Verdaderamente el morbo y la polémica son dos impulsores garantía de mayor recaudación. Pero Gaspar Noé, que sepa que el fin no siempre justifica los medios. Ya que muchos verán su película con la única finalidad que les provoque la misma sensación que una clasificada para adultos, estará orgulloso.
No contento con hacer un film vacío, con escenas injustificadas, logra el récord de la mayor escena de una violación en la historia del cine, diez minutos. Vamos se ha llenado de glória. Cuando para captar el mensaje con unos segundos bastaba. El hombre es un ser despota y ruín cuando abusa de una mujer, no hacía falta verlo diez minutos como un espectáculo de carnaza para entenderlo. Su público no es tan imbécil, almenos una parte.
Lo único brillante del film es cuando un peatón ve lo que sucede y en vez de ayudar decide darse media vuelta, reflejo acertado de la misera que hoy en día es la sociedad.
A veces se confunde que la provocación no debe ser necesariamente algo repulsivo y si la intención es denunciar la violéncia o los abusos no empalague al público hasta que decida no volver a ver nunca más la película. Cuanto más morbosa es la escena menos atención se presta al mensaje de denúncia. Parece mentira que le tenga yo que enseñar esto señor Noé.
La puntuación no es de cero porque Monica Bellucci no se lo merece, bastante tiene la pobre con tener que aceptar papeles que tan poco la hacen crecer profesional y artísticamente.

Muy grata sopresa.

El film trata temas como los principios y valores, el peso de las convicciones de las personas en el desarrollo de la vida y la diferencia generacional.

El punto de inicio del film parte del conflicto entre el abuelito de la empresa, trabajador, moral y de pensamientos casi caballerescos y el joven jefe, con poder y dinero que cree poder comprar todo, incluyendo a las personas a base de talonario. A partir de esta original propuesta, ver la insistencia de uno y otro por no ceder es más que divertido.

A destacar del film por supuesto el reparto. Norma Aleandro, uno se pregunta si siempre sale en películas buenas o porque ella participa eleva el nivel de esas películas, seguramente las dos opiniones serían válidas.
No menos importante, Federico Luppi, hace de su personaje un ser entrañable, admirable, casi heroico y muy tozudo.
El resto del reparto cumple con creces y Pablo echarri se desenvuelve perfectamente en su papel.

Cuan satisfactorio ver una comedia sin palabras malsonantes, fratulencias, sexualidad vista desde la mente de un quinceañero o estúpidas parodias. Para quitarse el sombrero.

Bella, dulcemente maravillosa, donde la genialidad del director es tal que logra hacer planos que estarían erróneos bajo las normas del cine de hoollywood pero que tiene tanto sentido que acaban siendo acertados.
Juega con la fotografía, colores que adoptan protagonismo y envuelven la historia.
Por otro lado, logra con las miradas de los protagonistas transmitir más profundidad que con diálogos.
Momentos sublimes del film, destacar cuando entran en plano las curvas de la protagonista enfundada en un traje oriental maravilloso y colorido. Cuando sube las escaleras de una calle y solo son enfocadas sus piernas. Y cuando la sombra de ella se refleja perfectamente en la pared. Eso es definir la belleza femenina de forma pura y bonita. Donde se desmuetra que a veces es mas excitante no mostrar pero insinuar con elegancia.
Momentos mágicos que envueltos con una música que sorprende su atracción, incluyendo el lokmotiv (Termino que se utiliza para repetir una pieza musical con la finalidad de dar un tono general al film o determinadas escenas) BSO que atrapa, pausada, elegante y emotiva.
Una película para ver siempre, saborear sus muchos regalos visuales como el juego de las imagenes entre espejos.
Película tan virtuosa que preferiblemente ver más de una vez para lograr empaparte de todo lo que ofrece.

Género Bélico. Contexto II Guerra Mundial. Submarinos.

En Duelo en el atlántico vemos como la sencillez se torna efectista, actores que dan la talla y una historia que sin grandes pretensiones te hace pasar un buen rato gracias a su inteligencia.
Mezcla de forma efectiva silencios con la BSO inquietante para otorgar momentos de tensión. Regala preciosos planos del mar que se intercalan con la historia dando sensación de frescura mientras uno se sumerge de lleno en la trama.
No olvidemos el año 1957, el cine no disponía aún de los efectos de Titanic y jugaban con otras armas.

De lo mejor, el duelo interesantísimo de Robert Mitchum y Curt Jurgens que además de sus buenas interpretaciones, los valores y principios con los que se mueven sus personajes los hacen cinematográficamente inolvidables. Asimismo, los dos comandantes tienen una visión de la guerra más racional y humana que de deformado patriotismo, algo de agradecer.

Muy entretenida, completa y con final épico poco creíble pero para eso compramos la fantasía que vende el cine.

Un espectáculo para la vista, donde el innegable talento de Kubrick mima la fotografía hasta dejar una cinta con una constelación de preciosas imagenes. Asímismo, convierte cada plano, en una nota de piano, cada escena en un buen trago de vino.
No obstante, no olvidemos la inquietante BSO que ayuda al espectador a situarse en la futurista trama.

Stanley logra relatar una historia futurista desde la perspectiva trágica y pesimista tan común en la época de donde proviene la película, en la cual, miraban los avances tecnológicos con recelo, entendiéndolos como un peligro para la supervivencia del hombre.