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Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
29 de marzo de 2010
409 de 445 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me importa lo que digan... lo mejor para una tarde cualquiera es ir al cine en blanco y hacer subir una película a dedo a la palestra. Si voy porque en su día me lo aconsejó el trailer, un amigo o Internet, malo. Es más, acabó la película y al ver "Directed by Martin Scorsese", un servidor y acompañante exclamaron "Anda mira, ¡es bueno saberlo!" (verídico).

Mi primera reflexión al ver Shutter Island y leer los comentarios del personal es: a la gente, no le gusta que la engañen. Me refiero, obviamente, a esa gente que se siente incómoda al no poder ejercer ningún tipo de control sobre lo que está viendo, a esa gente que se siente molesta al tener que esperar una semana entera para ver el siguiente capítulo de Lost corroída por las dudas, a esa gente a la que (mucho me temo) no le gusta pensar en la película y avanzarse (o intentarlo) a la trama antes de que se la pasen por la Turmix y le hagan el avioncito. Reconozcámoslo: el cine de A a B es aburrido si no lo complicas un poco.
A mi eso, me apasiona.

Y Shutter Island te embauca, te engaña. Y, al loro... te vuelve loco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Shutter Island NO es la história de un agente detrás de un caso en una isla misteriosa.
Shutter Island es la história de un grupo de "loqueros" que durante dos larguísimos días dan rienda suelta a la demencia de un chaval pertubado y paranoico con la intención de indagar, comprender y hacerle aceptar su sórdido pasado.
Es un ejercicio de altruísmo tremendo, un intrincado juego tan bien planeado que incluso asusta por su credibilidad.
Una vez desvelada la verdad, no puedo sinó imaginarme como sería explicada la misma história a través del personaje de Ruffalo (al más puro estilo capítulo a través de los ojos de Wilson, en House). Saber el cómo y el por qué de dicha situación, conocer la relación psiquiarta-paciente, ajustar de una vez por todas el sentimiento de paternalismo que existe en uno de ellos (el otro está demasiado loco como para ser consciente). Y todo para poder interiorizar mejor esa decepción latente en sus rostros en la escena final.

Casi puedo decir que fuera de esto, no entiendo demasiado la película.
Pero lo que sí entiendo me tiene fascinado.

Una história de amor desconcertante, un pasado bélico (un poquito mamado ya) y una ambientación sórdida dentro del manicomio (me imagino por esta película y algún que otro videojuego que los americanos tiene los manicomios como algún tipo de escenario que debiera dar miedo... yo digo que ese miedo no es nada más que miedo a lo desconocido).

En cierto modo me recuerda a El Show de Truman. Todos saben algo menos tú.
Y ahí empieza la paranoia.

Para acabar, intentar justificar mi nota.
Una película que sea capaz de que mientras te estén explicando la verdad, tú no te lo acabes de creer del todo o incluso sigas pensando que te están tangando, ha triunfado en su planteamiento.
Si mantienes ese lazo tan necesario con el protagonista en toda película, Shutter Island consigue alimentar tu locura también, de tal forma que al final ni tú mismo como espectador te acabas de creer lo que se te cuenta en la cima del faro (o no quieres creértelo). Ese es uno de sus momentos álgidos.
El otro es cuando la "verdadera" Rachel, interna sobre la que se venía a investigar, nos cuenta todo lo que supuestamente se cuece en Ashecliffe. A partir de ese momento, y viéndose el protagonista completamente desamparado en medio de tal conspiración, nos enfundamos la camisa de fuerza y nos ponemos de parte del loco de Teddy. Justificamos sus acciones. Lo pasamos mal cuando están a punto de pillarnos. Nos reímos en lo de:

"-Volviendo a lo de tu compañero..."
"-¿Qué compañero?".

Y dejamos campar a ese loco que todos llevamos dentro por la isla. Aunque luego miremos atrás y nos digamos... "Madre mía, como se nos ha ido la cabeza".

En resumen, y dejando un poquito de lado las visiones, los sueños y los recuerdos (lo siento, The Lovely Bones me traumatizó un poco), la película es una genialidad.
Y toda genialidad no está exempta de locura.
30 de abril de 2011
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inception es complicada.
La mente humana, también.
De hecho son 148 minutos que se me antojan cortos para cumplir todas las expectativas que la prodigiosa producción debiera.

De reparto exquisito, finalización magistral y conceptualmente sugerente. Es innegable que "Origen" (no entiendo la traducción) no te deja indiferente.

El problema viene cuando su reclamo más urgente (el mundo de los sueños y las incógnitas del subconsciente) choca con todo lo que uno sabe acerca de lo que significa soñar.

Personalmente, creo que uno ve proyectado en sus sueños sus anhelos, sus deseos más íntimos y todo aquello que no puede ser en la vida real, y lo liga a nuestra experienca reciente. Es nuestra película de producción própia donde tenemos (o más bien nuestra mente tiene) el divino derecho de crear y deshacer a placer.
En el sueño, nuestra mente nos dice quiénes somos, qué queremos, a qué le tenemos miedo y sobre todo, qué debemos sentir y porqué.
Lo mágico de soñar es precisamente no recordar nada al despertarnos. Y tener esos fogonazos fugaces en cuanto vemos a alguien o nos topamos con una situación soñada (o el preludio de esta). Es entonces cuando sabes que tu mente está intentando decirte algo, como si tú mismo te estuvieras dejando migas de pan en el camino. E intentas ser fiel a tus sueños, porque tu subconsciente, por desgracia, te conoce mejor que tú.

Pero no en Origen. El sueño deja de ser algo personal e intransferible. Ya no es algo íntimo, sino colectivo, inducido, quebrantable e incluso moldeable a voluntad. Cuando si algo puedo afirmar tras años de soñar, es que mientras dormimos, nuestro ego profundo toma las riendas, y el muy hijo de puta es caprichoso. Nosotros únicamente nos limitamos a experimentar, nos guste lo que vemos o no.

No digo que la película no me haya gustado. Más bien es un "no estoy del todo de acuerdo".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Dicho esto, el señor Nolan nos explica una historia muy compacta y bien definida, con matices.

Casi se puede afirmar que la conceptualización de su mundo del sueño arrolla todo lo demás, como lo pudiera hacer un tren de mercancías con el tráfico en plena avenida de Nueva York.
Los guionistas están muy ocupados explicándonos sus ideas (muy buenas, por cierto), tejiendo la trama y configurando Inception. Mientras, la relación entre los personajes y los acontecimientos previos a la trama, entre otros menesteres, parecen quedar en un segundo plano.

No me cuentes que Cobb es el mejor espía de sueños, enséñamelo y tal vez intente justificar lo que hace.
No me pongas actores sin ton ni son en pantalla, explícame porque debo seguirles y tal vez me sienta identificado con alguno de ellos.
No me lleves por todo el mundo solo para justificar la globalización del proyecto y el papel de los arquitectos.
Pero sobre todo, no me digas cómo se sueña. Porque eso es algo que cada uno decide para sí mismo.

Puntos a favor:
- El amor puede ser doloroso. Y los sueños están ahí para recordárnoslo. La trama de Mal es sencillamente soberbia.
- La simbologia. Indiscutiblemente enriquece la história.
- La banda sonora es épica. En serio, ¿una bocina de barco? Se me eriza la piel.
- Los sueños, las capas, la profundidad de los deseos... cuanto más cuesta acceder a él, más íntimo es. Buena escenificación, ese ascensor.
- Esteticamente es alucinante ver sueños dentro de otros. Buena extracción del mundo de los videojuegos.

Puntos en contra:
- Espero no encontrar tanta acción en ninguno de mis sueños. Tal día tiraré mi Xbox por la ventana.
- Personajes meramente funcionales. Lo siento, Nolan... y me reitero: necesito implicación emocional y tu me das una llave inglesa que gira muy bien las tuercas en tu trama.
- Es posible que se debiera reservar parte de la munición para Inception 2. Definitivamente, iría a verla.

Creo firmemente que la película es demasiado ambiciosa. Te intenta explicar demasiado, o a lo mejor es que todavía pienso que el protagonista es Cobb, cuando en realidad me equivoco: el protagonista es el mundo de los sueños.
18 de diciembre de 2011 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin ser un ejercicio megalítico de alarde cinematográfico, Mientras duermes es un retrato bastante fidedigno de lo que pasa cuando la sociedad falla en hacer de ti aquello que se espera: una persona.
César es, de todas, todas, un monstruo. Una bomba de relojería latente, esperando paciente en la portería de cualquier inmueble barcelonino para explotar y hacer el mayor daño posible. La personificación pura de la maquinación. El avatar, si queréis, de "si sabes cómo hacerlo, las normas deberían importarte un pimiento".
Y es que es difícil dictaminar dónde empieza la persona y dónde el "pasajero oscuro", en palabras de Michael C. Hall. La capacidad del ser humano para encajar en el grupo es algo innato. Las intenciones que hayan detrás de la cortesía, la amabilidad y la lealtad (laboral, ¿por qué no?) pueden variar enormemente. Y jugamos a este juego de la vida confiando los unos en los otros. Y nos creemos "semejantes" y nos llamamos "conocidos" cuando en la mayoría de los casos, ni nosotros mismos nos conocemos del todo.
La historia, no deja de ser un thriller psicológico, una cámara de tortura del tamaño "Historia de una escalera" con un protagonista magistralmente pilotado y unas víctimas, a mi parecer, exquisitamente caracterizadas.
César podría vivir en tu rellano. César incluso podría vivir, en parte, en ti mismo.
Sólo basta con pensar en aquello que los demás (y hablo de los demás en tono despectivo) te han negado. En lo que ha podido ser y no fue, en todas las cosas buenas que tienes y haces, y pasan desapercibidas una vez y otra mientras la vida se consume fugazmente.
César, en el fondo, es el corderito degollado que, cansado de ser pisoteado por un prójimo embriagado de falsas ilusiones, hace un ejercicio de sinceridad enorme consigo mismo: "Yo no puedo ser feliz" a lo que yo añado "Así, no".
Y llegados a este punto, decide seguir jugando sin hacer caso a las normas del juego. Algo en lo que la mayoría hemos pensado más de una vez.
Y en lo que se torna esta macabra partida, no es en otra cosa que un relato enfermizamente bello.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Aprender a ser feliz mediante la mediocridad ajena. Eso es vil y humano a la vez.
Pero más allá del ejercicio en sí, lo que me apasiona del film es la instantánea de la vida actual que realiza Marini mientras la trama rueda sobre sí misma.
Clara es el reflejo de la jovencita económicamente autosuficiente. Como gran parte de las mujeres de hoy en día, ellas ejercen todo el poder de decisión en sus vidas cuán pajarillos liberados de su jaula paternal. Para una chica joven, la vida está llena de posibilidades: cada día es un sendero luminoso y sonreír en público, un precio muy bajo para sentirse bien. Pese a que la cartera no esté muy bollante, tiene un trabajo medianamente decente, acarrea con sus obligaciones y tiene un novio que, pese a tenerla abandonada, cumple sexualmente en los breves instantes en que puede afianzarlo entre sus brazos. Cree sentir amor, pese a que en su interior sabe que el engaño es probable (la distancia es lo que tiene). Pero si las cosas no van bien, pues o se atiborra de Nutella para saciar su ansiedad, o se pone esos zapatos de tacón tan caros, y a zorrear de la vida.
El novio de Clara seguramente cumpla un alto cargo. Tenga sustento económico, pese a que ello conlleve vivir en la conchinchina. Hecho que seguro no le entristece demasiado: tiene la oportunidad de flirtear las jovencitas de su trabajo, su novia sólo le llama para decirle lo mucho que le echa de menos y sus encuentros son fogosos: cortos pero intensos. Y si la cosa va mal, es por el trabajo. Y con un "Te quiero", te tengo donde quiero.
La pobre ancianita que vive con sus queridos perritos viene a enseñarnos hasta donde podría llegar la soledad emborrachada de buenas intenciones, un buen lápiz de labios y una sonrisa desdibujada pero sincera. Esta señora es el lado visible y aceptado de una vejez a la que muchas personas, desgraciadamente, han llegado encadenados a la pesada bola de "ser un lastre". Es una realidad más en toda escalera de vecinos: su esposo se fue hace tiempo, vive tranquila aunque sola. Y desesperadamente, necesita de los demás.
Finalmente, la niñita vecina de Clara viene a demostrarnos el ansia de muchas preadolescentes por llegar al mundo adulto, saltándose si hace falta, la infancia que más adelante tanto y tanto añorarán. Su papá está demasiado ocupado dándole de todo que apenas sabe lo que està tramando con el sinvergüenza ese que se cuela en casa de su vecina.

Pincelando este elenco de atrocidades, uno se da cuenta que en un sentido u otro, la miseria nos rodea, la aceptemos o no. El esperpento de Valle-Inclán catapultado al siglo XXI, el Show de los Horrores con un antihéroe como protagonista.
Y en esta mascarada de falsa moral e hipocresía, el papel de César no es otro que el de jugar al borde del precipicio sin darse cuenta, no obstante, de que la manzana lleva mucho tiempo podrida en este cuenco al que mal llamamos sociedad.
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