Umm... He tenido que registrarme para poder decir algo a favor pues me ha extrañado que tenga tan poca aceptación.

Mis premisas:
—Soy fan, sin pasiones, de Christopher Walken. Por esta peli, por El Cazador, y por cualquier otra de los buenos tiempos.
—Fui fan, con pasiones, de toda revista esotérica que me invitara a soñar con Ovnis, vida en otros planetas, comprensión de otras religiones, misterios y civilizaciones... Eah, prefería esto a tener que aprenderme los jugadores de fútbol, equipos y cachés a tutiplén que tan en boga estaban, y están, para hacer vida social. Así de raro era yo. Y soy: no me arrepiento.
—Tuve o creí tener alguna experiencia personal. Por personal no puedo contarla. Resulta difícil decirlo con palabras, pero el caso es que esa sensación puede decirse que la llevo grabada y forma parte de mi trayectoria vital. Lo que vino a decirme supongo que es, como he dicho, algo personal.

Mis criterios:
—No se refleja en la psinopsis que está basada en un hecho real, experimentado por Whitley Striber, el autor, y que intentó plasmar en su libro. Es difícil explicar a veces ciertas experiencias. Probad a plasmar sueños, pensamientos o emociones que pasen en vuestro interior, a ver cómo se os da.
—Al margen de platillos, marcianos o cualquier otro arquetipo que pertenezca a este fenómeno, lo importante es el fenómeno psíquico que se produce. Hay que tener en cuenta que el sujeto interpretado por Walken es escritor y mantiene un mundo creativo constante. Por lo que bastante bien está el hecho de que se atreviera a contarlo y, lo más importante, que supiera hacerlo.

No sé... La ví en una época en la que creo que el cine tenía cierto encanto y porque las inquietudes que nos movían eran otras. Otras que hoy apenas veo por ninguna parte. Lo dicho: Era para defenderla, y la recomiendo enormemente. Pero supongo que hay que quitarse esa actitud que nos está inculcando Hollywood y las palomitas. Hay que verla al modo de… ¿Ben Hur?

Bye.

Una serie aparentemente de ciencia ficción que promete tras ver a sus grandes y carismáticos actores y el secreto que guardan pero que, conforme discurren los capítulos, ves que vuelve a ser otra tomadura de pelo donde la ciencia ficción queda de adorno en un segundo plano y donde ni siquiera esa otra parte que gira sobre la vejez, la familia, las relaciones… adquiere protagonismo. Terminas de verla, quizás, por simpatía a Simmons y Spacek, para acabar convenciéndote de que en esta aberrante industria del nuevo ocio del streaming hay que cambiar los criterios por los que te riges para ver o no algo.

Recomiendo no prestar atención a muchas de esas estupendas críticas foráneas, ya que muy probablemente tendrán una opinión parcial en aras de fomentar su esperpéntico negocio cinéfilo patrio.

P.D.: Se corre el peligro, además, de que posteriormente la simpatía se pierde.

Una serie que podría funcionar pero que pierde sentido por cansancio, ida de olla o porque, simplemente, no se tiene el talento suficiente para terminar de desarrollar una trama que en un principio pareciera interesante. Totalmente prescindible si no te dedicas al mundo del cine o de la imagen. Nuestro tiempo es valioso.

Un batiburrillo sueco entretenido y muy bien realizado. Pareciera que una pandilla de amigos guionistas —suecos— se hubieran juntado a echar unas cerves, hubieran puesto en un saco ideas para una peli y, sacando luego unas cuantas al azar, se hubieran propuesto el reto de juntarlas todas buscando la excelencia cinematográfica y una trama medianamente coherente. Es una película que tiene de todo: relación paternofilial conflictiva, acción, drama amoroso, conspiranoia geopolítica, guerra… Si hubieran salido los pitufos, seguro que también hubieran encontrado acomodo.

Reptiles se vuelve densa, turbia, pesada... Muy pesada. Sólo cuando la cabeza parece que te va a estallar y comienzas a pensar en la aspirina, la trama da un giro hacia el alivio.

Necesitabas sumirte en la asfixia para entrar en situación y retomar luego ese hálito vital que te invita a llegar hasta el final. Igual que hace el personaje de Benicio, enorme, para aguantar la compostura en ese equilibrio demoledor para los nervios de cualquier mortal que no sea él.

La cinta es olvidable, todo hay que decirlo; valga la situación a la que invita. A del Toro, eso se la ha de traer al pairo.