La película principia de una manera en absoluto convencional, pudiendo ser tildada de anti estética y sin una lógica ilativa clara en sus fotogramas.
Esa sensación de incomodidad o confusión se va atemperando a los veinte minutos, donde el film consigue embaucarte a una sincera nostalgia, narrada desde la vida de un protagonista que arrastra en su interior una gran insatisfacción personal, al no haber llegado a ser aquello a lo que aspiraba; conformándose con una vida superficial, suntuosa y vana en la Alta Sociedad de Roma.
No deja de ser un sentimiento de saudade sobre lo que se llega a ser y lo que pudo haber sido, dejando un sabor amargo y melancólico en su término, pero no en un sentido peyorativo. Por tanto, aunque amarga y melancólica, merece la pena verla aunque solo sea por su música y su acertada fotografía.