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6,5
857
10
15 de enero de 2018
15 de enero de 2018
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Distrito love hotel. A partir del hallazgo forense de una mujer asesinada cuyas extremidades y cabeza han sido reemplazadas por las de un maniquí, El romance y la culpa (Koi no Tsumi) cuenta la historia de dos mujeres japonesas: Izumi y Mitsuko.
El romance y la culpa es la última cinta de la trilogía del odio de Sion Sono y, a mi parecer, su película más representativa, pese al éxito comercial de El club del suicidio. El vínculo entre el arte y el incesto –o deseo del incesto– manifiestos en la relación de Mitsuko con su padre es uno de los puntos más interesantes, honestos y apasionantes de la película, a través de la metáfora del castillo y las frases repetitivas.
Para aquellos que no han visto aún una película de Sion Sono, valdría la pena iniciar el camino con la presente o, incluso, con el club del suicidio. Sono es un universo que se conoce poco a poco, y cada película, con sus respectivos ritmos y propuestas estéticas y filosóficas, son algo que flota y que pide ser descubierto.
“Nunca debí aprender palabra alguna. Sólo porque sé japonés y un poco de una lengua extranjera, me paralizo en tus lágrimas”. -Ryuichi Tamura.
El romance y la culpa es la última cinta de la trilogía del odio de Sion Sono y, a mi parecer, su película más representativa, pese al éxito comercial de El club del suicidio. El vínculo entre el arte y el incesto –o deseo del incesto– manifiestos en la relación de Mitsuko con su padre es uno de los puntos más interesantes, honestos y apasionantes de la película, a través de la metáfora del castillo y las frases repetitivas.
Para aquellos que no han visto aún una película de Sion Sono, valdría la pena iniciar el camino con la presente o, incluso, con el club del suicidio. Sono es un universo que se conoce poco a poco, y cada película, con sus respectivos ritmos y propuestas estéticas y filosóficas, son algo que flota y que pide ser descubierto.
“Nunca debí aprender palabra alguna. Sólo porque sé japonés y un poco de una lengua extranjera, me paralizo en tus lágrimas”. -Ryuichi Tamura.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Izumi es la esposa amorosa y frustrada de un novelista exitoso y egoísta, con el cual comparte una existencia rutinaria cuyas acciones repetitivas y largos intervalos de soledad la hacen sentir vacía, motivo por el cual decide escribir en un diario-testigo, esperando que algo cambie. Por su lado, Mitsuko tiene una doble vida; es profesora de literatura en una universidad y además, es prostituta. Una persona culta, perversa, enferma, temperamental y obsesionada eróticamente con su padre muerto.
Izumi, cansada de la monotonía y poca estimulación de su matrimonio, decide buscar trabajo en un supermercado como vendedora de salchichas. Lugar donde conoce a una cazatalentos que le ofrece trabajo como modelo. Y cumple, de alguna manera, aunque en el mercado de la pornografía. Pese a que los cambios drásticos mejoran su autoestima y situación económica particular, Izumi vive con remordimiento por haber engañado al esposo que idealiza y venera, y a partir de los efectos de esa culpabilidad, retorna el vacío y la necesidad desesperada de conocerse a sí misma a través de la compañía de Mitsuko, quien fungirá como su guía hacia la autodestrucción.
Cabe destacar que no es el único proyecto en que aborda los conflictos sexuales iniciados en la infancia y las formas de descomposición y amor en la familia. Pornografía, prostitución, violencia, poesía y el freudiano y controversial síndrome de Elektra –llevado a un punto psicótico– se unen para conformar una película obligada para los amantes del cine y del gore, cuyo soundtrack –fiel a este director– es muy bueno.
Izumi, cansada de la monotonía y poca estimulación de su matrimonio, decide buscar trabajo en un supermercado como vendedora de salchichas. Lugar donde conoce a una cazatalentos que le ofrece trabajo como modelo. Y cumple, de alguna manera, aunque en el mercado de la pornografía. Pese a que los cambios drásticos mejoran su autoestima y situación económica particular, Izumi vive con remordimiento por haber engañado al esposo que idealiza y venera, y a partir de los efectos de esa culpabilidad, retorna el vacío y la necesidad desesperada de conocerse a sí misma a través de la compañía de Mitsuko, quien fungirá como su guía hacia la autodestrucción.
Cabe destacar que no es el único proyecto en que aborda los conflictos sexuales iniciados en la infancia y las formas de descomposición y amor en la familia. Pornografía, prostitución, violencia, poesía y el freudiano y controversial síndrome de Elektra –llevado a un punto psicótico– se unen para conformar una película obligada para los amantes del cine y del gore, cuyo soundtrack –fiel a este director– es muy bueno.
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