Ambiciosa en su alcance, pero conmovedora en su esencia.
La belleza y detalle del épico mundo de Tolkien están perfectamente construidos, con una cinematografía digna de la gran pantalla. Visualmente, se nota el presupuesto, es realmente impresionante.

Por suerte, eso no es todo: por lo que hemos podido ver en esta primera temporada, los personajes (tanto los ya conocidos como los inventados) son interesantes y profundos. A destacar entre los clásicos, Elrond, Galadriel y Elendil, muy bien plasmados pero que resultan frescos; y entre las nuevas incorporaciones, toda la comunidad Harfoot, el elfo silvano Arondir, el enigmático Halbrand y el dúo Durin-Disa en el deslumbrante reino enano de Khazad-Dum.

El guión parece también estar en su punto, con una narración cuidadosa que logra la inmensa tarea de equilibrar lo viejo y lo nuevo, con respeto y amor por las palabras del profesor, y con nuevas creaciones bienvenidas en muchos lugares, pues hay misterios introducidos que ni el mayor experto en Tolkien puede resolver todavía.

En resumen, desprende novedad pero a su vez cariño al material original. Un buen ejemplo de ello sería el sutil homenaje en la introducción al "Ailundalë" (la música de los Ainur que supone el génesis en la mitología de Tolkien); cuando más fácilmente podrían haber hecho un espectáculo de mapas y personajes más típico, pero habría sido menos atrevido y sensible que lo que han escogido.

Todo ello, hace que este equipo se haya ganado la licencia de crear algo nuevo, y merecen que demos a esta historia una buena oportunidad.
Hasta ahora, y lo dice un gran friki de la Tierra Media, un 9.5/10 muy satisfactorio, y muchas ganas de ver más.