Lo difícil de las adaptaciones es que la versión original siempre está presente como referente. Lo mínimo que uno pide, como espectador, es que tenga el mismo nivel que la versión madre. Si lo supera, enhorabuena por la excelencia. Si las cualidades que tenía la anterior en la adaptación se vuelven en su contra, échense a temblar. Esto es lo que ocurre en Skam, versión Movistar.

Por la edad de los actores puede ser comprensible que no tengan tablas. Pero en la versión noruega tampoco tenían gran experiencia. Lo que no es lógico es que no sean naturales o que no sean tan telegénicos como era el casting noruego.

Luego están cuestiones de casting. A la Noora noruega era imposible no dejar de mirarla porque era un rayo de luz. Lo mismo ocurría con el resto.

Otro ejemplo extraño es el de Chris, una chica algo gordita, no especialmente atractiva, pero la mar de graciosa. Rompía los moldes, más en una serie donde se tratan temas como la obsesión por estar delgado. Aquí la han sustituido por otro bellezón, para que quede claro que en España todas las chicas son guapas y... mentira.

En tercer lugar están los diálogos, que sumados a la manera de hablar de algunos actores, les hace parecer subnormales. Uno de los valores de Skam Noruega era que podía gustarte la serie aunque no tuvieras 12 años. Aquí es imposible.

Y luego está el tempo de las escenas. El naturalismo noruego lo aguantas como espectador con actores actores como los noruegos, porque se comen la cámara. Aquí solo Alba Planas sostiene la mirada en los planos con soltura.

Por último está el exceso de vibración en los planos al hombro. Se obsesionan por mover la cámara de más, para dejar claro que están con cámara al hombro. Los noruegos no hacían eso, de eso trata el naturalismo en la realización. No en hacer Caiga Quien Caiga sino en que parezca que la cámara no es la protagonista. Por no hablar de que esos tirones de cámara son de finales de los 90.

Los escenarios interiores no se ven, no tienen presencia, por lo que del plano medio no se abre. En la noruega veíamos las casas, la decoración nórdica tan de moda. Apartamentos, dormitorios amplios.

Lo mejor: la fotografía.

En resumen: artificial.

En cuatro días se estrena 'Élite' en Netflix. Esta serie, aunque tenga una comunidad de fans que proviene de la noruega, es difícil que vaya mucho más allá. Su comunidad de fans más acérrimos la verá, pero no es una serie que vaya a contagiar más.

Si encima le sumas la plataforma, que no es Netflix, la realidad es que también penaliza. En Netflix la marca ya está hecha. Llegará 'Elite' y muchos la devoraremos este fin de semana. Porque Netflix no lo sirve bien, muy bien.

Una pena.