Maravillosa de principio a fin. Inquietante, seductora, desconcertante y cargada de belleza, esta película es una delicia para los amantes del cine no convencional. Una historia cruda, pero relatada con gran elegancia y delicadeza. Dada su larga duración, los giros inesperados sorprenden cada vez menos en la recta final. Sin embargo, son tan fantásticos los encuadres, la fotografía, los escenarios, y son tan poderosas las entrañas del triángulo amoroso, que disfrutas muchísimo de ella hasta el final.

La Italia del siglo XX, dos amigos y una larga relación de fraternidad/rivalidad. Su amistad crece, se estrecha, se pierde, y sobretodo, se transforma. El relato pasa a menudo de jovial a sombrío; examinando los sentimientos más extremos de la vida. Unas vidas llenas de crudeza y hostilidad, pero también de unión y rebeldía. La hermosa puesta en escena, junto con la marcada identidad del pueblo y los jovencísimos actores principales dan sentido a las cinco horas de duración. Con paciencia, la película emociona, aterroriza y seduce, y sin duda no deja indiferente. Un bellísimo retrato de la época fascista que celebra la suerte de de vivir.

Todas sus escenas emanan magia, de sus composiciones cuidadísimas, de los entrañables decorados; toda ella en sí es más parecida a un dulce que a una película, gusta y mucho, a algunos empacha, y otros solo quieren comer más. La guinda la ponen los personajes tan extravagantes como variopintos, caricaturizados con gran gusto y gracia. Una película que no se ocupa de temas trascendentales, ni profundiza en sus personajes, ni hace peripecias con efectos especiales, ni siquiera tiene giros ni misterios. Son solo la puesta en escena, el ritmo acelerado y la maravillosa música la que hacen a este dulce de lo más entretenido y entrañable.

Su originalidad en un tema tan solicitado (la supervivencia de la raza humana en apuros), la diferencia de otras películas del género que abusan de la escena digital, y de la exaltación heroica del norteamericano salvador.
Snowpiercer se acomoda en el constante contraste, te deleita con escenarios inimaginables, y se completa con el elenco de personajes excéntrico-oscuros. Con una estética teatral, colorista y detallista; se sortean obstáculos propiciando la sorpresa y lo inesperado. El miniuniverso del tren encaja y convence; pero sobretodo invita a reflexionar sobre el establecido sistema de estratificación social.

La desdicha convertida en vida, color y magia. La primera etapa brilla en una atmósfera cálida y dulce; con la inocencia y simpatía de los recuerdos de infancia y de una India de ensueño. Sin embrago, la segunda etapa del relato se reduce a la angustia, la supervivencia y el desgaste. Gracias a la intermitente presencia de la fábula y de imágenes sorprendentes, flotamos hacia un final que hace reflexionar sobre las creencias del ser humano y su necesidad de crear un mundo mejor mediante la fantasía y la ilusión.
A pesar del recargado mensaje moral, de ser en ocasiones tediosa, incluso de no contar con interpretaciones magistrales y del excesivo protagonismo de los animales, extrañamente deja huella. Fascina con su explosión de color y amaneceres sublimes.