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Max
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Críticas 4
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de enero de 2018 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La inmadurez y dependencia emocional te hace pasar malos tragos en cuanto realmente debes depender de ti mismo. Un intercambio, un Erasmus o cualquier estancia 'fuera' sin haber llegado a conocer a tu propio interior te condena a hacer primero este viaje dentro de ti y en cierto modo perder la experiencia (de vivir un tiempo en el extranjero, o mejor dicho fuera de tu entorno) que todo el mundo te desee que sea maravillosa. En esta película Elena Martin nos enseña que no importa, que puede llegar a ser bastante perturbador, pero al mismo tiempo muy necesario para poder aprovechar futuras experiencias. La película, situada en Berlin, no nos enseña postales de la ciudad y a la protagonista realmente tampoco le interesa. Está metida en otro proyecto, y falta le hace. El guión no tiene pretensiones, es un relato íntimo, a veces muy evidente que a algunos padres le serviría de aprendizaje. El papel y la actuación de la protagonista es creíble. Mis propias experiencias (ir de intercambio, ser amiguete de gente de fuera, ser padre de hijos que se han ido fuera) se han visto bastante bien reflejadas en la película. Y, por díos, los padres, ¡cuánto nos queda por aprender!.
Max
14 de marzo de 2025 Sé el primero en valorar esta crítica
El Embarcadero es una serie que va mucho más allá de la trama inicial que la define como un thriller. En el fondo, se trata de una exploración profunda y honesta de las complejidades del amor, las relaciones humanas y los límites de nuestras concepciones tradicionales sobre estas. La pregunta central que plantea es tan provocadora como universal: ¿Es posible amar a varias personas al mismo tiempo? Y, si la respuesta es sí, ¿qué implicaciones tiene esto para nuestras relaciones románticas?

La serie aborda esta cuestión desde distintas perspectivas. Por un lado, Verónica, la amante de Óscar, es la encarnación de una vida plena y libre, alejada de las ataduras de la posesión y los secretos. Su existencia en la Albufera, rodeada de naturaleza y simplicidad, transmite una pureza que cautiva a todos, independientemente del género. Ella no solo representa la posibilidad del poliamor, sino que también introduce sutilmente el concepto de la pansexualidad, desafiando convenciones y ampliando horizontes emocionales y sexuales.

Por otro lado, Óscar, atrapado entre dos vidas paralelas, es un ejemplo de lo que ocurre cuando estas relaciones se sostienen en el engaño y la duplicidad. Su incapacidad para aplicar las condiciones esenciales de la honestidad y la no posesión lo conduce a un agotamiento emocional que lo consume, convirtiéndose en el reflejo de nuestras luchas internas con las normas sociales y personales sobre el amor.

Tras la muerte de Óscar, Alejandra, su esposa, se ve obligada a cuestionar todo lo que creía saber sobre el amor y su propia vida. Criada bajo una cultura católica y tradicional, su viaje emocional es tan enriquecedor como incómodo. Al enfrentarse al legado de su esposo, Alejandra no solo explora su dolor, sino también nuevas posibilidades amorosas y sexuales que desafían las convenciones bajo las que había vivido.

Aunque el componente de thriller está presente, su desarrollo es algo torpe y secundario, funcionando más como un pegamento narrativo para unir las distintas revelaciones amorosas. En cambio, los personajes secundarios aportan capas de riqueza al tema principal: desde una adolescente gay y una mujer hetero que solo busca relaciones superficiales, hasta la madre de Alejandra, quien, desde las sombras, se convierte en una inquietante pero certera consciencia para todos.

En cuanto a lo técnico, la dirección, la fotografía y la música son destacables, especialmente esta última, que acompaña de manera magistral el tono emocional de la serie. El tema principal de Travis Birds es particularmente memorable y cautivador. Y si bien las actuaciones son en general sólidas, es Verónica quien brilla con luz propia, al punto de que resulta imposible no enamorarse de ella, como les sucede a todos los que la rodean.

Como alguien que no suele ver series, El Embarcadero me sorprendió gratamente. Quizás influyó mi conexión personal con la Albufera, cuya belleza queda capturada a la perfección en la serie, o la recomendación de ver la serie por parte de mi familia holandesa que vieron la serie en Netflix. Pero, más allá de eso, la propuesta me atrapó por su valentía para abordar temas complejos con sensibilidad y profundidad. Una serie que no solo entretiene, sino que también invita a reflexionar sobre lo que significa amar. Y sí, sigo enamorado de Verónica.
Max
19 de noviembre de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Destaca el guion de un tema que personalmente nunca he visto contado de esta forma, con diálogos muchas veces perturbadores, pero creíbles. Todo es contado con el respeto total hacia todos los personajes, sin buscar culpables ni nada. La fotografía es simple y no abusa de resaltar la belleza del entorno (que la tiene). El montaje soberbio, los saltos por las etapas de Mila son muy fluidos y naturales. De la música ni me acuerdo, no sé si es una buena señal. Entiendo que para algunos espectadores la falta de un culpable o ni siquiera un evidente trauma resulte insatisfactorio, sin embargo, creo que la película justamente por eso es tan diferente y valiente. Es una observación sutil y realista de un aspecto importante de la vida de una persona, y todos, sin hablar de culpables, formamos parte de ello. Lee la reseña completa en la zona de spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Soy padre de dos hijas y no me costó nada identificarme con el padre de Mila, la niña que vemos creciendo en varias etapas en la película. El padre está muy presente en las tres edades que eligió la directora quien, sobre todo en la primera edad (alrededor de los 5 años), se atreve a ir explorando sus inicios de sexualidad, coqueteando con el conflicto edípico en todos sus aspectos. Tanto, que la mujer, ya de edad adulta, siente cierta culpabilidad por haber incitado y provocado a su padre de una forma sexualizada, no permitida y extremadamente tabú.
Posiblemente, por eso, ya mayor, sigue sintiendo pudor hacia su padre y culpabilidad hacia la madre. En la película, gloria a la guionista, el efecto edípico, en las últimas escenas, nos lleva a la clave de la peli. El recorrido por la vida en la película es a la inversa, empieza con Mila adulta.

La sexualidad y su desarrollo es una cosa totalmente personal y egocéntrica (en el buen sentido de la palabra). El sexo opuesto, en la primera etapa el padre, en la etapa de adolescente sus amigos y en la etapa adulta su pareja, son meramente objetos que sirven el despertar y el provocar la propia sexualidad. A mí personalmente me encanta este enfoque. Así es como debe ser, pero hay muchas cosas que nos impiden sentirlo así. Las fantasías sexuales que tiene la mujer adulta, y también las niñas en las otras etapas, las viven a escondidas y con mucha prudencia. ¿Cómo no van a tener prudencia si los propios hombres en todas las etapas de su vida les hacen saber que no, no, no? Sin discusión y sin diálogo. ¿Será por temer la poderosa y transfronteriza sexualidad femenina? La mujer adulta le pide literalmente a su pareja tener sexo sin compromiso, puramente egoísta, buscando placer. “Follemos como si no nos conociéramos”, le dice. Y de algún modo busca volver a este placer de niña frotándose sin más.

Siguiendo con mi identificación con el padre, la directora me echa en cara (y le estoy agradecido), siendo un padre comprensivo, abierto y tolerante, que nuestras conversaciones con nuestras hijas, no transmiten esto en absoluto. Las palabras dicen de todo, pero lo que transmitimos viene del impulso protector (nuestra pequeña!), y de algún modo la limitamos a crecer y a desarrollarse de verdad.

Aparte de padre, también soy hijo, masculino, pero os puedo confesar que el desarrollo de mi sexualidad fue bastante parecido a la de Mila. Supongo que para personas con otra identidad sexual es similar, exploramos desde pequeño la sexualidad como placer propio. Tuve la inmensa suerte de haber crecido en un entorno bastante libre en los temas sexuales. Pero la cultura es la cultura y la sociedad es la sociedad y, después de ver a esta película, creo que hay algunos lastres que debo soltar en este sentido.

Volviendo a la peli. La película habla de temas incómodos, nos presenta diálogos muy incómodos que por varias razones no llegan a nada. Pero sirven con el objetivo de la guionista y eso es desgranar la sexualidad de Mila. En la etapa de adolescente vemos a Mila con ganas de probar y jugar, pero las reacciones de sus padres, amigos y la sociedad no le permiten hacerlo con el mismo desparpajo que cuando tenía 5 años.

Hay escenas incómodas con la niña frotándose encima de su padre y otros hombres. La niña tiene sentimientos físicos agradables y no existe ningún deseo hacia la persona en particular, la incomodidad es de la persona con quien esté y lo que siente.

En la penúltima escena, la madre confiesa a su hija que ella también le pedía, y no solo a su padre, ‘menear el culo’ hasta que se durmiera. Esta confesión es como un alivio hacia la culpabilidad que siente Mila hacia su madre (no intentó seducir solamente al padre) y, sobre todo, una revelación de que la sexualidad de la pequeña era puramente buscar placer sin más. Y que esta sensación de buscar placer personal sigue en ella. No sé si era el objetivo de la directora, pero Freud se tiene que sentir aludido.
Max
3 de febrero de 2015 Sé el primero en valorar esta crítica
Muchas veces después de ver una pelicula de Woody Allen me quedo pensando si él, como director, se quedó contento con el resultado. Porque si fuera así, Allen no se deja el listón muy alto, teniendo en cuenta la materia prima que tiene en sus manos. Por que la materia prima, los actores, con una Cate Blanchett majestuosa, sostienen la pelicula de arriba a abajo. A pesar de que Allen les ponga como unos esterotipos de cualquier series de televisión mediocre, los actores salvan el pellejo al director. El guión, también de la mano del director, no ha dejado mucho espacio para sorpresas o para reflexiones un poco más profundas. La cámera gira alrededor de Cate Blanchett que saca lo que pueda para dar contenido a su papel de esposa falsa (hasta su nombre) e ignorante, viviendo una vida decadente y superflu que cayó de un día para otro hasta el fondo del pozo dónde su hermana le toca intentar ayudarla a rehacer su vida. En esta relación Allen esconde de una forma divertida algunas experiencias personales poniendo las hermanas (ambas adoptadas de diferentes padres) como opuestas por culpa de los 'genes'. Durante la peli se alternan diálogos que ni los actores se lo creen con conversaciones curiosas y muy directas entre Jasmine y
sus sobrinos. En general Allen no deja mucho espacio para la imaginación del espectador y alarga los diálogos como para asegurarse si hemos captado el mensaje. Irritante. Quizás está más dirigida al público americano, donde la pelicula parece ser su más taquillera hasta ahora. Como siempre en las pelis de Allen hay frases para enmarcar ("No sé, pero parece que el Xanax no está teniendo efecto hoy") y la pelicula consigue un ritmo agradable. Afortunadamente Allen no nos castiga con tarjetas postales de Nueva York o San Francisco. En resumen, la pelicula entretiene, los actores cumplen de sobra, pero Allen deja un poquito
insatisfecho al espectador que busca cosquillitas más profundas.
Max
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