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Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
4
2 de noviembre de 2024
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
NO ABRAS LA PUERTA ESTA NOCHE, el cortometraje de terror de 9 minutos protagonizado por Jordi Wild, es una muestra ambiciosa pero fallida de lo que puede salir cuando un creador digital intenta cruzar la línea hacia el cine semiprofesional. La premisa arranca con fuerza: un hombre solo en casa durante Halloween recibe una nota inquietante que le advierte sobre un peligro tras la puerta. Pero la atmósfera se diluye rápido por la falta de coherencia y el tratamiento superficial de la historia.

Jordi Wild no logra desprenderse de su habitual estilo exagerado frente a la cámara. Sus gestos y acciones cotidianas —como estar en el sofá o prepararse un sándwich— se sienten sobreactuados, casi como si tuviera que recordar al espectador que está actuando y no en uno de sus videos. Este exceso rompe la inmersión y acentúa la sensación de que Wild no tiene más registro actoral que el de “badass intensito”.

La trama, que intenta sorprender con un par de giros dramáticos, sufre de una ejecución que no termina de enganchar. Elementos como la conversación inicial con la madre o las notas en la puerta parecen insertados más para provocar reacciones que para construir tensión de manera orgánica. Esto lleva al protagonista a un estado de paranoia repentino y poco creíble que desencadena la acción, pero sin el respaldo necesario para resultar convincente.

En cuanto a la realización, el cortometraje abusa de planos contra planos y planos generales que dejan la estética visual en un terreno monótono. El único plano rescatable es al final, donde el protagonista, fumando bajo la luz de la luna, parece encajar por fin en el tono de thriller que persigue. La banda sonora también se queda a medio gas, aportando solo como un elemento genérico necesario, mas que para dar alma a su historia.

NO ABRAS LA PUERTA ESTA NOCHE deja claro que la transición de creador de contenido a cineasta no es sencilla. Aunque tiene sus momentos de intención, se queda corto en narrativa y ejecución, dejando una sensación de potencial desaprovechado.
27 de octubre de 2024
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace no tanto, "Smile" irrumpió en la escena del terror con una frescura insospechada. Su encanto radicaba en algo que, a estas alturas, resulta casi inverosímil en el género: explorar el terror psicológico sin caer en un constante desfile de sustos mediocres y repetitivos. La película original comenzó como un viaje hacia la mente humana, abordando los terrores internos de su protagonista antes de que los elementos sobrenaturales tomaran la delantera. Todo ello dotado de un toque estilístico que, si bien jugaba con los clichés del género, tenía la inteligencia suficiente para superarlos, brindando una experiencia genuinamente perturbadora y casi elegante. Aquella primera entrega dejaba la sensación de haber dado en el blanco, y no extraña que haya dejado a muchos con ganas de repetir la experiencia.

Y llegó "Smile 2", como era inevitable en una época en la que el cine parece no conocer otra palabra que "secuela". La propuesta, sin embargo, deja entrever un síndrome común en el género: el de la repetición que, a falta de otras ideas, confunde familiaridad con contenido y termina erosionando parte de la novedad que hizo de la primera película una experiencia sorprendente.

Para esta segunda entrega, el ente maldito regresa —¡vaya sorpresa!—, ahora con una nueva protagonista (interpretada con solidez por Naomi Scott) y un enfoque más recargado de psicosis. La historia se centra en la descomposición psicológica de una cantante de fama mundial, cuya vida y carrera se ven fagocitadas por el mal que, cual parásito, va royendo lentamente los vestigios de su cordura. En ese sentido, se reconoce el mérito de construir una atmósfera envolvente y agobiante que, aunque es incapaz de salirse de la sombra de su predecesora, consigue momentos de tensión logrados y hasta asfixiantes.

Los sustos, en esta ocasión, se entregan más al recurso del corte brusco y los golpes musicales, un regreso a lo “que ya funcionó” en la primera entrega, aunque con algo menos de gracia. Aun así, esto no es enteramente negativo, ya que "Smile 2" sabe mantener al espectador en un estado de incomodidad constante, y aunque la estructura de los sustos no sorprenda, la tensión sí logra empapar la pantalla, empujando a quien la ve a un abismo de paranoia latente. Naomi Scott, por su parte, añade un peso psicológico notable al papel, destacando en cada escena con una actuación que comunica la progresiva destrucción mental de su personaje de manera sobrecogedora.

En cuanto al desenlace, sin entrar en detalles, diré que cierra con una nota consecuente y sombría, sin ceder a soluciones fáciles ni a finales reconfortantes. Aunque no necesito especificar más, este final deja en el espectador esa misma sensación de inquietud que caracteriza a la historia, pero con muchas incógnitas de que vendrá después.

Así, "Smile 2" cumple con dignidad lo que toda secuela debería lograr: retoma lo que hizo que la primera funcionara y lo potencia con una protagonista creíble, una atmósfera tenebrosa y un respeto notable por el tono original. No alcanza la chispa de frescura que hizo brillar a la primera entrega, pero se sostiene en una fórmula bien ejecutada que, a pesar de no innovar, resulta igualmente efectiva y disfrutable.
29 de octubre de 2024 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La Sustancia," de Coralie Fargeat, protagonizada por Demi Moore y Margaret Qualley, toma el riesgo de confrontarnos con una historia de decadencia y narcisismo en el mundo del espectáculo. La trama es llamativa: una actriz envejecida encuentra un elixir capaz de devolverle la juventud, aunque a un costo. En teoría, suena como una crítica mordaz a la superficialidad en la industria del cine, pero la ejecución prioriza lo explícito y lo escandaloso sobre la introspección real.

La película despliega una estética cuidada y estilizada, con un montaje atractivo que mantiene el interés, y ambos papeles protagónicos destacan por su entrega. Sin embargo, su potencial queda diluido en la reiteración visual, sobre todo en una sensualidad que, aunque claramente buscada, termina por abrumar más que aportar. La historia solo parece girar en torno a su propia excentricidad, fascinada por la imagen de la protagonista rejuvenecida.

El subtexto, que supuestamente busca criticar la cosificación de las mujeres en la industria, parece quedarse en la superficie, atrapado en un ciclo de autocomplacencia y gore. La historia no busca una evolución real ni siquiera en el plano narrativo; los personajes parecen vivir exclusivamente para su imagen y, en última instancia, para el placer visual del espectador. Es difícil escapar a la conclusión de que Fargeat, en su intento de incomodar y desafiar, acaba creando una obra que imita lo que pretende criticar. La película queda atrapada en su propio artificio, confundiendo la excentricidad con profundidad y la provocación con contenido significativo.

En conclusión, "La Sustancia" logra entretener y ofrece momentos visuales llamativos, pero se queda en el territorio de lo provocador sin lograr decir demasiado. Una experiencia estética y visceral, pero con un vacío narrativo que no consigue resonar más allá de la imagen.
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