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5,6
8.845
6
20 de abril de 2008
20 de abril de 2008
25 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
A todos los que esperen hallar en esta película una versión moderna de la mítica "Karate Kid", siento deciros que os llevaréis una desagradable sorpresa cuando os encontréis sentados en la sala de cine. Se asemeja más "A todo gas" con chulos que viven en enormes mansiones, chicas calentonas y con pocas neuronas, música hip-hop a todo volumen... Pero a la que han añadido un poco de la filosofía del pequeño saltamontes y una historia trágica (muy predecible y sobre-explotada en este tipo de películas) de fondo para volverla más amena y darle la clasificación de “acción dramática”.
Incluso nos hacen replantearnos sobre el papel de Internet en nuestra sociedad y el poder que ejerce entre los más jóvenes, es decir, nosotros (¿no era suficiente con “Rastro oculto”?).
Sinceramente, no está mal, pero llegan a concentrarse tanto en los tópicos que lo que realmente importa (las artes marciales mixtas, razón por la que fui a ver en realidad esta película) quedan en un muy segundo plano. De dos horas, solo media está dedicada a esta disciplina y tratado de una forma muy pasajera.
El único que consigue hacernos creer su papel es Djimon Hounsou, quien nos demuestra una vez más que los actores de color están infravalorados en la industria cinematográfica cuando son ellos lo que consiguen que películas como estás funcionen y evitan que los espectadores abandonen la sala a mitad del film.
Mi conclusión: entretenida, amena, no cumple las expectativas de los fans de las artes marciales (entre los que me incluyo), demuestra la imposibilidad de Hollywood para deshacerse de sus tópicos más arraigados y que Djimon Hounsou se merecía aquel Oscar que la academia decidió negarle.
Incluso nos hacen replantearnos sobre el papel de Internet en nuestra sociedad y el poder que ejerce entre los más jóvenes, es decir, nosotros (¿no era suficiente con “Rastro oculto”?).
Sinceramente, no está mal, pero llegan a concentrarse tanto en los tópicos que lo que realmente importa (las artes marciales mixtas, razón por la que fui a ver en realidad esta película) quedan en un muy segundo plano. De dos horas, solo media está dedicada a esta disciplina y tratado de una forma muy pasajera.
El único que consigue hacernos creer su papel es Djimon Hounsou, quien nos demuestra una vez más que los actores de color están infravalorados en la industria cinematográfica cuando son ellos lo que consiguen que películas como estás funcionen y evitan que los espectadores abandonen la sala a mitad del film.
Mi conclusión: entretenida, amena, no cumple las expectativas de los fans de las artes marciales (entre los que me incluyo), demuestra la imposibilidad de Hollywood para deshacerse de sus tópicos más arraigados y que Djimon Hounsou se merecía aquel Oscar que la academia decidió negarle.

5,1
38.487
7
19 de julio de 2008
19 de julio de 2008
18 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del extraordinario éxito de “La Momia” y su correspondiente secuela, “El regreso de la Momia”, el imaginativo guionista y director Stephen Sommers había echado sus redes en busca de un cambio de ritmo. Deseaba dar con una idea tan intrigante como las de sus éxitos mundiales y que estuviera a su altura, aunque un tanto diferente. Al cabo, no pudo menos que aceptar un concepto que seguiría explotando su enorme habilidad para presentar personajes intrigantes en medio de excitantes relatos de acción, reflejándolos en un lienzo épico con una sensibilidad decididamente actual. Éste es el punto de partida de Van Helsing, un relato rico en personajes famosos que prepara el regreso de un revitalizado género de aventuras de acción.
En primer lugar, me gustaría decir que es un grave error comparar esta película con sus antecesoras, pues son absolutamente diferentes, desentendiéndose la una de la otra por completo. Esta tendencia impide disfrutar de una película que, si bien no llegará a convertirse en una obra de culto, tampoco puede ser catalogada como simple película de pasar el rato.
Pese a la originalidad del guión en lo que respecta al trío de criaturas góticas unidas por fin en una sola película y la transformación de Van Helsing de un viejo amargado obsesionado con dar caza al vampiro más famoso de todos los tiempos en un cazador de criaturas fantásticas con un oscuro pasado, recordándonos a los súper-héroes más modernos; el excesivo uso de efectos especiales durante gran parte de la película y el barroquismo de determinadas escenas, provoca una saturación en la mente del espectador, impidiéndole disfrutar todo lo que debería de esta creativa historia. Además, el hecho de emplear mucho de algo no significa que esto sea mejor (cantidad no es lo mismo que calidad). El hombre-lobo, Drácula transformado en una bestia alada o sus novias convertidas en grandes aves rapaces… hechos completamente en el ordenador, inspiran menos terror que sus predecesores, que no eran más que simples hombres y mujeres con muchas horas de maquillajes y vestuario tras de sí. Quizás estos dos sean los dos puntos negativos más significativos, pero no por ello los únicos.
(la critica continua en el spoiler por falta de espacio)
En primer lugar, me gustaría decir que es un grave error comparar esta película con sus antecesoras, pues son absolutamente diferentes, desentendiéndose la una de la otra por completo. Esta tendencia impide disfrutar de una película que, si bien no llegará a convertirse en una obra de culto, tampoco puede ser catalogada como simple película de pasar el rato.
Pese a la originalidad del guión en lo que respecta al trío de criaturas góticas unidas por fin en una sola película y la transformación de Van Helsing de un viejo amargado obsesionado con dar caza al vampiro más famoso de todos los tiempos en un cazador de criaturas fantásticas con un oscuro pasado, recordándonos a los súper-héroes más modernos; el excesivo uso de efectos especiales durante gran parte de la película y el barroquismo de determinadas escenas, provoca una saturación en la mente del espectador, impidiéndole disfrutar todo lo que debería de esta creativa historia. Además, el hecho de emplear mucho de algo no significa que esto sea mejor (cantidad no es lo mismo que calidad). El hombre-lobo, Drácula transformado en una bestia alada o sus novias convertidas en grandes aves rapaces… hechos completamente en el ordenador, inspiran menos terror que sus predecesores, que no eran más que simples hombres y mujeres con muchas horas de maquillajes y vestuario tras de sí. Quizás estos dos sean los dos puntos negativos más significativos, pero no por ello los únicos.
(la critica continua en el spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Richard Roxburg interpreta al Conde Dracúla y, tal y como le paso a Eddie Murphy en el remake del vampiro negro, Roxburg no cumple las expectativas, ni siquiera las roza. No inspira terror , no seduce a la cámara y mucho menos a las mujeres que se encuentran tras ella (puede que en la película tuviera tres novias, pero en la realidad no se comería ni una rosca), incluso podríamos decir que en determinadas escenas, podemos apreciar una leve pluma que nos hace plantearnos sus gustos carnales… Lo mismo podríamos decir de Kate Beckinsale, que no sirve para vampiro ni como cazadora de los mismos. Un hecho sorprendente de esta mujer es su asombrosa facilidad para moverse por cualquier lugar y pelear al más puro estilo Jent Li (es decir, acrobacias imposibles que nos recuerdan a los dibujos de anime, sin sufrir rasguño alguno pese a todos los golpes recibidos) siempre embutida en un ajustado corsé, unos pantalones de cuero y unas botas de tacón alto. En mi opinión, debería replantearse lo de seguir en el mundo de la interpretación muy en serio, pues a este paso, su carrera será recordada con más pena que gloria.
Pero no todo son críticas negativas, pues para salvar a la película del desastre tenemos a Hugh Jackman, infravalorado por la industria cinematográfica hasta su aparición como Lobezno en la trilogía de X-Men (debemos recordar la gran polémica que tuvo esta decisión entre los fans de este grupo de súper-héroes, aunque más tarde tuvieran que reconocer su error y aplaudir una más que aceptable interpretación que se ha visto recompensada con la preparación de una película solo de este personaje). Al igual que el papel de Indiana Jones fue escrito para Harrison Ford, el de Van Helsing se creo para Hugh Jackman. El actor se encuentra cómodo en el papel de un hombre que vive maldecido con un pasado que no puede recordar y espoleado por una misión a la que es incapaz de negarse. Un simple movimiento de ojos o una media sonrisa son suficientes, no le hacen falta palabras para conseguir que el espectador se sienta plenamente identificado con este atormentado personaje con una estética que nos recuerda a los años dorados del western. Aparte de Hugh Jackman, tenemos a David Wenham como Carl (cambiando radicalmente de registro y de personaje), aportando una vena cómica que nos recuerdan a los clásicos de los años 40; y Shuler Hensley, como el monstruo de Frankenstein (cuando veáis su actuación recordar el comentario del maquillaje y los efectos especiales y entenderéis por qué lo puse). Sin olvidar el sabor español aportado por Elena Anaya como una de las novias de Drácula, sin duda alguna la más maquiavélica y hermosa de las tres.
En conclusión: Un guión poco perfilado, el exceso de efectos especiales, la espantosa interpretación de algunos de los actores… Acaban por arruinar un producto que podría haber sido catalogada como obra de culto entre los amantes de las criaturas de pesadillas, tal y como hicieron sus dos predecesoras.
Pero no todo son críticas negativas, pues para salvar a la película del desastre tenemos a Hugh Jackman, infravalorado por la industria cinematográfica hasta su aparición como Lobezno en la trilogía de X-Men (debemos recordar la gran polémica que tuvo esta decisión entre los fans de este grupo de súper-héroes, aunque más tarde tuvieran que reconocer su error y aplaudir una más que aceptable interpretación que se ha visto recompensada con la preparación de una película solo de este personaje). Al igual que el papel de Indiana Jones fue escrito para Harrison Ford, el de Van Helsing se creo para Hugh Jackman. El actor se encuentra cómodo en el papel de un hombre que vive maldecido con un pasado que no puede recordar y espoleado por una misión a la que es incapaz de negarse. Un simple movimiento de ojos o una media sonrisa son suficientes, no le hacen falta palabras para conseguir que el espectador se sienta plenamente identificado con este atormentado personaje con una estética que nos recuerda a los años dorados del western. Aparte de Hugh Jackman, tenemos a David Wenham como Carl (cambiando radicalmente de registro y de personaje), aportando una vena cómica que nos recuerdan a los clásicos de los años 40; y Shuler Hensley, como el monstruo de Frankenstein (cuando veáis su actuación recordar el comentario del maquillaje y los efectos especiales y entenderéis por qué lo puse). Sin olvidar el sabor español aportado por Elena Anaya como una de las novias de Drácula, sin duda alguna la más maquiavélica y hermosa de las tres.
En conclusión: Un guión poco perfilado, el exceso de efectos especiales, la espantosa interpretación de algunos de los actores… Acaban por arruinar un producto que podría haber sido catalogada como obra de culto entre los amantes de las criaturas de pesadillas, tal y como hicieron sus dos predecesoras.

4,0
7.105
4
14 de octubre de 2008
14 de octubre de 2008
37 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y es que ir a ver esta película con un amigo o pareja del género masculino puede terminar de manera muy desagradable para nosotras. Decírmelo a mi, cuyo acompañante acudió más de cinco veces al baño como si su vida dependiera de ello, obviamente, no le pregunté al salir del cine los motivos de esa necesidad, pues hay cosas que es mejor no saber. Pero como en esta crítica lo que interesa es mi opinión y no mis anécdotas personales, mejor empezamos cuanto antes.
El argumento en si es más escaso que los tangas de algunas conejitas de Plaboy que aparecen a lo largo de la película. Es tópica, más excesiva que cómica, más ridícula que simpática y tan artificial como la cirugía de alguna de sus protagonistas.
Y si hablamos de su protagonista, señalar que su tendencia a la omnipresencia a veces lleva a excederse en su histrionismo, con chistes de un solo sentido (ya sabéis cual) que ni siquiera provocan la sonrisa cómplice. Y en esta película, hay más de una escena donde la sobreactuación le hace un flaco favor a un personaje ya de por sí gracioso.
En resumen: Un largometraje que no corre ningún riesgo, totalmente previsible, con un optimismo azucarado y un tanto ingenuo como bandera.
El argumento en si es más escaso que los tangas de algunas conejitas de Plaboy que aparecen a lo largo de la película. Es tópica, más excesiva que cómica, más ridícula que simpática y tan artificial como la cirugía de alguna de sus protagonistas.
Y si hablamos de su protagonista, señalar que su tendencia a la omnipresencia a veces lleva a excederse en su histrionismo, con chistes de un solo sentido (ya sabéis cual) que ni siquiera provocan la sonrisa cómplice. Y en esta película, hay más de una escena donde la sobreactuación le hace un flaco favor a un personaje ya de por sí gracioso.
En resumen: Un largometraje que no corre ningún riesgo, totalmente previsible, con un optimismo azucarado y un tanto ingenuo como bandera.

6,1
82.559
9
8 de diciembre de 2008
8 de diciembre de 2008
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez tuve la suerte de que encontrar entre las estanterías de una librería “Mirada ciega” de Dean R. Koontz. En ella se contaban diferentes historias, pero, la que más captó mi atención en su momento era la de un asesino que, una vez cometido el crimen, acababa siempre ingresado por distintas causas debido a su exagerada sensibilidad ante las consecuencias de sus acciones. El decía: “No era la acción lo que le molestaba, sino lo que venía después. A su juicio, había demasiados cineastas y novelistas empecinados en mostrarnos las consecuencias de la acción, como si fueran más importantes que la historia en sí. Sin embargo, la aparte más entretenida es la del movimiento, la propia acción, y no las repercusiones de esta”. Al leer estas líneas vino inmediatamente a mi cabeza esta película y una sonrisa asomo en mis labios. Todavía recuerdo el enfado de mi madre cuando me encontraba con mi padre disfrutando de la trilogía completa del moderno hombre de hojalata en el sofá de nuestro salón, siempre se quejaba de que una niña sensible no debía crecer con violencia, pues acabaría acostumbrándome a ella y volviéndome insensible. Mi padre siempre decía lo mismo: “Es importante que aprenda que toda acción tiene sus consecuencias”.
Hoy, gracias a los programas de intercambio de archivos, vuelvo a tener esta obra maestra en mi filmoteca y la disfruto siempre que puedo. Además, gracias a los años, he descubierto que las palabras de mi padre no podrían ser más ciertas. El problema de las películas actuales es que solo buscan el máximo beneficio, y ello implica modificar los guiones hasta conseguir que sea apto para todos los públicos. En consecuencia, siempre vemos a los malos dar golpes y los buenos recibirlos como si de una película de cine mudo se tratase, sin profundizar más en todo lo que un acto violento puede llegar a implicar realmente. Esta película, a mi parecer, fue muy valiente en su época. Pues mostraba precisamente lo que otros luchaban por ocultar bajo capas de chistes fáciles y actores de moda.
La película en si misma en una denuncia hacia la pasividad de la sociedad que observa impasible como su mundo se derrumba, esperando siempre que sean otros quienes lo solucionen, aunque para ello el precio a pagar sea muy alto. Amonesta a una población que basa su felicidad en el poseer, en las cosas materiales, olvidándose de las personas.
También reprende a las grandes multinacionales y las personas (si puede denominárseles de esa manera) que se encuentran tras ellas, convirtiendo cada vida humana en un posible negocio.
(la critica continúa en el spoiler por falta de espacio)
Hoy, gracias a los programas de intercambio de archivos, vuelvo a tener esta obra maestra en mi filmoteca y la disfruto siempre que puedo. Además, gracias a los años, he descubierto que las palabras de mi padre no podrían ser más ciertas. El problema de las películas actuales es que solo buscan el máximo beneficio, y ello implica modificar los guiones hasta conseguir que sea apto para todos los públicos. En consecuencia, siempre vemos a los malos dar golpes y los buenos recibirlos como si de una película de cine mudo se tratase, sin profundizar más en todo lo que un acto violento puede llegar a implicar realmente. Esta película, a mi parecer, fue muy valiente en su época. Pues mostraba precisamente lo que otros luchaban por ocultar bajo capas de chistes fáciles y actores de moda.
La película en si misma en una denuncia hacia la pasividad de la sociedad que observa impasible como su mundo se derrumba, esperando siempre que sean otros quienes lo solucionen, aunque para ello el precio a pagar sea muy alto. Amonesta a una población que basa su felicidad en el poseer, en las cosas materiales, olvidándose de las personas.
También reprende a las grandes multinacionales y las personas (si puede denominárseles de esa manera) que se encuentran tras ellas, convirtiendo cada vida humana en un posible negocio.
(la critica continúa en el spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por supuesto, no debemos olvidar al personaje principal, el agente de policía Murphy, alias Robocop. Obligado a convertirse en el producto estrella de un sistema corrupto que únicamente mira por sus intereses y no por los ciudadanos, pero que, misteriosamente, conserva todo aquello que le hace seguir siendo humano. Un personaje de culto que sobrevive al paso de los años y que seguirá conmoviendo a las futuras generaciones.
Tampoco debemos olvidar la mítica banda sonora que acompaño las aventuras de este moderno caballero de brillante armadura y que consiguió, junto al guión y la soberbia actuación de sus personajes (algunos más queridos que otros), a convertir a Robocop en un referencia en el genero de ciencia ficción.
Quizás el único punto negativo remite a la ingenuidad de algunas escenas que al espectador le cuesta tragar y los pocos trabajados efectos especiales de otros (aunque, dado la época en que fue rodada la película puede perdonársele).
En conclusión: Película de culto de obligada visión para poder considerarte amante de la ciencia ficción y que oculta un mensaje moral que deberíamos reflexionar más a menudo.
Tampoco debemos olvidar la mítica banda sonora que acompaño las aventuras de este moderno caballero de brillante armadura y que consiguió, junto al guión y la soberbia actuación de sus personajes (algunos más queridos que otros), a convertir a Robocop en un referencia en el genero de ciencia ficción.
Quizás el único punto negativo remite a la ingenuidad de algunas escenas que al espectador le cuesta tragar y los pocos trabajados efectos especiales de otros (aunque, dado la época en que fue rodada la película puede perdonársele).
En conclusión: Película de culto de obligada visión para poder considerarte amante de la ciencia ficción y que oculta un mensaje moral que deberíamos reflexionar más a menudo.
17 de febrero de 2009
17 de febrero de 2009
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás fuese el hecho de que pocas historias consigan sorprenderme en una época en la que el cine sobrevive a base de remakes, adaptaciones, precuelas, secuelas y demás -elas (que parezco Rihanna cantando su “Umbrella”), quizás se deba a que David Fincher solo consiguió arrancarme bostezos con sus últimos trabajos (Zodiac, La habitación del pánico o El club de la lucha) mientras los críticos prácticamente se inclinaban a su paso y besaban la tierra que pisaba como si de un profeta del cine contemporáneo se tratase, quizás se deba a que Cate Blanchett nunca ha sabido transmitirme más que indiferencia… El caso es que esta película, la favorita para triunfar en los Oscars de este año, nominada nada más y nada menos que a 13 estatuillas (el número de la mala suerte, lo que me resultaba especialmente irónico), no me ha gustado. Es más, cuando solo había transcurrido una hora y media de cinta, estuve más tiempo mirando el reloj de mi muñeca que la pantalla.
No debo negar que la historia en si misma es original y especialmente llamativa en una época en la que las personas, especialmente las del género femenino, luchan de maneras cada vez más abominables, como si de torturas medievales se tratasen, contra el tan temido tiempo. Ni terrorismo islámico, ni ataques biológicos, ni crisis económica mundial… El mayor temor actual es levantarse un mañana y descubrir horrorizados unas canas o unas arrugas que al acostarse no estaban ahí. Y, a fuerza de bisturí, botox y otras torturas que parecen estar inspiradas en un manuscrito de Stephen King, luchar con todas nuestras fuerzas (y dinero, ahora que sobra tanto, especialmente a los bancos) contra el tan temido enemigo. No obstante, pese a original en su contenido, peca de redundancia, aburriendo al espectador con situaciones que se prolongan en exceso, convirtiéndola en el típico producto de situaciones ya conocidas y resultados previsibles. Resulta especialmente los últimos minutos de la cinta que parecían un calco descarado de la campaña de Coca-cola “Para todos” (cuando vayáis a ver la película comprenderéis esta observación).
Por otro lado, los personajes, mejor dicho, los actores tampoco contribuyen al resultado final. Brad Pitt queda como la cara bonita (cuando ha rejuvenecido lo suficiente) al que apenas le conceden un diálogo superior a las siete líneas e incapaz de desprenderse de su imagen de casanova incluso con ochenta años bien maquillados (enrollarse con él a esa edad no se debe diferenciar mucho de hacerlo con una momia llena de viagra); Cate Blanchett puede cambiar continuamente de envase siendo Elizabeth I, una reina elfa (El señor de los
(la crítica continúa en el spoiler por falta de espacio)
No debo negar que la historia en si misma es original y especialmente llamativa en una época en la que las personas, especialmente las del género femenino, luchan de maneras cada vez más abominables, como si de torturas medievales se tratasen, contra el tan temido tiempo. Ni terrorismo islámico, ni ataques biológicos, ni crisis económica mundial… El mayor temor actual es levantarse un mañana y descubrir horrorizados unas canas o unas arrugas que al acostarse no estaban ahí. Y, a fuerza de bisturí, botox y otras torturas que parecen estar inspiradas en un manuscrito de Stephen King, luchar con todas nuestras fuerzas (y dinero, ahora que sobra tanto, especialmente a los bancos) contra el tan temido enemigo. No obstante, pese a original en su contenido, peca de redundancia, aburriendo al espectador con situaciones que se prolongan en exceso, convirtiéndola en el típico producto de situaciones ya conocidas y resultados previsibles. Resulta especialmente los últimos minutos de la cinta que parecían un calco descarado de la campaña de Coca-cola “Para todos” (cuando vayáis a ver la película comprenderéis esta observación).
Por otro lado, los personajes, mejor dicho, los actores tampoco contribuyen al resultado final. Brad Pitt queda como la cara bonita (cuando ha rejuvenecido lo suficiente) al que apenas le conceden un diálogo superior a las siete líneas e incapaz de desprenderse de su imagen de casanova incluso con ochenta años bien maquillados (enrollarse con él a esa edad no se debe diferenciar mucho de hacerlo con una momia llena de viagra); Cate Blanchett puede cambiar continuamente de envase siendo Elizabeth I, una reina elfa (El señor de los
(la crítica continúa en el spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
anillos) o una espía al servicio de la Unión Soviética (Indiana Jones 4), pero sus interpretaciones son prácticamente iguales, vacías e incapaces de transmitir la más mínima emoción, salvo aburrimiento y somnolencia.
En lo referente al resto de personajes secundarios… Típicos y que responden a los tópicos clásicos del cine.
No obstante, merece un apartado, e incluso una crítica aparte, la increíble labor técnica desarrollada en esta película. Personalmente, me gusto el uso de la iluminación que imitaba los retratos sepias de antaño, consiguiendo transmitir una gran calidez y cercanía que contrasta con la actual frialdad que produce el uso de la luz artificial y cuyo uso desgraciadamente se está extendiendo por los menores costes que implican a la producción. También mención especial la caracterización de Brad Pitt durante sus primeros (o sus últimos, dependiendo el ángulo de vista) de vida, con una increíble labor por parte del equipo de maquillaje que no veía desde “El Laberinto del Fauno”.
Asimismo, el vestuario y la recreación de las diferentes épocas por las que se suceden el personaje son, si se me permite el uso del adjetivo, perfecta. Un excelente trabajo de recreación que no pasa indiferente a nadie capaz de apreciar este trabajo que, aunque infravalorado, resulta esencial en toda película de época. Por su puesto, no puedo terminar sin hacer una especial mención a la labor realizada por el equipo de efectos visuales español que, gracias a trabajo incansable y una lucha constante por demostrar su talento, prácticamente tienen el Oscar con su nombre ya grabado.
En conclusión: Será que me gusta ir a contra corriente, el caso es que la mejor película del año me ha parecido la más aburrida, lineal y predecible. Incluso ahora, mientras escribo estas líneas, me invade un horrible sopor que me alienta a volver a meterme en la cama. Por ello, me despido de ustedes con un beso de buenas noches y hasta la siguiente crítica.
En lo referente al resto de personajes secundarios… Típicos y que responden a los tópicos clásicos del cine.
No obstante, merece un apartado, e incluso una crítica aparte, la increíble labor técnica desarrollada en esta película. Personalmente, me gusto el uso de la iluminación que imitaba los retratos sepias de antaño, consiguiendo transmitir una gran calidez y cercanía que contrasta con la actual frialdad que produce el uso de la luz artificial y cuyo uso desgraciadamente se está extendiendo por los menores costes que implican a la producción. También mención especial la caracterización de Brad Pitt durante sus primeros (o sus últimos, dependiendo el ángulo de vista) de vida, con una increíble labor por parte del equipo de maquillaje que no veía desde “El Laberinto del Fauno”.
Asimismo, el vestuario y la recreación de las diferentes épocas por las que se suceden el personaje son, si se me permite el uso del adjetivo, perfecta. Un excelente trabajo de recreación que no pasa indiferente a nadie capaz de apreciar este trabajo que, aunque infravalorado, resulta esencial en toda película de época. Por su puesto, no puedo terminar sin hacer una especial mención a la labor realizada por el equipo de efectos visuales español que, gracias a trabajo incansable y una lucha constante por demostrar su talento, prácticamente tienen el Oscar con su nombre ya grabado.
En conclusión: Será que me gusta ir a contra corriente, el caso es que la mejor película del año me ha parecido la más aburrida, lineal y predecible. Incluso ahora, mientras escribo estas líneas, me invade un horrible sopor que me alienta a volver a meterme en la cama. Por ello, me despido de ustedes con un beso de buenas noches y hasta la siguiente crítica.
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