Anoche, tras años ya de recomendaciones, vi Lucía y el sexo por primera vez. No me gustó el exhibicionismo intelectual de Medem, que me abrumó con su simbolismo, no me creí demasiado a los actores (ni algunos personajes, puesto que estoy harto de escritores atormentados, como si los "fantasmas personales" nos hicieran más interesantes) y, en general, me dejó la sensación de ser una bella historia que en lugar de emocionarme me aburrió más de lo habitual al irse por las ramas de la abstracción.
Con todo, me gusta que un director se atreva a filmar una película tan personal, y por mucho que a mí me aburra también soy capaz de ver que hay cierto enriquecimiento que también se saca de todo esto. Es una mera cuestión de gusto. Pero, por favor, que éste no sea uno de mis "poemas" favoritos no es motivo para sentenciar que no merezco amar, como alguien ha escrito en este foro, y quedarse tan a gusto. No confundamos churras con merinas.