Una película que parte de una idea que a la mayoría de la gente nos agrada: la venganza del débil, del oprimido, contra los poderosos. Al comienzo, la cosa promete, pero, según transcurren los minutos, la trama se va desinflando.
Por otro lado, cabe destacar el pésimo sonido directo; un defecto del que adolece el cine español y latinoamericano, en general. El cine no es teatro, si no saben sacar una banda sonora inteligible, que recurran al postdoblaje, el espectador lo agradecerá. Personalmente, cada día me veo menos inclinado a ver cine español por ese motivo. El Niño, una gran película, se podía entender gracias a los subtítulos en inglés que llevaba la copia que vi.

Raramente me he levantado de la butaca sin terminar de ver un película, pero una de esas ocasiones ha sido con motivo de Tierra de María.
Una guión errático, una dirección torpe y unos actores bastante malos conforman este panfleto católico capaz de aburrir a cualquiera.
El cine de estampita fue un género que tuvo su apogeo en la España franquista y, ahora, en esta especie de revival neocatecumenal financiado por el Estado Español, surge este infumable bodrio de Tierra de María.
Apta sólo para entusiastas de La Causa con un laxo criterio cinematográfico.