Nunca al salir de un cine me había sentido tan estúpida por haber entrado. Nunca había pagado una entrada por ver una película tan deplorable. Rovira y León haciendo, como siempre, de sí mismos (y mira que cansan ya...), el gran Dechent, a falta de papeles que le hagan mayor justicia, tiene que vivir, es comprensible..aunque seguro que en su fuero interno lamenta haber participado en este bodrio y los japoneses...atrezzo y nada más.
Un buen consejo: ¡no vayan a verla! Aunque les regalen la entrada, ¡no vayan!, Aunque les den diez veces el dinero de la entrada, ¡no vayan!... No es sólo una perdida de tiempo sino algo mucho peor: el sentimiento de vergüenza por confesar que has ido a verla.

Los primeros cuatro capítulos consisten en elucubraciones mezcladas con recuerdos y paranoias varias. A partir del quinto, parece que se barrunta un argumento coherente. El sexto y séptimo te ordenan la historia que en los cuatro primeros aparecía a trocitos, como los vitrales que fabrica la protagonista. Y ya el último te deja sumido en el más sincero arrepentimiento, preguntándote qué misteriosa razón te llevó a ver esta serie pretendidamente oscura, absolutamente irreal y, sobre todo, profundamente aburrida. Lo único que compensa la pérdida de tiempo es esa Alba Flores, siempre inmensa y esas apariciones esporádicas de un Miguel Ángel Solá, que merecería mucho más protagonismo para enmendar, aunque fuera en parte, este desaguisado.

Casi desde la primera escena se barrunta un argumento espeso como la melaza. A lo largo de más dos horas eternas de escenas repetidas, de reiteradas inexpresivas expresiones, de los mismos diálogos sin sentido, la melaza se va espesando hasta que ya no sabes cómo sentarte y tu voz interior, con ese mismo estridente acento coreano, quiere gritar que ya no aguantas más semejante soporífera tortura.
Si algo bueno tiene esta pesadilla es el momento de la liberación, cuando se encienden las luces, se desentumecen los músculos y la mente recobra esa cordura que te lleva a preguntarte en qué momento decidiste comprar la entrada.
Si la magnifica "Parásitos" te descubrió el cine coreano, la tediosa "Decision to leave" logrará que no le des otra oportunidad.

Resumo con el título el contenido: cámara casi fija en el rostro de la niña protagonista. El resto: situaciones inconexas, escenas a trompicones y el reflejo absolutamente anacrónico de la infancia provinciana de la directora. Situados veinte años antes, los manidos tópicos que conforman el paupérrimo argumento, habrían merecido cierto interés. Hoy en día, no se entiende el éxito de esta película sino por el absoluto protagonismo femenino, tan de moda. En fin, darse a conocer así es fácil. Veremos si a esta cinta le siguen otras...Bueno, personalmente no lo veré: con esta he tenido más que suficiente.

Vaya esta crítica por todos los que estamos astragados de este Almodóvar que lleva siglos haciendo la misma película: un refrito paranoico de sus infinitas frustraciones. No pude terminar de ver este bodrio de miradas vidriosas e interminales silencios absurdos. No me ha interesado ni la manida historia de siempre, ni ese Banderas maduro, a pesar de lo que, como actor, ha mejorado con el tiempo, ni por supuesto esa Pe, tan sobrevalorada como mediocre. Definitivamente, no nos merecemos este castigo, como no mereció Amenabar la derrota...pero eso son los Goya: interesadamente ciegos al verdadero talento "mientras dure Almodóvar "