Confieso que escribo estas líneas para intentar capturar un instante, una emoción, un sentimiento único en un momento concreto. De la misma forma que la película de Guerín. Quiero recordar el torrente de sentimientos que han recorrido mi mente mientras contemplaba las imágenes de esta pelicula y transcribir mi admiración de como con un lenguaje tan espartano, tanto en medios como en diálogos, se puede llegar a decir tanto y de forma tan magistral. Sin mover la cámara en ningún plano, haciéndonos cómplices de la mirada del protagonista y usando la nuestra para contar... Admito que una pelicula nada convencional y díficil de ver como esta, no puede erigirse en estandarte de nada, pero habría que preguntarse porqué. Casi todos hemos olvidado el placer de "contemplar", de "ver", de "sentir" y dejar llevar nuestra mirada. El estado del cine de actual está al margen del arte y solo se preocupa de la industria y su beneficio. Es de agradecer que aún haya alguien que a contracorriente nos muestre que la belleza está allí donde menos te lo esperas y dedique su empeño en reponer una visión tan manipulada como la que tenemos en estos tiempos. En la ciudad de Sylvia es mucho más que una pelicula. Gracias por hacer un cine así de sincero. Salud.