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MediometrajeDocumentalTV

4,0
217
5
4 de agosto de 2018
4 de agosto de 2018
60 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué tan "privilegiada" (adjetivo que los supuestos activistas del siglo XXI usan con tanta frecuencia y a la ligera que ha perdido casi por completo su significado) debe ser tu vida para que el mayor de los obstáculos que debas enfrentar no sea más que un personaje ficticio de una serie que vivió su mejor momento hace más de dos décadas--- y que está en absoluta decadencia en pleno 2018? Los Simpsons rara vez generan algún tipo de encabezado hoy en día, si no es para aprovecharse de lo que está de moda con absoluto cinismo (como bien lo muestran sus recientes -y deleznables- episodios dedicados a Pokémon Go, Lady Gaga o Los Juegos del Hambre, por mencionar sólo unos pocos ejemplo) pero sin un ápice del celo artístico de antaño. Incluso la "polémica" que generan las blandas acusaciones de "racismo" por parte del comediante Hari Kondabolu seguro le vienen de perlas a Matt Groening. Sabemos que no existe la mala publicidad.
No es que las quejas de los ciudadanos indoamericanos entrevistados aquí con respecto al popular Apu (y otros personajes igualmente estereotipados, como el interpretado por Peter Sellers en "The Party" de 1968) no sean legítimas, es que el modo en que el señor Kondabolu planea solucionar el "problema" por medio de la censura y señalamientos a los creadores de la serie (específicamente al actor de voz Hank Azaria) es sólo una muestra más de que la generación actual, tan frágil a la diversidad de opinión y caprichosa en las redes sociales cuando un producto muestra el menor atisbo de incorrección política, es incapaz de dialogar con sensatez. En vez de eso, vemos al señor Kondabolu soltar toda la bilis cuando cierta persona no accede a una entrevista con él. El legado de las universidades con "safe spaces", señoras y señores: las generaciones actuales tienen cada vez menos tolerancia a la frustración, y aquella escena que describí no puede ser un retrato más elocuente.
El feroz canibalismo de la izquierda americana, tan preocupado por cosas tan mundanas como lo retratado aquí o algunos aspectos que, en mi opinión, desvirtúan el feminismo (“manspreading”.... ¿en serio algo como eso es considerado problemático? ¿qué hay de las cientos de miles de mujeres violentadas en países tercermundistas, como la India?), no se dan cuenta de que ésta actitud orilla a la inmensa mayoría blanca de ese país más del lado de gente como Donald Trump. En su momento, ya el documental "Hillary's America" me pareció un dantesco circo de propaganda y no precisamente porque yo simpatice con la candidata del partido Demócrata en absoluto. Curiosamente aquel "documental" (con escenas ridículamente dramatizadas) estaba dirigido por otro ciudadano americano de origen indio, el controvertido y ultra conservador Dinesh D'Souza. Por lo cual podemos decir que aquella obra y "The Problem with Apu" no son más que lados opuestos de una misma moneda. La única diferencia que encontré, para crédito del señor D'Souza, es que al menos él está consciente del privilegio que goza al ser un ciudadano de una súper potencia mundial y con todas las posibilidades al alcance de su mano sin pretender en ningún momento ser una "víctima" por su condición de inmigrante o descendiente de ellos.
Hablando de lo cual, creo yo que los inmigrantes provenientes del Sudeste Asiático tienen problemas mucho más grandes de los cuales preocuparse (he aquí sólo algunos: http://www.mospi.gov.in/statistical-year-book-india/2017/206) como para prestar atención a un personaje ficticio de una caricatura. En vez de mostrar el "problema" con la falta de representación de cierto sector étnico de la población americana (sea cual sea), "The Problem with Apu" será recordada, si acaso, como una muestra de la intolerancia, de la vacuidad y de la vanidad en estas eternas "olimpiadas de la opresión" donde al final nadie gana y cada quién se ofende de lo que quiere ofenderse.
No es que las quejas de los ciudadanos indoamericanos entrevistados aquí con respecto al popular Apu (y otros personajes igualmente estereotipados, como el interpretado por Peter Sellers en "The Party" de 1968) no sean legítimas, es que el modo en que el señor Kondabolu planea solucionar el "problema" por medio de la censura y señalamientos a los creadores de la serie (específicamente al actor de voz Hank Azaria) es sólo una muestra más de que la generación actual, tan frágil a la diversidad de opinión y caprichosa en las redes sociales cuando un producto muestra el menor atisbo de incorrección política, es incapaz de dialogar con sensatez. En vez de eso, vemos al señor Kondabolu soltar toda la bilis cuando cierta persona no accede a una entrevista con él. El legado de las universidades con "safe spaces", señoras y señores: las generaciones actuales tienen cada vez menos tolerancia a la frustración, y aquella escena que describí no puede ser un retrato más elocuente.
El feroz canibalismo de la izquierda americana, tan preocupado por cosas tan mundanas como lo retratado aquí o algunos aspectos que, en mi opinión, desvirtúan el feminismo (“manspreading”.... ¿en serio algo como eso es considerado problemático? ¿qué hay de las cientos de miles de mujeres violentadas en países tercermundistas, como la India?), no se dan cuenta de que ésta actitud orilla a la inmensa mayoría blanca de ese país más del lado de gente como Donald Trump. En su momento, ya el documental "Hillary's America" me pareció un dantesco circo de propaganda y no precisamente porque yo simpatice con la candidata del partido Demócrata en absoluto. Curiosamente aquel "documental" (con escenas ridículamente dramatizadas) estaba dirigido por otro ciudadano americano de origen indio, el controvertido y ultra conservador Dinesh D'Souza. Por lo cual podemos decir que aquella obra y "The Problem with Apu" no son más que lados opuestos de una misma moneda. La única diferencia que encontré, para crédito del señor D'Souza, es que al menos él está consciente del privilegio que goza al ser un ciudadano de una súper potencia mundial y con todas las posibilidades al alcance de su mano sin pretender en ningún momento ser una "víctima" por su condición de inmigrante o descendiente de ellos.
Hablando de lo cual, creo yo que los inmigrantes provenientes del Sudeste Asiático tienen problemas mucho más grandes de los cuales preocuparse (he aquí sólo algunos: http://www.mospi.gov.in/statistical-year-book-india/2017/206) como para prestar atención a un personaje ficticio de una caricatura. En vez de mostrar el "problema" con la falta de representación de cierto sector étnico de la población americana (sea cual sea), "The Problem with Apu" será recordada, si acaso, como una muestra de la intolerancia, de la vacuidad y de la vanidad en estas eternas "olimpiadas de la opresión" donde al final nadie gana y cada quién se ofende de lo que quiere ofenderse.

7,3
4.279
10
3 de agosto de 2008
3 de agosto de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante años, el cine holandés había pasado cruelmente desapercibido por la crítica en todo el mundo, pues, como suele suceder en países de idioma anglosajón o nórdico (como Canadá, Nueva Zelanda, Suecia o Dinamarca), el producto que normalmente ofrecía dicho país no era muy interesante o accesible. A penas recuerdo obras como "Wat zien ik?" y "Voyeur", cuyos sórdidos acontecimientos e idiosincrásicos personajes mantenían una reconocible pauta del cine vanguardista, pero que en general no resultaban tan memorables, incluso para la época en la que fueron elaboradas. Sin embargo, gracias a la llegada de buenas películas universalmente aclamadas, como "Karakter" y "Memorias de Antonia", la producción de cine holandés se ha beneficiado de manera honesta y mucho más atractiva, y en general han logrado alcanzar distribución y publicidad por parte de los medios masivos que anteriormente la habían ignorado.
"Memorias de Antonia" es el tipo de película que, aunque su duración es corta, su ritmo es tan ágil que los hechos que retrata tienden a perdurar en nuestra memoria durante largo tiempo. La historia no es nada compleja; simplemente se ciñe en mostrar las vidas de por lo menos cuatro generaciones de mujeres. La primera de ellas es Antonia (Willeke van Ammelrooy), una encantadora y perseverante mujer de mediana edad, quien regresa a su tierra natal, luego de los horrores vividos en la segunda guerra, decidida a atender a su moribunda madre y criar a su observadora hija Danielle (Els Dottermans) en dicho lugar.
Danielle pertenece precisamente a la segunda generación; ella es casi tan intuitiva y tenaz como su ilustre madre, pero con un rango único sexual que la define; el tiempo transcurre, y Antonia y su hija van haciéndose de excepcionales amigos, estableciendo de ésta manera una muy peculiar comunidad utópica, alejándose casi por completo de las vejaciones de la población moderna, forjando así "estrictas" reglas de aceptación, armonía y tolerancia.
La directora feminista Marleen Gorris lleva a la mano una encantadora comedia surrealista, donde tanto la magia como los personajes reales se consolidan de una forma espléndida para el gozo del público abierto a cualquier posibilidad (como la encantadora escena del velatorio de la abuela muerta). El guión de Gorris es tan cálido, que incluso el público tiende a sentir cierta empatía por los villanos de ésta cinta. El agudo humor y la atinada picardía de los personajes centrales alejan a ésta cinta de cualquier truco esteticista barato, tan acompañado por el drama de época moderno.
La dirección es firme, pero nunca pedante o meramente inverosímil. Pero lo que más me entusiasmó fue la calidez humana y la atmósfera victoriana que dan ese agradecido aire acogedor y familiar.
"Memorias de Antonia" es el tipo de película que, aunque su duración es corta, su ritmo es tan ágil que los hechos que retrata tienden a perdurar en nuestra memoria durante largo tiempo. La historia no es nada compleja; simplemente se ciñe en mostrar las vidas de por lo menos cuatro generaciones de mujeres. La primera de ellas es Antonia (Willeke van Ammelrooy), una encantadora y perseverante mujer de mediana edad, quien regresa a su tierra natal, luego de los horrores vividos en la segunda guerra, decidida a atender a su moribunda madre y criar a su observadora hija Danielle (Els Dottermans) en dicho lugar.
Danielle pertenece precisamente a la segunda generación; ella es casi tan intuitiva y tenaz como su ilustre madre, pero con un rango único sexual que la define; el tiempo transcurre, y Antonia y su hija van haciéndose de excepcionales amigos, estableciendo de ésta manera una muy peculiar comunidad utópica, alejándose casi por completo de las vejaciones de la población moderna, forjando así "estrictas" reglas de aceptación, armonía y tolerancia.
La directora feminista Marleen Gorris lleva a la mano una encantadora comedia surrealista, donde tanto la magia como los personajes reales se consolidan de una forma espléndida para el gozo del público abierto a cualquier posibilidad (como la encantadora escena del velatorio de la abuela muerta). El guión de Gorris es tan cálido, que incluso el público tiende a sentir cierta empatía por los villanos de ésta cinta. El agudo humor y la atinada picardía de los personajes centrales alejan a ésta cinta de cualquier truco esteticista barato, tan acompañado por el drama de época moderno.
La dirección es firme, pero nunca pedante o meramente inverosímil. Pero lo que más me entusiasmó fue la calidez humana y la atmósfera victoriana que dan ese agradecido aire acogedor y familiar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cierto, el ambiento es eternamente invernal y gris, pero las emociones humanas de los personajes, así como la solemne (y magistral) partitura musical son tan conmovedores, que no nos resulta para nada difícil apreciar los logros de ésta película en su totalidad.
Las actuaciones también son bastante buenas; sin importar las exageradas características de los personajes, el grupo de estos desconocidos actores holandeses logra una conectividad emocional fascinante ante el pesar personal o el triunfo colectivo. Debe saberse que, pesar de lo que título mismo pudiera sugerir, no hay realmente un protagonista dentro de la historia de "Memorias de Antonia", y es precisamente esto lo que nos permite identificarnos con todos los personajes que mágicamente dibuja la liderada mano de Gorris, su sagaz equipo creativo y el comprometido reparto.
Aún empleando muchos de los trucos conocidos del melodrama moderno, "Memorias de Antonia" es una película cordial, ecléctica y genuinamente innovadora. Su particularidad regional la dividen de otras películas recientes de temas similares, y su vigente mensaje feminista (aunque de ninguna manera sexista), la hacen accesible para todo tipo de público. Siempre y cuando estén dispuestos a pagar con gran exaltación emocional, la redención de los lazos familiares y espirituales que continuamente se ven en esta excelente obra.
Las actuaciones también son bastante buenas; sin importar las exageradas características de los personajes, el grupo de estos desconocidos actores holandeses logra una conectividad emocional fascinante ante el pesar personal o el triunfo colectivo. Debe saberse que, pesar de lo que título mismo pudiera sugerir, no hay realmente un protagonista dentro de la historia de "Memorias de Antonia", y es precisamente esto lo que nos permite identificarnos con todos los personajes que mágicamente dibuja la liderada mano de Gorris, su sagaz equipo creativo y el comprometido reparto.
Aún empleando muchos de los trucos conocidos del melodrama moderno, "Memorias de Antonia" es una película cordial, ecléctica y genuinamente innovadora. Su particularidad regional la dividen de otras películas recientes de temas similares, y su vigente mensaje feminista (aunque de ninguna manera sexista), la hacen accesible para todo tipo de público. Siempre y cuando estén dispuestos a pagar con gran exaltación emocional, la redención de los lazos familiares y espirituales que continuamente se ven en esta excelente obra.

5,6
5.597
10
27 de julio de 2008
27 de julio de 2008
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pareciera ser que después del tremendo éxito que generó la soberbia adaptación cinematográfica de la novela "Trainspotting" (la cual declaro, desde mi punto de vista, una de las mejores películas de los años noventas), tanto el aclamado director Danny Boyle como su siempre confiable guionista John Hodge perderían todo indicio de innovación en sus posteriores películas.
Pero con "Vidas sin Reglas" ambos demuestran que esa suposición no es ni marginalmente acertada, ya que al parecer su genialidad funciona a diferentes niveles; como fantasía romántica salpicada con un poco de humor negro y acción, y excelente muestrario de la envidiable calidad del cine de Boyle.
Siguiendo la misma bizarra narrativa que rigieran otras pioneras del género, "Vidas sin Reglas" sigue una serie de acontecimientos tanto románticos como sórdidos. Después de tomar torpemente secuestrada a la mimada hija de su viseral jefe (Ian Holm), Celine (Cameron Díaz), el mediocre y perdedor Robert (Ewan McGregor), termina por enamorarse de su rehén, mientras ella, por su parte, sufre de lo que comúnmente se conoce como el "síndrome de Estocolmo" (dísese un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador… en ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía). Por otro lado, cuando una pareja de ineptos ángeles cupidos (excelentemente interpretados por Delroy Lindo y Holly Hunter) se ven amenazados por su nula capacidad de relacionar parejas, se encontrarán en el camino a Robert y Celine, a quienes buscarán enamorar… a costa de lo que sea.
A pesar de lo trillado del argumento, el guión es capaz de producir increíbles dosis de acción, humor negro y suspenso, acompañados de una subversiva observación a la eterna batalla de los sexos. Y por si fuera poco, el romance entre los protagonistas es capaz de sentirse realmente honesto, entrañable incluso, evitando caer en la cansada melosidad.
Pero no por eso esperen actuaciones convincentes, sino meramente exageradas. Tal vez la única que toma su trabajo más o menos en serio es la siempre interesante actriz Cameron Díaz, quien por extraño que parezca, su prudente y manipuladora personalidad nunca se siente fuera de lugar al compararse con sus bizarros semejantes. Ewan McGregor (junto con su acento escocés) es prácticamente perfecto en su papel protagónico, como blanco de casi todas las gracejadas que retrata vilmente la película. Su simpática neurosis es prácticamente el sello que define el éxito de "Vidas sin Reglas". Ojalá pronto se reconcilie con el director para así seguir realizando juntos obras tan originales como ésta.
Pero con "Vidas sin Reglas" ambos demuestran que esa suposición no es ni marginalmente acertada, ya que al parecer su genialidad funciona a diferentes niveles; como fantasía romántica salpicada con un poco de humor negro y acción, y excelente muestrario de la envidiable calidad del cine de Boyle.
Siguiendo la misma bizarra narrativa que rigieran otras pioneras del género, "Vidas sin Reglas" sigue una serie de acontecimientos tanto románticos como sórdidos. Después de tomar torpemente secuestrada a la mimada hija de su viseral jefe (Ian Holm), Celine (Cameron Díaz), el mediocre y perdedor Robert (Ewan McGregor), termina por enamorarse de su rehén, mientras ella, por su parte, sufre de lo que comúnmente se conoce como el "síndrome de Estocolmo" (dísese un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador… en ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía). Por otro lado, cuando una pareja de ineptos ángeles cupidos (excelentemente interpretados por Delroy Lindo y Holly Hunter) se ven amenazados por su nula capacidad de relacionar parejas, se encontrarán en el camino a Robert y Celine, a quienes buscarán enamorar… a costa de lo que sea.
A pesar de lo trillado del argumento, el guión es capaz de producir increíbles dosis de acción, humor negro y suspenso, acompañados de una subversiva observación a la eterna batalla de los sexos. Y por si fuera poco, el romance entre los protagonistas es capaz de sentirse realmente honesto, entrañable incluso, evitando caer en la cansada melosidad.
Pero no por eso esperen actuaciones convincentes, sino meramente exageradas. Tal vez la única que toma su trabajo más o menos en serio es la siempre interesante actriz Cameron Díaz, quien por extraño que parezca, su prudente y manipuladora personalidad nunca se siente fuera de lugar al compararse con sus bizarros semejantes. Ewan McGregor (junto con su acento escocés) es prácticamente perfecto en su papel protagónico, como blanco de casi todas las gracejadas que retrata vilmente la película. Su simpática neurosis es prácticamente el sello que define el éxito de "Vidas sin Reglas". Ojalá pronto se reconcilie con el director para así seguir realizando juntos obras tan originales como ésta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El elenco secundario, igualmente sobresaliente, incluye humorísticas y muy precisas interpretaciones por parte de Holly Hunter y Delroy Lindo como los bizarros ángeles. El genial Ian Holm muestra una exhuberancia irresistible, muy alejada del serio papel que interpretara en la tan aclamada cinta canadiense "The Sweet Hereafter", pero igual de comprometido y creíble.
Ahora, hablando en el plano técnico, la película por sí misma es extraordinaria. La dirección de Danny Boyle es nuevamente acertada. En esta ocasión, alejándose un poco del estilo "underground" que mostró tan fascinantemente en la citada "Trainspotting" y "Shalow Grave", Boyle decide incorporar una fotografía mucho más colorida y accesible. Algo que comparte "Vidas sin Reglas" con sus anteriores propuestas, además de ese inherente fetichismo hacia obscenas cantidades de dinero, es la omnipresente partitura electrónica (cortesía de grupos como R.E.M., Underworld, Ash y Junster), agregando aún más energía a sus vistosas (y grotescas) secuencias de acción y violencia.
Particular atención a la excelente animación que se da en los créditos finales.
Quizás para muchos "Vidas sin Reglas" será la antitesis de "Trainspotting", incapaz de superarla como la mejor película de este impecable autor. Pero creo que, aunque en múltiples aspectos esto podría ser cierto, el grado de entretenimiento al mezclar romance con lascivo humor es tan grande (principalmente por parte de los carismáticos actores) que casi valdría la pena apreciarla tan sólo por ese brillante logro. Y claro, también como excelente muestra de la poderosa innovación que posee su habilidoso director.
Ahora, hablando en el plano técnico, la película por sí misma es extraordinaria. La dirección de Danny Boyle es nuevamente acertada. En esta ocasión, alejándose un poco del estilo "underground" que mostró tan fascinantemente en la citada "Trainspotting" y "Shalow Grave", Boyle decide incorporar una fotografía mucho más colorida y accesible. Algo que comparte "Vidas sin Reglas" con sus anteriores propuestas, además de ese inherente fetichismo hacia obscenas cantidades de dinero, es la omnipresente partitura electrónica (cortesía de grupos como R.E.M., Underworld, Ash y Junster), agregando aún más energía a sus vistosas (y grotescas) secuencias de acción y violencia.
Particular atención a la excelente animación que se da en los créditos finales.
Quizás para muchos "Vidas sin Reglas" será la antitesis de "Trainspotting", incapaz de superarla como la mejor película de este impecable autor. Pero creo que, aunque en múltiples aspectos esto podría ser cierto, el grado de entretenimiento al mezclar romance con lascivo humor es tan grande (principalmente por parte de los carismáticos actores) que casi valdría la pena apreciarla tan sólo por ese brillante logro. Y claro, también como excelente muestra de la poderosa innovación que posee su habilidoso director.
SerieAnimación

5,0
2.012
Animación
10
19 de octubre de 2018
19 de octubre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mis "almas gemelas" tienen ésta serie punteada con un ínfimo e injusto 4.3 ¿de verdad vimos la misma serie?
Una de las temporadas más queridas por los fans (tanto que incluso empiezo a cogerle algo de tirria), y la primera en no seguir las aventuras de Taichi y compañía. La serie es una pequeña obra maestra que tuvo a un equipo de primer nivel detrás de cámaras, con el guionista Chiaki Konaka a la cabeza (para quién no lo ubique, se trata del escritor de material como "Serial Experiments Lain" y la cinta de horror "Marebito"), el cual deja impresa su esencia y sus gustos personales por doquier, con temas que coquetean con el cyberpunk, Lovecraft y dudas existencilistas.
Si todo esto suena muy profundo para una serie dirigida a los niños, es porque lo es. Y es que si "Digimon Adventure" desbordaba corazón y personajes entrañables, a "Digimon Tamers" le sobra un profundo respeto por el público al que va dirigido. Si bien no es la primera serie infantil que toca temas interesantes o profundos como el peligro mortal y cómo afecta a los personajes (sin ir más lejos, las primeras dos series hablan un poco respecto a esto), "Digimon Tamers" sí muestra un inusual tono realista que las series anteriores no poseían y que por supuesto "Pokémon" y demás clones de él nunca tendrá ni en años luz.
La trama, que avanza lenta durante los primeros episodios pero nunca aburrida, propone la idea de traer a la vida real la franquicia de Digimon. Lo que al principio es un sueño hecho realidad para los niños Takato, Lee y Ruki (fans de la serie y juegos diversos derivados de la marca "Digimon"... especialmente del juego de cartas) pronto se convierte en un peligro tangible, dudas moralistas -matar a otros monstruos para que el tuyo suba de nivel y se haga fuerte, ¿es ético en un contexto real y no un simple método de "grindeo"?- y comprensión de que no es tan sencillo convertirse en "tamer" como parece en televisión. Por otro lado ¿Son los villanos y otros personajes salvajes mostrados en ésta temporada realmente malvados o simplemente siguen la naturaleza para lo que fueron programados como entes provenientes del mundo digital?
Como pueden darse cuenta, "Digimon Tamers" es un valiente recordatorio de que el término "dirigido a los niños" no es un pretexto para no mostrar contenido inteligente, para no estimular las emociones de los más pequeños de la casa a través de personajes, en ocasiones, dolorosamente humanos. Para no mostrar contenido un poco más maduro con la plena confianza de que los infantes detrás del televisor lo recibirán con absoluto entusiasmo. Tan fue así en su momento, que hoy por hoy "Digimon Tamers" es una serie de culto para la gente de mi edad que creció con ella, y que ha envejecido mucho mejor que otros "animes" de la época. Porque nunca más la franquicia se volvió a atrever a mostrar este grado de madurez (aunque se ha quedado cerca con series posteriores y videojuegos varios) y porque nunca un comercial de juguetes escondió tanta inteligencia y respeto por el espectador.
Una de las temporadas más queridas por los fans (tanto que incluso empiezo a cogerle algo de tirria), y la primera en no seguir las aventuras de Taichi y compañía. La serie es una pequeña obra maestra que tuvo a un equipo de primer nivel detrás de cámaras, con el guionista Chiaki Konaka a la cabeza (para quién no lo ubique, se trata del escritor de material como "Serial Experiments Lain" y la cinta de horror "Marebito"), el cual deja impresa su esencia y sus gustos personales por doquier, con temas que coquetean con el cyberpunk, Lovecraft y dudas existencilistas.
Si todo esto suena muy profundo para una serie dirigida a los niños, es porque lo es. Y es que si "Digimon Adventure" desbordaba corazón y personajes entrañables, a "Digimon Tamers" le sobra un profundo respeto por el público al que va dirigido. Si bien no es la primera serie infantil que toca temas interesantes o profundos como el peligro mortal y cómo afecta a los personajes (sin ir más lejos, las primeras dos series hablan un poco respecto a esto), "Digimon Tamers" sí muestra un inusual tono realista que las series anteriores no poseían y que por supuesto "Pokémon" y demás clones de él nunca tendrá ni en años luz.
La trama, que avanza lenta durante los primeros episodios pero nunca aburrida, propone la idea de traer a la vida real la franquicia de Digimon. Lo que al principio es un sueño hecho realidad para los niños Takato, Lee y Ruki (fans de la serie y juegos diversos derivados de la marca "Digimon"... especialmente del juego de cartas) pronto se convierte en un peligro tangible, dudas moralistas -matar a otros monstruos para que el tuyo suba de nivel y se haga fuerte, ¿es ético en un contexto real y no un simple método de "grindeo"?- y comprensión de que no es tan sencillo convertirse en "tamer" como parece en televisión. Por otro lado ¿Son los villanos y otros personajes salvajes mostrados en ésta temporada realmente malvados o simplemente siguen la naturaleza para lo que fueron programados como entes provenientes del mundo digital?
Como pueden darse cuenta, "Digimon Tamers" es un valiente recordatorio de que el término "dirigido a los niños" no es un pretexto para no mostrar contenido inteligente, para no estimular las emociones de los más pequeños de la casa a través de personajes, en ocasiones, dolorosamente humanos. Para no mostrar contenido un poco más maduro con la plena confianza de que los infantes detrás del televisor lo recibirán con absoluto entusiasmo. Tan fue así en su momento, que hoy por hoy "Digimon Tamers" es una serie de culto para la gente de mi edad que creció con ella, y que ha envejecido mucho mejor que otros "animes" de la época. Porque nunca más la franquicia se volvió a atrever a mostrar este grado de madurez (aunque se ha quedado cerca con series posteriores y videojuegos varios) y porque nunca un comercial de juguetes escondió tanta inteligencia y respeto por el espectador.

3,7
153
1
27 de diciembre de 2016
27 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuesta trabajo creer que es un mexicano el que está detrás de semejante esperpento; un auténtico homenaje a la xenofobia y el racismo anti-mexicano que dio victoria al candidato republicano el pasado 8 de Noviembre. En papel, "Guatdefoc" es exactamente igual a cualquier otra comedia juvenil de desmadre y de "springbreak" y de hecho empieza de manera tranquila... deja que te confíes un poco y bajes la guardia... después de todo ¿Qué tan terrible puede ser? pero en cuanto un personaje vomita en la boca de otro con lujo de detalle, la cosa cae en picado y no hay vuelta de retorno.
La vulgaridad hace su aparición estelar a partir de este momento y jamás vuelve a dejar la pantalla hasta los benditos créditos finales. Es difícil elegir el peor momento o característica individual de ésta cinta: no hay un ritmo definido, los chistes no causan gracia (¡y vaya guión!), las actuaciones (con celebridades d-list importadas de Gringolandia) son sumamente mediocres, la fotografía es espantosa y la música (sin ofender a ningún fan del techno o la música electrónica) carece de alma y es mogollón de repetitiva. Pero lo más ofensivo, sin lugar a dudas, es el desdén con el cual el director Fernando Lebrija y su séquito de guionistas retratan a los personajes mexicanos como personas tramposas, ladronas y no dignas de la confianza de los "pobres e inocentes" turistas americanos. No es la primera vez que ocurre en el cine y de hecho he "disfrutado" (hasta cierto punto) de películas con temas similares ("Borderland", por ejemplo) porque al menos existen elementos funcionales que compensan el discurso anti mexicano. Eso no sucede, desde luego con "Guatdefoc", en el que casi todo destaca por su mediocridad y no es de extrañar que ésta sea una de las pocas películas producidas en México en obtener un rotundo 0% en el popular sitio Rotten Tomatoes.
"Compadres" ya seguía el mismo camino (si el futuro del cine mexicano ahora es importar a los peores actores y clichés de Hollywood, apaga y vámonos), pero comparado con ESTO parece casi una obra maestra. Vamos, hasta "Jack & Jill" me hizo reír en un par de ocasiones.
Por si no queda claro, recomiendo alejarse de "Guatdefoc" lo más posible. Cualquier secuela directa a DVD de American Pie (o alguna de sus imitaciones baratas) es igual de vulgar, misógina y racista pero al menos las características técnicas no son tan terribles ni terminan por poner la cereza en el pastel a un experiencia atroz y diría que hasta deprimente como sentarse a ver "Guatdefoc". Ni siquiera se atreve a ser abiertamente racista ni es políticamente incorrecta como para al menos dejar un precedente en la historia del cine. No, sólo es un tedioso agujero de mediocridad y quien haya visto un poco de televisión mexicana sabrá que con Televisa y "La rosa de Guadalupe" nos basta. No es necesario importar basura cuando en casa tenemos más que suficiente. WTF, indeed.
La vulgaridad hace su aparición estelar a partir de este momento y jamás vuelve a dejar la pantalla hasta los benditos créditos finales. Es difícil elegir el peor momento o característica individual de ésta cinta: no hay un ritmo definido, los chistes no causan gracia (¡y vaya guión!), las actuaciones (con celebridades d-list importadas de Gringolandia) son sumamente mediocres, la fotografía es espantosa y la música (sin ofender a ningún fan del techno o la música electrónica) carece de alma y es mogollón de repetitiva. Pero lo más ofensivo, sin lugar a dudas, es el desdén con el cual el director Fernando Lebrija y su séquito de guionistas retratan a los personajes mexicanos como personas tramposas, ladronas y no dignas de la confianza de los "pobres e inocentes" turistas americanos. No es la primera vez que ocurre en el cine y de hecho he "disfrutado" (hasta cierto punto) de películas con temas similares ("Borderland", por ejemplo) porque al menos existen elementos funcionales que compensan el discurso anti mexicano. Eso no sucede, desde luego con "Guatdefoc", en el que casi todo destaca por su mediocridad y no es de extrañar que ésta sea una de las pocas películas producidas en México en obtener un rotundo 0% en el popular sitio Rotten Tomatoes.
"Compadres" ya seguía el mismo camino (si el futuro del cine mexicano ahora es importar a los peores actores y clichés de Hollywood, apaga y vámonos), pero comparado con ESTO parece casi una obra maestra. Vamos, hasta "Jack & Jill" me hizo reír en un par de ocasiones.
Por si no queda claro, recomiendo alejarse de "Guatdefoc" lo más posible. Cualquier secuela directa a DVD de American Pie (o alguna de sus imitaciones baratas) es igual de vulgar, misógina y racista pero al menos las características técnicas no son tan terribles ni terminan por poner la cereza en el pastel a un experiencia atroz y diría que hasta deprimente como sentarse a ver "Guatdefoc". Ni siquiera se atreve a ser abiertamente racista ni es políticamente incorrecta como para al menos dejar un precedente en la historia del cine. No, sólo es un tedioso agujero de mediocridad y quien haya visto un poco de televisión mexicana sabrá que con Televisa y "La rosa de Guadalupe" nos basta. No es necesario importar basura cuando en casa tenemos más que suficiente. WTF, indeed.
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