Hace tiempo que no había visto una película donde pasaran tantas cosas y en cambio transcurrieran de forma tan lenta y aburrida, además sin sacar ningún provecho de ninguna de las historias paralelas que aparecen y desaparecen y vuelven a aparecer y que no saben finalmente cómo acabar.
Los actores se mueven totalmente perdidos en un mar de escenas, muchas veces inconexas, debido a que deben interpretar un guión falso, estereotipado y lleno de tópicos. Parece ser que el director les remarcó que en los momentos clave, cuanto más gritaran, más realista sería su papel; y lo han seguido al pie de la letra.

Total, no os la recomiendo para nada.

Si es que si es que... no sé ni por dónde empezar, tenía tantas ganas de ver esta película y tantas expectativas puestas en ella..., que después de verla simplemente no tengo palabras.
Es mala, mala, malísima.

Siempre que estrena Medem voy a verla el primer día del estreno. Esta vez Julio... no me has gustado, me he aburrido en muchos momentos y me ha dado vergüenza ajena el montaje de algunas tomas con la banda sonora incluida, no me podía creer lo que estaba viendo. El uso excesivo de las imágenes de Google Earth hacen que este parezca un relleno necesario para no morir del aburrimiento en una película de la cual no te crees ni el flechazo propinado por cupido, ni a los personajes, ni la realización y montaje de la cinta. Y eso que me he esforzado en intentar comprender qué nos quiere decir Medem con esta forma de hacer, a lo mejor soy yo, que no me entero.
A ver si haces otra, que también iré a ver y te pillo esta vez.

Un suspense utilizado como hilo conductor en toda la cinta que asfixia sin mucho sentido al cinéfilo más intrépido. Lo único que merece la pena de esta película es la actuación de la actriz principal. Por lo demás, aún me pregunto por qué no he salido yo corriendo del asiento y me he ido un rato a tomar el aire.

Una vez más, al igual que con "La pianista" o "La cinta blanca", Michael Haneke nos muestra una reflexión sobre la conciencia humana, esos infiernos y/o demonios que tenemos dentro. Pocos cineastas pueden hacer una película como esta, en la que el suspense e interés que con ella despierta en el espectador no se da ni por la acción, ni por la banda sonora. Ni siquiera tiene la pretensión de "regalar" un final espectacular para que todo el mundo aplauda al final. Como la vida misma, no tiene final, sigue, porque la conciencia (la de todos) no tiene fin.