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5,1
311
8
22 de abril de 2017
22 de abril de 2017
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre la película "Colt 45", de Edwin L. Marin hay división de opiniones.
Unos la consideran como una película desfasada, a la que el paso del tiempo le ha tratado muy mal, que incide en los peores topicazos comerciales de la época, que es estúpida y ridícula, que es simplona, casi infantil, de formas toscas y primitivas, rodada por un mercenario de la cámara que se ponía a rodar con la misma actitud con la que muchos van a fichar a la fábrica o a la oficina, que tiene originalidad cero, etc, etc.
Otros, entre los que me incluyo, pensamos que es cine de evasión de serie B donde se reunen buena parte de las premisas y de los recursos narrativos arquetípicos del western, que es un resumen de buena parte de lo que ofrece el cine "de vaqueros" de la vieja escuela, un ejemplo de guión ágil con historia que discurre con buen ritmo, protagonizada por personajes estereotipados que aunan buena parte de las actitudes y talantes propios de los personajes de casi cualquier peli del oeste.
Las esencias mas depuradas del cine del oeste resumidas y reducidas a su expresión mas intercambiable y reconocible, los arquetipos del género del oeste mostrados en su expresión mas pura y reconocible, las convenciones narrativas del género en su forma mas desnuda, creo yo que se ofrecen aquí.
Entre los tópicos, como no, aparecen también los indios, pero, hay que reseñar que al contrario que otros westerns clásicos anteriores, la figura del indio no aparece con connotaciones negativas, es mas, sin ser un western "pro-indio", como empezaron a hacerse a partir de ese mismo año (con el pistoletazo de salida (chistaco fácil) que dió "Flecha rota" de Delmer Daves), ya que el argumento de la película no encaja en dicho sub-género, si que hay que remarcar la visión simpática que hay sobre los indios que aparecen, y que incluso le echan una mano al protagonista. Eso si, incide en el ya infantil topicazo de mostrarlos hablando todo el rato en infinitivo, en fin, cosas de esa época.
Para mi, es un ejemplo de como se hacían los westerns en la época denominada clásica, con un guión donde la historia se construye yendo rapidamente al meollo de la cuestión y con un ritmo trepidante, sin pararse en ningún vericueto y sin perder el tiempo, poco mas de 70 minutos donde la narración se plasma con lo mas importante y dejando fuera lo superfluo, tanto, que en ocasiones, al ser transiciones muy rápidas y sin pararse en explicaciones ni motivaciones, al no mostrar los estados intermedios ni los procesos previos a determinadas situaciones, puede parecer incluso ridículo. Pero, personalmente, esa forma de armar la película, yendo al grano por parte del guionista y primando lo sustancial, me deja también buen sabor de boca cuando se hace con profesionalidad.
Y con profesionalidad creo que la hizo el artesano Edwin L. Marin, ejemplo de los artesanos que con mimo y pasión hicieron grande y elevaron no solo el cine del oeste sino el cine de género, el cine de evasión, haciéndolo sin complejos pero también sin tomarse demasiado en serio a si mismo, buscando entretener, hacer disfrutar al espectador, pero no hacerlo a cualquier precio, queriendo mostrar una buena historia con imaginación. Supo rodar esta película con buen ritmo en las escenas de acción y con un tratamiento de los planes generales muy propio del cine clásico, ayudado por una en ese momento gran fotografía en color.
Curioso que, al igual que "Winchester 73", de Anthony Mann, la historia de esta película se centre y discurra alrededor de las tribulaciones ocasionadas por un arma.
Entre los actores, como prota, tenemos a un nombre habitual y grande del cine del oeste, el atlético y granítico Randolph Scott, en su última y mas recordada época (curioso que a pesar de tener una larguísima trayectoria, sea mas mencionado, sin despreciar lo anterior, por las películas que hizo, ya cincuentón y sesentón, en la década de los 50 y hasta su retiro en 1962) , en una de las películas mas conocidas de las que hizo, aportando escasa desenvoltura en la actuación (el mismo, siempre bastante humilde, no se consideraba actor) pero gran carisma y presencia, y curiosamente con un vestuario que es igual o casi igual al que llevo en varias películas también de los 50 que rodó con Budd Boetticher, poco después.
De prota femenina, la injustamente olvidada y guapísima Ruth Roman, que llena la pantalla y sabe componer su personaje, el cual adquiere mayor importancia en la segunda mitad de la película.
Lo curioso, al verla hace varias semanas, fue que me di cuenta de que la había visto cuando era pequeñajo, al recordar, mientras las veía, un par de secuencias de la misma, cosa bastante habitual cuando ves cine cuando no levantas palmo y medio del suelo, que no recuerdas haber visto tal película, o que sabes que la vistes, pero no te acuerdas, en ese momento, de nada de ella.
Vamos, al contrario que otros que la han comentado, a mi me gusta.
Unos la consideran como una película desfasada, a la que el paso del tiempo le ha tratado muy mal, que incide en los peores topicazos comerciales de la época, que es estúpida y ridícula, que es simplona, casi infantil, de formas toscas y primitivas, rodada por un mercenario de la cámara que se ponía a rodar con la misma actitud con la que muchos van a fichar a la fábrica o a la oficina, que tiene originalidad cero, etc, etc.
Otros, entre los que me incluyo, pensamos que es cine de evasión de serie B donde se reunen buena parte de las premisas y de los recursos narrativos arquetípicos del western, que es un resumen de buena parte de lo que ofrece el cine "de vaqueros" de la vieja escuela, un ejemplo de guión ágil con historia que discurre con buen ritmo, protagonizada por personajes estereotipados que aunan buena parte de las actitudes y talantes propios de los personajes de casi cualquier peli del oeste.
Las esencias mas depuradas del cine del oeste resumidas y reducidas a su expresión mas intercambiable y reconocible, los arquetipos del género del oeste mostrados en su expresión mas pura y reconocible, las convenciones narrativas del género en su forma mas desnuda, creo yo que se ofrecen aquí.
Entre los tópicos, como no, aparecen también los indios, pero, hay que reseñar que al contrario que otros westerns clásicos anteriores, la figura del indio no aparece con connotaciones negativas, es mas, sin ser un western "pro-indio", como empezaron a hacerse a partir de ese mismo año (con el pistoletazo de salida (chistaco fácil) que dió "Flecha rota" de Delmer Daves), ya que el argumento de la película no encaja en dicho sub-género, si que hay que remarcar la visión simpática que hay sobre los indios que aparecen, y que incluso le echan una mano al protagonista. Eso si, incide en el ya infantil topicazo de mostrarlos hablando todo el rato en infinitivo, en fin, cosas de esa época.
Para mi, es un ejemplo de como se hacían los westerns en la época denominada clásica, con un guión donde la historia se construye yendo rapidamente al meollo de la cuestión y con un ritmo trepidante, sin pararse en ningún vericueto y sin perder el tiempo, poco mas de 70 minutos donde la narración se plasma con lo mas importante y dejando fuera lo superfluo, tanto, que en ocasiones, al ser transiciones muy rápidas y sin pararse en explicaciones ni motivaciones, al no mostrar los estados intermedios ni los procesos previos a determinadas situaciones, puede parecer incluso ridículo. Pero, personalmente, esa forma de armar la película, yendo al grano por parte del guionista y primando lo sustancial, me deja también buen sabor de boca cuando se hace con profesionalidad.
Y con profesionalidad creo que la hizo el artesano Edwin L. Marin, ejemplo de los artesanos que con mimo y pasión hicieron grande y elevaron no solo el cine del oeste sino el cine de género, el cine de evasión, haciéndolo sin complejos pero también sin tomarse demasiado en serio a si mismo, buscando entretener, hacer disfrutar al espectador, pero no hacerlo a cualquier precio, queriendo mostrar una buena historia con imaginación. Supo rodar esta película con buen ritmo en las escenas de acción y con un tratamiento de los planes generales muy propio del cine clásico, ayudado por una en ese momento gran fotografía en color.
Curioso que, al igual que "Winchester 73", de Anthony Mann, la historia de esta película se centre y discurra alrededor de las tribulaciones ocasionadas por un arma.
Entre los actores, como prota, tenemos a un nombre habitual y grande del cine del oeste, el atlético y granítico Randolph Scott, en su última y mas recordada época (curioso que a pesar de tener una larguísima trayectoria, sea mas mencionado, sin despreciar lo anterior, por las películas que hizo, ya cincuentón y sesentón, en la década de los 50 y hasta su retiro en 1962) , en una de las películas mas conocidas de las que hizo, aportando escasa desenvoltura en la actuación (el mismo, siempre bastante humilde, no se consideraba actor) pero gran carisma y presencia, y curiosamente con un vestuario que es igual o casi igual al que llevo en varias películas también de los 50 que rodó con Budd Boetticher, poco después.
De prota femenina, la injustamente olvidada y guapísima Ruth Roman, que llena la pantalla y sabe componer su personaje, el cual adquiere mayor importancia en la segunda mitad de la película.
Lo curioso, al verla hace varias semanas, fue que me di cuenta de que la había visto cuando era pequeñajo, al recordar, mientras las veía, un par de secuencias de la misma, cosa bastante habitual cuando ves cine cuando no levantas palmo y medio del suelo, que no recuerdas haber visto tal película, o que sabes que la vistes, pero no te acuerdas, en ese momento, de nada de ella.
Vamos, al contrario que otros que la han comentado, a mi me gusta.

7,0
1.298
8
17 de enero de 2017
17 de enero de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como alguien que se ha tragado un montón de películas ambientadas en la II Guerra Mundial, como alguien aficionado a ese clave momento de la historia, tenía entre mis espinas clavadas la de no haber visto, hasta hace poco tiempo "La hora 25".
Y, bien, de notable o notable alto, tremenda y demoledora película, hecha en régimen de co-producción entre varios países europeos (entre los que estaba Yugoslavia, el bueno de Tito, como siempre, no desaprovechaba ocasión de meter el dedo en el ojo a Stalin, como se comprueba hacia el final de la película, en la manera en que se describe el avance del ejército soviético) y con gran despliegue de medios, dirigida con pulso firme por el director francés, de origen armenio (por lo que, de masacres y genocidios debía de saber algo, aunque fuese de oídas), Henri Verneuil, que acierta a la hora de manejar escenas de masas en planos generales a la vez que escenas mas íntimas y personales, basada en la novela del mismo título, que es la obra mas conocida del escritor rumano Constantin Virgil Gheorghiu, libro que, por lo que tengo entendido, es denso y de un gran pesimismo, de tono oscuro y misántropo.
Precisamente, si cojea esta película de forma mas patente es precisamente en ser una adaptación, porque cuando ha transcurrido la primera mitad, o los primeros dos tercios de la película, se nota que el guionista, el propio director, ha tenido que pegar muchos tijeretazos a la historia, ha tenido que resumir de forma mas forzada, para adecuar la narración a la duración de un largometraje, y eso que es una peli larga, alrededor de dos horas, pero aún así, la complejidad y densidad de la novela original obliga a presentar una película a la que en su tercio final o en su segunda mitad se le notan las cicatrices, las transiciones y las sucesiones de los escenarios, de una situación a otra, de una historia a otra, son muy bruscas, en ocasiones son demasiados los hechos que se dan por sucedidos, hay algunas veces en que son varios y no poco importantes los acontecimientos que se dan por ocurridos y que se cuentan en los diálogos y en los soliloquios.
Pese a ello, película tremenda y tremendista, en todos los sentidos, descorazonadora y demoledora, que no deja títere con cabeza, con un final dramático y triste que da buena muestra de las heridas emocionales que ha dejado en el protagonista el calvario vivido.
Hablando de ello, Anthony Quinn, como siempre en el, realiza una interpretación apasionada, exultante, llena de vitalidad, su personaje es sobre el que pivota buena parte de la historia y sabe tirar adelante con la acción y el desarrollo de la película.
Para los que afirman que es poco o nada creíble lo que sucede con el tratamiento "racial" por el que pasa el personaje principal, sobre todo en su segunda mitad, cuando se topa con el oficial SS que es "experto racial", los que conocemos los delirios raciales y étnicos del nazismo mas salido de madre y disparatado y sus teorías mas febriles sobre los origenes del hombre y de los pueblos, sabemos que es algo que podría haberse dado perfectamente. Peliculón.
Y, bien, de notable o notable alto, tremenda y demoledora película, hecha en régimen de co-producción entre varios países europeos (entre los que estaba Yugoslavia, el bueno de Tito, como siempre, no desaprovechaba ocasión de meter el dedo en el ojo a Stalin, como se comprueba hacia el final de la película, en la manera en que se describe el avance del ejército soviético) y con gran despliegue de medios, dirigida con pulso firme por el director francés, de origen armenio (por lo que, de masacres y genocidios debía de saber algo, aunque fuese de oídas), Henri Verneuil, que acierta a la hora de manejar escenas de masas en planos generales a la vez que escenas mas íntimas y personales, basada en la novela del mismo título, que es la obra mas conocida del escritor rumano Constantin Virgil Gheorghiu, libro que, por lo que tengo entendido, es denso y de un gran pesimismo, de tono oscuro y misántropo.
Precisamente, si cojea esta película de forma mas patente es precisamente en ser una adaptación, porque cuando ha transcurrido la primera mitad, o los primeros dos tercios de la película, se nota que el guionista, el propio director, ha tenido que pegar muchos tijeretazos a la historia, ha tenido que resumir de forma mas forzada, para adecuar la narración a la duración de un largometraje, y eso que es una peli larga, alrededor de dos horas, pero aún así, la complejidad y densidad de la novela original obliga a presentar una película a la que en su tercio final o en su segunda mitad se le notan las cicatrices, las transiciones y las sucesiones de los escenarios, de una situación a otra, de una historia a otra, son muy bruscas, en ocasiones son demasiados los hechos que se dan por sucedidos, hay algunas veces en que son varios y no poco importantes los acontecimientos que se dan por ocurridos y que se cuentan en los diálogos y en los soliloquios.
Pese a ello, película tremenda y tremendista, en todos los sentidos, descorazonadora y demoledora, que no deja títere con cabeza, con un final dramático y triste que da buena muestra de las heridas emocionales que ha dejado en el protagonista el calvario vivido.
Hablando de ello, Anthony Quinn, como siempre en el, realiza una interpretación apasionada, exultante, llena de vitalidad, su personaje es sobre el que pivota buena parte de la historia y sabe tirar adelante con la acción y el desarrollo de la película.
Para los que afirman que es poco o nada creíble lo que sucede con el tratamiento "racial" por el que pasa el personaje principal, sobre todo en su segunda mitad, cuando se topa con el oficial SS que es "experto racial", los que conocemos los delirios raciales y étnicos del nazismo mas salido de madre y disparatado y sus teorías mas febriles sobre los origenes del hombre y de los pueblos, sabemos que es algo que podría haberse dado perfectamente. Peliculón.
8
21 de enero de 2017
21 de enero de 2017
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace un tiempo pude verme "Sangre en la luna", un pequeño clásico del cine del oeste de los años 40, una película que si bien no es de las cumbres de este género, es, de todas formas, una película de importancia no desdeñable, rodada en los inicios de su carrera como director (antes había trabajado varios años como montador) por Robert Wise, director todo-terreno que cultivó un amplio abanico de géneros, algo olvidado en la actualidad, no uno de los nombres mas conocidos ni fulgurantes del firmamento de grandes directores, pero que tenía un indiscutible talento a la hora de dirigir, de componer planos y de preparar tomas, y cuya perspicacia e inteligencia detrás de la cámara debería de reivindicarse con mas frecuencia.
"Sangre en la luna" es un western que en cierta manera se adelantó a su tiempo, ya que con un guión, escrito por una guionista de la época dorada de Hollywood, bien pensado y de linea argumental compleja, sobre todo en su primera mitad, pasa a hacer un retrato de los personajes otorgándoles una profundidad psicológica pocas veces vista hasta entonces y que no sería frecuente en el cine del oeste hasta unos años después. Siendo una película del oeste, con algunos de sus elementos temáticos mas reconocibles, bien es cierto que Wise le confiere, sobre todo en su primera mitad, o primer tercio, un aire de película de suspense, de intriga, mezcla de géneros que es otra curiosidad en esta obra, que en algún momento del inicio es casi asfixiante, con un tono oscuro en la atmósfera y en el argumento que se prolonga a lo largo de todo el metraje, conseguido por una puesta en escena de algunas secuencias de enorme y tempestuosa belleza.
Hay que reconocer que en la primera mitad es cuando con mas fuerza despliegan su labor tanto Wise como la guionista, y que a partir de mitad, o de poco mas de la mitad de la misma es cuando se nota un cierto bajón, Wise ya ha puesto todas las cartas sobre la mesa, ya se ha mostrado todo lo que está sucediendo y se han puesto en claro todos los interrogantes que había con ciertos personajes, y el argumento avanza ya en función y como consecuencia de lo que ya se ha visto, ya no hay espacio para la sorpresa, pero a pesar de ello, yo creo que la película no se difumina, discurre por caminos ya reconocibles y previsibles, pero aún así, sigue manteniéndose un ritmo apremiante y acuciante y la tensión que había hasta entonces, aunque baja un pistón o dos, sigue presente, continuando por trazados clásicos de la época, pero igualmente de calidad incuestionable. Robert Mitchum, protagonista indiscutible, se come la pantalla, la devora, con su carisma característico, lleva el peso de la película sin esfuerzo, sin inmutarse, y que, una vez mas, hace pensar que igual Mitchum estaba equivocado cuando se menospreciaba publicamente a si mismo como actor, y si realmente tenía mas talento natural del que el pensaba.
"Sangre en la luna" es un western que en cierta manera se adelantó a su tiempo, ya que con un guión, escrito por una guionista de la época dorada de Hollywood, bien pensado y de linea argumental compleja, sobre todo en su primera mitad, pasa a hacer un retrato de los personajes otorgándoles una profundidad psicológica pocas veces vista hasta entonces y que no sería frecuente en el cine del oeste hasta unos años después. Siendo una película del oeste, con algunos de sus elementos temáticos mas reconocibles, bien es cierto que Wise le confiere, sobre todo en su primera mitad, o primer tercio, un aire de película de suspense, de intriga, mezcla de géneros que es otra curiosidad en esta obra, que en algún momento del inicio es casi asfixiante, con un tono oscuro en la atmósfera y en el argumento que se prolonga a lo largo de todo el metraje, conseguido por una puesta en escena de algunas secuencias de enorme y tempestuosa belleza.
Hay que reconocer que en la primera mitad es cuando con mas fuerza despliegan su labor tanto Wise como la guionista, y que a partir de mitad, o de poco mas de la mitad de la misma es cuando se nota un cierto bajón, Wise ya ha puesto todas las cartas sobre la mesa, ya se ha mostrado todo lo que está sucediendo y se han puesto en claro todos los interrogantes que había con ciertos personajes, y el argumento avanza ya en función y como consecuencia de lo que ya se ha visto, ya no hay espacio para la sorpresa, pero a pesar de ello, yo creo que la película no se difumina, discurre por caminos ya reconocibles y previsibles, pero aún así, sigue manteniéndose un ritmo apremiante y acuciante y la tensión que había hasta entonces, aunque baja un pistón o dos, sigue presente, continuando por trazados clásicos de la época, pero igualmente de calidad incuestionable. Robert Mitchum, protagonista indiscutible, se come la pantalla, la devora, con su carisma característico, lleva el peso de la película sin esfuerzo, sin inmutarse, y que, una vez mas, hace pensar que igual Mitchum estaba equivocado cuando se menospreciaba publicamente a si mismo como actor, y si realmente tenía mas talento natural del que el pensaba.

5,8
301
7
17 de enero de 2017
17 de enero de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"El piel roja" es el título con el que se estrenó en España y con el que se distribuye (en algunas ocasiones también se usa el título "Piel Roja") la película de George Sherman de título original "Tomahawk". Sherman fue un director de la época clásica, productor asimismo, conocido principalmente por los westerns, las pelis del oeste o "de vaqueros", como decíamos antes popularmente, de factura clásica que rodó durante mas de dos décadas, alternando con obras de otros géneros, como de aventuras o policiacos. El caso es que me la ví hace un tiempo, dejándome una buena impresión por su aire académico en su forma de rodar, por su historia interesante y bien desarrollada, inspirada algo lejanamente en un hecho histórico, por cierto, por su fotografía, sus paisajes, su música, sus actores y, entre los actores, una Yvonne De Carlo esplendorosa, una de las actrices, para mi, mas impresionantes y de belleza mas subyugante de la historia del cine, no es de extrañar que durante esos años fuese llamada "La Reina del Technicolor", por lo que realzaba su encanto ese proceso de fotografía cinematográfica. Esta película se encuadra dentro del denominado western "pro-indio", surgido precisamente en aquel tiempo, en el cual las historias que se filmaban se preocupaban de mostrar un lado mas humano de los pueblos indios e incluso de algunas de las injusticias de las que habían sido víctimas en el proceso de la denominada "Conquista del Oeste" por parte de colonos y del ejército estadounidense (hay un momento de la película en que, por parte de unos personajes, se menciona retrospectivamente la masacre de Sand Creek). El guión está bien armado, si bien desaprovecha algunas posibilidades y también algún personaje secundario que otro, que podría haber dado aún mas jugo y aportado mas complejidad a la película, pero de todas maneras, como sucede con muchas películas de cuando se hacía cine de verdad, con guión, con inicio, nudo y desenlace, nos encontramos, pienso yo, con una película donde no hay hueco alguno en el desarrollo de la historia, ya está todo pensado antes de dar la primera vuelta de manivela de la cámara, se va al grano, no se pierde el tiempo en florituras que no llevan a ningún lugar y no solamente se mantiene la tensión de la historia, sino que, también, se nota el proceso de cambio y transformación de los personajes, de sus puntos de vista, sobre todo por parte de la protagonista, si bien tampoco profundiza demasiado en su perfil psicológico, tal como se harían en las pelis del oeste de años posteriores, la película tiene la duración que tiene (menos de hora y media) y no se demora en ciertos aspectos, pero a pesar de ello, se transmiten los carácteres de los personajes con certeras pinceladas, así como el pasado de cada uno de ellos. Quizás, la historia de amor entre los dos protagonistas no termina de estar culminada, la guionista no sabe como rematarla, si llevarla a otro nivel o no, y la deja como está, pero esto quizás es un punto mas de originalidad, si se mira desde esa perspectiva, en esa época, donde la norma eran los finales empalagosos y engolados, aquí estamos en el inicio de los westerns con historias menos maniqueas y un poco mas melancólicas. George Sherman es un director del cual poco se habla actualmente, pero del cual llevo viendo algunas películas suyas en los últimos años y re-viendo algunas otras que vi cuando era pequeñajo. Fue bastante prolífico desde finales de los 30 hasta principios de los 60 y su manera de rodar era, pues eso, como he dicho, muy de los directores clásicos, todo un artesano de la imagen clásica, grandes paisajes, amplias tomas, Sherman sabía rodar con pulso firme, con una excelente puesta en escena, y en esta película se ven algunas de sus constantes, no solamente secuencias con una puesta en escena muy bien pensada y una gran distribución de los elementos de la misma, sino también ese gusto suyo por paisajes grandes y estupendamente fotografiados y esos planos generales que aportan grandiosidad a la narración. De prota masculino tenemos a Van Heflin, no uno de los rostros mas conocidos, pero si un grande de la interpretación de la época, incansable trabajador que aportaba siempre caracter a sus personajes y que, si bien era habitual en muchos westerns, tocó todos los géneros, demostrando en esta película las tablas que tenía. Y de prota femenina ya he mencionado a la canadiense Yvonne De Carlo, ains, hermosísima, imposible no fijarse en ella.

7,2
1.754
8
21 de enero de 2017
21 de enero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace muchos, muchos años, que considero a Anthony Mann un director medio peldaño, o menos aún, por debajo de John Ford (si lo menciono es porque, al igual que Mann, y como bien se sabe, es un director principalmente conocido por sus películas del oeste). Y esta película, "El cazador de fugitivos", de título original "The tin star", que me vi por segunda vez hace poco tiempo, es una buena muestra de su buen hacer tras la cámara, a pesar de que tradicionalmente se le considere una película menor de su filmografía, llena de pesos pesados.
Y es que ese afán por buscar encuadres precisos y secuencias de gran belleza formal y gran carga dramática fue algo que lo igualaba a grandes creadores del cine, casi a la altura, no solo de Ford, sino de Kubrick, Welles, Lang, Griffith y otros genios que esculpieron el lenguaje cinematográfico. Quizás el hecho de que la mayor parte de la producción de Mann se orientara hacia géneros y sub-géneros considerados "de evasión", como el western, al que pertenece esta película, el cine de aventuras, el "de romanos", el policiaco, etc, etc, siempre ha hecho que sea mirado con condescendencia por parte de una porción de la crítica cinematográfica intelectualoide.
Por mucho que se haya dicho durante años, esta película no desluce al lado de otras películas del oeste que Mann rodó junto a James Stewart, que están inscritos con letras de oro en la historia del cine del oeste y del cine en general, al menos para mi, sino que se pone sino a igual altura, al menos a casi, casi, casi, casi a su misma talla cinematográfica.
Teniendo un caracter mas íntimo, o, mejor dicho, menos épico, mas circunscrito a un escenario concreto y de menor envergadura, sin embargo esta película tiene también un aire especial y un tono casi poético en su narración, incrementado por esos encuadres tan espectaculares que tan bien le salían a Mann, y es que no debe de sorprender, ya que uno de los tres co-guionistas acreditados (en realidad, otro de ellos es el autor de la novela tomada como punto de partida) fue Dudley Nichols, un guionista de diversas películas de John Ford, por lo que la historia en su desarrollo a veces discurre por recorridos "fordianos", no solo en la acción, sino en la profundidad psicólogica de los personajes y en la huida del maniqueísmo fácil.
Por supuesto, añade aún mas quilates a la propuesta el protagonismo de un Henry Ford, uno de los mejores y mas conocidos actores de su generación, que siempre encarno al héroe preferido del público estadounidense, que interpreta con solvencia y con garra su personaje, a lo que se añade un Anthony Perkins pre-Psicosis, que realiza una interpretación nerviosa y torturada... como hizo en casi toda su carrera. Parece que Perkins estuvo siempre preparándose para su personaje de Norman Bates, el cual le sepulto posteriormente. Y en un personaje secundario, un habitual del cine del oeste, Lee Van Cleef.
La fotografía en blanco y negro, de sobresaliente, aumenta aún mas la belleza de las tomas de Mann. Música de Elmer Bernstein, es decir, de otro genio.
Y es que ese afán por buscar encuadres precisos y secuencias de gran belleza formal y gran carga dramática fue algo que lo igualaba a grandes creadores del cine, casi a la altura, no solo de Ford, sino de Kubrick, Welles, Lang, Griffith y otros genios que esculpieron el lenguaje cinematográfico. Quizás el hecho de que la mayor parte de la producción de Mann se orientara hacia géneros y sub-géneros considerados "de evasión", como el western, al que pertenece esta película, el cine de aventuras, el "de romanos", el policiaco, etc, etc, siempre ha hecho que sea mirado con condescendencia por parte de una porción de la crítica cinematográfica intelectualoide.
Por mucho que se haya dicho durante años, esta película no desluce al lado de otras películas del oeste que Mann rodó junto a James Stewart, que están inscritos con letras de oro en la historia del cine del oeste y del cine en general, al menos para mi, sino que se pone sino a igual altura, al menos a casi, casi, casi, casi a su misma talla cinematográfica.
Teniendo un caracter mas íntimo, o, mejor dicho, menos épico, mas circunscrito a un escenario concreto y de menor envergadura, sin embargo esta película tiene también un aire especial y un tono casi poético en su narración, incrementado por esos encuadres tan espectaculares que tan bien le salían a Mann, y es que no debe de sorprender, ya que uno de los tres co-guionistas acreditados (en realidad, otro de ellos es el autor de la novela tomada como punto de partida) fue Dudley Nichols, un guionista de diversas películas de John Ford, por lo que la historia en su desarrollo a veces discurre por recorridos "fordianos", no solo en la acción, sino en la profundidad psicólogica de los personajes y en la huida del maniqueísmo fácil.
Por supuesto, añade aún mas quilates a la propuesta el protagonismo de un Henry Ford, uno de los mejores y mas conocidos actores de su generación, que siempre encarno al héroe preferido del público estadounidense, que interpreta con solvencia y con garra su personaje, a lo que se añade un Anthony Perkins pre-Psicosis, que realiza una interpretación nerviosa y torturada... como hizo en casi toda su carrera. Parece que Perkins estuvo siempre preparándose para su personaje de Norman Bates, el cual le sepulto posteriormente. Y en un personaje secundario, un habitual del cine del oeste, Lee Van Cleef.
La fotografía en blanco y negro, de sobresaliente, aumenta aún mas la belleza de las tomas de Mann. Música de Elmer Bernstein, es decir, de otro genio.
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