Uno de cal y uno de arena, como nos tiene acostumbrados Ridley Scott. Esta vez nos presenta un cuento de hadas bañado en Soul y sangre, incluyendo los personajes romanticos, tópicos y un poco inverosímiles.

En este caso, la arena (epidérmica) la trae un carismático gangster negro con un inquebrantable código ético (me suena...), interpretado por con fuerza y personalidad por Denzel Washington. En el lado de la cal, Russel Crowe encarna un policía tan incorruptible como irresponsable. Russel Crowe, de quien soy detractor habitual, sorprende, firmando un papel mas detallista y humano que lo que cabía esperar.

Un filme sobre la corrupción policial en el Bronx de los '70, que se cobró la carrera profesional de dos tercios de los agentes de la ciudad. Los seguidores de Scorsesse y De Palma la encontrarán descafeinada, y muchos le reprocharán una inocencia comercial en la historia y una fotografía cuestionable. Aun así, plantea ciertas cuestiones éticas interesantes, y deja buen sabor de boca.