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Críticas ordenadas por utilidad
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6,2
54.086
8
24 de septiembre de 2011
24 de septiembre de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sea como sea, la película se sigue, se acaba de ver. Lo que ocurre, es que si se descubre con más de veinte y tantos años, puede que no cambie nada, ni marque, ni arranque más que una cariñosa pero sardónica sonrisa, de "qué historia más "chula", tío, pero ya me la sabía" (y cuánto más si el espectador maduro resulta ser un "cinéfilo" experto y crítico por naturaleza). Y yo no los culparía, ni discutiría, pero me la volvería a poner al día siguiente, yo sólo. Y es mentira: esa película (que sí: inocente; que sí: facilita; que sí: de acción) no se había hecho antes, nunca, porque da vida al personaje de Bodhi, inmortal para los que la vimos en nuestro momento y justamente original y bien interpretado para el resto.
Si se descubre en el momento (y quizá no para todo el mundo: a su estilo es "minoritaria"), puede llegar mucho; más si se hace surf, o cualquier deporte de riesgo, y más aún si, en ocasiones, se busca la tabla por la adrenalina de la evasión. Muchos de quienes la vean en ese momento, que no me atrevo a tildar con una edad concreta, se agarrarán a su espíritu (radical y hippy, hasta un punto, creíble, positivo y arriesgado: estrellas de rock de por el día (y la noche, también) por encima de la acción, y estos tendrán ya una película y puede que hasta empiecen o sigan fuerte en el surf, en cualquier deporte, y, por supuesto, en el cine.
Si se descubre en el momento (y quizá no para todo el mundo: a su estilo es "minoritaria"), puede llegar mucho; más si se hace surf, o cualquier deporte de riesgo, y más aún si, en ocasiones, se busca la tabla por la adrenalina de la evasión. Muchos de quienes la vean en ese momento, que no me atrevo a tildar con una edad concreta, se agarrarán a su espíritu (radical y hippy, hasta un punto, creíble, positivo y arriesgado: estrellas de rock de por el día (y la noche, también) por encima de la acción, y estos tendrán ya una película y puede que hasta empiecen o sigan fuerte en el surf, en cualquier deporte, y, por supuesto, en el cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En cuanto a los dos protagonistas, me quedo infinitamente con Bodhi, a pesar de que sea acusado de egocéntrico e irritante (joder, es una estrella del rock): se le entiende, se transmite puro. Además, el mejor Utah, para mí, que es el policía, ya con melenas, que surfea a diario y deja libre a Bodhi; el que termina tirando la placa con un "no va a volver", ese Utha es completamente Bodhi.
La película da vida, mucha, aunque puede que la prefiriera cuando Swayze seguía vivo, porque fue mi favorita a una edad en la que te dejas melena, surfeas hasta que se hace de noche y convences a una niña de que morirías como Bodhi (para que vea que eres sensible y para poder chuparle el cuello), pero era una edad en la que no crees en la muerte. Y con Patrick vivo, esperaba a un Bodhi que saliera del agua y siguiera el juego, o montara un bar, aunque fuese.
No obstante, el Bodhi que marcó, marca y marcará, es una de las estrellas de rock accesibles mejor creadas, con una esencia perfectamente reconocible en otras creaciones: anteriores (que no me linchen los expertos, pero hasta un Antoine Doniel tiene algo de Bodhi niño) y posteriores (por la "mala" influencia tan atractiva sobre otro personaje, Denzel Washington en Training Day, y, en bastantes escenas, aunque con otro traje, Al Pacino en Pactar con el diablo; también, Di Caprio en Diario de un rebelde, encarnando al primer Jim Carroll, el que sale del colegio corriendo, el de antes de engancharse con la heroina; y, en su totalidad y por encima del resto, Brad Pitt en El club de la lucha).
La película da vida, mucha, aunque puede que la prefiriera cuando Swayze seguía vivo, porque fue mi favorita a una edad en la que te dejas melena, surfeas hasta que se hace de noche y convences a una niña de que morirías como Bodhi (para que vea que eres sensible y para poder chuparle el cuello), pero era una edad en la que no crees en la muerte. Y con Patrick vivo, esperaba a un Bodhi que saliera del agua y siguiera el juego, o montara un bar, aunque fuese.
No obstante, el Bodhi que marcó, marca y marcará, es una de las estrellas de rock accesibles mejor creadas, con una esencia perfectamente reconocible en otras creaciones: anteriores (que no me linchen los expertos, pero hasta un Antoine Doniel tiene algo de Bodhi niño) y posteriores (por la "mala" influencia tan atractiva sobre otro personaje, Denzel Washington en Training Day, y, en bastantes escenas, aunque con otro traje, Al Pacino en Pactar con el diablo; también, Di Caprio en Diario de un rebelde, encarnando al primer Jim Carroll, el que sale del colegio corriendo, el de antes de engancharse con la heroina; y, en su totalidad y por encima del resto, Brad Pitt en El club de la lucha).

6,8
20.936
7
20 de octubre de 2011
20 de octubre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama que cae bien, unas interpretaciones en su sitio (y DiCaprio, que se sale, aunque también es reprochable la similitud entre esta actuación y el Rimbaud de Vidas al límite), un contenido duro en escenas poco desagradables, planos más interesantes que buenos y una banda sonora de los setenta algo tranquila (no se abusa) pero genialmente encajada en un par de momentos: el resultado, una historia punk que marcó a generaciones de veinte años después (yo iba al colegio, a primaria, a finales de los noventa, y recuerdo, siento si le da vértigo a alguien, que ya entonces comentábamos que había que ver Diario de un rebelde).
Me refiero a que, supongo, hubiera sido tentador presentar a un Jim Carroll poeta en su existencia underground con Patti Smith, buceando a la deriva del Nueva York setentero entre los ojos pintados y la gloria de tantos gigantes; codo con codo con tantos hijos de Cristo que no sabían ni a dónde iban, pero iban a perseguir el reino si podían. Habría estado bien, pero se trataría de otra peli, otra historia mucho más del cine. Así que, personalmente, agradezco que nos presentaran al poeta de pantalones y brazos cortados (lo de maldito me suena a otra cosa, menos natural) como a un igual, alguien que también llevaba el uniforme sí o sí y la cagó al dejarlo antes de tiempo.
Ya en otro tema, es frecuente y comentada la posible función aleccionadora de la peli. Bueno, yo no creo que cure las ganas de droga, aunque tampoco las aumenta. No sé si hay alguna película que, tras un mal rato, ataje la curiosidad joven por las drogas. Aún así, da pena la sonrisa gamberra tan inocente de Jim, perdida prácticamente desde la primera raya. Yo la recomendaría por eso: por la energía que transmite el primer Jim. Uno se cree su inocencia y la comparte: la inocencia, a su manera, de quien nunca la tuvo, al menos no del modo que le gusta a un sacerdote.
Me refiero a que, supongo, hubiera sido tentador presentar a un Jim Carroll poeta en su existencia underground con Patti Smith, buceando a la deriva del Nueva York setentero entre los ojos pintados y la gloria de tantos gigantes; codo con codo con tantos hijos de Cristo que no sabían ni a dónde iban, pero iban a perseguir el reino si podían. Habría estado bien, pero se trataría de otra peli, otra historia mucho más del cine. Así que, personalmente, agradezco que nos presentaran al poeta de pantalones y brazos cortados (lo de maldito me suena a otra cosa, menos natural) como a un igual, alguien que también llevaba el uniforme sí o sí y la cagó al dejarlo antes de tiempo.
Ya en otro tema, es frecuente y comentada la posible función aleccionadora de la peli. Bueno, yo no creo que cure las ganas de droga, aunque tampoco las aumenta. No sé si hay alguna película que, tras un mal rato, ataje la curiosidad joven por las drogas. Aún así, da pena la sonrisa gamberra tan inocente de Jim, perdida prácticamente desde la primera raya. Yo la recomendaría por eso: por la energía que transmite el primer Jim. Uno se cree su inocencia y la comparte: la inocencia, a su manera, de quien nunca la tuvo, al menos no del modo que le gusta a un sacerdote.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Uno desea que deje de pincharse, sí, para que la madre no llore de esa forma, pero también y bastante para que vuelva a saltar de la roca y vuelva a interesarle incordiar al profe cura calvo: la inocencia a su manera.
Por último, es cierto que la lista del género rebeldía y droga no acaba nunca (que tampoco se nos olviden las españolas), pero yo me quedo con esta; con esta tragedia relativa con tanto color de verano en la primera parte.
Por último, es cierto que la lista del género rebeldía y droga no acaba nunca (que tampoco se nos olviden las españolas), pero yo me quedo con esta; con esta tragedia relativa con tanto color de verano en la primera parte.
7
23 de septiembre de 2011
23 de septiembre de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película o teatro con una cámara. Ligera, para ser del maestro sueco, claro que desapercibida entre las gigantes Persona, Flores salvajes, Un verano con Mónica, etc. Aquí, sin salir de un escenario y tres personajes (tres o sólo dos, sería discutible en el caso de las dos mujeres (y ya había jugado otras veces el sueco con las personalidades femeninas), y dejando descansar los primeros planos y los "impactos" fotográficos de su cine habitual, Bergman mantiene y se concentra en la filosofía del guión (que puede ser denso, en los monólogos de Enrik Vogler, pero muy creíble) y la caracterización de unos personajes con historia sólo verbal (pero fácil de visualizar y de seguir). Entre todos, si acaso destacaría a Ingrid Thulin, por una de las interpretaciones más calurosas que haya visto en el cine del maestro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por lo demás, vuelven a latir los juegos vida-muerte, lo relativo de la realidad, la vuelta de rosca de un niño viejo, de vuelta de todo pero niño ante la interpretación y el teatro (ahí me atrevo a reconocer al propio Bergman: toda la vida pendiente de la muerte y el sentido de la existencia, pero incombustible para la creación (entre su última película y su muerte, sólo se cuentan cuatro años). Volviendo al guión, si los monólogos iniciales de Enrik Vogler se desarrollan en un tono filosófico, a veces difícil de seguir, la conversación con Ana, en la que especulan sobre lo que hubiera pasado entre ambos, resulta más natural y sitúa perfectamente a los dos personajes: ella, inocente y empeñándose interesante y locuaz ante él; él, sabio y relajado, conoce las auténticas posibilidades y no las encuentra, como ella, tristes (a él le habría merecido la pena, precisamente por una Ana inocente e inquieta, que no es la primera vez que conoce, pero siempre da vida y adrenalina entre tanta rutina madura y existencialismo). En cuanto al final, muy poesía.
Concluyendo, debería merecerles la pena a los ya conocedores del cine bergmaniano, pese a que el alcance del filme nunca será, ni creo que fuera esa la intención, el de las ya nombradas: Persona, El séptimo sello, Flores salvajes, y demás. También puede valer como una nueva oportunidad al sueco, por parte de los hastiados de la seriedad y relevancia de sus dramas, o de quienes lo intentaron con alguna de sus grandes obras y no entendieron ni los subtítulos.
Concluyendo, debería merecerles la pena a los ya conocedores del cine bergmaniano, pese a que el alcance del filme nunca será, ni creo que fuera esa la intención, el de las ya nombradas: Persona, El séptimo sello, Flores salvajes, y demás. También puede valer como una nueva oportunidad al sueco, por parte de los hastiados de la seriedad y relevancia de sus dramas, o de quienes lo intentaron con alguna de sus grandes obras y no entendieron ni los subtítulos.

6,6
2.111
7
23 de septiembre de 2011
23 de septiembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rebeldía, hippies, transgresión, the Canyon (como la canción Twelve thirty de los mamas and the papas), revuelo y facultades estadounidenses... pero desde una cámara de autor italiana. Una película seria, que trata el espíritu joven (muy de mayo) sin despuntar, sin ruidos, ni siquiera en la selección musical de Pink Floyd y los Rolling. Merece la pena, eso sí: tiene fotogramas; se narra lo que se narra (pese al silencio), y eso es válido; y te deja una vibración: no te levantas y chillas, puede que ni aplaudas, pero por dentro te queda el ritmo que pretenden las imágenes vistas: ojos abiertos y rebeldía, tranquila como la psicodelia de la banda sonora.
Hay quien dice que sólo se queda con una escena, algo que yo ampliaría a tres, pero, aunque sólo por esas escenas, merece la pena definitivamente.
Hay quien dice que sólo se queda con una escena, algo que yo ampliaría a tres, pero, aunque sólo por esas escenas, merece la pena definitivamente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
De toda la película, con el tiempo, se le puede olvidar a uno casi todo, pero nunca el amor animal, tan Easy rider, en el desierto; ni la repetición de la imagen final, iterativa de un odio completamente reconocible: un odio consciente de sus limitaciones, que, por el momento, se limita a ser imaginación; ni tampoco la precisión y "crudeza" (no por duro, sino por verdad) con que se recorre la asamblea estudiantil en los primeros minutos de película. Si acaso, podría reprochar que, a pesar de la intimidad y belleza de los momentos juntos, no se les llega a coger ningún cariño a los personajes: no dejan de ser personajes en ningún momento (menos en la ya mencionada escena de sexo en el Cañón, cuando se convierten en los personajes que nos gustaría ser).
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