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8,2
94.574
6
13 de julio de 2009
13 de julio de 2009
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Brian de Palma intenta entrar en la escuela que años antes había establecido Francis Ford Coppola... sin lograrlo.
Tiene a Al Pacino, un argumento necesariamente mafioso, casas de nuevo rico de ese estilo fusionado que ahora denominaríamos "vintage", y mujeres guapas. Toma como trasfondo la Cuba pre-colapso ruso, creando expectativas que acaban en gatillazo, como en El Padrino III haría el mismo Coppola... (por algo es la peor de la trilogía).
Salvando las innegables actitudes interpretativas de Al Pacino, que está pletórico recitando la tabla del uno sobre un fondo en blanco, y la exuberancia de Michelle Pfeiffer y Mary Elizabeth Mastrantonio, que supongo algunos también las considerarían exultantes sobre un fondo blanco, pero con distintas connotaciones, no veo mejores motivos para pararse en esta película. No son malas razones, quede dicho de paso.
El film se resume en la españolizanción de su título, 'El precio del poder', mal elegida, porque deja pendientes pocas sorpresas al cinéfilo. ¡Predecible!
Tiene a Al Pacino, un argumento necesariamente mafioso, casas de nuevo rico de ese estilo fusionado que ahora denominaríamos "vintage", y mujeres guapas. Toma como trasfondo la Cuba pre-colapso ruso, creando expectativas que acaban en gatillazo, como en El Padrino III haría el mismo Coppola... (por algo es la peor de la trilogía).
Salvando las innegables actitudes interpretativas de Al Pacino, que está pletórico recitando la tabla del uno sobre un fondo en blanco, y la exuberancia de Michelle Pfeiffer y Mary Elizabeth Mastrantonio, que supongo algunos también las considerarían exultantes sobre un fondo blanco, pero con distintas connotaciones, no veo mejores motivos para pararse en esta película. No son malas razones, quede dicho de paso.
El film se resume en la españolizanción de su título, 'El precio del poder', mal elegida, porque deja pendientes pocas sorpresas al cinéfilo. ¡Predecible!

8,0
31.912
8
30 de junio de 2009
30 de junio de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Un tranvía llamado deseo' es una de esas películas de obligatorio visionado, como 'Casablanca' o 'Gilda'. Forma parte del cine clásico estelar, con un director, un guión y un elenco imperecederos.
Es básicamente un placer contemplar las confrontaciones entre Stanley (Marlon Brando) y Blanche (Vivien Leigh) bajo la dulce mirada de Stella (Kim Hunter) y la bobalicona expectación de Mitch (Karl Malden), y adivinar las verdaderas intenciones de cada uno, siempre bañadas en la sexualidad contenida afín a la época.
Soy de la opinión de que más vale insinuar que enseñar, y que las miradas encendidas que en los momentos cumbre de la película que Standley le dedica a Blanche, tres segundos más allá de lo pudoroso, o los sensuales acicalamientos de Blanche delante de Standley, son mucho más efusivos que el sexo explícito en pantalla.
Lo bordan. Marlon Brando avasalla las escenas como el animal cinematográfico que es y Vivien Leigh falsea o no la debilidad según el momento con matices interpretativos de la talla de aquel gran estilo de hacer cine.
Con pocos decorados, más se acerca a lo que ahora es una obra de teatro. No hacían falta efectos especiales, ni siquiera color, porque el talento de los actores colmaba, desbordaba las expectativas del espectador.
Es básicamente un placer contemplar las confrontaciones entre Stanley (Marlon Brando) y Blanche (Vivien Leigh) bajo la dulce mirada de Stella (Kim Hunter) y la bobalicona expectación de Mitch (Karl Malden), y adivinar las verdaderas intenciones de cada uno, siempre bañadas en la sexualidad contenida afín a la época.
Soy de la opinión de que más vale insinuar que enseñar, y que las miradas encendidas que en los momentos cumbre de la película que Standley le dedica a Blanche, tres segundos más allá de lo pudoroso, o los sensuales acicalamientos de Blanche delante de Standley, son mucho más efusivos que el sexo explícito en pantalla.
Lo bordan. Marlon Brando avasalla las escenas como el animal cinematográfico que es y Vivien Leigh falsea o no la debilidad según el momento con matices interpretativos de la talla de aquel gran estilo de hacer cine.
Con pocos decorados, más se acerca a lo que ahora es una obra de teatro. No hacían falta efectos especiales, ni siquiera color, porque el talento de los actores colmaba, desbordaba las expectativas del espectador.

7,3
15.905
8
30 de junio de 2009
30 de junio de 2009
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
'El cielo sobre Berlín' se sustenta en dos pilares, el paisajismo y la introspección. Las largas secuencias de la película muestran los emblemas del Berlín pre-unificación de la República Federal Alemana, generalmente acompañados de una buena banda sonora o las voces en off del pensamiento de los berlineses, espontáneas, desordenadas.
El flujo del film es extremadamente poético, de hecho los diálogos en sí mismos más bien podrían considerarse escritos en estrofa por los guionistas Peter Handke y Wim Wenders.
La fotografia, a veces en blanco y negro, a veces en color, está especialmente elegida para ayudar con los contrastes a crear ambientes encontrados. Es un sustento a la medida del guión, que además, entre claroscuros oníricos, transporta al espectador interesado a los recónditos rincones de aquella Alemania dividida por el muro de Berlín.
No es difícil imaginar que esta película pudo surgir de una mente creativa que sentada en un banco de su tierra natal, contemplara a los habitantes de tan zaheridas tierras, y empezase a elucubrar acerca de las reflexiones de estos. Concibió un celuloide en el que hacer eco del dolor, no sólo existencial a nivel afectivo, sino también a nivel político, histórico, de los alemanes.
Los "espías" protagonistas, son sólo el medio canalizador, la excusa cinematográficamente atractiva para poder filmar sin que 'El cielo sobre Berlín' se convirtiera en un documental. Original y acertada. Que dota de un bonito argumento en paralelo al film sin eclipsar el mensaje global, que creo no tiene que ver con más ángeles o demonios que los que habitan en los humanos mismos.
El flujo del film es extremadamente poético, de hecho los diálogos en sí mismos más bien podrían considerarse escritos en estrofa por los guionistas Peter Handke y Wim Wenders.
La fotografia, a veces en blanco y negro, a veces en color, está especialmente elegida para ayudar con los contrastes a crear ambientes encontrados. Es un sustento a la medida del guión, que además, entre claroscuros oníricos, transporta al espectador interesado a los recónditos rincones de aquella Alemania dividida por el muro de Berlín.
No es difícil imaginar que esta película pudo surgir de una mente creativa que sentada en un banco de su tierra natal, contemplara a los habitantes de tan zaheridas tierras, y empezase a elucubrar acerca de las reflexiones de estos. Concibió un celuloide en el que hacer eco del dolor, no sólo existencial a nivel afectivo, sino también a nivel político, histórico, de los alemanes.
Los "espías" protagonistas, son sólo el medio canalizador, la excusa cinematográficamente atractiva para poder filmar sin que 'El cielo sobre Berlín' se convirtiera en un documental. Original y acertada. Que dota de un bonito argumento en paralelo al film sin eclipsar el mensaje global, que creo no tiene que ver con más ángeles o demonios que los que habitan en los humanos mismos.

6,9
30.869
7
18 de junio de 2009
18 de junio de 2009
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realismo mágico de Laura Esquivel llevado al cine de una forma fidedigna pero que se queda corta con respecto al libro. 'Como agua para chocolate' no es aconsejable para aquellos intolerantes del realismo mágico, pues en este género la realidad misma es una metáfora existencial en la que conviven los vivos con los difuntos, todo ello sazonado, nunca mejor dicho, con las particularidades culturales mejicanas.
En el film es admirable la especial atención que se le da a ciertos detalles, sobre todo sensoriales, con la pura intencionalidad de impregnar al espectador de los mismos. En el guión se traban las relaciones amorosas con una continua hipérbaton de las emociones de cada personaje. En líneas generales problablemente sólo sea una película llamativa para aquellos que estén con con afán de cinéfilo romantiqueo en sus horas ociosas.
En el film es admirable la especial atención que se le da a ciertos detalles, sobre todo sensoriales, con la pura intencionalidad de impregnar al espectador de los mismos. En el guión se traban las relaciones amorosas con una continua hipérbaton de las emociones de cada personaje. En líneas generales problablemente sólo sea una película llamativa para aquellos que estén con con afán de cinéfilo romantiqueo en sus horas ociosas.

7,8
41.988
6
16 de julio de 2009
16 de julio de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que llama la atención de 'Deseando amar' es el modo en el que Wong Kar-Wai desprecia el uso convencional de la cámara, logrando tomas originales pero que tienden a lo caótico. Pretende que el espectador se sienta un invitado más a la escena, lo cual muchas veces significa ver las figuras cortadas, el decorado a medias. Sólo al final de la película existen tomas panorámicas, durante el resto, el argumento se desarrolla en espacios reducidos a poco más de lo que ocupan los protagonistas. No me termina de convencer. De por sí las secuencias son lo suficientemente intimistas en guión y prosodia como para tal redundancia en espacios. No obstante, se salvan una serie de secuencias en las que la fotografía es realmente sugerente.
El cine asiático tiende a ser monolítico. En Occidente gusta porque refleja una forma de entender el cine y la vida muy distinta a la nuestra. Pero por ello no deja de ser de un discurrir lento, insinuando que se insinua, en vez de insinuar o directamente enseñar. Es poético, es bonito, pero del mismo modo es tan sumamente sutil que se percibe volátil.
De todos modos es una caricia de película, muestra el deseo de dos personas con la parsimonia, la contención, la indecisión que en verdad abruma a los humanos constantemente. Es más realista que cualquier pastelón en el que los personajes se besan en mitad de los fuegos artificiales del 4 de julio para luego montárselo en el hotel de lujo más cercano.
Curiosa elección de la banda sonora. Queda tan chic como si en una película made in USA sonara un shamisen. Muy a tono con los devenires de cadera de la protagonista.
El cine asiático tiende a ser monolítico. En Occidente gusta porque refleja una forma de entender el cine y la vida muy distinta a la nuestra. Pero por ello no deja de ser de un discurrir lento, insinuando que se insinua, en vez de insinuar o directamente enseñar. Es poético, es bonito, pero del mismo modo es tan sumamente sutil que se percibe volátil.
De todos modos es una caricia de película, muestra el deseo de dos personas con la parsimonia, la contención, la indecisión que en verdad abruma a los humanos constantemente. Es más realista que cualquier pastelón en el que los personajes se besan en mitad de los fuegos artificiales del 4 de julio para luego montárselo en el hotel de lujo más cercano.
Curiosa elección de la banda sonora. Queda tan chic como si en una película made in USA sonara un shamisen. Muy a tono con los devenires de cadera de la protagonista.
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