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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
24 de diciembre de 2007
215 de 240 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra. Podría quedarme con estas dos palabras para definir esta película, pero me apetece hablar de esta joyita, de los mejores western de la historia y de las mejores películas en general. ¿Por qué me gusta tanto? Por muchas cosas:

1. Por el arranque espectacular que tiene, sin una sola palabra, ni falta que hace.

2. Por los actores, John Wayne en el papel de sheriff, Dean Martin de amigo borracho enamorado al que Wayne ayuda a salir de la crisis, Walter Brennan de viejo cascarrabias tullido con el que te partes, Ricky Nelson de joven inexperto pero valiente y Angie Dickinson poniendo malito a todo el personal con su físico e inteligencia.

3.Por como está dirigida por Howard Hawks, dos horas largas de película, en las que los pocos escenarios que salen son la comisaría, la calle, el saloon y poco más. En este espacio y en este tiempo se desarrollan escenas cotidianas, ir a por comida, hacer la ronda, dar un paseo, unas conversaciones, tocar la guitarra... todo contado de una forma amena y manteniendo en vilo al espectador.

4.Por las dos canciones que se marcan al alimón Dean Martin y Ricky Nelson, magnificas voces acompañadas por Walter Brennan, que hará que más de uno se tronche de la risa.

5.Por la música de Dimitry Tiomkin, para variar.

6.Porque en esta película John Wayne no es su personaje, John T. Chance, sino John Wayne. Un tipo duro, sí, pero también un amigo de verdad (por no dejar que Dean Martin siga sumido en una profunda crisis personal), un profesional que intenta cumplir con sus obligaciones, y por qué no, un ligón, a pesar de ser muy feo.
sigue en el spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ahora quiero aprovechar esta crítica para hablar de uno de los actores más defenestrado por cierto sector pseudointelectual que desprecian a John Wayne por ideas políticas.
Muchos son los detractores de Wayne, no porque fuera mal actor, cualquiera medianamente avispado puede darse cuenta que, a pesar de no tener el talento interpretativo de Marlon Brando, Laurence Olivier o Peter O’Toole, por citar a alguien, era un actor como la copa de un pino. Los detractores de Wayne le acusaban de racismo. Bien. Yo quiero romper una lanza en su favor. La acusación de racismo es totalmente infundada. Algunos dirán que Wayne mataba en sus películas a cientos de indios, o que tenía amigos políticos de la ultraderecha americana, cierto, pero no menos cierto es que Wayne tuvo 3 esposas, las 3 eran mejicanas y también tenía muchos amigos mejicanos y negros, como el actor Woody Stroode, compañero en muchas películas. Era amante de Méjico y Panamá, donde compró una isla llamada Taborcillo. Es extraño que algunos blancos le tachen de racista, cuando el emperador Hiro-hito era un gran fan suyo, y fíjate que se cargó a medio ejército japonés en la película “Arenas Sangrientas”.
También se le acusó de machista por películas como “El hombre tranquilo”, si bien en realidad fue defendido de estas acusaciones por actrices como Lauren Bacall, Angie Dickinson o Maureen O’Hara, grandes amigas suyas.
Otra acusación fue la de homofobia, totalmente injusta, pues fue un gran amigo de Rock Hudson, antes de que fuera vox populi su homosexualidad, Wayne ya lo sabía, y no por ello dejaron de tener una estrecha relación.
Por último, se le tachó de fascista. Para esto sus detractores tienen pruebas de peso, lo reconozco, como la película que hizo a favor de la guerra de Vietnam, “Boinas Verdes”. Para Wayne, la guerra de Vietnam era imprescindible para detener el comunismo. Wayne era un militante muy activo del partido republicano, cierto, pero lo que mucha gente no sabe es que se enfrentó a su propio partido cuando Estados Unidos debatió si devolver o no el Canal de Panamá a los panameños. Los demócratas iban a votar que sí se les devolviera el control, y los republicanos que no, para que el canal siguiese bajo dominio americano. Pero John Wayne pensaba que Panamá tenía derecho a controlar su canal así que convenció a varios senadores republicanos para que cambiaran su voto. De ese modo, la votación la ganaron los demócratas, y el entonces presidente Jimmy Carter, del Partido Demócrata, le dio las gracias a John Wayne, públicamente.

Resumiendo, que veáis Río Bravo, que os va a encantar , y que no todo es negro o blanco, hay matices....
7 de marzo de 2008
108 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay mañanas que me levanto y pienso: "John Wayne es lo más grande que ha parido Estados Unidos".

Pero en seguida viene a mi mente lo que disfruté viendo esta película y al gran Clint Eastwood haciendo de las suyas: como escupe, como monta a caballo, como se cepilla a tropecientos tíos...

Ahí es cuando me ahogo en un mar de dudas y no se donde elegir: "Río Bravo" o "El fuera de la ley", "Sin perdón" o "El hombre que mató a Liberty Valance".

Entonces es cuando me pongo a recordar aquella sabia palabra de ese gran filósofo que es Homer Simpson cuando le preguntaron cuantas pancetas quería, si una o dos, a lo que respondió: "Ambas".
29 de julio de 2008
105 de 129 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que Espartaco fue la cuarta o quinta película que dirigió Stanley Kubrick. Por aquel entonces no debía ser un director consolidado y aun estaba bajo la férrea intransigencia de los productores y Kubrick no podía ser Kubrick, demostrar todo lo que llevaba dentro.

Normalmente esta situación no es en absoluto positiva, pues no permite aflorar el talento del genio, pero en mi opinión, "Espartaco" es la mejor película de Kubrick, me gusta mucho más que otras películas consideradas mas "kubrickianas" como "La naranja mecánica" o "El resplandor". Y el tanto se lo debe anotar Kirk Douglas, el productor ejecutivo, que antes de contratar a Kubrick, puso bajo la dirección a Anthony Mann, al que despidió, además de manejar el los hilos para conseguir esta obra maestra, que pasará a la historia como la mejor película "peplum" de la historia del cine, hasta ahora no superada (he vuelto a verla y, por mucho que me guste "Gladiator", la carga emocional que me produce "Espartaco" es mucho mayor).

La historia de un esclavo que se revela contra el poder de Roma para liberar a los oprimidos es excelente para llevarla a la gran pantalla, y me hace recordar al "Che" (permítanme la comparación), aunque si bien las pretensiones del "Che" eran mucho mas elevadas, pues Espartaco solo quería liberar a los esclavos de Italia y huir de la misma, para tener una vida digna más allá de las fronteras del Imperio Romano, aunque si es cierto que su sacrificio provocó el principio de la caída del sistema esclavista romano, pues a partir de entonces los grandes propietarios prefirieron el colonato al latifundio.

Las interpretaciones son fabulosas, llevadas a cabo por un grupo de actores de los mejores de la historia del cine: Kirk Douglas, Laurence Olivier, Charles Laughton, Peter Ustinov...
La duración del film (unas 3 horas) se compensan con el ritmo de la película, que alterna las escenas en Roma en las que el senado debate que hacer con Espartaco, con las del propio Espartaco arrasando todo lo que encuentra a su paso, hasta finalizar con el trágico final en Apulia.
Además la película alberga una de las mejores escenas de la historia del cine, en las que los fieles seguidores de Espartaco corean la célebre frase "Yo soy Espartaco"... los pelos como escarpias.

En fin, una película emocionante, trepidante y muy humana que en mi opinión está entre las 20 mejores películas de la historia.
16 de enero de 2013
69 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Lincoln perpetrado por Spielberg continúa la senda que inició con War Horse, su última película, una mirada amable, pero con un nuevo matiz que sigue una clara línea marcada por el patriotismo más rancio, hacia uno de los personajes históricos más importantes de Estados Unidos. Su visión no aporta nada más que seguir alimentando al mito. Una oda a Lincoln, a su país y a su historia. Una palmadita en la espalda a la tierra de las oportunidades y del sueño americano.

Porque en esta hagiografía sin tapujos no hay espíritu crítico. Spielberg es el rapsoda y Lincoln el héroe de las grandes y nobles gestas. Un Lincoln que más bien parece el abuelo cebolleta al que todos aplauden sus batallitas que un político rodeado de tiburones. El abolicionismo por bandera, la libertad de todos los hombres y los mismos derechos ante la justicia son los únicos motivos que mueven al decimosexto presidente y sus acólitos a convencer a republicanos y demócratas para aprobar la famosa enmienda. Sus convicciones morales, no hay más. He aquí el peligro cuando se tiene poder y capacidad para llegar a mucha gente, que cuentes la historia que te interese, y faltes a la verdad.

Spielberg olvida intencionadamente cuáles eran el resto de causas que motivaron a Lincoln a impulsar la decimotercera enmienda y, lo que es peor, condiciona al espectador a tener un razonamiento simplista: la guerra entre el norte y el sur se debió a que los negros vivían en la esclavitud. No hay rastro de los intereses económicos del norte, potencia industrial, que impuso a las manufacturas europeas, que eran productos más competitivos, unos aranceles que perjudicaron al sur, principal cliente de Europa. Además, al liberar a los esclavos del sur aprobando la enmienda, el norte, con una industria en expansión, obtenía un excelente caldo de cultivo para contratar mano de obra barata y sin ningún tipo de derechos laborales. Spielberg se desentiende de que uno de los principales motivos fue éste, el económico, de cómo dos modelos bien distintos chocaron frontalmente hasta desencadenar la guerra. Y es que además, si fuera la única razón, la población negra hubiera vivido en las mismas condiciones que la blanca inmediatamente después de la aprobación de la enmienda, pues se presupone aprobada por una sociedad preparada, con una mentalidad preparada, cuando sabemos que no era tal. No fue hasta cien años después, con la Ley de Derechos Civiles de 1964 cuando podemos hablar de igualdad social entre negros y blancos. Es decir, cuando la sociedad americana estuvo preparada mentalmente para aceptar tal paridad.

De todo esto Spielberg reniega para presentarnos un Lincoln manipulado, parcial, un panegírico dirigido a una sociedad autocomplaciente y poco crítica con su país, su historia y su gobierno. Una película en la que las interpretaciones de Day-Lewis, Sally Field o Tommy Lee Jones quedan eclipsadas por la versión oficial de los hechos, por el panfleto. En definitiva, una película hecha para ganar el oscar pero que falla estrepitosamente en su acercamiento a los hechos y a la figura histórica.
21 de diciembre de 2007
45 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todas las películas, en mayor o menor medida, se pasan el rigor histórico por donde yo me sé. El Álamo no lo es menos, es puro mito. Si quieres aprender historia, hay que ser un poco gañán para buscarla en esta película. Pero vamos, le pasa a mil películas que pretenden narrar unos acontecimientos históricos, por no decir a todas. Si quieres saber lo que en realidad sucedió en El Álamo coge un libro de historia, si te apetece ver una película épica cojonuda, El Álamo es tu película.
Es magnífica por los actores, John Wayne, Richard Widmark (que pedazo de pipa lleva el gachó) y Laurence Harvey están sensacionales. También por el pulso narrativo, va in crescendo, llegando al clímax final que resulta ser épica, romanticismo y poesía en estado puro. Además, las escenas de batalla son de las mejores de la historia del cine, con miles de extras y utilizados con sabiduría, sin el tufo a ordenador de muchas películas actuales, en las que si ahora te das cuenta de los efectos de ordenador, dentro de 15 años te mueres de la risa.
La banda sonora viene como anillo al dedo, creada por uno de los mejores compositores de bandas sonoras que han existido, Dimitry Tiomkin.
Un defecto importante es que algunos diálogos son demasiado solemnes, pero sin ser ridículos, ni mucho menos.

En definitiva una película épica muy por encima de la media, con sus defectos, sí, pero que consigue hacerte sentir como un ocupante más de El Álamo. Pura épica.
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