Como cine de terror, perfecta. Como drama o docudrama, que creo será la verdadera intención del director, la peli deja algo más que desear. Todo el mundo es malo. La madre, el amante de la madre, la mejor amiga, los compañeros de clase, la maestra, la tía, el “novio”, la asistenta social, la vecina del piso de abajo, la cajera del supermercado, el proxeneta, los violadores, la policía sueca... Perdón, pero no me lo creo. Además no es que sean malos, no es que como personas humanas saquen de nota un cuatro o un dos, es que son de cero. Perdón, pero no me lo creo. No me creo que la única persona con la que se pueda relacionar esa criatura, sea con un niño “apaleado” como ella y quizá sólo por esa misma razón. En el ser humano hay algo más.
Es lo que tiene el exagerar el trazo, que corremos el riesgo de convertir el retrato en caricatura. Y lo peor es que al final el árbol no nos deja ver el bosque y salimos del cine tan horrorizados, con tanto miedo y asco que somos incapaces de tener un mínimo de clarividencia y sentido común para analizar que hay detrás de ese asqueroso mundo de “la trata de blancas” y “explotación infantil” y solo desde el análisis sereno avanzaremos.
Buena interpretación de Oksana Akinshina en su papel adolescente y magnifica ambientación con esa fotografía de esos sórdidos barrios, cielos permanentemente nublados y el frío, ese frío que el director nos hace llegar a sentir hasta en nuestros huesos.