Robert Redford siempre será para mí un gran actor. El problema en esta ocasión reside en el hecho de que me he encontrado con un guion que al igual que el barco, hace aguas. Soy consciente de los innumerables premios y elogios que ha logrado. También del ambiente con el que se ha tratado la película, además de su impresionante fotografía y las escenas de tormenta. Durante el comienzo y gran parte del principio resultó interesante y valiente. He de enfatizar que no esperaba en ningún momento espectacularidad o situaciones exageradas. Pero lo que no esperaba era la trama con la que tuve que lidiar hasta que pude salir despavorido del cine. Una hora más tarde no quedó ni una sola escena en mi memoria. Por lo que tuve que deleitarme con una hora de sufrimiento y algo más para poder realizar esta crítica, ya que no sería posible si no recordara cada una de las imágenes que me apuñalaron en el asiento.
spoiler:
La interpretación de Robert queda reducida a los hechos y actos sucedidos uno tras otro durante su viaje, retiro o lo que sea que tuviera pensado. En ningún momento se hace referencia al pasado del personaje. No llegamos a conocer su nombre o lazos con otro personaje. Durante la película tenemos la sensación de que podrá ocurrir algo más interesante que enredarse con la vela del barco durante la tormenta, echar agua a los aparatos eléctricos o diversos métodos de navegación. El protagonista recurre repetidas veces, como si se encontrase en plena partida de ajedrez contra el temporal, a realizar movimientos y estrategias que el espectador desconoce a menos que tenga conocimientos de navegación. En tal caso nunca llega a explicarse. Como el hecho de incendiar la balsa en la que se encuentra, demostrando así lo reducida que queda la mente en momentos de tensión y desesperanza total. La indiferencia de los barcos de Maersk que bien recuerda durante unos instantes a las escenas del Capitán Phillips, nos deja desolados y preguntándonos cómo es posible que nadie se encuentre en plena cubierta, o que desde el puente de mando no sean divisibles las bengalas que el personaje sin nombre se afana por lanzar desesperado. El protagonista nos deja el interrogante de qué pensará durante las secuencias del contenedor cuando se aleja de él. Cuando duerme en la bolsa salvavidas que además no está provista de muchos recursos, nos damos cuenta de que no ha previsto cortar la cuerda que le une al barco, para evitar que este se hunda y lo arrastre al fondo. Quizás por miedo a que el flotador se aleje sin poder recuperar los diversos objetos que después consigue. Estas y otras muchas preguntas hacen que pierda cualquier base. En la película "Enterrado", Paul Conroy se encontraba metido en una caja durante más de una hora, pero resultó interesante dado que no paró de hablar en toda la película. Además de que diversos personajes no presenciales, participaban solo por voz a través del teléfono que el protagonista usaba con ansia. Había un argumento sostenido. Era una crítica con un desenlace bastante bueno. Toda su base se centraba en su supervivencia con un trasfondo sobre la humanidad de las personas de las cuales dependía su vida. En esta película, Robert Redford, solo realiza un momento de desahogo vociferando su frustración. No se explica que dada la edad del personaje, éste viaje sólo a "ninguna parte" y que además disponga de lo que al parecer son pocos conocimientos de navegación. En tal caso, la intención de la película es no perder la esperanza aunque las apariencias del destino nos engañen. A mi parecer, el papel de Robert es totalmente desaprovechado.