de esta segunda parte, que se apodera de la segunda mitad de la película.
Tymothée Chalamet, sigue el mismo rol torturado de todos sus papeles, y va perdiendo presencia según va avanzando el metraje, hasta convertirse en una histriónica figura, muy alejada del carácter duro y sabio que tiene en el libro su personaje. Zendaya hace lo que puede, sobre todo al principio, pero luego sufre mucho ante la inverosímil y contradictoria forma de actuar que plantea el inefable guion, entre Paul Muad'Dib Atreides y ella.
Los secundarios quieren, pero no pueden, o no les dejan. Bardén empieza bien, pero acaba convertido en el bufón de la corte, sin posibilidad de hacerse respetar. Mi idolatrado Christopher Walken, compone el peor papel que le recuerdo, y aparece fosilizado y casi caquético. Rebecca Ferguson, de lo mejor de la película, salva los muebles con un personaje interesante y lleno de matices. A destacar una Léa Seydoux, con un papel breve y poco relevante, pero intenso, en el que destaca espectacularmente.
En cambio, Josh Brolin, coincide con el arranque de la peor parte de la película, y su personaje se pierde en la mediocridad final de la película. Dave Bautista deambula por la película, en un papel estúpido, que pierde todo el sentido y la coherencia con acciones muy discutibles del guión. El resto del elenco, tiene roles poco importantes, haciendo lo que pueden, ante un director que filma de una manera endiabladamente buena visualmente, pero que es incapaz de emocionar o empatizar con el espectador.
Reconozco que llegué a disfrutar el inicio de la película, un más que aceptable primer tercio, y pensé que el director iba a ser capaz de enderezar el rumbo, pero a partir de ahí, la película desciende hasta los infiernos, buscando un final en el que Zendaya no se conforme con el rol que le dio Frank Herbert, y muestre una hostilidad hacia Paul, muy alejada del caracter que ejerce su personaje en la novela.
No entiendo al director, Denis Villeneuve, ni su afán por fanatizar a los fremen de una forma tan grotesca y apartarse notablemente de la novela, ni la idea que tenía en la cabeza cuando rodó un final abrupto, atropellado, anticlimático y, sobre todo, muy frío, casi glacial. La última parte, es tan, tan, tan fría, tan carente de sentimientos, que me impide disfrutar de la venganza y me deja absolutamente insatisfecho. Y si algo caracteriza la novela, una de las mejores de ciencia ficción que se han escrito, es que, entre otras cosas, es una historia de venganza.
6
10 de enero de 2016
10 de enero de 2016
151 de 194 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy harto de Iñarritu y sus "virguerías" con la cámara. Estoy a favor de que un director haga buenos planos, enfoques y los utilice de forma racional en una película, y me encanta que un director sepa manejar una cámara con destreza. No dudo del virtuosismo del director, González Iñarritu, pero debo decir que estoy más que harto de que en sus películas pese más el dominio de la cámara que la historia. Se supone que los recursos cinematográficos que utiliza deberían estar al servicio de la narración, de la trama, de la película, y no al revés. Aquí, como en muchas de las películas de este director, pesa más el concepto artístico del director, que la historia y la narración en sí mismas. Las películas de Iñarritu son esencialmente lentas, precisamente por culpa de este recurso. Esta película me ha parecido lentísima, en algunos momentos me parecía interminable. Con esos larguísimos planos que le da por marcarse a G. Iñarritu, todo se ralentiza hasta la exasperación. No estoy en contra de utilizar estos recursos en algún momento puntual, pero llenar la película con ellos es un disparate y un horror.
Estoy hasta las narices del marcado onirismo del director, y su tendencia a querer deslumbrar al espectador con su particular filosofía de la soledad, dolor, violencia, melancolía, venganza, etc.... El dolor, la rabia, la soledad, la melancolía, etc., deben estar al servicio de la película y de la historia que se cuenta, y no al revés.
Le pediría al director que no me dé lecciones de cinematografía, mientras no sabe contar una historia, y menos montarla. No sabe contar una historia, porque a esta película le sobra mucho metraje innecesario, y sin embargo, le falta algo que relacione la historia con el pasado del personaje, que por lo demás era un hombre notabilísimo de la época, un superviviente nato y un gran explorador. Por otro lado, el montaje de esta película es una chapuza, que por momentos carece de sentido, y muchas veces nos priva de conocer la historia en profundidad, como el pasado de Hugh Glass, su lucha contra las graves lesiones que padece con los medios de la época (sus peores heridas eran en la pierna, y utilizó gusanos para que se comiesen la carne podrida en su herida), su motivación personal, la misión que estaba llevando a cabo en ese momento, la importancia de las armas en esa época (el rifle de Glass es fundamental en su historia, y aquí se omite por completo cualquier referencia al mismo), el contexto social de la época, etc.
Este director está tan engreído, tan pagado de sí mismo y de su estilo, que ha olvidado lo que es contar una historia. Parece que quiera darnos una lección de cine con cada plano que rueda, y eso desvirtúa el contenido de la película.
Puestos a contar esta historia, yo particularmente me quedo con la película de "El hombre de una tierra salvaje", que sin ser un peliculón, es bastante más entretenida y cuenta la misma historia de Hugh Glass, de forma muchísimo más acertada, a mi juicio.
Esta película está basada en una historia real (la de Hugh Glass, un reconocido trampero y explorador americano de principios del siglo XIX), pero el final y gran parte de la película se la han inventado para dramatizar aún más la historia (el que tenga interés en saber el motivo, puede leer lo que he puesto en el spoiler).
Por cierto, le he puesto un 6, porque reconozco que se puede ver, y que es una película interesante. Pero no la volvería a ver. Es demasiado lenta y pesada como para volver a verla. Es de esas películas que una vez vistas, no te apetece volver a verla (por lo menos a corto o medio plazo).
Estoy hasta las narices del marcado onirismo del director, y su tendencia a querer deslumbrar al espectador con su particular filosofía de la soledad, dolor, violencia, melancolía, venganza, etc.... El dolor, la rabia, la soledad, la melancolía, etc., deben estar al servicio de la película y de la historia que se cuenta, y no al revés.
Le pediría al director que no me dé lecciones de cinematografía, mientras no sabe contar una historia, y menos montarla. No sabe contar una historia, porque a esta película le sobra mucho metraje innecesario, y sin embargo, le falta algo que relacione la historia con el pasado del personaje, que por lo demás era un hombre notabilísimo de la época, un superviviente nato y un gran explorador. Por otro lado, el montaje de esta película es una chapuza, que por momentos carece de sentido, y muchas veces nos priva de conocer la historia en profundidad, como el pasado de Hugh Glass, su lucha contra las graves lesiones que padece con los medios de la época (sus peores heridas eran en la pierna, y utilizó gusanos para que se comiesen la carne podrida en su herida), su motivación personal, la misión que estaba llevando a cabo en ese momento, la importancia de las armas en esa época (el rifle de Glass es fundamental en su historia, y aquí se omite por completo cualquier referencia al mismo), el contexto social de la época, etc.
Este director está tan engreído, tan pagado de sí mismo y de su estilo, que ha olvidado lo que es contar una historia. Parece que quiera darnos una lección de cine con cada plano que rueda, y eso desvirtúa el contenido de la película.
Puestos a contar esta historia, yo particularmente me quedo con la película de "El hombre de una tierra salvaje", que sin ser un peliculón, es bastante más entretenida y cuenta la misma historia de Hugh Glass, de forma muchísimo más acertada, a mi juicio.
Esta película está basada en una historia real (la de Hugh Glass, un reconocido trampero y explorador americano de principios del siglo XIX), pero el final y gran parte de la película se la han inventado para dramatizar aún más la historia (el que tenga interés en saber el motivo, puede leer lo que he puesto en el spoiler).
Por cierto, le he puesto un 6, porque reconozco que se puede ver, y que es una película interesante. Pero no la volvería a ver. Es demasiado lenta y pesada como para volver a verla. Es de esas películas que una vez vistas, no te apetece volver a verla (por lo menos a corto o medio plazo).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Siendo cierto que Hugh Glass (DiCaprio) fue abandonado por Bridger y Fitzgerald (como en la película) tras el ataque de la osa, ahí se acaban las similitudes, porque Hugh Glass no mató a ninguno de los dos. A Bridger le perdonó la vida por ser muy joven, y a Fiztgerald no pudo hacerle nada, porque se alistó en el ejército (se conformó con que le devolviese su rifle, un arma muy singular, sobre la que nada se dice en la película, a pesar de su importancia en esa época). Y al jefe de la expedición, Andrew Henry, no lo mató Fiztgerald (murió 8 años después, habiéndose retirado). Por cierto, Fitzgerald y Bridger ayudaron a Glass a matar a la osa grizzly que le atacó, y lo abandonaron porque pensaron que no se recuperaría de las heridas, y tras sufrir un verdadero ataque de los indios. Lo del hijo de Glass se lo han inventado ni más ni menos, seguramente para justificar el ansia vengativa de DiCaprio. La verdad es que el único motivo por el que Hugh Glass hizo lo que hizo, fue fundamentalmente para sobrevivir, que es un argumento por sí mismo. Después quiso vengarse de los dos hombres que lo abandonaron, pero no llegó a matar a ninguno de los dos. Ya se puede uno imaginar que, a principios del siglo XIX, que Glass sobreviviese a esas heridas era algo inconcebible, por no decir un milagro, y la actitud de Fitzgerald y Bridger tampoco sería tan extraña pensando que iba a morir (puesto en perspectiva, Bridger y Fiztgerald abandonaron Glass a su suerte, pero no son los canallas que nos muestran en la película, pues en esos tiempos nadie podía pensar que Glass se recuperaría, y quedándose con el, Bridger y Fiztgerald estaban arriesgando sus propias vidas.).

6,8
17.378
3
27 de diciembre de 2024
27 de diciembre de 2024
170 de 253 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me hago viejo. A mi me gusta la novela de Drácula, y me gustan, en mayor o menor medida, las películas que sobre este personaje se han rodado. Me encantó el Drácula de Bram Stoker rodado por Francis Ford Coppola, que me pareció la mejor versión que se ha hecho sobre la novela. Pero también me encantaron las antiguas películas de la mítica productora Hammer. Incluso me gusta el Nosferatu de Murnau, entendiendo la época y circunstancias en que se rodó. Pero esta adaptación no es para mí. No es para nadie que busque una historia sobre Drácula o sobre vampiros. Nosferatu de Robert Eggers es insufriblemente pretenciosa, mediocre, mezquina, deslabazada y tramposa.
Ha habido muchos Dráculas en el cine. Max Schreck (aunque se llamase Conde Orlok), Bela Lugosi, Christopher Lee, Frank Langella, Klaus Kinski (también como el Conde Orlok) y Gary Oldman, entre otros, supieron imponer carácter y personalidad al rey de los vampiros, tambien llamado en otras lenguas, nosferatu, strigoï o brucolaco, que son diversas formas de llamar al no muerto. Todos ellos lo interpretaron, en mayor o menor medida, con dignidad y acierto. Quizás las versiones más famosas sean las de los directores Terence Fisher y Francis Ford Coppola. Pero de todas ellas, que son muy buenas, mi predilecta es la de Coppola, que considero una obra maestra, y la versión más fiel al espíritu de la novela de Bram Stoker, con un inmenso Gary Oldman. Los grandes actores que han interpretado a Drácula, siempre han dejado su impronta, creando un personaje carismático. Pero el conde Orlok de esta película, es un paso atrás, un desvarío, en el que un insustancial y mediocre Bill Skarsgård, compone un personaje unidimensional y feo, sin otro registro que la violencia y una cansina y repetitiva respiración agónica, más propia de un asmático o de un moribundo.
Murnau rodó su Nosferatu, forzado por no poder disponer de los derechos de la novela de Bram Stoker, y teniendo que diferenciarlo mucho de la novela, para intentar (sin éxito) no caer en el plagio. Robert Eggers, su director y guionista, no tenía este problema. Podía realizar una versión de Nosferatu a su gusto y manera. Pero no, este Nosferatu de Eggers, tiene tan idealizada la versión de Murnau de 1922, está tan apegada a ella, que no es capaz de despegar como obra original, y se convierte en un plagio sin imaginación, completamente trasnochado y aburrido, cuyas únicas notas diferenciadoras, son un relato absurdo e incoherente, una violencia sanguinaria mal concebida, y una pretendida lujuria que no cala en el espectador atento, y que hace que su universo parezca irreal.
Los excéntricos personajes de esta película están muy desubicados y desquiciados, resultan poco creíbles, gozan de un falso aire exotérico y depravado, y están hipersexualizados en el peor sentido imaginable. Son personajes irreales, sin ninguna motivación clara, salvo el de Thomas Hutter, bien interpretado por Nicholas Hoult. De todo el elenco, sólo destacaría a este actor, y a Ralph Ineson como el doctor Wilhelm Sievers. Los personajes interpretados por Lily-Rose Deep (hija de Johnny Depp), Bill Skarsgård, Aaron Taylor-Johnson y Willem Dafoe, son graves errores de casting, ya que ninguno encaja en el rol que desempeña, especialmente Aaron Taylor-Johnson, que es un buen actor, pero que no encaja para nada con su papel. La siempre solvente Anya Taylor-Joy, que fue la primera opción de Eggers para el papel representado por una desdibujada Lily-Rose Depp, sin duda le habría aportado más carácter al papel de Ellen Hutter.
Robert Eggers, es un director que me gusta mucho, pero patina estrepitosamente en este relato vampírico, incapaz de insuflar vida a su película y a los grises y ridículos personajes que deambulan por ella. Rodando con la oscuridad más sórdida como aliada, busca en todo momento generar tensión de forma artificial y tramposa, mediante el uso de la oscuridad y unos sonidos muy efectistas, pero inútiles, que sólo buscan potenciar su excentricidad. Vemos algunas imágenes impactantes y sombrías, incluso hermosas, pero no nos dicen nada de la historia, no nos definen a los personajes, ni la narración, salvo en aspectos lúgubres, truculentos e incoherentes, componiendo una película muy fría, que se siente absurda, fea y alejada de la realidad o la lógica más elemental.
Habiendo visto casi todas las películas sobre el más famoso de los vampiros de la literatura, me invade una profunda sensación de tristeza e incredulidad viendo este difuminado y trasnochado Nosferatu, carente de alma o imaginación, con una historia que resulta ridícula en estos tiempos, y se recrea en lo más sucio y aberrante de la historia, para dotar de una falsa atmósfera sensual a la película.
Como todas las películas de Robert Eggers, Nosferatu es su personalísima visión sobre el Nosferatu de Murnau, rodada en 1922, la cual al parecer, le marcó de niño. Pero como homenaje al Nosferatu de Murnau, esta versión es mediocre, vacía, excéntrica y fallida. Le falta alma, imaginacion, sentimiento, pasión, vitalidad y coherencia. Como historia de vampiros, no aporta nada que me interese.
Drácula es una obra epistolar, escrita en la época victoriana, que tiene dos posibles lecturas: la literal, o una romántica, que algunos pensamos que subyace bajo su letra. Puedes escoger una u otra, puedes desviarte lo que quieras, pero al final, siempre hay una historia de vampiros. Yo no sé muy bien qué ha querido plasmar aquí su director, pero no es para mí, ni creo que sea para nadie al que le guste el cine de vampiros, la novela de Drácula o el Nosferatu de Murnau, y ni siquiera creo que sea para nadie al que le guste el cine, entendido simplemente como narrar una historia. Ya puestos, este conde Orlok podría ser otro tipo de criatura diferente a un vampiro, y no se notaría apenas.
Quizás es para otra generación. Quizás me hago viejo.
Ha habido muchos Dráculas en el cine. Max Schreck (aunque se llamase Conde Orlok), Bela Lugosi, Christopher Lee, Frank Langella, Klaus Kinski (también como el Conde Orlok) y Gary Oldman, entre otros, supieron imponer carácter y personalidad al rey de los vampiros, tambien llamado en otras lenguas, nosferatu, strigoï o brucolaco, que son diversas formas de llamar al no muerto. Todos ellos lo interpretaron, en mayor o menor medida, con dignidad y acierto. Quizás las versiones más famosas sean las de los directores Terence Fisher y Francis Ford Coppola. Pero de todas ellas, que son muy buenas, mi predilecta es la de Coppola, que considero una obra maestra, y la versión más fiel al espíritu de la novela de Bram Stoker, con un inmenso Gary Oldman. Los grandes actores que han interpretado a Drácula, siempre han dejado su impronta, creando un personaje carismático. Pero el conde Orlok de esta película, es un paso atrás, un desvarío, en el que un insustancial y mediocre Bill Skarsgård, compone un personaje unidimensional y feo, sin otro registro que la violencia y una cansina y repetitiva respiración agónica, más propia de un asmático o de un moribundo.
Murnau rodó su Nosferatu, forzado por no poder disponer de los derechos de la novela de Bram Stoker, y teniendo que diferenciarlo mucho de la novela, para intentar (sin éxito) no caer en el plagio. Robert Eggers, su director y guionista, no tenía este problema. Podía realizar una versión de Nosferatu a su gusto y manera. Pero no, este Nosferatu de Eggers, tiene tan idealizada la versión de Murnau de 1922, está tan apegada a ella, que no es capaz de despegar como obra original, y se convierte en un plagio sin imaginación, completamente trasnochado y aburrido, cuyas únicas notas diferenciadoras, son un relato absurdo e incoherente, una violencia sanguinaria mal concebida, y una pretendida lujuria que no cala en el espectador atento, y que hace que su universo parezca irreal.
Los excéntricos personajes de esta película están muy desubicados y desquiciados, resultan poco creíbles, gozan de un falso aire exotérico y depravado, y están hipersexualizados en el peor sentido imaginable. Son personajes irreales, sin ninguna motivación clara, salvo el de Thomas Hutter, bien interpretado por Nicholas Hoult. De todo el elenco, sólo destacaría a este actor, y a Ralph Ineson como el doctor Wilhelm Sievers. Los personajes interpretados por Lily-Rose Deep (hija de Johnny Depp), Bill Skarsgård, Aaron Taylor-Johnson y Willem Dafoe, son graves errores de casting, ya que ninguno encaja en el rol que desempeña, especialmente Aaron Taylor-Johnson, que es un buen actor, pero que no encaja para nada con su papel. La siempre solvente Anya Taylor-Joy, que fue la primera opción de Eggers para el papel representado por una desdibujada Lily-Rose Depp, sin duda le habría aportado más carácter al papel de Ellen Hutter.
Robert Eggers, es un director que me gusta mucho, pero patina estrepitosamente en este relato vampírico, incapaz de insuflar vida a su película y a los grises y ridículos personajes que deambulan por ella. Rodando con la oscuridad más sórdida como aliada, busca en todo momento generar tensión de forma artificial y tramposa, mediante el uso de la oscuridad y unos sonidos muy efectistas, pero inútiles, que sólo buscan potenciar su excentricidad. Vemos algunas imágenes impactantes y sombrías, incluso hermosas, pero no nos dicen nada de la historia, no nos definen a los personajes, ni la narración, salvo en aspectos lúgubres, truculentos e incoherentes, componiendo una película muy fría, que se siente absurda, fea y alejada de la realidad o la lógica más elemental.
Habiendo visto casi todas las películas sobre el más famoso de los vampiros de la literatura, me invade una profunda sensación de tristeza e incredulidad viendo este difuminado y trasnochado Nosferatu, carente de alma o imaginación, con una historia que resulta ridícula en estos tiempos, y se recrea en lo más sucio y aberrante de la historia, para dotar de una falsa atmósfera sensual a la película.
Como todas las películas de Robert Eggers, Nosferatu es su personalísima visión sobre el Nosferatu de Murnau, rodada en 1922, la cual al parecer, le marcó de niño. Pero como homenaje al Nosferatu de Murnau, esta versión es mediocre, vacía, excéntrica y fallida. Le falta alma, imaginacion, sentimiento, pasión, vitalidad y coherencia. Como historia de vampiros, no aporta nada que me interese.
Drácula es una obra epistolar, escrita en la época victoriana, que tiene dos posibles lecturas: la literal, o una romántica, que algunos pensamos que subyace bajo su letra. Puedes escoger una u otra, puedes desviarte lo que quieras, pero al final, siempre hay una historia de vampiros. Yo no sé muy bien qué ha querido plasmar aquí su director, pero no es para mí, ni creo que sea para nadie al que le guste el cine de vampiros, la novela de Drácula o el Nosferatu de Murnau, y ni siquiera creo que sea para nadie al que le guste el cine, entendido simplemente como narrar una historia. Ya puestos, este conde Orlok podría ser otro tipo de criatura diferente a un vampiro, y no se notaría apenas.
Quizás es para otra generación. Quizás me hago viejo.
8
21 de septiembre de 2022
21 de septiembre de 2022
105 de 126 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que Disney adquirió los derechos de la franquicia Star Wars, pocas son las producciones de la casa del ratón, que me han gustado. Por mi parte, solo salvaría Rogue one y la serie The mandalorian (y, si acaso, puede que algún episodio suelto de El libro de Boba Fett).
Y ahora nos llega Andor, quizás la apuesta menos esperada de Disney. No daba un duro por ella, pero vi el trailer, y encontré algunas cosas, pequeños detalles, que me intrigaron e hicieron que le diese una oportunidad a los primeros episodios. Y ahora que ha terminado, puedo decir que ha sido un acierto.
De arranque, me encuentro con un comienzo cocinado a fuego lento, sin grandes sobresaltos. Hasta ahora, la opresión del Imperio era algo más aparente que real. No la veías, pero sobrevolaba el ambiente, la intuíamos, más por lo que nos contaban, que por lo que veíamos. Ahora la palpas, la opresión es real, es dura, cruel, opresiva, asfixiante, está institucionalizada a todos los niveles. Hay espías en los dos bandos, hay traidores, injusticias, torturas, crurldad, maldad, sufrimiento, muerte, ideales, e incluso hay espacio para algo de valentía, honor y honradez.
Se podría decir que la serie es quizás un poco lenta, o más bien pausada, aunque eso es parte de su esencia, y no le resta un ápice de emoción a esta magnífica serie. Desde luego, a mí no me molesta. Al revés, me encanta. En estos tiempos demasiado acelerados y frenéticos, me sorprende encontrarme con un relato tan pausado, bien desarrollado y adulto, que da pie a una serie bien pensada, con personajes profundos e interesantes, que busca expandir el universo Star Wars, tal y como los verdaderos fans de Star Wars soñábamos.
Andor es, ante todo, una buena historia, una serie profunda, bien pensada, que me causa impresión, y que me narra una historia que me creo, que me interesa, y en la que los efectos especiales se usan para enriquecer la trama.
Me vi los primeros episodios de un tirón, y al final, estos doce primetos episodios de esta temporada inicial, se me han hecho cortos. Al acabar me ha dejado muy buenas sensaciones, permitiéndome disfrutar de un relato sencillo y bien estructurado. Ahora que ha terminado la primera temporada, las buenas sensaciones iniciales se mantienen, y viendo como se ha perfilado la trama, se agradece una explicación adulta de qué era el Imperio, y porqué se forjó la rebelión.
La serie introduce un elemento novedoso. La confrontación entre el Imperio y unos súbditos, oprimidos y duramente controlados, resuelta de forma muy interesante e inteligente, en la que vemos como Cassian J. Andor se adentra en el complejo mundo de la Alianza Rebelde, con conspiradores, espías, traidores y comandos rebeldes, con gente oprimida que quiere alzarse ante el miedo y la represión, enfrentándose al temible y odiado Imperio, y a su implacable red de agentes.
La trama se toma su tiempo en desarrollar los personajes, en recrear el ambiente de esa convulsa época, sus motivaciones, y sus creadores buscan expandir cuidadosamente, las infinitas posibilidades del universo Star Wars.
Y tengo el extraño convencimiento de que por fin alguien se ha atrevido a dar un gran paso en Disney, un paso diferente a la mayoría de lo visto antes. Parece que esta vez han acertado, y que se avanza en la direccion correcta.
Pero el que quiera acercarse a esta personal serie, debe hacerlo sin prisas, sin agobios, dejando que este universo expandido lo envuelva, y sabiendo que se va a encontrar una serie adulta, realista, gris, llena de claroscuros, con personalidad, con seriedad, íntima, con personajes muy, pero que muy bien perfilados, y que nos presenta una historia atractiva, narrada de forma lenta (quizás un poco más lenta de lo deseable). Pero esta serie funciona, y consigue que me interesen los personajes y la historia que cuentan.
Esta serie tiene algo distinto, algo que no se ha visto aún en Star Wars. Y ese algo diferente, me tiene fascinado. Si hay que matar o morir, se hace. Si hay que luchar, se lucha. Se palpa el miedo, la tensión, el sufrimiento y el dolor. Sin tonterías, sin escrúpulos o remordimientos. Más de uno se sorprenderá al ver que los personajes no se andan con chiquitas, ni con memeces o medias tintas. No hay tiempo para el humor (tampoco lo necesita).
Además, es interesante saber que la serie tiene fecha de caducidad. Serán dos temporadas de doce episodios cada una, qué enlazarán con Rogue one.
Los actores están muy bien en sus roles, especialmente un inspiradísimo Diego Luna, que lo borda.
Crucemos los dedos, esperemos que esto no sea un espejismo, y sus creadores sigan por el mismo camino. Por ahora, y citando el credo mandaloriano, ¡este es el camino!
Y ahora nos llega Andor, quizás la apuesta menos esperada de Disney. No daba un duro por ella, pero vi el trailer, y encontré algunas cosas, pequeños detalles, que me intrigaron e hicieron que le diese una oportunidad a los primeros episodios. Y ahora que ha terminado, puedo decir que ha sido un acierto.
De arranque, me encuentro con un comienzo cocinado a fuego lento, sin grandes sobresaltos. Hasta ahora, la opresión del Imperio era algo más aparente que real. No la veías, pero sobrevolaba el ambiente, la intuíamos, más por lo que nos contaban, que por lo que veíamos. Ahora la palpas, la opresión es real, es dura, cruel, opresiva, asfixiante, está institucionalizada a todos los niveles. Hay espías en los dos bandos, hay traidores, injusticias, torturas, crurldad, maldad, sufrimiento, muerte, ideales, e incluso hay espacio para algo de valentía, honor y honradez.
Se podría decir que la serie es quizás un poco lenta, o más bien pausada, aunque eso es parte de su esencia, y no le resta un ápice de emoción a esta magnífica serie. Desde luego, a mí no me molesta. Al revés, me encanta. En estos tiempos demasiado acelerados y frenéticos, me sorprende encontrarme con un relato tan pausado, bien desarrollado y adulto, que da pie a una serie bien pensada, con personajes profundos e interesantes, que busca expandir el universo Star Wars, tal y como los verdaderos fans de Star Wars soñábamos.
Andor es, ante todo, una buena historia, una serie profunda, bien pensada, que me causa impresión, y que me narra una historia que me creo, que me interesa, y en la que los efectos especiales se usan para enriquecer la trama.
Me vi los primeros episodios de un tirón, y al final, estos doce primetos episodios de esta temporada inicial, se me han hecho cortos. Al acabar me ha dejado muy buenas sensaciones, permitiéndome disfrutar de un relato sencillo y bien estructurado. Ahora que ha terminado la primera temporada, las buenas sensaciones iniciales se mantienen, y viendo como se ha perfilado la trama, se agradece una explicación adulta de qué era el Imperio, y porqué se forjó la rebelión.
La serie introduce un elemento novedoso. La confrontación entre el Imperio y unos súbditos, oprimidos y duramente controlados, resuelta de forma muy interesante e inteligente, en la que vemos como Cassian J. Andor se adentra en el complejo mundo de la Alianza Rebelde, con conspiradores, espías, traidores y comandos rebeldes, con gente oprimida que quiere alzarse ante el miedo y la represión, enfrentándose al temible y odiado Imperio, y a su implacable red de agentes.
La trama se toma su tiempo en desarrollar los personajes, en recrear el ambiente de esa convulsa época, sus motivaciones, y sus creadores buscan expandir cuidadosamente, las infinitas posibilidades del universo Star Wars.
Y tengo el extraño convencimiento de que por fin alguien se ha atrevido a dar un gran paso en Disney, un paso diferente a la mayoría de lo visto antes. Parece que esta vez han acertado, y que se avanza en la direccion correcta.
Pero el que quiera acercarse a esta personal serie, debe hacerlo sin prisas, sin agobios, dejando que este universo expandido lo envuelva, y sabiendo que se va a encontrar una serie adulta, realista, gris, llena de claroscuros, con personalidad, con seriedad, íntima, con personajes muy, pero que muy bien perfilados, y que nos presenta una historia atractiva, narrada de forma lenta (quizás un poco más lenta de lo deseable). Pero esta serie funciona, y consigue que me interesen los personajes y la historia que cuentan.
Esta serie tiene algo distinto, algo que no se ha visto aún en Star Wars. Y ese algo diferente, me tiene fascinado. Si hay que matar o morir, se hace. Si hay que luchar, se lucha. Se palpa el miedo, la tensión, el sufrimiento y el dolor. Sin tonterías, sin escrúpulos o remordimientos. Más de uno se sorprenderá al ver que los personajes no se andan con chiquitas, ni con memeces o medias tintas. No hay tiempo para el humor (tampoco lo necesita).
Además, es interesante saber que la serie tiene fecha de caducidad. Serán dos temporadas de doce episodios cada una, qué enlazarán con Rogue one.
Los actores están muy bien en sus roles, especialmente un inspiradísimo Diego Luna, que lo borda.
Crucemos los dedos, esperemos que esto no sea un espejismo, y sus creadores sigan por el mismo camino. Por ahora, y citando el credo mandaloriano, ¡este es el camino!
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