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Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
28 de mayo de 2009 4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente estéticamente, de ahí mi título. Jajaja un poco de humor cutre.
Incluso a finales de los setenta, la idea de la cual parte ésta absoluta obra maestra del género de ciencia-ficción es muy poco original: relato de suspense y terror sobre “bicho que persigue y se come a los humanos”. La novedad se daba con una nueva ubicación del monstruo: el abismo espacial y en el marco de la visión futurista de los viajes espaciales. No es suficiente transportar una vieja idea a un nuevo espacio y tiempo. Es decir, la película de Ridley Scott pudo ser bastante mediocre y, sobre el papel, poco o nada dejaría entrever.

Pero el gran logro de “Alien” es la soberbia conjunción entre personajes humanos y entorno físico, entre el penetrante sentido del horror y de lo insólito y la estética del diseño gráfico. Conjunciones al servicio de un relato sobrecogedor por su sentido del suspense, pero también por su poder metafórico, alcanzando una abrumadora textura operística de lo claustrofóbico en los abismos del espacio exterior.

De hecho, el verdadero protagonista de la película no son los perfiles humanos, sino el envoltorio físico y simbólico que los acuna: la gigantesca nave Nostromo. El diseño de la gran nave comercial alude a un enorme monstruo mecánico que vaga en el vacío interestelar, o un gran castillo o fortaleza gótica que aprisiona a sus habitantes. La lucha entre lo humano y lo mecánico está presente en sus diversos estratos.

Véase el inicio del filme: el oscuro vacío del cosmos da paso al engendro mecánico. Seguidamente, la cámara de Scott se recrea en la visualización -mediante travellings lentos y contemplativos - de los pasadizos, cables, chismes, profundidades y artefactos informáticos que significan el alma robótica de la nave. De esta forma, el entorno se configura en auténtico protagonista de la representación visual. Luego, se abre una puerta y se nos conduce a la sala en la cual los habitantes humanos están a punto de finalizar su hibernación en el seno de la fortaleza: no es casual que el cerebro informático que gobierna la nave y dirige la comitiva humana lleve el nombre de “Madre”.

A partir de ése punto, entramos a conocer la vida humana en el interior de la nave con un dibujo de personajes tan simple como eficaz y, sobretodo, diverso y rico en perspectivas: desde la fría introversión de Kane, el sarcasmo y la ironía de Bred y su pupilo, el cientifismo extremo y maquiavélico de Ash, la angustia de Lange o la autoridad honesta pero dubitativa de Dallas, todo ese conjunto humano aporta una excelente química de decisiones y maneras de afrontar el peligro. O sea, al envoltorio físico se le suma un gran contenido humano, atendiendo a las necesidades de un argumento que no requiere de personajes excesivamente complejos, pero sí deben ser significativos en el enfrentamiento con la situación y el contexto psicológico. Y lo logra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Más allá de lo humano, el diseño del alienígena y de cada uno de los interiores, rebosantes de una estética a caballo de lo gótico y lo psicodélico, lo abrupto y fantasmal, configuran una atmósfera onírica que acentúa en todo momento el sentido del horror vivido por los personajes humanos. La emulsión claustrofóbica provocada por la asfixiante arquitectura de la nave y la sutil presencia del alien se refuerza en distintos encuadres en los que Scott se cuida muy bien de situar los perfiles humanos en un espacio cerrado de puertas, pasadizos, gases, sonidos, y siluetas fantasmales insinuadas en cada rincón del campo visual. Muy inteligentemente, la propia silueta y textura física del alien se asemeja y se confunde con los tubos que recorren paredes y pasadizos, haciendo que el entorno humano forme una unidad con el entorno mecánico de la nave y el biológico del alien. Es esa perfecta y estimulante conjunción de elementos lo que le otorga su gran singularidad.

En lo metafórico, la dimensión física de la nave, el ordenador “Madre” (su correlato “psíquico“), Ash y el alien son las piezas mecánicas de atenuada racionalidad fría que se enfrentan a la humanidad más acentuada de Ripley y los suyos. La historia gana un fondo áspero y profundamente dramático cuando descubrimos que los verdaderos títeres de la confabulación no son humanos sino máquinas: la muerte de Ash, tan gesticulante, con esos cables violentamente truncados, la sangre blanca saliendo a borbotones y los grotescos ruidos cibernéticos, trasmite con un gran sentido onírico el escalofriante descubrimiento de lo inhumano que se escondía bajo una apariencia de racionalidad responsable. En palabras del mismo Ash, el alien es el ente biológico por excelencia, por su acción destructora sin remordimientos y “sin fantasías morales” que pudieran reprimirlos. Es decir, la máquina perfecta que atemoriza y persigue a quienes ya estan presos de la nave Nostromo.

Así pues, su enorme poder metafórico nos conduce a una consideración tan importante como su excelente realización a nivel de guión, estructura, tonalidad y sentido estético tanto en la esfera narrativa como en la plástica; “Alien”, aparte de un relato de terror, también es una alegoría sobre la deshumanización en la era tecnológica, sobre el ser humano perdido en una inmensidad cósmica de hallazgos en forma de viajes y creaciones tecnológicas, pero desamparado frente a la maquinaria del poder y la inconsciencia de muchos.
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