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Críticas 12
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
24 de marzo de 2009
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué decir?... Es sobradamente conocida esta "magna obra" de la animación. Ahora que tengo casi veinte años me sigue gustando... Evidentemente ahora no es lo mismo que cuando aún gozaba de los tiernos placeres de la niñez. De pequeño esta película constituye toda una expericencia, no quiero parecer dogmático pero creo que nadie puede negar este hecho; esta película es la típica que deberían poner a los muchachos en párbulos y aún en primaria.

Esta película de animación tiene lo que se dice "sustancia". Sus fotogramas nos permiten advertir los más variopintos matices: morales, metafísicos, éticos, etc. Lo admito, ahora quizá esos valores no se ajustan a mi "regla de medir", pero creo que verla en edad adulta constituye no sólo una rememoración muy placentera, dado que incluso podría afirmar que quien no la haya visto de niño podría incluso (si es un poco listo...) percibir la hermosa policromía artística y moral que conforma la hora del metraje de esta grandiosa obra cinematográfica que encandiló a muchos jóvenes y que, a no dudarlo, aún persevera en la memoria de todos nosotros. Y no deseo terminar esta crítica sin decir que la banda sonora sin duda añade a esta película algo más que la guinda del pastel. ¡Magnífica!
19 de enero de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bonita película, y un poco perturbadora también, que nos habla sobre la guerra y el nacionalismo, sobre el dolor que estos generan y la manera de sobreponerse a él.

Visualmente es bella, y, como ya se ha dicho, juega bien con la transición del blanco y negro al color.

Las interpretaciones son estupendas.

La película trata de una chica que ha perdido a su prometido en la Primera Gran Guerra, y a cuya tumba vacía va a depositar flores de vez en cuando. Pero un día ve a un extraño joven, extranjero, en la tumba, el cual, según parece, fue un buen amigo del prometido antes de la guerra, durante la estancia de este en Francia.

La película nos muestra la evolución de una relación basada en el dolor de la ausencia, entre el joven extranjero, cuya presencia no es bien recibida en la ciudad, y la familia del joven fallecido, especialmente la prometida.

En el spoiler desarrollo más la cuestión, pero desvelando partes de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La película nos muestra las consecuencias de la guerra, y el sinsentido de las oposiciones artificiales derivadas del nacionalismo.

La consecuencia más importante de la guerra son las pérdidas que genera, y también la huella de lo que no volverá, o quizá sí. Lo interesante de esta película no es solo el claro mensaje pacifista, sino, a mi juicio, su análisis de la manera en que nos intentamos sobreponer al dolor que genera toda pérdida.

La manera de sobreponerse al dolor es la mentira. Si esta palabra se encuentra cargada de matices peyorativos, podemos emplear otra más neutra. En lugar de mentira, digamos ilusión.

Lo voy a decir de manera un poco provocativa: la manera de sobreponerse a la verdad es la ilusión.

No estamos preparados para la verdad (de la guerra, de la pérdida, del dolor), de manera que no tenemos más remedio que dar un rodeo. El misterioso francés que aparece en la tumba no tiene más remedio que engañar a la familia del soldado alemán, así como la prometida del soldado no tiene más remedio que mentir a la familia de este, cuando descubre que el amigo es en realidad el asesino.

La verdad es demasiado impactante, así que a menudo no tenemos otro remedio que dar un rodeo hacia ella. El rodeo no es solo una manera de ocultar la verdad (de no toparnos con ella), sino también una manera de prepararnos para recibirla. El francés no se convierte en un asesino hasta que le confiesa la verdad a la prometida de su víctima, y solo es capaz de recibir la verdad (de admitirla: «Soy el asesino») después de haberla retrasado lo suficiente, es decir: después de haber conocido los efectos de la verdad (una familia destrozada en un país destrozado); ahora bien, para llegar hasta los efectos de su acto era necesario que mintiera, pues solo a través de un velo resulta posible que el agente se haga presente (ocultándose) y tome conciencia de lo que ha hecho, que es sin duda algo terrible.

Creo que no tiene sentido hablar de “verdad” si no es en cuanto resultado de este proceso de re-conocimiento (y de descubrimiento, que es también --en sentido literal-- un des-cubrimiento), en el que la causa se hace cargo de sus efectos, que es lo que intenta el francés cuando va a Alemania a presentar sus respetos a la tumba de su víctima y a conocer a su familia; pero la clave está en que este proceso de descubrimiento, que culmina con la verdad, precisa de una mediación, y esta mediación no puede ser la propia verdad, sino un rodeo hacia la misma: una ilusión. La mentira no se opone a la verdad, sino que es un momento de la misma.

Si digo que la película es un poco perturbadora, se debe a la atracción que la prometida del soldado caído acaba sintiendo por el asesino de su ser amado. El francés, que, aunque otra víctima más de la guerra, es el autor del crimen, se libera, al menos en parte, cuando reconoce ser el asesino (pues recibe la verdad: «He matado»); sin embargo, después de re-conocer lo que se ha hecho, la carga de la verdad pasa a la otra parte, a la otra víctima (la prometida), que ahora tiene la tarea, no menos ardua, de perdonar, es decir: de reconciliarse con (el autor de) la verdad, que tanto dolor le ha causado.

Si digo, pues, que me resulta perturbador, es porque, según interpreto, la única manera que encuentra la prometida de sobreponerse al dolor, o de reconciliarse con el causante del mismo, no es pasando página (o asimilando la verdad, una vez descubierta) sino aferrándose a lo único que queda su amor desaparecido, que es el francés y su mentira, representada, creo, por el cuadro de Manet en el Louvre.
4 de abril de 2009
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cuánto nos gustan los dualismos! También al maestro Kubrick le han cautivado, y en el último film de su magnífica y dilatada carrera ha dejado muy al descubierto su fascinación por la psique humana. Stanley Kubrick ya había demostrado este interés en otras cintas como por ejemplo en “La chaqueta Metálica”, donde nuestro protagonista, paradójicamente, se protege con un casco en el que ha escrito “born to kill” y porta en la solapa una chapa con el símbolo de la paz; cuando el coronel cabreado le pregunta por el sentido de su estética, él se limita a contestar: “yo creo que intento sugerir algo sobre la dualidad del hombre, señor”.

(spoiler)

“Eyes Wide Shut” representa no más que otra sugerencia acerca de la dualidad humana, eso sí, una sugerencia en mi opinión muy atractiva y sin duda soberbia. En este caso, la bella Nicole Kidman simboliza el deseo, y el no menos atractivo Tom Cruise la razón. Me resulta encantadora la escena en la que la pareja está en su cuarto fumando un porro y Kidman empieza a interrogar a Cruise acerca de la fiesta en la que ambos estuvieron la noche anterior aparentemente ligando. No sólo eso, sino que Kidman en su afán indagatorio coloca a su marido en una situación desbordante. El inocente Cruise no da crédito, no es capaz de contestar con soltura a las cuestiones de su esposa, que son, al fin y al cabo, las cuestiones que el DESEO (la concupiscencia, la lujuria, el erotismo) le lanza a la RAZÓN. La razón que siempre va en busca de seguridades, una razón que representa las buenas costumbres, la moral, las instituciones, etc. Es decir, lo políticamente correcto.

Pero nuestros instintos, encarnados por Nicole Kidman, son ajenos a toda esta parafernalia de la razón. Kidman sólo siente incredulidad ante las respuestas de su marido, lo que escucha la deja contrariada. Y, finalmente, Nicole Kidman siente pena por él, tanta que no puede por menos de echarse a reír ante la inocencia que manifiesta. Decide quebrar con un relato íntimo la concepción tan “ordenada” que del mundo y de ella misma tiene Cruise. Le explica que habría dejado todo, todo lo que la razón y el esfuerzo han construido lenta y de forma continuada. Ante la mirada atónita de su marido admite que le habría dejado a él, a su hija, a su futuro, en fin, TODO; por satisfacer una mirada…

Tras esta revelación Cruise ha perdido la venda que cegaba sus ojos, ha descubierto que hay otro mundo más allá del que nos enseñan las “buenas costumbres”. Pero la razón encuentra un mundo que no está hecho para ella, lleno de inseguridades, de riesgos e invadido por el azar. Finalmente, le confiesa a su mujer este viaje que le ha terminado desquiciando y asustando; de algún modo le ruega a Nicole que le vuelva a cubrir los ojos con una suave venda.

¿Un sueño puede ser acallado sin más? ¿Es nuestra vida una constante negación de lo que realmente somos? ¿Cuánto tardaremos en reunir el valor necesario para sumirnos y ahogarnos en el mar de nuestros sueños?
27 de diciembre de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Shyamalan es un director con ocurrencias brillantes que unas veces ejecuta mejor y otras veces no tanto.

Señales es un ejemplo de cuando a Shyamalan le salen bien las cosas. El concepto básico es el siguiente: una invasión alienígena de la que no vemos prácticamente nada. A mí esta vuelta de tuerca al género me parece brillante. Acostumbrados como estamos a las invasiones aparatosas, tipo Independence Day o La guerra de los mundos, con naves alienígenas abduciendo a la gente y desintegrando edificios con rayos láser, Shyamalan apuesta por un enfoque más psicológico y sabe crear un clima de miedo y tensión a partir de lo que no vemos. Se trata, pues, de una amenaza invisible, que, debido a sus características, parece estar en todas partes, siempre al acecho, un poco como en la primera de Alien.

Sigo en spoiler desvelando detalles de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Shyamalan emplea recursos muy efectivos para transmitir al espectador miedo y tensión: una casa aislada en un modesto pueblo, señales extrañas en campos de maíz, pequeños ruidos por aquí y por allá, los ladridos de los perros, una sombra en el tejado, una pierna perdiéndose entre el maíz, libros con ilustraciones proféticas, etc.

Todo ello culmina con la magistral escena en la que se nos presenta al alienígena, que a mí en su momento me impactó mucho (la vi cuando era pequeño), y cuyo efecto se ve multiplicado gracias al acierto de Shyamalan de mostrárnoslo a través de un vídeo casero en una fiesta de cumpleaños. Mi reacción fue la misma o peor que la del personaje interpretado por Joaquin Phoenix. Insisto: brillante.

Finalmente, no es posible hablar de esta película sin hacer referencia a su evidente trasfondo religioso. Las señales son de dos tipos: las que podemos ver en los campos de maíz y las que no podemos ver, las divinas. En efecto, lo que permite a nuestros protagonistas terminar comiendo perdices son unas ¿casualidades? que devuelven al personaje de Mel Gibson, un ex-pastor protestante, al camino de la fe que había abandonado después de una dolorosa pérdida.

Todo apunta al milagro: la manía de la niña de dejar vasos de agua por todas partes, que el hermano del pastor sea un bateador profesional retirado, que el hijo padezca asma...

Para mi gusto, Señales es una de las mejores películas de Shyamalan, imprescindible para los amantes del terror psicológico.

Por cierto, la banda sonora de James Newton Howard es fantástica.
27 de noviembre de 2021
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me dice un amigo que el cine coreano es una sucursal del cine americano, y, con alguna honrosa excepción, me parece que no le falta razón. Esta película es un buen ejemplo.

Entiendo que es muy difícil encontrar un equilibrio entre generar sensación de riesgo en el espectador y contar la historia que uno quiere, pero a menudo el resultado es demasiado artificioso. Se me dirá que si quiero realismo que no vea películas de zombies, y es verdad, pero no puedo evitar que ciertas conveniencias de guión me saquen de la película, especialmente a un aficionado de los vídeojuegos como yo, acostumbrado a que los errores sean castigados.

Los zombies son rápidos y numerosos, pero cuando el guión lo requiere no son tan rápidos ni tan numerosos, como si las hordas de zombies manando de la estación acristalada hubieran decidido echarse una siestecita en el techo del tren, mientras que los más emprendedores, no muchos, por suerte, se vuelven más lentos que el caballo del malo y no son capaces de dar caza a una señora de provecta edad. Lo más cantoso de todo es el tiempo de transformación: en la inmensa mayoría de los casos la mutación es instantánea, pero el tiempo se estira bastante en función de las necesidades del guión. Supongo que las películas de acción y aventuras no serían posibles sin conveniencias de este tipo, pues es indispensable hacer sentir al espectador que los protagonistas están amenazados de verdad, pero convendría disimular algo mejor los efectos del guión y del montaje, porque puede arruinar la experiencia (al menos a los que somos un poco más maniáticos).

Pero lo peor no son las conveniencias, sino los tópicos. Supongo que la culpa es mía, que me hago viejo y cascarrabias. La historia del padre ausente que se da cuenta de la importancia de cultivar su relación con los hijos después de una experiencia traumática es un verdadero clásico. Es lo que nos cuenta Spielberg en muchas de sus películas más importantes, como si tuviera alguna carencia afectiva por culpa de papá Spielberg. Al menos Spielberg ha hecho películas extraordinarias, a pesar de todos los “peros” que le queramos poner.

Lo dicho, a mí me parece que esta película está un pelín sobrevalorada.
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