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Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de agosto de 2012
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Taxi driver, Scorsese nos presenta una decadente historia del antihéroe americano, Travis Bickle, veterano de Vietnam, encarnado por Robert de Niro, en una de sus más sobrecogedoras actuaciones.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Presa del insomnio, surge el protagonista en la primera secuencia de los créditos, parece ser que del infierno. Sus largos turnos de noche como taxista le muestran los bajos fondos de la sociedad en las oscuras, humeantes y poco transitadas calles de Nueva York, “la escoria, los indeseables, los perros, la porquería, la mierda…”Como la mente de un niño, absorbe todo lo que ve desde su taxi, cines porno, prostitución, registrando actos violentos y grotescos durante toda la cinta, que irán degenerando su mente y desconectándolo del mundo, lo que los psicólogos llaman “falta de constancia objetiva”. Todo lo que observa le resulta amenazador, por ello, su vida parece desarrollarse siempre en espacios reducidos, de su piso a su taxi, como reflejando los diferentes espacios de su mente que van aflorando. Así experimenta un descenso, lejos de escandalizarse, hacia la impotencia y la frustración. Sus intentos por socializar son torpes y ridículos. Transita invisible las calles hablándonos en voz en off directamente del diario que escribe, con un fondo jazzístico realizado por Herrmann, que proporciona estructura a la creación de imágenes, aportando toques de cine negro a la película. Se genera una atmósfera nocturna y enfermiza de las calles de Nueva York, gracias a la fotografía, que muestra el taxi con todo lujo de detalles y el reflejo de las luces en él. En las reuniones con sus colegas del oficio, siempre distante y abstraído, desarrolla la asociación del crimen con la raza negra. En su decrépita metamorfosis termina siendo producto del mundo que le rodea, interesándose así por todo lo que aborrece, desembocando, en la parte final, en cierto narcisismo.

Una vez afianzado el deterioro psicológico pasa a la acción, asqueado de sí mismo, imposibilitado para seguir observando ( “He aquí un hombre que no estaba dispuesto a seguir aguantando“), desde el intento de reinserción en la sociedad con las torpes y pueriles insinuaciones a una joven idealizada afiliada a un partido político (Cybill Shepherd), hasta el de redención, intentando salvar a una prostituta menor de edad ( una jovencísima Jodie Foster) de su chulo (impresionante interpretación de Harvey Keitel), pasando por el deseo de destruirla, en el plan de asesinar a un candidato a la presidencia.

Scorsese nos plantea dos mundos. En uno Travis se siente cómodo, seguro, blindado del mundo exterior por su soledad, se trata del mundo de su taxi, de su casa y en esencia, de la noche, de lo que tanto aborrece. En él siempre lleva la misma ropa, la chaqueta del ejército. Sin embargo, en su intento por integrarse en la sociedad accede al mundo normal, cuando pretende a la joven, se cambia de ropa, a una americana de terciopelo, y consigue, con éxito en un principio, disfrazarse de inocente enamorado. Estos dos mundos se reflejan en los movimientos de cámara, incómodos en el mundo exterior, y tranquilos en su mundo, así como en los planos de Travis , que aparece sólo en pantalla, presentándolo como algo ajeno, cuando desayuna con Betsy, la joven.
Fracasa patéticamente en los intentos de limpiar la sociedad, sesgados por su mente trastornada, fruto, en un principio, de las secuelas de Vietnam, hasta la catarsis, y su consiguiente y más que moralmente discutible redención. Casualmente, los actos psicópatas de un loco, se convierten en actos heroicos, al salvar a la joven prostituta.

He aquí un sombrío y deprimente retrato del antihéroe americano, que nos sumerge en la claustrofobia y el estancamiento de una vida tediosa en el marco de un guión magistralmente escrito por Paul Schrader, que parece enredar a Travis e incluso al espectador en una espiral de la que es imposible salir, y en la que cabe únicamente el impactante clímax, dotado del impresionante plano picado Hitchcockiano de la devastación provocada por su paranoia y su demencia.

Y por fin llegó la verdadera lluvia que limpió las calles de esta escoria, las calles de Travis, al menos, por el momento.
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