Tres caminos que se funden en uno con cierto humor irónico e inteligente. Se cuenta lo que es, lo que hay. Rompiendo tabúes y complejos. Pura poesía cinematográfica en algunos momentos. Y lo más importante: Fesser pone las cartas sobre la mesa: que sea el espectador el que juzgue, no él.

Esta es una de esas películas que después de su visionado uno no sabe si está ante una obra maestra o una bazofia.
Advertir que no es una película convencional. No encontraremos acción, intriga o sexo en sus fotogramas. Es otro modo de narrar otras historias.
Y precisamente el fallo esté en querer interpretar. Los teóricos de las vanguardias artísticas de principios del siglo XX decía sobre su arte: si se puede interpretar es que ha fracasado.

Con estas palabras en mente debemos acercarnos al cine de este iraní y simplemente abandonarse a la película.

No sé si es que era muy tarde y estaba muy cansado, que el doblaje era pésimo o que la película es mala a secas... pero me pareció una historia insustancial.