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7,0
12.560
1
5 de febrero de 2025
5 de febrero de 2025
27 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué aporta The Brutalist al cine del 2025? ¿Qué mirada nueva? ¿Qué mensaje innovador?
Lo único que diferencia a esta película del resto de la cartelera es haber sido rodada en Vistavision 70mm. Pero por más que Brady Corbet utilice recursos del cine clásico, esta muy lejos de acercarse a verdaderos maestros como Hitchcock, Billy Wilder o Ernst Lubitsch.
The Brutalist es una película que ya hemos visto mil veces: tiene un poco de Gladiator, Pozos de ambición, El renacido o Gran Torino...grandes historias protagonizadas por hombres que han sufrido y buscan un futuro mejor mientras el mundo a su alrededor se lo pone difícil.
El protagonista, Laszlo Toth, es un personaje ficticio que Brady Corbet crea para hablar de cómo EEUU no es el país de las oportunidades, sino que los migrantes y las personas sin recursos son meras herramientas en manos de los poderosos. Tres horas y media para contar esta idea que sorprende a 0 unidades de personas.
Lo que sí que me pilla más por sorpresa (o por desgracia, no), es que en el año 2025 todavía se estrenen películas, y mucho peor, se premien y ensalcen, cuando no aparecen apenas personajes mujeres. En la primera hora y media de The Brutalist el total de mujeres que aparecen se pueden contar con los dedos de una mano y todas son objetos sexuales sin diálogo. El resto de hora y media aparece la esposa cuyo papel es vivir y sufrir por su marido. Puedo entenderlo cuando veo películas de otra época, pero ahora vivimos en el 2025. Puedes hacer una película clásica con una mirada desde el presente. Es más, volviendo a los directores clásicos que mencionaba, estos tienen películas con personajes mujeres potentes.
También la manera en que se muestra el sexo me parece bastante violenta y turbia. Muchas veces con una melodía melancólica y tierna de fondo (esto es elección, es punto de vista, y me pareció desagradable). Además, hay una gran hipocresía entre cómo se trata a las mujeres como objetos sexuales, pero cuando es al revés, intentan que empatices con una gran consternación.
Y ya para rematar, la película tiene un mensaje sionista que me pareció completamente innecesario en un momento en que Israel está llevando a cabo un genocidio contra el pueblo palestino. Que se escuche una radio de fondo diciendo que el pueblo judío tiene el derecho como todos los pueblos a tener una tierra en la que vivir, me violentó bastante. Laszlo Toth no existió en la vida real por tanto, cada vez que se habla del derecho de los judíos a tener una tierra, de la migración a Israel, etc es una elección del guionista. Y no nos vamos a engañar, la idea que lanza la película es clara: los judíos que emigraron desde Europa a EEUU, no fueron aceptados y tuvieron como única solución hacer su hogar en Israel.
Le irá bien en los Oscar, pero es una película que caerá pronto en el olvido.
Lo único que diferencia a esta película del resto de la cartelera es haber sido rodada en Vistavision 70mm. Pero por más que Brady Corbet utilice recursos del cine clásico, esta muy lejos de acercarse a verdaderos maestros como Hitchcock, Billy Wilder o Ernst Lubitsch.
The Brutalist es una película que ya hemos visto mil veces: tiene un poco de Gladiator, Pozos de ambición, El renacido o Gran Torino...grandes historias protagonizadas por hombres que han sufrido y buscan un futuro mejor mientras el mundo a su alrededor se lo pone difícil.
El protagonista, Laszlo Toth, es un personaje ficticio que Brady Corbet crea para hablar de cómo EEUU no es el país de las oportunidades, sino que los migrantes y las personas sin recursos son meras herramientas en manos de los poderosos. Tres horas y media para contar esta idea que sorprende a 0 unidades de personas.
Lo que sí que me pilla más por sorpresa (o por desgracia, no), es que en el año 2025 todavía se estrenen películas, y mucho peor, se premien y ensalcen, cuando no aparecen apenas personajes mujeres. En la primera hora y media de The Brutalist el total de mujeres que aparecen se pueden contar con los dedos de una mano y todas son objetos sexuales sin diálogo. El resto de hora y media aparece la esposa cuyo papel es vivir y sufrir por su marido. Puedo entenderlo cuando veo películas de otra época, pero ahora vivimos en el 2025. Puedes hacer una película clásica con una mirada desde el presente. Es más, volviendo a los directores clásicos que mencionaba, estos tienen películas con personajes mujeres potentes.
También la manera en que se muestra el sexo me parece bastante violenta y turbia. Muchas veces con una melodía melancólica y tierna de fondo (esto es elección, es punto de vista, y me pareció desagradable). Además, hay una gran hipocresía entre cómo se trata a las mujeres como objetos sexuales, pero cuando es al revés, intentan que empatices con una gran consternación.
Y ya para rematar, la película tiene un mensaje sionista que me pareció completamente innecesario en un momento en que Israel está llevando a cabo un genocidio contra el pueblo palestino. Que se escuche una radio de fondo diciendo que el pueblo judío tiene el derecho como todos los pueblos a tener una tierra en la que vivir, me violentó bastante. Laszlo Toth no existió en la vida real por tanto, cada vez que se habla del derecho de los judíos a tener una tierra, de la migración a Israel, etc es una elección del guionista. Y no nos vamos a engañar, la idea que lanza la película es clara: los judíos que emigraron desde Europa a EEUU, no fueron aceptados y tuvieron como única solución hacer su hogar en Israel.
Le irá bien en los Oscar, pero es una película que caerá pronto en el olvido.

6,5
33.489
9
3 de noviembre de 2024
3 de noviembre de 2024
4 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
The substance es un peliculón: un guión original, increíblemente interpretado por Demi Moore y Margaret Qualley, un sonido que te deja sin escapatoria y una directora, Coralie Fargeat, sin miedo al éxito.
He leído bastante que la temática de la película es la presión estética que hay sobre las mujeres. Estoy de acuerdo en parte, pero creo que esta es una lectura un tanto superficial. Para mí, The substance trata sobre la necesidad de las mujeres para ser objetos de deseo para los hombres. La película muestra a la perfección las consecuencias físicas, psicológicas, personales y laborales que este tema tiene en la vida de las mujeres.
Como gran película que es, no es sólo un buen guión sino que todo en el filme rema en un mismo sentido para conseguir transmitir esta poderosa idea, sin necesidad de discursos moralistas. ¿Y cómo consigue esto? Con un punto de vista, que se mueve en la contradicción que vivimos tantas mujeres: el asco por vivir en este mundo machista y a la vez el deseo de ser esa mujer perfecta y atractiva que guste a todos. No sólo porque así nos han educado, sino porque como le pasa a Elisabeth Sparkle, es nuestra única manera de ser vistas y poder ocupar un lugar en el mundo.
He leído bastante que la temática de la película es la presión estética que hay sobre las mujeres. Estoy de acuerdo en parte, pero creo que esta es una lectura un tanto superficial. Para mí, The substance trata sobre la necesidad de las mujeres para ser objetos de deseo para los hombres. La película muestra a la perfección las consecuencias físicas, psicológicas, personales y laborales que este tema tiene en la vida de las mujeres.
Como gran película que es, no es sólo un buen guión sino que todo en el filme rema en un mismo sentido para conseguir transmitir esta poderosa idea, sin necesidad de discursos moralistas. ¿Y cómo consigue esto? Con un punto de vista, que se mueve en la contradicción que vivimos tantas mujeres: el asco por vivir en este mundo machista y a la vez el deseo de ser esa mujer perfecta y atractiva que guste a todos. No sólo porque así nos han educado, sino porque como le pasa a Elisabeth Sparkle, es nuestra única manera de ser vistas y poder ocupar un lugar en el mundo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Este uso del punto de vista lo vemos en cómo al principio el mundo de Elisabeth se muestra como un mundo hostil: cámara estática, planos alejados con ópticas angulares que muestran a un Dennis Quaid asqueroso mientras orina o come gambas. En cambio, la cámara toma vida en el momento en que aparece Sue. Sue se mira al espejo y se encanta. Y como consecuencia, la cámara deja a un lado el estatismo y se mueve por su cuerpo perfecto en planos cortos y sexuales. El punto de vista ya no muestra rechazo al machismo, sino que se deleita en el objeto de deseo que es Sue.
Vemos esto mismo en el programa de aeróbic de Sue, completamente sexualizado. O en la escena en que Sue sube a un ligue a casa y se lían en el sofá. Aparece un plano contrapicado protagonizado por el culo de Sue. Pura estética porno para hombres. Sue no es un sujeto deseante. Sue es el objeto de deseo de su ligue. Y está encantada con poder volver a serlo.
Me gustó mucho también la escena en que Elisabeth habla a su ex-compañero de clase para quedar. Elisabeth es un pivón. Él es un hombre poco agraciado que casi se mea encima por poder hablar con Elisabeth. Pero Elisabeth quiere quedar con él, porque necesita la validación masculina. Necesita ser vista. Porque a sus 50 años y recién despedida por su edad, siente que ya no tiene ningún valor.
Desgranaría cada momento de la película, pero vayamos al final: una maravilla apoteósica. Todo el asco y malestar se convierte en risas. El monstro Elisasue es lo más.
Me ha parecido una gran película que toca temas que yo no había visto representados en el cine hasta ahora. Me encanta que estas historias estén encontrando su lugar, igual que la magnífica “How to have sex” de Molly Manning Walker. Tengo una sensación similar a la que tuve después de verla de: por fin una película sobre una vivencia tan universal para las mujeres.
En definitiva, a pesar del mal rato y de haber tenido que apartar la mirada en varias ocasiones, estoy deseando volver a verla.
Vemos esto mismo en el programa de aeróbic de Sue, completamente sexualizado. O en la escena en que Sue sube a un ligue a casa y se lían en el sofá. Aparece un plano contrapicado protagonizado por el culo de Sue. Pura estética porno para hombres. Sue no es un sujeto deseante. Sue es el objeto de deseo de su ligue. Y está encantada con poder volver a serlo.
Me gustó mucho también la escena en que Elisabeth habla a su ex-compañero de clase para quedar. Elisabeth es un pivón. Él es un hombre poco agraciado que casi se mea encima por poder hablar con Elisabeth. Pero Elisabeth quiere quedar con él, porque necesita la validación masculina. Necesita ser vista. Porque a sus 50 años y recién despedida por su edad, siente que ya no tiene ningún valor.
Desgranaría cada momento de la película, pero vayamos al final: una maravilla apoteósica. Todo el asco y malestar se convierte en risas. El monstro Elisasue es lo más.
Me ha parecido una gran película que toca temas que yo no había visto representados en el cine hasta ahora. Me encanta que estas historias estén encontrando su lugar, igual que la magnífica “How to have sex” de Molly Manning Walker. Tengo una sensación similar a la que tuve después de verla de: por fin una película sobre una vivencia tan universal para las mujeres.
En definitiva, a pesar del mal rato y de haber tenido que apartar la mirada en varias ocasiones, estoy deseando volver a verla.

5,5
466
6
23 de marzo de 2025
23 de marzo de 2025
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por poner en contexto. Soy de la margen izquierda (la margen obrera) de Bilbao. Margen, en la que viven las familias que protagonizan la película. Como la mayoría de personas de esta zona, vengo de una familia de clase obrera. Gran parte de mi familia trabajaron como algunos de "los aitas" en Altos Hornos. He vivido el paro de mi padre, a quien he visto muy representado en esos aitas que quieren hacerlo bien, pero cometen muchos errores. En definitiva, mi infancia tiene mucho en común con la historia que se cuenta en "Los aitas", y debo decir, que me he sentido muy representada.
Ahora vivo en Barcelona y a mi novio, catalán, siempre le hace gracia que me gusten tanto los bocadillos de mortadela. Puedes irte de la margen obrera, pero la margen obrera nunca se irá de ti (¡Gracias a Dios!). Para quien haya visto la película, entenderá a lo que me refiero.
Siempre me quejo de que el cine español está lleno de historias de burgueses y que echo en falta historias sencillas de personas humildes y de barrio. Ok, esta no es una película que haga un análisis agudo y certero de las clases bajas, pero hace una representación realista, y a mí con eso me basta y me sobra.
Tampoco es una película que pretenda hacer una honda crítica feminista sobre el papel de los hombres. Es más bien una mirada al pasado con los ojos del presente, nostálgica y llena de cariño a nuestros padres.
No voy a negar, por otro lado, que la película tiene fallos garrafales. Hay un claro problema de ritmo interno en las escenas (no en el conjunto de la película). No sé si es un problema de guión, de dirección de actores o de montaje. La iluminación en el autobús, en la escena de noche, me ha dejado patidifusa por lo burdo de la solución.
Pero la verdad que todos estos fallos no han evitado que se me ha haya llenado el corazoncito en un día que necesitaba sentir el calor del hogar y los orígenes.
Ahora vivo en Barcelona y a mi novio, catalán, siempre le hace gracia que me gusten tanto los bocadillos de mortadela. Puedes irte de la margen obrera, pero la margen obrera nunca se irá de ti (¡Gracias a Dios!). Para quien haya visto la película, entenderá a lo que me refiero.
Siempre me quejo de que el cine español está lleno de historias de burgueses y que echo en falta historias sencillas de personas humildes y de barrio. Ok, esta no es una película que haga un análisis agudo y certero de las clases bajas, pero hace una representación realista, y a mí con eso me basta y me sobra.
Tampoco es una película que pretenda hacer una honda crítica feminista sobre el papel de los hombres. Es más bien una mirada al pasado con los ojos del presente, nostálgica y llena de cariño a nuestros padres.
No voy a negar, por otro lado, que la película tiene fallos garrafales. Hay un claro problema de ritmo interno en las escenas (no en el conjunto de la película). No sé si es un problema de guión, de dirección de actores o de montaje. La iluminación en el autobús, en la escena de noche, me ha dejado patidifusa por lo burdo de la solución.
Pero la verdad que todos estos fallos no han evitado que se me ha haya llenado el corazoncito en un día que necesitaba sentir el calor del hogar y los orígenes.
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