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8
6 de julio de 2011
6 de julio de 2011
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fan absoluto de la saga creada por George R.R. Martin, cuando se anuncio que la HBO iba a adaptar a la pequeña pantalla el primero de sus libros, la ilusión me desbordaba, pocas veces había tenido tantas ganas de ver una serie de televisión, tras el estimulante episodio piloto, toca ahora hacer un balance más global de la serie en su conjunto.
Ejemplos como El Resplandor muestran a las claras que la fidelidad no es ni mucho menos un camino seguro al éxito a la hora de adaptar una obra literaria a un medio audiovisual, muchas veces es de echo justo al contrario.
Personalmente las adaptaciones que más me suelen gustar son aquellas que saben tomar el material de partida como un punto de referencia para crear algo nuevo, distinto, dando una visión diferente, a veces complementaria a la que se daba en el material de base (El Resplandor o Blade Runner son ejemplos a bote pronto), sin embargo siempre hay excepciones (Sin City, me viene a la cabeza), y Juego de Tronos es una de ellas.
A la hora de adaptar el gigantesco y complejo mundo creado por George R.R. Martin en su aún inconclusa Canción de Hielo y Fuego la fidelidad a la fuente de partida ha sido una de las claves de su innegable éxito, una fidelidad primero casi reverencial, que no ha impedido que la serie haya añadido, más hacia el final sus propios (pero pequeños todavía) elementos propios.
La obra de Martin, ya muy visual en su origen literario, (o al menos para mi resultaba fácil y placentero imaginarme el mundo creado por el autor) encuentra en el virtuosismo técnico tan habitual en la HBO su cobijo natural, la serie no tiene la personalidad de las grandes obras de la casa, (The Wire o Los Soprano), tampoco lo pretende, ni me atrevería a decir lo necesita, Juego de Tronos se configura entorno al mundo creado por Martin y su fuerza, (y personalidad) radican en el creador literario de la obra.
Un adecuado casting, una prodigiosa ambientación, una cuidada y clásica puesta escena y el carisma de la historia y el mundo creado por Martin, hacen de Juego de Tronos una de las series más relevantes del panorama televisivo actual, y saldan con buena nota la prodigiosa y casi mastodontica tarea, de llevar a la pequeña pantalla la obra maestra del de New Jersey.
Ejemplos como El Resplandor muestran a las claras que la fidelidad no es ni mucho menos un camino seguro al éxito a la hora de adaptar una obra literaria a un medio audiovisual, muchas veces es de echo justo al contrario.
Personalmente las adaptaciones que más me suelen gustar son aquellas que saben tomar el material de partida como un punto de referencia para crear algo nuevo, distinto, dando una visión diferente, a veces complementaria a la que se daba en el material de base (El Resplandor o Blade Runner son ejemplos a bote pronto), sin embargo siempre hay excepciones (Sin City, me viene a la cabeza), y Juego de Tronos es una de ellas.
A la hora de adaptar el gigantesco y complejo mundo creado por George R.R. Martin en su aún inconclusa Canción de Hielo y Fuego la fidelidad a la fuente de partida ha sido una de las claves de su innegable éxito, una fidelidad primero casi reverencial, que no ha impedido que la serie haya añadido, más hacia el final sus propios (pero pequeños todavía) elementos propios.
La obra de Martin, ya muy visual en su origen literario, (o al menos para mi resultaba fácil y placentero imaginarme el mundo creado por el autor) encuentra en el virtuosismo técnico tan habitual en la HBO su cobijo natural, la serie no tiene la personalidad de las grandes obras de la casa, (The Wire o Los Soprano), tampoco lo pretende, ni me atrevería a decir lo necesita, Juego de Tronos se configura entorno al mundo creado por Martin y su fuerza, (y personalidad) radican en el creador literario de la obra.
Un adecuado casting, una prodigiosa ambientación, una cuidada y clásica puesta escena y el carisma de la historia y el mundo creado por Martin, hacen de Juego de Tronos una de las series más relevantes del panorama televisivo actual, y saldan con buena nota la prodigiosa y casi mastodontica tarea, de llevar a la pequeña pantalla la obra maestra del de New Jersey.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pese a todo, Juego de Tronos también presenta sus sombras, relacionadas más que nada con el enfoque dado a algunas escenas o pasajes concretos (pienso por ejemplo en el “renacimiento” de Daenerys) que requerían de una espectacularidad que la serie no aborda, queda saber si es por falta de ambición o por el contrario nos encontramos ante limitaciones presupuestarias.
En el primer caso, algo perfectamente factible, habida cuenta de que el respeto total a la fuente de partida puede limitar un poco la independencia creativa de la serie, el problema tiene fácil solución, el éxito de la primera temporada (a la que previsiblemente acompañe el éxito de su comercialización en formato domestico) y el consiguiente crecimiento de la misma, traerá consigo soluciones más valientes para los retos que propongan la novelas, en el segundo caso, estaríamos por el contrario ante un grave problema, las novelas no hacen si no que crecer en espectacularidad a medida que las batallas se multiplican, y sin un presupuesto adecuando para resolver esto la serie podría perder gran parte de su encanto, en tanto que se convertiría en un reflejo demasiado descafeinado de la saga.
Sea como sea la respuesta estará en las siguientes temporadas (la segunda, al menos ya esta confirmada) que realmente espero con ansía, y es que con Juego de Tronos estamos ante un éxito mayúsculo que esperemos solo haga que crecer y crecer.
En el primer caso, algo perfectamente factible, habida cuenta de que el respeto total a la fuente de partida puede limitar un poco la independencia creativa de la serie, el problema tiene fácil solución, el éxito de la primera temporada (a la que previsiblemente acompañe el éxito de su comercialización en formato domestico) y el consiguiente crecimiento de la misma, traerá consigo soluciones más valientes para los retos que propongan la novelas, en el segundo caso, estaríamos por el contrario ante un grave problema, las novelas no hacen si no que crecer en espectacularidad a medida que las batallas se multiplican, y sin un presupuesto adecuando para resolver esto la serie podría perder gran parte de su encanto, en tanto que se convertiría en un reflejo demasiado descafeinado de la saga.
Sea como sea la respuesta estará en las siguientes temporadas (la segunda, al menos ya esta confirmada) que realmente espero con ansía, y es que con Juego de Tronos estamos ante un éxito mayúsculo que esperemos solo haga que crecer y crecer.
5
19 de diciembre de 2010
19 de diciembre de 2010
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recién finalizada la brevísima primera temporada de la serie (apenas si seis episodios), llega el momento de hacer un breve balance de lo que ha sido una de las series más esperadas (y exitosas) de la temporada.
No era nada fácil llevar Los Muertos Vivientes a la pequeña pantalla, no porque como sucede en otras ocasiones, el material fuera especialmente difícil de adaptar, más bien al contrario, el comic con su estructura capitular, sus abundantes diálogos y sus poderosos cliffhangers, parecía ideal para ser llevado a la televisión y más en el momento dulce que esta atraviesa en lo que a la ficción se refiere, no, el problema estaba en otro lado, gran parte del éxito del comic se debía a que era precisamente eso, un comic, llevarlo a la TV podía resultar redundante tanto con los clásicos de Romero, como con la moda zombie hoy imperante, lo que podía hacer que el proyecto tuviese complicado el tener algo que ofrecer que no se hubiera visto cientos de veces ya.
Sin embargo un excelente capitulo piloto de manos del siempre cumplidor Frank Darabont, pareció despejar dudas, el capitulo, bien planificado, lleno de fuerza y con continuará de los que hacen época, abría el camino a lo que bien podría ser un hito más en esta edad de oro de la ficción televisiva (al menos de la del otro lado del Atlántico, claro), por desgracia las cosas han estado lejos de ser así.
Tras un segundo episodio claro homenaje-plagio a Zombi, la mítica película de Romero, donde el nivel ya bajaba en lo que a tensión dramática y caracterización de personajes se refiere (además de tener fallos de racord realmente dolorosos), la serie entró en uno de esos males tan común a tantas series, que sin embargo consiguen solventar por otras vías: la extrema lentitud en el avance de una trama que plantea varios interrogantes sin ser capaz de resolver ni uno solo de ellos si quiera a lo largo de los seis episodios que componen esta decepcionante primera temporada, a cambio de esa lentitud sin embargo no ofrece apenas nada, más allá de momentos esporádicos de tensión resueltos las más de la veces por la vía más rápida y fácil posible.
No era nada fácil llevar Los Muertos Vivientes a la pequeña pantalla, no porque como sucede en otras ocasiones, el material fuera especialmente difícil de adaptar, más bien al contrario, el comic con su estructura capitular, sus abundantes diálogos y sus poderosos cliffhangers, parecía ideal para ser llevado a la televisión y más en el momento dulce que esta atraviesa en lo que a la ficción se refiere, no, el problema estaba en otro lado, gran parte del éxito del comic se debía a que era precisamente eso, un comic, llevarlo a la TV podía resultar redundante tanto con los clásicos de Romero, como con la moda zombie hoy imperante, lo que podía hacer que el proyecto tuviese complicado el tener algo que ofrecer que no se hubiera visto cientos de veces ya.
Sin embargo un excelente capitulo piloto de manos del siempre cumplidor Frank Darabont, pareció despejar dudas, el capitulo, bien planificado, lleno de fuerza y con continuará de los que hacen época, abría el camino a lo que bien podría ser un hito más en esta edad de oro de la ficción televisiva (al menos de la del otro lado del Atlántico, claro), por desgracia las cosas han estado lejos de ser así.
Tras un segundo episodio claro homenaje-plagio a Zombi, la mítica película de Romero, donde el nivel ya bajaba en lo que a tensión dramática y caracterización de personajes se refiere (además de tener fallos de racord realmente dolorosos), la serie entró en uno de esos males tan común a tantas series, que sin embargo consiguen solventar por otras vías: la extrema lentitud en el avance de una trama que plantea varios interrogantes sin ser capaz de resolver ni uno solo de ellos si quiera a lo largo de los seis episodios que componen esta decepcionante primera temporada, a cambio de esa lentitud sin embargo no ofrece apenas nada, más allá de momentos esporádicos de tensión resueltos las más de la veces por la vía más rápida y fácil posible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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Y es que si una palabra puede definir a la serie es esa, decepción, decepción porque los personajes apenas si se han desarrollado, decepción porque los roles y las relaciones intergrupales (salvo notables excepciones) apenas si han tenido cabida, decepción porque lejos del ya tópico “los zombis son solo el telón de fondo del reflejo de las relaciones humanas en una era critica”, en la serie los zombis y sus apariciones han resultado de lejos lo más interesante que esta ha podido ofrecer, decepción porque ni siquiera la relación entre Shane, Lori y Rick ha conseguido alcanzar un climax en un primera temporada que ha parecido toda ella en si misma un capitulo piloto enormemente alargado para presentar brevemente a los personajes y su entorno.
En fin, teniendo en cuenta la calidad del material de partida, la implicación de gente de talento de Darabont o Kirkman y el excelente capitulo piloto uno podía esperar mucho más de una serie que como único punto positivo cuenta con el hecho de que la segunda temporada puede empezar limpia de polvo y paja en cuanto a lo que la presentación de personajes, contexto y la absurda búsqueda de respuestas se refiere, esta temporada ha tenido muchos problemas y en general sus defectos han terminado superando a sus innegables virtudes (que alguna tiene, claro, aunque casi todas están en el capitulo inicial), pero lo cierto es que no es nada lo suficiente grave como para que no pueda solucionarse en la segunda temporada con un poco más de cuidado y ambición, yo al menos si tengo ganas de comprobarlo.
En fin, teniendo en cuenta la calidad del material de partida, la implicación de gente de talento de Darabont o Kirkman y el excelente capitulo piloto uno podía esperar mucho más de una serie que como único punto positivo cuenta con el hecho de que la segunda temporada puede empezar limpia de polvo y paja en cuanto a lo que la presentación de personajes, contexto y la absurda búsqueda de respuestas se refiere, esta temporada ha tenido muchos problemas y en general sus defectos han terminado superando a sus innegables virtudes (que alguna tiene, claro, aunque casi todas están en el capitulo inicial), pero lo cierto es que no es nada lo suficiente grave como para que no pueda solucionarse en la segunda temporada con un poco más de cuidado y ambición, yo al menos si tengo ganas de comprobarlo.
8
30 de abril de 2015
30 de abril de 2015
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los principales elementos que definen la serie se puede ver casi desde los primeros planos de la misma: una fotografía naturalista, alejada de estridencias, un marcado tono dramático y realista empezando por el accidente que dotaría a Matt Murdock de sus poderes y un ambiente eminente urbano como hábitat clave del show. La serie apuesta muy pronto por mostrar las circunstancias que definen al personaje principal: su catolicismo expresado en forma de dudas sobre lo que hace y un permanente sentimiento de culpa. El contraste que supone que el que el brillante abogado “diurno” Matt Murdock, se torne en el justiciero autonombrándose juez y jurado de noche. La innegable influencia de su padre tanto en la idea de siempre levantarse sea cual sea el golpe recibido, como en el hecho de que Matt cree estar siempre decepcionándole debido a que su padre nunca quiso una vida de violencia para él, camino que sin embargo Matt ve como único posible para proteger su amada Hell's Kitchen. Todas las contradicciones que hacen tan especial al personaje en el cómic captadas a la perfección en la televisión en apenas un par de episodios.
Así la cuidada caracterización tanto de Matt como del resto de personajes sera una de las principales cualidades de la serie. Cada uno estará construido con un trasfondo y un cuidado tal que en ningún caso estaremos ante estereotipos o personajes de cartón piedra. Foggy Nelson como mejor amigo de Matt sera (al igual que en los cómics) su referente moral y ancla que tratara de impedir que vaya demasiado lejos. Papel similar que el que gozara Ben Urich, baluarte de un modo de hacer periodismo que ya no se estila, con Karen Page, tal vez uno de los personajes más cambiados con respecto a su origen en papel pero cuyo relevancia como catalizador de la trama y su crecimiento durante la serie serán especialmente significativos. Otro ejemplo es el de Wilson Fisk, cuya complejidad y matices la serie consigue trasmitir casi desde el principio. Una autentica bestia inmoral encerrada en el cuerpo de un gigante, que se cree con derecho a elegir el destino de los demás aunque para ello tenga que matarlos y que tendrá como principal punto débil su amada Vanessa, relación que la serie construye con mimo siendo uno de sus principales aciertos. Destaca también la figura de James Wesley confidente, amigo y representante de los intereses de Fisk, sus buenos modales ocultaran también a un monstruo dispuesto a lo que sea para satisfacer las necesidades de su jefe.
Más allá de los personajes, toda la serie esta construida en torno a la lucha de poder que sostienen dos hombres: Wilson Fisk y Mat Murdock, una lucha que se presenta en múltiples frentes y en la que ninguno de los dos es conocido aún por sus alias (Kingpin y Daredevil). Lo que subyace es la lucha entre un mal que cree sin embargo estar haciendo el bien, aunque para ello haya de pagarse un elevado precio en forma de vidas humanas y un bien que empieza a dudar de sus actos y que llega a creer que siguiendo el camino fácil (el camino de su enemigo), podrá encontrar la victoria. Una lucha de poder compleja y peligrosas que tiene el alma de Hell's Kitchen como premio. Y precisamente el escenario y la ambientación son otros de los puntos fuertes de la serie. Los callejones oscuros y angostos, los bares decrépitos pero con encanto, los edificios antiguos pero llenos de vida, serán el escenario en los que mueva la acción. Todo esto contrastara con el lujoso palacio de cristal en el que vive Fisk, palacio desde el que pretende cambiar no solo formalmente si no es su misma esencia Hell's Kitchen, convirtiéndola en un reflejo de su retorcido modo de ver la vida.
La serie siguiendo el patrón ya visto en Arrow (pero resuelto aquí con mucha más elegancia) se estructura en torno a flashbacks que narran aspectos del pasado de los personajes ayudando a entender y dar profundidad a su situación actual. Son flashbacks que siempre guardan relación con el episodio en curso destacando especialmente los que se centran en el pasado de Fisk, en la figura de Stick (magníficamente caracterizado también) o en la relación entre Foggy y Matt. Por otro lado su marcado tono oscuro, casi siniestro y la enorme violencia que se palpa casi en cada plano, hacen de Daredevil, como no podía ser de otra manera, una serie muy física, difícil de imaginar en un canal convencional con las restricciones que ello implicaría. Todo esto se plasma especialmente en un combates coreografiados de forma cruda pero con elegancia, donde Matt recurre tanto a las artes marciales como al boxeo y donde los golpes y las heridas tiene consecuencia reales.
Plagada de guiños y referencias al cómic en la serie vemos desfilar anticipos de lo que será La Mano, a Turk el “entrañable” matón creador por Frank Miller o al Aplastador Creel (como boxeador rival del ultimo combate de Jack “Batallador” Murdock, el padre de Matt) que enlaza la serie con Agents of S.H.I.E.L.D, donde Creel aparece ya siendo El hombre absorbente. Con resoluciones formales realmente brillantes (el plano secuencia que cierra el segundo episodio, por ejemplo) si de algo peca Daredevil tal vez sea de una cierta precipitación en el cierre que hace que todo se resuelva demasiado rápido teniendo en cuenta la complejidad de la trama que se estaba construyendo. Con todo tras su estreno la serie supo estar a la altura de las enormes expectativas creadas y ya tiene garantizada una segunda temporada que promete tanto o más que este excelente primer asalto del hombre sin miedo en la pequeña pantalla.
Así la cuidada caracterización tanto de Matt como del resto de personajes sera una de las principales cualidades de la serie. Cada uno estará construido con un trasfondo y un cuidado tal que en ningún caso estaremos ante estereotipos o personajes de cartón piedra. Foggy Nelson como mejor amigo de Matt sera (al igual que en los cómics) su referente moral y ancla que tratara de impedir que vaya demasiado lejos. Papel similar que el que gozara Ben Urich, baluarte de un modo de hacer periodismo que ya no se estila, con Karen Page, tal vez uno de los personajes más cambiados con respecto a su origen en papel pero cuyo relevancia como catalizador de la trama y su crecimiento durante la serie serán especialmente significativos. Otro ejemplo es el de Wilson Fisk, cuya complejidad y matices la serie consigue trasmitir casi desde el principio. Una autentica bestia inmoral encerrada en el cuerpo de un gigante, que se cree con derecho a elegir el destino de los demás aunque para ello tenga que matarlos y que tendrá como principal punto débil su amada Vanessa, relación que la serie construye con mimo siendo uno de sus principales aciertos. Destaca también la figura de James Wesley confidente, amigo y representante de los intereses de Fisk, sus buenos modales ocultaran también a un monstruo dispuesto a lo que sea para satisfacer las necesidades de su jefe.
Más allá de los personajes, toda la serie esta construida en torno a la lucha de poder que sostienen dos hombres: Wilson Fisk y Mat Murdock, una lucha que se presenta en múltiples frentes y en la que ninguno de los dos es conocido aún por sus alias (Kingpin y Daredevil). Lo que subyace es la lucha entre un mal que cree sin embargo estar haciendo el bien, aunque para ello haya de pagarse un elevado precio en forma de vidas humanas y un bien que empieza a dudar de sus actos y que llega a creer que siguiendo el camino fácil (el camino de su enemigo), podrá encontrar la victoria. Una lucha de poder compleja y peligrosas que tiene el alma de Hell's Kitchen como premio. Y precisamente el escenario y la ambientación son otros de los puntos fuertes de la serie. Los callejones oscuros y angostos, los bares decrépitos pero con encanto, los edificios antiguos pero llenos de vida, serán el escenario en los que mueva la acción. Todo esto contrastara con el lujoso palacio de cristal en el que vive Fisk, palacio desde el que pretende cambiar no solo formalmente si no es su misma esencia Hell's Kitchen, convirtiéndola en un reflejo de su retorcido modo de ver la vida.
La serie siguiendo el patrón ya visto en Arrow (pero resuelto aquí con mucha más elegancia) se estructura en torno a flashbacks que narran aspectos del pasado de los personajes ayudando a entender y dar profundidad a su situación actual. Son flashbacks que siempre guardan relación con el episodio en curso destacando especialmente los que se centran en el pasado de Fisk, en la figura de Stick (magníficamente caracterizado también) o en la relación entre Foggy y Matt. Por otro lado su marcado tono oscuro, casi siniestro y la enorme violencia que se palpa casi en cada plano, hacen de Daredevil, como no podía ser de otra manera, una serie muy física, difícil de imaginar en un canal convencional con las restricciones que ello implicaría. Todo esto se plasma especialmente en un combates coreografiados de forma cruda pero con elegancia, donde Matt recurre tanto a las artes marciales como al boxeo y donde los golpes y las heridas tiene consecuencia reales.
Plagada de guiños y referencias al cómic en la serie vemos desfilar anticipos de lo que será La Mano, a Turk el “entrañable” matón creador por Frank Miller o al Aplastador Creel (como boxeador rival del ultimo combate de Jack “Batallador” Murdock, el padre de Matt) que enlaza la serie con Agents of S.H.I.E.L.D, donde Creel aparece ya siendo El hombre absorbente. Con resoluciones formales realmente brillantes (el plano secuencia que cierra el segundo episodio, por ejemplo) si de algo peca Daredevil tal vez sea de una cierta precipitación en el cierre que hace que todo se resuelva demasiado rápido teniendo en cuenta la complejidad de la trama que se estaba construyendo. Con todo tras su estreno la serie supo estar a la altura de las enormes expectativas creadas y ya tiene garantizada una segunda temporada que promete tanto o más que este excelente primer asalto del hombre sin miedo en la pequeña pantalla.
7
24 de diciembre de 2010
24 de diciembre de 2010
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ambientada en Atlantic City en los años 20 al poco de aprobarse la Ley Seca, la serie narra los la relación de la mafia con la política y la policía en torno a una ley que fue vista más como una oportunidad de negocio que como otra cosa.
Compleja y dura sin concesiones, Boardwalk refleja el lado oscuro del sueño americano, donde realmente con tu trabajo puedes llegar a enriquecerte...siempre y cuando estés dispuesto a pisar cuellos, sobornar y hasta asesinar a quien sea preciso para ello, también pone en cuestión a la llamada “mayor democracia del mundo”, con unos niveles de corrupción tan obvios como insultantes.
La serie que marca el nacimiento de un nuevo tipo de crimen organizado se muestra como históricamente casi perfecta, con un plantel de actores de lujo, una ambientación perfecta y episodio piloto que muestra a la perfección el tono de la producción presentando brillantemente a los personajes y su entorno, Boardwalk Empire adolece sin embargo de una frialdad extrema que hace difícil que llegue a enganchar del todo.
Esta frialdad unida a la relativa morosidad narrativa (tan habitual en este tipo de proyectos) se tornan como los principales defectos de una serie que sin embargo ha culminado una primera temporada por lo demás ejemplar.
Resulta curioso que estando detrás un director tan pasional y con tanta fuerza como Martín Scorsese, Boardwalk, ya desde el episodio piloto trate en todo momento de alejarse de lo que esta contando, pareciendo tener más vocación documentalista que ficcional, y eso que la pasión de unos personajes no pocas veces extremos, el sexo y la violencia están puestos en primer plano desde el comienzo; sin embargo todo esta contado desde la lejanía como si un narrador omnisciente y de vocación parcial nos estuviera narrando una historia maravillosa que sin embargo no termina de llegar.
Tal vez el excesivo perfeccionismo de la serie termine perjudicando un proyecto que en mi mente se dibujaba más “a pie de calle” por así decirlo, un proyecto que buscará más la implicación del espectador con unos personajes llenos de taras y defectos y por ello complejamente humanos, pero con los que rara vez llegas a empatizar.
En todo caso y más allá de cualquier otra consideración, las enormes virtudes de Boardwalk Empire están muy por encima de sus notables (y tal vez inevitables) defectos, como decía, una serie prodigiosa en ambientación, factura técnica e interpretación y que sin duda ha entrado por meritos propios en un puesto de honor dentro de la tantas mencionada edad de oro de la ficción televisiva americana.
Para acabar cabria hacer una breve mención a los extraordinarios títulos de crédito de la serie, pocas veces estos han presentado y definido con tal exactitud al personaje central del show.
Compleja y dura sin concesiones, Boardwalk refleja el lado oscuro del sueño americano, donde realmente con tu trabajo puedes llegar a enriquecerte...siempre y cuando estés dispuesto a pisar cuellos, sobornar y hasta asesinar a quien sea preciso para ello, también pone en cuestión a la llamada “mayor democracia del mundo”, con unos niveles de corrupción tan obvios como insultantes.
La serie que marca el nacimiento de un nuevo tipo de crimen organizado se muestra como históricamente casi perfecta, con un plantel de actores de lujo, una ambientación perfecta y episodio piloto que muestra a la perfección el tono de la producción presentando brillantemente a los personajes y su entorno, Boardwalk Empire adolece sin embargo de una frialdad extrema que hace difícil que llegue a enganchar del todo.
Esta frialdad unida a la relativa morosidad narrativa (tan habitual en este tipo de proyectos) se tornan como los principales defectos de una serie que sin embargo ha culminado una primera temporada por lo demás ejemplar.
Resulta curioso que estando detrás un director tan pasional y con tanta fuerza como Martín Scorsese, Boardwalk, ya desde el episodio piloto trate en todo momento de alejarse de lo que esta contando, pareciendo tener más vocación documentalista que ficcional, y eso que la pasión de unos personajes no pocas veces extremos, el sexo y la violencia están puestos en primer plano desde el comienzo; sin embargo todo esta contado desde la lejanía como si un narrador omnisciente y de vocación parcial nos estuviera narrando una historia maravillosa que sin embargo no termina de llegar.
Tal vez el excesivo perfeccionismo de la serie termine perjudicando un proyecto que en mi mente se dibujaba más “a pie de calle” por así decirlo, un proyecto que buscará más la implicación del espectador con unos personajes llenos de taras y defectos y por ello complejamente humanos, pero con los que rara vez llegas a empatizar.
En todo caso y más allá de cualquier otra consideración, las enormes virtudes de Boardwalk Empire están muy por encima de sus notables (y tal vez inevitables) defectos, como decía, una serie prodigiosa en ambientación, factura técnica e interpretación y que sin duda ha entrado por meritos propios en un puesto de honor dentro de la tantas mencionada edad de oro de la ficción televisiva americana.
Para acabar cabria hacer una breve mención a los extraordinarios títulos de crédito de la serie, pocas veces estos han presentado y definido con tal exactitud al personaje central del show.

7,2
168.280
7
22 de diciembre de 2010
22 de diciembre de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras arrasar en todo el mundo con ese autentico fenómeno sociológico que fue Titanic, James Cameron regresa a la pantalla grande con un guión que ha esperado años para poder rodar, en busca de que la tecnología le permitirse hacer lo que quería hacer.
Hay muchas cosas que comentar de Avatar, muchas cosas que hacen de ella una película especial, y es que más allá de un ecologismo de baratillo, una crítica poco sutil al imperialismo, e incluso un cierto rechazo del multiculturalismo, que buscan dar a la película un cierto calado que haga de ella algo más que un mero entretenimiento revienta-taquillas, si Avatar destaca por algo es porque partiendo de una historia convencional, de un esquema que gusta incluso que funciona, pero que ya se ha visto mil veces en el cine (desde Un hombre llamado caballo, pasado por Bailando con lobos o El Ultimo Samurai llegando incluso a Pocahontas), Cameron consigue dar tal fuerza a la imágenes con que nos cuenta su historia, que Avatar se transforma de principio a fin en un glorioso espectáculo que solo puede ser disfrutado en toda su magnitud en el cine.
Hay muchas cosas que comentar de Avatar, muchas cosas que hacen de ella una película especial, y es que más allá de un ecologismo de baratillo, una crítica poco sutil al imperialismo, e incluso un cierto rechazo del multiculturalismo, que buscan dar a la película un cierto calado que haga de ella algo más que un mero entretenimiento revienta-taquillas, si Avatar destaca por algo es porque partiendo de una historia convencional, de un esquema que gusta incluso que funciona, pero que ya se ha visto mil veces en el cine (desde Un hombre llamado caballo, pasado por Bailando con lobos o El Ultimo Samurai llegando incluso a Pocahontas), Cameron consigue dar tal fuerza a la imágenes con que nos cuenta su historia, que Avatar se transforma de principio a fin en un glorioso espectáculo que solo puede ser disfrutado en toda su magnitud en el cine.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y es que en Avatar la historia es casi lo de menos, si, es un guión sólido, con todos los tópicos sobre el buen salvaje que enseña sus costumbres al malvado extranjero sin que por supuesto aprenda algo de las de este, es una historia clásica de buenos (en sincronía, aquí literalmente, con la naturaleza) y malos (movidos solo por su ambición), que sin embargo, y como decía antes, funciona en su epicidad y sencillez, sin embargo lo grande de Avatar lo encontramos en esos Na´vi tan prodigiosamente animados que parecen de carne y hueso, en esa naturaleza viva que te envuelve , que te rodea con su belleza, en esos vuelos espectaculares que te hacen sentir como si fueras tu el que estuviera volando, en esas batallas, crueles y épicas donde sientes como las cosas explotan, y todo además sin que (al menos en mi caso) el 3-D haya supuesto una diferencia real, y es que la película funciona con la misma fuerza con y sin 3-D aunque claro es más disfrutable con esta tecnología, reivindicando de paso el cine como un medio ante todo visual, algo tal vez más cercano a sus orígenes que no películas de guiones poderosos pero puestas en escena mediocres, y es que cada vez pienso más como mi colega Int que un buen guión nunca puede salvar una mala puesta en escena, mientras que esta puede hacer maravillas con un guion bastante convencional.
En definitiva, ver Avatar es algo especial, difícil de describir, la sensación de maravilla que envuelve en todo momento la película hace que sientas que estás viendo algo diferente, algo casi mágico y eso es muy difícil de lograr en un mundo tan cínico como el de hoy donde todos parecemos de vuelta de todo y donde la capacidad de maravilla parece haber quedado en el olvido, por suerte Cameron no la había olvidado, por suerte podemos ver Avatar para que nosotros tampoco la olvidemos.
En definitiva, ver Avatar es algo especial, difícil de describir, la sensación de maravilla que envuelve en todo momento la película hace que sientas que estás viendo algo diferente, algo casi mágico y eso es muy difícil de lograr en un mundo tan cínico como el de hoy donde todos parecemos de vuelta de todo y donde la capacidad de maravilla parece haber quedado en el olvido, por suerte Cameron no la había olvidado, por suerte podemos ver Avatar para que nosotros tampoco la olvidemos.
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