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Críticas ordenadas por utilidad
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6,7
52.717
8
2 de noviembre de 2011
2 de noviembre de 2011
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Perdóneme el lector la insolencia que voy a perpetrar, pero obviando la presuntuosidad que nos invade cuando nos disponemos a escribir, reconozco que sobre el argumento de la obra que nos ocupa, ‘Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio’ poco más podría añadir, y en cuyo caso, mi aportación sería nimia.
Haciendo un esfuerzo, me gustaría apuntar que, en mi opinión –la de un lector infantil compulsivo de las aventuras y desventuras del intrépido reportero belga, su inseparable can Milú, el Capitán más ebrio que haya surcado la mar y el resto de entrañables secundarios que aderezan los volúmenes de Tintín-, los 107 minutos de la cinta respetan el espíritu de la novela gráfica del genial Hergé.
De hecho, la traslación del cómic a la gran pantalla, no le ha hecho perder un ápice del tono amable, inocente, tierno e infantil que desprende la obra de Hergé en todas sus viñetas. Y surrealista. No hay que olvidar que Bélgica fue la cuna del surrealismo y del cómic, lo que supo aunar el autor para dar rienda suelta a su creatividad y no constreñirse a los márgenes de la realidad. Varios son los toques ‘dalinianos’ que Spielberg ha querido incluir en la cinta. Y se agradecen.
Permítanme un instante romper la –espero- coherencia de esta exposición, para rescatar un detalle que, por lo que pude apreciar en la sala, pasó desapercibido para los espectadores. El primer rostro que puebla la pantalla, el de aquel caricaturista que con su peculiar estilo inmortaliza a Tintín, no es otro que el del padre de esta genial criatura. George Remí, Hergé para los amigos.
Sirvan estos párrafos anteriores para llegar al contenido de la cinta. Desde que se supo que Spielberg iba a ser el director de la cinta, la rumorología señalaba que Tintín sería un calco de Indiana Jones. No se equivocaron. Ambos personajes, Tintín e Indiana Jones, periodista y catedrático de arqueología, se dejan llevar por el afán de conocimiento y por una curiosidad voraz. Cualquier pesquisa les sirve para embarcarse en una nueva y arriesgada aventura.
El ‘súmmum’ de esta paridad se denota en la impagable escena de acción en la que Tintín, Milú y Haddock se ven envueltos en una persecución para dar caza a Sakharine –que por estas cosas inexplicables de la mente, me recuerda al Profesor Moriarty- y a sus secuaces, en una localidad de Marruecos. Inevitablemente, el inicio de la secuencia, remite a aquella en la que Sean Connery –Henry Jones en ‘La última cruzada’- se embarca en un sidecar conducido por ‘Tintín Jones’. El resto es historia. Aunque si usted aún no la ha visto –o le apetece refrescarla- le aconsejo unos minutos de atención al corto de animación ‘Oktapodi’.
Sigue en 'spoiler' sin desvelar nada por falta de espacio.
Haciendo un esfuerzo, me gustaría apuntar que, en mi opinión –la de un lector infantil compulsivo de las aventuras y desventuras del intrépido reportero belga, su inseparable can Milú, el Capitán más ebrio que haya surcado la mar y el resto de entrañables secundarios que aderezan los volúmenes de Tintín-, los 107 minutos de la cinta respetan el espíritu de la novela gráfica del genial Hergé.
De hecho, la traslación del cómic a la gran pantalla, no le ha hecho perder un ápice del tono amable, inocente, tierno e infantil que desprende la obra de Hergé en todas sus viñetas. Y surrealista. No hay que olvidar que Bélgica fue la cuna del surrealismo y del cómic, lo que supo aunar el autor para dar rienda suelta a su creatividad y no constreñirse a los márgenes de la realidad. Varios son los toques ‘dalinianos’ que Spielberg ha querido incluir en la cinta. Y se agradecen.
Permítanme un instante romper la –espero- coherencia de esta exposición, para rescatar un detalle que, por lo que pude apreciar en la sala, pasó desapercibido para los espectadores. El primer rostro que puebla la pantalla, el de aquel caricaturista que con su peculiar estilo inmortaliza a Tintín, no es otro que el del padre de esta genial criatura. George Remí, Hergé para los amigos.
Sirvan estos párrafos anteriores para llegar al contenido de la cinta. Desde que se supo que Spielberg iba a ser el director de la cinta, la rumorología señalaba que Tintín sería un calco de Indiana Jones. No se equivocaron. Ambos personajes, Tintín e Indiana Jones, periodista y catedrático de arqueología, se dejan llevar por el afán de conocimiento y por una curiosidad voraz. Cualquier pesquisa les sirve para embarcarse en una nueva y arriesgada aventura.
El ‘súmmum’ de esta paridad se denota en la impagable escena de acción en la que Tintín, Milú y Haddock se ven envueltos en una persecución para dar caza a Sakharine –que por estas cosas inexplicables de la mente, me recuerda al Profesor Moriarty- y a sus secuaces, en una localidad de Marruecos. Inevitablemente, el inicio de la secuencia, remite a aquella en la que Sean Connery –Henry Jones en ‘La última cruzada’- se embarca en un sidecar conducido por ‘Tintín Jones’. El resto es historia. Aunque si usted aún no la ha visto –o le apetece refrescarla- le aconsejo unos minutos de atención al corto de animación ‘Oktapodi’.
Sigue en 'spoiler' sin desvelar nada por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Fue en esta secuencia de acción donde más me impresionó Spielberg. Quién me iba a decir a mí que el ideólogo de los ‘blockbusters de alto standing’ iba a tornarse, ya en su post-madurez, en una especie de Wong Kar-Wai. Me explico. Durante el metraje, el cineasta estadounidense introduce espejos, vidrios, cristales, líquidos y cualquier otro elemento con la propiedad de reflejar, para ofrecer puntos de vista singulares y jugar a desdoblar la realidad.
En la ya citada persecución, antes de que se inicie el carrusel de saltos, piruetas y cabriolas varias, Spielberg, por medio de un retrovisor, es capaz de lograr la paradoja de detener el tiempo mientras la acción avanza. Para ello, el bueno de Steven se adentra en la naturaleza primigenia de la obra –la estática del cómic- para plasmar una viñeta en la cinta, sin que con ello la película pierda ni cadencia ni ritmo. Es decir, Spielberg demuestra su temple, pervirtiendo la esencia cinematográfica -secuencial ella- para, por un instante, fijarla. Y lo hace, donde más complicado resulta, en una de las mejores escenas de acción filmadas en muchos años. Excelente.
A modo de epílogo diré que la conclusión de la cinta no se corresponde con el notable nivel del resto del metraje. Final abierto. Me parece una solución harta sencilla. E irrespetuosa, en este caso. No es otra cosa que un sometimiento a una técnica promocional, mediante la cual, al espectador que desde ya, con su entrada está sufragando la segunda parte de la anunciada trilogía de Tintín, no se le deja disfrutar de una primera aventura redonda, cerrada y auto-conclusiva.
Por lo demás, recomendable. Disfrútenla.
En la ya citada persecución, antes de que se inicie el carrusel de saltos, piruetas y cabriolas varias, Spielberg, por medio de un retrovisor, es capaz de lograr la paradoja de detener el tiempo mientras la acción avanza. Para ello, el bueno de Steven se adentra en la naturaleza primigenia de la obra –la estática del cómic- para plasmar una viñeta en la cinta, sin que con ello la película pierda ni cadencia ni ritmo. Es decir, Spielberg demuestra su temple, pervirtiendo la esencia cinematográfica -secuencial ella- para, por un instante, fijarla. Y lo hace, donde más complicado resulta, en una de las mejores escenas de acción filmadas en muchos años. Excelente.
A modo de epílogo diré que la conclusión de la cinta no se corresponde con el notable nivel del resto del metraje. Final abierto. Me parece una solución harta sencilla. E irrespetuosa, en este caso. No es otra cosa que un sometimiento a una técnica promocional, mediante la cual, al espectador que desde ya, con su entrada está sufragando la segunda parte de la anunciada trilogía de Tintín, no se le deja disfrutar de una primera aventura redonda, cerrada y auto-conclusiva.
Por lo demás, recomendable. Disfrútenla.
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