Claramente enclavada en el movimiento #metoo, la película no te deja indiferente, a pesar de que creo que siendo una protagonista mujer y además homosexual, se pasa por el acoso y el abuso de poder muy de puntillas. Si el protagonista fuese un tío, es claro que el estandarte sería otro. Es humanamente imposible no quedarse embelesada prácticamente las dos horas y 40 minutos que dura la película (digo prácticamente porque como pasa bastante a menudo en el cine actual, a la película le sobra media hora y a ratos desconectas), por la maestría y el fuego vivo que desprende a manos llenas Cate Blanchet. Una vez más se confirma que es la mejor y más completa actriz de su generación. Sin ella, la película no es nada, todo hay que decirlo. Soberbia, impactante, seductora, desafiante y colosal. Me habría gustado un desarrollo más compensado, pues tiene una intro larga, un nudo lioso y a veces algo letárgico y el final parece que se presenta como en 5 minutos. Dos viajes y una caída a los infiernos a cámara rápida.

Me parece una absoluta divagación sin sentido . Dando por supuesto su lugar al sobrado talento de los actores que sostienen la película. Es un insulto hablar de obra maestra, brillantez y originalidad cuando es una sucesión de delirios repetitivos a los que les sobran tres cuartos de hora. Que una película como esta tenga 11 nominaciones a los Óscar solo confirma hacia donde va el cine, la elaboración de guiones con historia, coherencia, sensibilidad, pasión...han muerto.
Vaya por delante que comprendo el mensaje de la película, pero veo innecesario el agobiante letargo que nos obligan a tragar para explicar esa moraleja de que el amor todo lo puede. A mi desde luego, no me ha merecido la pena ni el tiempo invertido. Sin pena ni gloria