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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de diciembre de 2023
27 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La figura siempre entrañable o repulsiva en algunos casos del MAESTRO, se reivindica de forma muy significativa en esta película que pretende llegarnos desde nuestra más tierna infancia y despertar ya alejados recuerdos. Es difícil ser imparcial cuando nuestra Guerra Civil está por medio y la película como ambientación y relato de la misma está hecha bajo la mirada de un bando, pero aprenderíamos poco si nos quedamos en las hojas y no vemos el bosque.
La figura central y la esencia va del MAESTRO y la educación como elemento superador de la barbarie y la ignorancia cuyo final es, en este caso, la guerra. En el mundo actual sería la incapacidad de darnos cuenta del mundo en el que vivimos, anestesiado, individualista y narcisista, que nos aleja de la sociabilidad, del compartir en grupo, para enterrar nuestro espíritu crítico y que pueda mostrar rebeldía colectiva frente al sistema.
Antoni Benaiges, maestro catalán llegado a la escuela rural de Bañuelos de Bureba, un pueblo de Burgos, para relevar al cura en la última etapa de la República y que lo fue durante dos cursos, es el eje central de un film que se maneja en dos espacios temporales.
El actual, algo desdibujado y que puede ser políticamente cuestionable, centrado en la Memoria Histórica. Basado en la búsqueda de los restos de un bisabuelo que formaría parte del montón de cuerpos olvidados en las fosas comunes de ambos bandos en la guerra. Y lo hace a través de un personaje femenino, Laia Costa, que no consigue transmitir bien lo que le lleva a ese empeño. Apunta a estar pasando una mala etapa de desequilibrio emocional, está de baja, pero ni se desvelan los motivos, ni el personaje acaba de empatizar con lo que se demanda de él, no transciende en la película y hace que esta parte sea más floja que la del periodo de la República.
La otra etapa, la de mayor significación y atractivo está centrada en nuestro personaje Antonio, paradigma desde la simplicidad, el cariño y la apuesta por la transmisión de valores, de lo que un maestro debería representar en la enseñanza más básica. Apoyado en el método del pedagogo Célestin Freinet, trata de acercar a los niños a ser niños, expresarse, responsabilizarse, cooperar, experimentar y abrirse al mundo sin las ataduras de unas creencias transmitidas en aquel ambiente de preguerra, que cercenaban su desarrollo en libertad.
Enric Auquer está esplendido en este papel y se luce como guía observador de ese grupo de niños que alucinan con sus métodos y formas de entender las enseñanzas tan alejadas de su vida cotidiana. Ese maestro es un referente, elemento bastante perdido en la educación de hoy y un peligro desestabilizador en el marco social del pueblo. Empatiza con instantes y sentimientos de películas afamadas como “El club de los poetas muertos” o la propia “La vida es bella”, por citar alguna.
En ese mundo que vive en el miedo, en el qué dirán, en el no significarse para evitar problemas, Antonio desde su empatía y sencillez emite sus opiniones sin importarle, porque ese es su trabajo, su vocación y su legado para educar a esos niños en libertad, ofreciendo caminos a sus alumnos, sin adoctrinamiento -por lo menos en la película no se observan- . Los niños y Luisa Gavasa, mujer que le limpia la casa y le acerca la visión del pueblo, destacan en sus papeles, le dan un toque más coral al film y se hacen los depositarios del mensaje: "El maestro los llevará a ver el mar, les promete ver el mar", símbolo de conocer mundo, de ver más allá del pueblo en el que viven y que en aquella época les anclaba para toda la vida.
Seríamos ciegos si pretendiéramos mirar esta película con el prisma del color de las camisas de los contendientes o quedarnos para algunos en la panfletada de la Memoria Histórica como martillo pilón de la izquierda. Eso es contexto, esta película hace unos cuantos años hubiera levantado una enorme polvareda por el contexto, pero han pasado dos o tres generaciones y los que mayormente la comentarán, serán los jubilados que los martes ahora pueden acudir por un simbólico precio a disfrutar del arte del cine -y no es propaganda gubernamental, porque si no, la mayoría no iría-. Y podrán comentar con sus hijos y nietos su aportación humanística, tan alejada hoy en día del cine de efectos, superhéroes y virtualidad evasiva que nos alejan de lo real. Este “viejo” cine ya forma parte del boca a boca, como los sitios recónditos y típicos que todos buscamos para ver o comer cuando vamos de viaje y que poco se anuncian.
Perdonen por la extensión, es que yo también he sido “maestro”.
12 de septiembre de 2024
24 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa y muy interesante esta película, en su inicio, ambientada en la Barcelona de finales de los 50 y que para el gran público y parte de la crítica tendrá un marcado carácter localista, por su temática y ser bilingüe en su desarrollo.
Nada más lejos de la realidad, porque resalta aspectos y valores reivindicativos, un tanto alejados de la sociedad actual en la que vivimos, pero que vendrán muy bien para refrescar cómo se gestó el desarrollo de nuestras grandes ciudades y el abandono del sentir colectivo de las gentes de los barrios, hoy en absoluto retroceso.
Su protagonista principal, Manolo Vital era un conductor de autobús que se adueña del bus de la línea 47 para desmontar la falacia que el Ayuntamiento se empeñaba en repetir: los autobuses no podían subir las cuestas una barriada surgida en esos años finales de los 50, conocida como Torre Baró. Sus habitantes, muchos de ellos emigrantes de otras regiones españolas, que huían del hambre y la falta de trabajo en ellas; construyeron con sus propias manos los primeros enclaves chabolistas con sus propios medios y trabajo. Para ello, había que burlar la legislación, sin apenas ayuda y apoyarse unos a otros para poder salir adelante y tener un techo en el que cobijarse.
Con el paso de los años, muchas de las casas dejaron de ser chabolas, pero el barrio siguió siendo invisible para las autoridades. La gente trabajaba en la ciudad y habían conseguido unos mínimos: luz, agua corriente, colegio en barracones, accesos muy duros por la pendiente de las calles, recogida de basuras y algunas mejoras en zonas comunes; pero prácticamente carecían de asfaltado y estaban aislados, sin transporte y con muchas dificultades para que les llegaran mercancías.
No querían seguir siendo una especie de gueto, muchos de sus hijos eran de allí, pero en esas condiciones el abandono del lugar y la marginación era su horizonte. Y después de muchos años surgirá ese Manolo Vital que se rebela, que es ninguneado por las instituciones y que coge la bandera del barrio, con su gesta de subir y demostrar que un autobús podía llegar hasta allí, da una lección de que la unión de la gente y su resistencia son posibles para ampliar las conquistas sociales; y que los políticos están para solucionar los problemas de las personas que les pagan.
Este hecho real y local, ejemplifica otros muchos que se produjeron en condiciones parecidas, el propio Caño Roto de Madrid y otros más. Nos acerca a las raíces de los barrios, donde el asociacionismo ha sido prácticamente desterrado y no es casual, le interesa al sistema. Hoy apenas hay diferencias en vivir en un barrio o en otro en las grandes ciudades y sus centros pasan a ser parques temáticos para que el capitalismo recalcitrante acabe con su idiosincrasia por la expansión de los pisos turísticos y el desarraigo; todos en lo igual es el objetivo para el anestesiamiento colectivo. Nos lo visten de modernidad pero en esta tendencia, nos va a dar lo mismo ir a una gran ciudad o a otra, la diferencia estará en su paisaje y los monumentos, el resto uniformidad generalizada.
EL47 es una gran película, sustentada en una excelente ambientación de la época con numerosas imágenes de archivo y un reparto que raya a un altísimo nivel, empezando por su protagonista Eduard Fernández, extraordinario en su papel paciente, pero pertinaz. Una Clara Segura que aporta veracidad y fuerza, ahondando en el perfil humano del protagonista, comunista pero casado con una ex monja por amor. Su aportación es la de ser baluarte de las mujeres que tienen un papel destacado y comprometido en esta historia; destacando también Zoa Benafonte, en el papel de hija que desarrolla el papel de la juventud hastiada pero inconformista y luchadora, con una escena memorable final de expresividad cantando a capela “El gallo rojo y el gallo negro”,símbolo auditivo del film.
En la dirección, Marcel Barrera seguramente alcanza el nivel de haber hecho su mejor película a la que a mi entender, le faltaría un mayor dinamismo en alguna fase de la misma y aprovechar más los diálogos para ser más incisivo y mordaz en el conjunto reivindicativo.
En resumen, una gran película de temática localista pero que el boca a boca la puede hacer transcender al elenco de los Goya.
28 de abril de 2024
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante un film exitoso en Italia, que intenta hacer un guiño al pasado y a un estilo, el neorrealismo, que caló profundamente en la postguerra de la Segunda Guerra Mundial en el mundo del cine, pero utilizando una visión más moderna del mismo.
La película adopta muchos de los elementos que caracterizaron a este estilo: costumbrista, mostrando la vida de en las calles de una Roma tras la caída del fascismo con unos personajes bastante cotidianos y un perfecto ambiente que trasciende aún más; al estar rodada en blanco y negro y con una gran fotografía..
La historia es un drama pero con algunos momentos cómicos de enredo que alivian el duro tema de fondo que es el de la situación de humillación, explotación y maltrato que sufrían las mujeres en aquel momento, en una sociedad paternalista y machista. La idea de que el hombre era la suprema autoridad en las casas y que las mujeres deberían aceptar y someterse de forma sumisa, pidiendo permiso para casi todo, con una desigualdad enorme en sus derechos respecto a aquellos, que queda ampliamente reflejada en la familia protagonista del film.
Gran interpretación coral, con actores italianos y un gran papel de Paola Cortellesi, protagonista y directora de esta ópera prima, que nos hace vislumbrar un gran futuro.
La música es muy importante en la película y genera en muchos momentos un ambiente muy especial, tanto en las canciones italianas acordes con las escenas, como los temas de corte actual que le dan un carácter más contemporáneo a la película. El final resulta sorprendente por no ser el que parece inducir la película y es el poder votar las mujeres en las primeras elecciones para el Referéndum a la República y que se creara la Asamblea Constituyente, al que acudieron mayoritariamente esperando una gran mejora en su situación y derechos.
Me temo que al público en general le va a gustar y en mi opinión tendrá razón, aunque haya trucos sentimentaloides, de cierto populismo y sencillez, de aprovecharse de lo evidente para llevarse al espectador a su terreno. Pero en eso también consiste el cine, en llegar al mayor público posible. No pretende ser una película de culto y quizá esta mirada al pasado con todo lo expuesto no sea tan bien calificada por los más puristas.
Siempre nos quedará mañana, es la frase que la protagonista pronuncia y que representa despertar a una conciencia de rebeldía de la situación en la que ella y todas las mujeres de aquel momento vivían y que desgraciadamente todavía no se ha resuelto, sigue en proceso.
27 de noviembre de 2023
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El estreno tan esperado del film de Ridley Scott está originando un mar de críticas sobre si su relato es fiel a la historia o si por el contrario el director ha tomado al gran personaje para realizar una película buscando más el espectáculo y la taquilla.
En mi modesta opinión se ha quedado en el terreno de la ampulosidad de la imagen, sacrificando el contenido y el rigor que el personaje merecía. El resultado es “una película fallida y sin alma”, con algunos aciertos, pero demasiadas omisiones que resaltaran el legado de tan afamado protagonista y llena de inexactitudes históricas relevantes.
No hay profundización en el carácter de los personajes, salvo un desdibujado Napoleón al Joaquin Phoenix no acaba de sacarle el partido que se esperaba de él y una Vanessa Kirby mucho más entonada, que muestra momentos espléndidos en su idealizada Josefina. El resto, pasan por la película como secundarios sin huella reseñable.
El guión parece hecho de encargo, tomando acontecimientos importantes en su vida que se suceden sin apenas calado y con el patrón batalla-encuentro con Josefina. Muy pobre armazón para una superproducción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El conjunto muestra a un personaje de talante taciturno, un tanto hierático que se mueve entre las batallas y la devoción por su querida Josefina un tanto idealizada, con traumas que se vislumbran y que tratan de mostrar su fragilidad, dependiente de su esposa y su propia madre. No aparece apenas ese carácter irascible, a veces hasta cruel, que cierta tradición le ostenta y su presunta impotencia se resuelve con la imagen de un fogoso amante de corte animalesco y coito exprés.
Muchas inexactitudes en el film, algunas más groseras que otras. En el inicio, su presencia en el cadalso de María Antonieta es francamente muy cuestionable. La supuesta barbarie de Napoleón, con sus cañonazos a las pirámides, símbolos de la cultura egipcia no es creíble. Primero porque la lucha contra los nativos egipcios no se produjo cerca de las pirámides y segundo, y más grave, porque en su incursión se llevó a todo a todo un equipo de expertos: historiadores, botánicos, ingenieros, geólogos…, que recorrieron el país y lo describieron realizando grabados e ilustraciones de los monumentos y de lo que iban viendo a lo largo de su viaje. De aquella expedición surgió una obra en varios volúmenes que tuvo una gran influencia en el despertar de la cultura egipcia en todo el ámbito europeo. Él tenía una gran curiosidad por esa cultura milenaria y posteriormente ayudó en la fundación del Museo del Louvre.
La famosa batalla de Austerlitz, quizá la más aclamada del genio militar, es la recreación visualmente más atractiva de la película con el bombardeo de cañones al enemigo, en un lago helado que no existió y en el que murieron miles de soldados, pero que en las excavaciones registradas no llegan a una veintena los cadáveres encontrados.
La reunión final con el duque Wellington en un barco, antes de su destierro final a Santa Elena, nunca se produjo y no se llegaron a conocer en persona.
Habría más inexactitudes, pero lo peor de la película, no queda en eso, sino en las omisiones que no son de recibo. Es inconcebible, que la primera derrota del emperador en España sea inexistente. Ni una sola referencia a la Guerra de la Independencia española.
Parece que Napoleón es un ególatra que disfruta declarando guerras a diestro y siniestro, cuando muchas de ellas están motivadas por las alianzas de sus enemigos que quieren que este caiga y con él toda la ideología y reformas que la Revolución trajo y expandió por Europa. Sus contrincantes querían mantener a toda costa el Antiguo Régimen y que la extensión de los Derechos de los Ciudadanos, hoy Derechos Humanos; la igualdad ante la ley, la libertad, el derecho a la propiedad privada, la abolición del feudalismo, el sufragio universal masculino, la libertad de culto o que el estado se hiciera cargo de la educación, entre otras cosas, no tuvieran un respaldo y continuidad en el resto de naciones.
Todo eso sí que es importante y aunque todo no cabe, alguna pincelada hubiera dado una dimensión más exacta del personaje, que se nos queda muy cojo y anodino.
La versión que Ridley trasmite está en la tradición partidista inglesa, con un pésimo guion que no hace más que saltar de escenas de batalla a encuentros con Josefina. Todo deshilachado, cogido por los pelos, con una sucesión de los distintos periodos de la revolución, que si no eres un estudioso de la historia, no entiende nadie.
Con los medios utilizados por el afamado director, obsesionado por los cañonazos y no sólo en este film, el personaje daba para infinitamente más y se ha visto muy superado por su ascendencia y leyenda. Quizá la edad o el peaje a la taquilla, le ha jugado una mala pasada en el final de su larga y exitosa carrera.
6 de marzo de 2024 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las biografías de personajes tan emblemáticos como Bob Marley, tienen siempre el problema de ser superficiales y enfocadas a la taquilla o querer ser más exhaustivas, de fidelidad al libreto de su vida y a la trascendencia de las aportaciones generadas por el personaje; por el miedo seguramente a pasarse de metraje.Hoy en mucha gente eso es sinónimo de pesadez y aburrimiento para un público dosificado a las series.
En este caso se queda en un quiero y no puedo, entre otras cosas porque el guion termina siendo flojo, el personaje termina retratado a pinceladas con escaso contenido y se dejan de lado los aspectos conocidos más controvertidos, menos edificantes de Bob Marley; pero tampoco queda explicada su aportación como adalid fundamental de la propagación del reggae a nivel mundial. De saber algo del significado real de ser un rastafari comprometido, ni tampoco un defensor del mundo de los oprimidos, muy ligado a su mirada hacia África.
Sólo retazos y eso sólo no le sirve mucho a las nuevas generaciones alejadas de aquel contexto en que la pobreza era un acicate en algunos grandes personajes exponentes, como Bob, para salir de ella; sorteando mejor o peor el mundo de las drogas e intentar cumplir sus sueños. A la película le falta originalidad y fuerza y eso que Ben-Adir sale muy airoso y con nota en su interpretación, apoyado en un físico más atractivo que el del propio Marley. En conjunto le falta trasmitir más y en mi opinión da la sensación que el director carece del entusiasmo que merece el desarrollo del personaje, parece que en el fondo no acaba de importarle demasiado y por ello no conecta con la esencia del mismo para darle mayor vigor y alas. La recuperación de esa falta de alma, sólo de vez en cuando se consigue por su música, que es el elemento vital para que el filme no se caiga del todo y sostenga el interés del espectador; pero para eso ya están sus canciones.
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