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9
9 de julio de 2014
9 de julio de 2014
30 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como veo que casi todo el mundo que pone a parir esta serie sólo ha visto medio episodio suelto mientras discutía con su hermana pequeña creo que, para compensar y para desagraviar a esas miles de niñas y algún que otro niño a los que les encanta, debo intervenir. Aunque sea porque yo sí puedo decir que la he visto prácticamente en su integridad. Yo también pasé por la fase de ¿qué mierda sexista es esto? ¿Cómo pueden estar tan sexualizadas? ¿A qué público se supone que está dirigida esta serie, con esas como insinuaciones eróticas y, sin solución de continuidad, las subtramas hiperinfantiles de las Pixies? Qué animación tan cutre, por Dios... Estos italianos están enfermos. Qué diálogos de mierda. Están a punto de morir y va la otra y suelta un chiste... Y así, sucesivamente.
Con el transcurso de los años, en compañía de mi hija pequeña, que fue la culpable de que empezara a verla, al principio la soportaba a duras penas. Poco a poco me di cuenta de que no estaba tan mal. Cuando descubrimos que las temporadas 3 y 4 estaban en el videoclub de ONO ya no pude escaparme de visionarla en su integridad. Y comprobé que, junto a cursiladas varias, la estética rosa, de niña, existían unos personajes bien construidos, algunos francamente buenos, como las Trix, Faragonda, Grifin, Musa o Riven, una trama principal interesante y adictiva, y numerosas subtramas, unas mejores que otras, y algunas extraordinarias (la relación de Mirta y Lucy a lo largo de los años, con una especie de cripto-lesbianismo de fondo; el hecho de que las brujas sean parte del Bien y tengan otras funciones dentro de ese reparto en el que las hadas son los seres mágicos más importantes; el rechazo a la violencia y a la crueldad gratuita, que solo se reserva a los malvados; el mensaje pacifista e incluso de crítica social: en la temporada 4 una de las Winx dice al ver a un mendigo que la Tierra está en desequilibrio, que ellas piensan restaurar, etc.).
Poco a poco me he ido dando cuenta que las Winx proponen un mundo al revés de lo que suelen ofrecer el 99,9% de los dibujos animados, incluidos y muy especialmente, los de culto, como "Hora de aventuras" sin ir más lejos o cualquier otro que se me ocurra. "Hora de aventuras" sí que es horriblemente sexista, y las mujeres son puros estereotipos. En las Winx las mujeres hacen y deshacen, se enamoran y se enfadan con sus novios, luchan y suelen ser más listas, fuertes y valientes que los hombres. Quieren a sus novios y los necesitan, pero lo más importante para ellas es el vínculo entre todas ellas. Se quieren, se aceptan, aunque son muy diferentes entre ellas y se alegran mucho cuando se reencuentran, con abrazos casi más sentidos que cuando salvan la vida por enésima vez a uno de los Especialistas. En cuanto a su supuesta obsesión por la moda no basta más que ver dos episodios para comprobar que la única que tiene ese problema de la fatuidad es Stella. Las otras le dedican infinidad de puyas a la rubia por ser tan superficial y creída. De hecho, las tonterías de la engreída de Stella son fuente de comicidad en casi todos los episodios. Por favor, expertos en dibujos animados, prestad algo más de atención. A Musa le encanta la música, Flora es una empollona enamorada de las plantas, Tecna, apasionada por la tecnología, etc... Sólo se acuerdan de los trapitos cuando hay alguna fiesta y en algún episodio concreto, en uno de cada 15 o 20. Es más, al principio de la temporada dos Bloom sólo se acuerda de arreglarse para una fiesta a última hora y llega hecha un desastre, con lo primero que ha pillado en el armario.
En cuanto a la caracterización tan sensual de los personajes yo pienso que es para satisfacer a varios tramos del público: los colores, los ojos enormes y superepresivos, las transformaciones, Kiko, las Pixies, sirven para enganchar a los pequeñines; las aventuras y las batallas para atrapar a las niñas ya crecidas, y de paso, a algún niño sin prejuicios; las tramas amorosas y los conflictos sociales de las chicas para las preadolescentes y la inteligencia y la crueldad de los malvados y las curvas peligrosas para algún padre que disfruta culpablemente de la serie.
Aunque tengo otra interpretación: esas chicas con sus atributos bien puestos no son más que la traducción femenina de los superhéroes de toda la vida. ¿Alguien se ha quejado alguna vez de la malla apretadísima marcapaquete de Supermán, Spiderman y demás? Estos héroes se muestran en su más desnuda (o lo más desnuda posible según nuestra moralidad) virilidad, como los antiguos héroes griegos. De algún modo las Winx son la traducción femenina de esta tradición: mujeres de la cabeza a los pies, sin prejuicios y sin miedos. En este caso la feminidad es su poder y no tiene sentido disimularla o masculinizarla.
Con el transcurso de los años, en compañía de mi hija pequeña, que fue la culpable de que empezara a verla, al principio la soportaba a duras penas. Poco a poco me di cuenta de que no estaba tan mal. Cuando descubrimos que las temporadas 3 y 4 estaban en el videoclub de ONO ya no pude escaparme de visionarla en su integridad. Y comprobé que, junto a cursiladas varias, la estética rosa, de niña, existían unos personajes bien construidos, algunos francamente buenos, como las Trix, Faragonda, Grifin, Musa o Riven, una trama principal interesante y adictiva, y numerosas subtramas, unas mejores que otras, y algunas extraordinarias (la relación de Mirta y Lucy a lo largo de los años, con una especie de cripto-lesbianismo de fondo; el hecho de que las brujas sean parte del Bien y tengan otras funciones dentro de ese reparto en el que las hadas son los seres mágicos más importantes; el rechazo a la violencia y a la crueldad gratuita, que solo se reserva a los malvados; el mensaje pacifista e incluso de crítica social: en la temporada 4 una de las Winx dice al ver a un mendigo que la Tierra está en desequilibrio, que ellas piensan restaurar, etc.).
Poco a poco me he ido dando cuenta que las Winx proponen un mundo al revés de lo que suelen ofrecer el 99,9% de los dibujos animados, incluidos y muy especialmente, los de culto, como "Hora de aventuras" sin ir más lejos o cualquier otro que se me ocurra. "Hora de aventuras" sí que es horriblemente sexista, y las mujeres son puros estereotipos. En las Winx las mujeres hacen y deshacen, se enamoran y se enfadan con sus novios, luchan y suelen ser más listas, fuertes y valientes que los hombres. Quieren a sus novios y los necesitan, pero lo más importante para ellas es el vínculo entre todas ellas. Se quieren, se aceptan, aunque son muy diferentes entre ellas y se alegran mucho cuando se reencuentran, con abrazos casi más sentidos que cuando salvan la vida por enésima vez a uno de los Especialistas. En cuanto a su supuesta obsesión por la moda no basta más que ver dos episodios para comprobar que la única que tiene ese problema de la fatuidad es Stella. Las otras le dedican infinidad de puyas a la rubia por ser tan superficial y creída. De hecho, las tonterías de la engreída de Stella son fuente de comicidad en casi todos los episodios. Por favor, expertos en dibujos animados, prestad algo más de atención. A Musa le encanta la música, Flora es una empollona enamorada de las plantas, Tecna, apasionada por la tecnología, etc... Sólo se acuerdan de los trapitos cuando hay alguna fiesta y en algún episodio concreto, en uno de cada 15 o 20. Es más, al principio de la temporada dos Bloom sólo se acuerda de arreglarse para una fiesta a última hora y llega hecha un desastre, con lo primero que ha pillado en el armario.
En cuanto a la caracterización tan sensual de los personajes yo pienso que es para satisfacer a varios tramos del público: los colores, los ojos enormes y superepresivos, las transformaciones, Kiko, las Pixies, sirven para enganchar a los pequeñines; las aventuras y las batallas para atrapar a las niñas ya crecidas, y de paso, a algún niño sin prejuicios; las tramas amorosas y los conflictos sociales de las chicas para las preadolescentes y la inteligencia y la crueldad de los malvados y las curvas peligrosas para algún padre que disfruta culpablemente de la serie.
Aunque tengo otra interpretación: esas chicas con sus atributos bien puestos no son más que la traducción femenina de los superhéroes de toda la vida. ¿Alguien se ha quejado alguna vez de la malla apretadísima marcapaquete de Supermán, Spiderman y demás? Estos héroes se muestran en su más desnuda (o lo más desnuda posible según nuestra moralidad) virilidad, como los antiguos héroes griegos. De algún modo las Winx son la traducción femenina de esta tradición: mujeres de la cabeza a los pies, sin prejuicios y sin miedos. En este caso la feminidad es su poder y no tiene sentido disimularla o masculinizarla.
15 de septiembre de 2014
15 de septiembre de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando veo las críticas profesionales, tibias, y los comentarios de algunos de esta página, llenas de odio y desprecio, me siento realmente mal porque a mí el cine español me gusta mucho y, esta peli en concreto me ha puesto los pelos de punta. Debo estar loca porque mis entrañas y mis emociones se contradicen con las de los sabios y los que odian el cine español porque es muy cutre o algo así. Luego comparo mis gustos y las ocasiones en que se me ponen los pelos de punta y veo que son equiparables y aceptables para cualquier experto sibarita en cine. ¿Qué ocurre aquí? ¿Soy nacionalista cinematográfica? ¿O es que siento debilidad por lo español en general? En cuanto a lo de que soy nacionalista cinematográfica no lo veo, porque también hay cine español que me da grima: Torrente 2, 3 y 4 y las que vengan, por supuesto, y muchas otras que realmente se quedan en un quiero y no puedo. En cuanto a lo de que soy nacionalista a secas tampoco, porque me gusta la música anglosajona, la literatura buena de cualquier parte, etc. etc. O sea, que creo sinceramente que el cine español es muy bueno y no el de ahora sólo, también el antiguo, hasta el popular de los hermanos Ozores. Es la forma cultural que más genuinamente nos retrata, con precisión de cirujano.
Esta peli es un gran ejemplo de esa capacidad de capturar nuestro espíritu, nuestro hecho diferencial, jeje. La temática es calcada, no sé si a propósito o por una maldita casualidad de "Melancolía", de Lars Von Trier, que creo que es una auténtica obra maestra, de 10. La película de Alfonso Cortés-Cavanillas no llega a tanto pero no lo necesita. Es más, está bien que exista "Melancolía" porque así se aprecia mejore el hecho diferencial. Vayamos por partes:
Esta peli es un gran ejemplo de esa capacidad de capturar nuestro espíritu, nuestro hecho diferencial, jeje. La temática es calcada, no sé si a propósito o por una maldita casualidad de "Melancolía", de Lars Von Trier, que creo que es una auténtica obra maestra, de 10. La película de Alfonso Cortés-Cavanillas no llega a tanto pero no lo necesita. Es más, está bien que exista "Melancolía" porque así se aprecia mejore el hecho diferencial. Vayamos por partes:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
-En "Melancolía" (M) la actriz principal es una estrella de Hollywood, Kirsten Dunst, que no le llega a la suela del zapato a Charlotte Gainsbourg, que es secundaria. A Von Trier le gusta poner a rubias oxigenadas glamurosas porque se ve que tiene síndrome Hitchcock, aunque estén cerca de echar a perder sus proyecto. -En "Los días no vividos"(LDNV) los actores y actrices están elegidos porque son los más idóneos en sus cometidos, y ninguno destroza el guión. Es más, lo miman. En especial Íngrid Rubio es una fuerza de la naturaleza. Cada vez que abre la boca siento como las carcajadas se forman en tumulto en mi barriga y salen sin que pueda evitarlo.
-En M el protagonismo recae en una gente que o está a punto de cortarse las venas o directamente debería hacerlo, como el ricachón insoportable ese interpretado por Kiefer Sutherland. Es tan odioso que el mismo Von Trier se encarga de cumplir nuestros deseos. En LDNV los personajes están retratados con simpatía, se muestra su lado más humano. Psicológicamente hay varios realmente tocados pero al menos tienen amigos, o son capaces de hacerlos, con los que se reúnen para hablar y mostrarse ante ellos y tratar de afrontar sus fantasmas. La visión de la Humanidad es, pues, bien distinta. Podemos ser unos cabrones insoportables y podemos merecernos lo peor pero mientras esa Juicio Final a que es tan dado Von Trier nos llegue quedan muchas risas que echarnos, porque
-Von Trier dedica buena parte de "Melancolía" a mostrar personajes que no saben comunicarse, que están solos y que son brutalmente egoístas. No hay apenas diálogos dignos de ese nombre. Mientras, Cortés-Cavanillas escribe diálogos para sus personales espléndidos, llenos de humor, ironía, costumbrismo, crítica social y de costumbres, en la estela de levedad aparente del mejor cine humorístico español, en la que se habla de lo divino y lo humano y se pone el dedo en la llaga con lenguaje de barrio. Por momentos, casi con lágrimas en los ojos de tanto reírme, me da por pensar que con el tiempo puede convertirse en una nueva "Amanece que no es poco", en una peli de culto juvenil para próximas generaciones.
-En M el protagonismo recae en una gente que o está a punto de cortarse las venas o directamente debería hacerlo, como el ricachón insoportable ese interpretado por Kiefer Sutherland. Es tan odioso que el mismo Von Trier se encarga de cumplir nuestros deseos. En LDNV los personajes están retratados con simpatía, se muestra su lado más humano. Psicológicamente hay varios realmente tocados pero al menos tienen amigos, o son capaces de hacerlos, con los que se reúnen para hablar y mostrarse ante ellos y tratar de afrontar sus fantasmas. La visión de la Humanidad es, pues, bien distinta. Podemos ser unos cabrones insoportables y podemos merecernos lo peor pero mientras esa Juicio Final a que es tan dado Von Trier nos llegue quedan muchas risas que echarnos, porque
-Von Trier dedica buena parte de "Melancolía" a mostrar personajes que no saben comunicarse, que están solos y que son brutalmente egoístas. No hay apenas diálogos dignos de ese nombre. Mientras, Cortés-Cavanillas escribe diálogos para sus personales espléndidos, llenos de humor, ironía, costumbrismo, crítica social y de costumbres, en la estela de levedad aparente del mejor cine humorístico español, en la que se habla de lo divino y lo humano y se pone el dedo en la llaga con lenguaje de barrio. Por momentos, casi con lágrimas en los ojos de tanto reírme, me da por pensar que con el tiempo puede convertirse en una nueva "Amanece que no es poco", en una peli de culto juvenil para próximas generaciones.

7,0
3.039
7
28 de junio de 2015
28 de junio de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces, cuando veo películas antiguas me sorprende lo que aún sigue tal cual, lo que no ha cambiado apenas.. Por ejemplo, en la escena de la cocina ves una encimera de gas igual a las de ahora, o una tostadora, o la nevera, o el mobiliario... todo es tan familiar. Y pensar que la gente que aparece ahí, tan fresca, tan viva, hace décadas que está criando malvas. En cuanto al guión tenemos un tópico mil veces visto a estas alturas, pero que en 1942 no creo que fuera muy habitual: el del profesional tan absorto en su carrera profesional que es incapaz de tener una vida personal medio normal. Y si no debía ser muy habitual en 1942 menos aún si ese profesional súper cualificado es una mujer, interpretada por Katharine Hepburn, en uno de sus muchos personajes femeninos fuertes, dominantes, que se comportan con la confianza absoluta de un hombre. El hecho de que su marido, interpretado por Spencer Tracy, quede relegado a un rol femenino, de sumisión, de secundario sin brillo era una subversión humorística que debió volver locas a las plateas del año en que se estrenó.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El final no es la rebelión de ese pobre hombre totalmente enamorado, que decide acabar con el matrimonio. sino la de ella, que está dispuesta a abandonar su vida de éxito para quedarse con su marido. Él, en un giro memorable, le espeta que en el término medio está la virtud.
Lo que algunos pueden considerar un final machista yo lo veo como la solución lógica. La vida profesional de cualquiera no puede confundirse con su realidad como persona. Uno no es su profesión. Necesitamos amar y hacer algo por los demás, por los seres queridos, también por nosotros mismos. De eso va la película, no de que las mujeres no tengan derecho a hacer las mismas cosas que los hombres. Pues, por desgracia, esas cosas que hacen los hombre importantes, que les aleja de sus familias y de su humanidad, no deberían ser un modelo vital para nadie, y esa forma de vida de entrega absoluta al trabajo debería desaparecer.
Junto a un tema de tanto interés tenemos la dirección funcional de Stevens, que aún estaba lejos de la perfección clínica de su trabajo en "Gigante" (1956), pero que da muestras de su genio en algunas escenas: el plano secuencia del pasillo, cuando ambos salen del despacho del jefe alterados, víctimas de un flechazo fulminante, o la escena de la cocina del final, que es tan mérito de Stevens como de Hepburn, y que considero una de las mejores escenas de humor que he visto. También el primer contacto visual de los personajes de Hepburn y Tracy entra en lo absolutamente memorable. Y ya dentro de los méritos de los actores, o no tanto, las escenas de intimidad de la pareja echan chispas. Esos besos, esas miradas pueden valer por una escena de sexo en cualquier blockbuster reciente de Hollywood. Por no hablar de esa en que Hepburn está tirada encima de Tracy. Me extraña que no la censuraran.
Por último destacar el trabajo de la actriz Fay Bainter, que hace de tía de Hepburn. Es todo elegancia y autenticidad. Es lo contrario que una característica, una secundaria. Está creando para su personaje, que tiene su momento memorable cuando, a punto de casarse con el amor de su vida, departe con su sobrina en su habitación.
Lo que algunos pueden considerar un final machista yo lo veo como la solución lógica. La vida profesional de cualquiera no puede confundirse con su realidad como persona. Uno no es su profesión. Necesitamos amar y hacer algo por los demás, por los seres queridos, también por nosotros mismos. De eso va la película, no de que las mujeres no tengan derecho a hacer las mismas cosas que los hombres. Pues, por desgracia, esas cosas que hacen los hombre importantes, que les aleja de sus familias y de su humanidad, no deberían ser un modelo vital para nadie, y esa forma de vida de entrega absoluta al trabajo debería desaparecer.
Junto a un tema de tanto interés tenemos la dirección funcional de Stevens, que aún estaba lejos de la perfección clínica de su trabajo en "Gigante" (1956), pero que da muestras de su genio en algunas escenas: el plano secuencia del pasillo, cuando ambos salen del despacho del jefe alterados, víctimas de un flechazo fulminante, o la escena de la cocina del final, que es tan mérito de Stevens como de Hepburn, y que considero una de las mejores escenas de humor que he visto. También el primer contacto visual de los personajes de Hepburn y Tracy entra en lo absolutamente memorable. Y ya dentro de los méritos de los actores, o no tanto, las escenas de intimidad de la pareja echan chispas. Esos besos, esas miradas pueden valer por una escena de sexo en cualquier blockbuster reciente de Hollywood. Por no hablar de esa en que Hepburn está tirada encima de Tracy. Me extraña que no la censuraran.
Por último destacar el trabajo de la actriz Fay Bainter, que hace de tía de Hepburn. Es todo elegancia y autenticidad. Es lo contrario que una característica, una secundaria. Está creando para su personaje, que tiene su momento memorable cuando, a punto de casarse con el amor de su vida, departe con su sobrina en su habitación.

5,1
127
2
9 de julio de 2015
9 de julio de 2015
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es de esa clase de películas que hacen que me pueda tirar días y semanas sin necesidad de ver cine. Ahora mismo estoy pensando qué hacer esta noche en lugar de ver alguna de las pelis que tengo grabadas.
Es una peli que combina un cierto aire pop con una intriga a lo James Bond y un aire al cine de denuncia de los 70, sin que se decante por ninguno de esos géneros, sino que va saltando de unos a otros. Debe ser un problema de guión, pero también de dirección, de un John Guillermin contratado para hacer algo y encontrarse con un material deficiente, tanto en presupuesto como en materia de guión. Sólo eso puede explicar el aire de cartón piedra de los escenarios, las prestaciones de unos actores mediocres o que lo parecen en las manos de Guillermin y los absurdos giros de guión que abundan. George Peppard no es Cary Grant ni Inger Stevens es Audrey Hepburn, pero tampoco nadie obligó a Guillermin a usar el zoom todo el tiempo, ni a rodar rijosas escenas eróticas que emborronan, en el caso de la del vagón en el tren italiano, el buen hacer de Inger Stevenes.
Es una peli que combina un cierto aire pop con una intriga a lo James Bond y un aire al cine de denuncia de los 70, sin que se decante por ninguno de esos géneros, sino que va saltando de unos a otros. Debe ser un problema de guión, pero también de dirección, de un John Guillermin contratado para hacer algo y encontrarse con un material deficiente, tanto en presupuesto como en materia de guión. Sólo eso puede explicar el aire de cartón piedra de los escenarios, las prestaciones de unos actores mediocres o que lo parecen en las manos de Guillermin y los absurdos giros de guión que abundan. George Peppard no es Cary Grant ni Inger Stevens es Audrey Hepburn, pero tampoco nadie obligó a Guillermin a usar el zoom todo el tiempo, ni a rodar rijosas escenas eróticas que emborronan, en el caso de la del vagón en el tren italiano, el buen hacer de Inger Stevenes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
O quizá sí, le pidieron que metiera algo de lencería, y algo de estética moderna, pero no logró encajarlo todo, no logró que fluyera con el tono general de la peli, que pedía a gritos un tratamiento más serio, pues el tema lo era (una conspiración fascista en varios países occidentales) y no deja de guardar ciertas concomitancias con el mundo contemporáneo (los héroes -Tsipras, Snowden- criminalizados y perseguidos; el mal -el abandono de los inmigrantes y refugiados-, justificado; y, mientras, ante semejante panorma, el ascenso imparable de ideologías de extrema derecha en Europa y EE.UU.). Al contrario que otra crítica de esta peli en esta página sí me gustó, en cambio, el final. El personaje del niño me enternce: es la imagen de la inocencia, al borde mismo de la corrupción emppujada por la figura maléfica del personaje de Orson Welles, quien, finalmente, no se sale con la suya.
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