Dejarte caer de espaldas sobre los brazos de unos desconocidos y con los ojos cerrados creo que sería lo más parecido a ver “Mad men”. Voy por el trece de la 2ª temporada, y es mareante intuir que hay cosas que se me escapan de esta serie. No soy seguidor de series de ningún tipo y sí del buen cine, pero desde ahora incorporo en mi repertorio las series al mismo nivel que el cine. “Mad men” es exquisita en su factura visual y formal, en sus planos y en sus deliciosos detalles como la observación de un vaso de ¿cristal de roca? por parte de Don Draper que equivale al salto cualitativo que da su vida en su lado material, del vaso de cristal corriente al del cristal de lujo, otro ejemplo más evidente de lo mismo es la compra de un coche de lujo, exclusivo, de a quien ya no le preocupa el dinero. Ya se ha dicho todo, pero no he visto comentarios que profundicen en el trasfondo de la serie, según mi punto de vista.
El ascenso en el trabajo es proporcional a la capacidad de manipulación, y la publicidad de un sujetador sigue las mismas reglas que la elección de un candidato a presidente. No importa la verdad, nadie que quiera triunfar se la plantea. Y sólo cuando has demostrado tu capacidad de manipulación y tu falta de moral, aparentemente, estás preparado para ingresar en el selecto club de los vendedores de falsos sueños que dirigen nuestras vidas, nos guste o no y en mayor o en menor medida. “Mad men” es una propuesta inteligente y creíble a la pregunta de ¿cómo y quien dirige este mundo?
Opiniones a parte,me gusta viajar física y emocionalmente a otras realidades y sentirme un espectador privilegiado, y esta serie me llena de paisajes y viajes.