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Críticas ordenadas por utilidad
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7,2
26.992
7
28 de enero de 2020
28 de enero de 2020
209 de 222 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gángsters, rusos, judíos y cerdos. Si encuentran estos cuatro elementos juntos no pueden sino estar ante una película de Guy Ritchie. Hay una máxima en el cine y en la vida, y es que sin disfrute no hay arte. No importa lo habilidoso que sea un burócrata en su trabajo, porque no produce más que aburrido papeleo. Para disfrutar de una obra es condición «sine qua non» que su autor haya disfrutado llevándola a cabo.
No cuento nada que todos los que lean esta crítica no sepan: estamos ante una reedición más de Lock & Stock. Pero Guy disfruta estas historias como un niño una cometa. Y es que Guy es un tipo peculiar. Si me hubiesen dicho hace diez años, tras el estreno de la maravillosa Rock'n'rolla, que su autor acabaría realizando encargos de mercenariado Hollywoodiense como Aladdin no me lo hubiera creído. Pero en ese espacio se ha movido Guy Ritchie en la última década: entre los intentos de diversificarse, de reivindicarse como director con más de una cara, y el puro y simple encargo administrativo de la industria de Hollywood.
Pero por fin Guy ha vuelto a casa, a los gángsters, los rusos, los judíos y los cerdos. Y si uno es bueno y disfruta lo que hace, ¿por qué buscar más justificación? ¿Acaso no tenemos a la crítica mundial rendida a los pies de Scorsese por contarnos por enésima vez la misma historia de mafiosos? Guy no es bueno en lo suyo. Es buenísimo. Y quizas The Gentlemen esté lejos de Lock and Stock, Rock'n'rolla y la memorable Snatch, pero en absoluto es una película en la que se puedan intuir cansancio y redundancia. Al menos para los que hemos disfrutado sus anteriores películas de mafiosos. Para su retorno se apoya Guy sobre los hombros de un gigante como el señor Matthew McConaughey, de un dignísimo Colin Farrel y de un muy sorprendente (para mí) Hugh Grant, que carga con el peso de la película. Vuelven los diálogos punzantes, y es que Guy escribe como nadie. Vuelve el humor negro, sofisticado y eficaz. Vuelven los mafiosos macarras y los matones por doquier. Vuelven los locos suicidas peligrosos. Vuelve Londres. Vuelven los rusos, los judíos y los cerdos. Vuelve Guy, a casa.
No cuento nada que todos los que lean esta crítica no sepan: estamos ante una reedición más de Lock & Stock. Pero Guy disfruta estas historias como un niño una cometa. Y es que Guy es un tipo peculiar. Si me hubiesen dicho hace diez años, tras el estreno de la maravillosa Rock'n'rolla, que su autor acabaría realizando encargos de mercenariado Hollywoodiense como Aladdin no me lo hubiera creído. Pero en ese espacio se ha movido Guy Ritchie en la última década: entre los intentos de diversificarse, de reivindicarse como director con más de una cara, y el puro y simple encargo administrativo de la industria de Hollywood.
Pero por fin Guy ha vuelto a casa, a los gángsters, los rusos, los judíos y los cerdos. Y si uno es bueno y disfruta lo que hace, ¿por qué buscar más justificación? ¿Acaso no tenemos a la crítica mundial rendida a los pies de Scorsese por contarnos por enésima vez la misma historia de mafiosos? Guy no es bueno en lo suyo. Es buenísimo. Y quizas The Gentlemen esté lejos de Lock and Stock, Rock'n'rolla y la memorable Snatch, pero en absoluto es una película en la que se puedan intuir cansancio y redundancia. Al menos para los que hemos disfrutado sus anteriores películas de mafiosos. Para su retorno se apoya Guy sobre los hombros de un gigante como el señor Matthew McConaughey, de un dignísimo Colin Farrel y de un muy sorprendente (para mí) Hugh Grant, que carga con el peso de la película. Vuelven los diálogos punzantes, y es que Guy escribe como nadie. Vuelve el humor negro, sofisticado y eficaz. Vuelven los mafiosos macarras y los matones por doquier. Vuelven los locos suicidas peligrosos. Vuelve Londres. Vuelven los rusos, los judíos y los cerdos. Vuelve Guy, a casa.

6,4
25.248
8
19 de abril de 2022
19 de abril de 2022
204 de 258 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Eggers vuelve con una épica historia de venganza vikinga. Una apuesta arriesgada. El novel director americano, que tan buenas sensaciones ha dejado con sus dos primeros largometrajes, se enfrentaba al desafío de una superproducción centrada en un tema tan manido como el de la venganza – que tantas y tantas veces nos hemos encontrado en el cine. Pese a la dificultad de sorprender y salir airoso, Eggers logra convencernos desde sus fortalezas: la potencia de las imágenes, la provocación de los sentimientos y la construcción de un espectáculo visual fuera de lo convencional. No es la historia la que nos envuelve, ni los diálogos los que nos persuaden, sino la fuerza de las emociones que Eggers provoca en nosotros a base de rituales, gruñidos, escenarios y momentos cuasidelirantes. Nos convence de que nosotros también queremos venganza, nos mete el desagravio en vena, y seguimos las peripecias del protagonista empatizando con él, aunque conscientes de estar inmersos en un mundo cuya moralidad no es la nuestra, sino que se rige por códigos distintos.
Se trata del mejor trabajo de Eggers, aunque los dos primeros ya daban muestras del talento del director. En The Northman, Eggers logra por fin conjugar su mayor talento, el visual (cabe recordar que gran parte de su carrera previa a su debut como director en La Bruja la realiza como diseñador de producción), con el narrativo. Deja atrás la cierta inmadurez de La Bruja y la abstracción de El Faro, para brindar una historia simple pero efectiva, unos diálogos parcos pero eficaces, y una construcción de los personajes a los que comprendemos de inmediato. El resultado es un grandioso espectáculo de mitología y realismo mágico, que nos mantiene pegados a la butaca durante las dos horas y cuarto que dura la película, y que pasan como un suspiro.
No quiero olvidarme de Nicole Kidman y Ethan Hawke, que en mi opinión destacan entre el buen desempeño general de los actores. Tanto la una como el otro representan el corazón de lo que intenta conseguir esta película, que es trasladarnos a un mundo distinto, con reglas alternativas. En definitiva, la cuadratura del círculo de este excelente y prometedor director, que con The Northman nos da la primera de tantas grandes cintas con las que seguro nos deleitara a lo largo de su carrera.
Se trata del mejor trabajo de Eggers, aunque los dos primeros ya daban muestras del talento del director. En The Northman, Eggers logra por fin conjugar su mayor talento, el visual (cabe recordar que gran parte de su carrera previa a su debut como director en La Bruja la realiza como diseñador de producción), con el narrativo. Deja atrás la cierta inmadurez de La Bruja y la abstracción de El Faro, para brindar una historia simple pero efectiva, unos diálogos parcos pero eficaces, y una construcción de los personajes a los que comprendemos de inmediato. El resultado es un grandioso espectáculo de mitología y realismo mágico, que nos mantiene pegados a la butaca durante las dos horas y cuarto que dura la película, y que pasan como un suspiro.
No quiero olvidarme de Nicole Kidman y Ethan Hawke, que en mi opinión destacan entre el buen desempeño general de los actores. Tanto la una como el otro representan el corazón de lo que intenta conseguir esta película, que es trasladarnos a un mundo distinto, con reglas alternativas. En definitiva, la cuadratura del círculo de este excelente y prometedor director, que con The Northman nos da la primera de tantas grandes cintas con las que seguro nos deleitara a lo largo de su carrera.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tras ser rescatado por Olga, Amleth está a punto de abandonar su plan de venganza. La película cambia de tono, la música indica un cambio de tendencia, y Amleth racionaliza perfectamente la decisión que debe tomar. Su venganza estaba basada en tres errores. Error 1: “I’m gonna avenge you father”. ¿Para qué? Tu padre era un tirano, probablemente peor que el nuevo rey. Tenía esclavos, una de las cuales era tu madre, a la que forzó sexualmente para concebirte. Un auténtico canalla. Error 2: “I’m gonna save you, mother”. Peor error si cabe. Tu madre está encantada con el asesino de tu padre, de hecho, su asesinato fue cosa suya. Ni te quiere, ni te querrá, ni te ha querido nunca. Eres el símbolo de su esclavitud, y de un pasado que detesta y que ha decidido borrar a base de mandobles de espada de tu tío. “I’m gonna kill you Fjölnir”. ¿Por qué? Parece que la aldea está contenta con tu tío que, admitámoslo, no es mala gente. Dentro de la moralidad vuestra es un buen rey, tu madre lo ama, tiene un par de hijos a los que vas a dejar huérfanos y, lo peor de todo, es fuerte como una roca y va a ser jodido de asesinar. Tres errores que vamos descubriendo poco a poco y que hacen dudar a Amleth. Además, hasta conocer a Olga, la sed de venganza había movido su vida y sus acciones. Pero tras encontrarla a ella, ¿qué sentido tiene su obsesión por la venganza? Eggers y Amleth nos hacen dudar hasta el extremo. Parece que la película podría acabar sin que la venganza se consume, y siendo sinceros, es lo mejor que el protagonista podría hacer. Y, sin embargo, como espectadores, estamos insatisfechos. Ahora somos nosotros los que queremos venganza, porque Eggers nos la ha metido en vena como el padre de Amleth se la había metido a él. Aun conscientes de que es muy posible que Amleth no salga vivo de ella. Como la vida misma. Que absurda y carente de sentido es la venganza. Nunca trae nada bueno. Pero qué difícil es escapar de ella.

6,7
14.087
5
6 de febrero de 2022
6 de febrero de 2022
102 de 144 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo el privilegio de haber disfrutado del Belfast desde la ciudad natal del director, a la cual dedicó un emotivo mensaje antes del comienzo del film, ganándose el aplauso fácil de la audiencia -aplauso que, por cierto, se replicó al final de la película por una minoría del público. No obstante, saliendo del cine, un hombre que caminaba detrás de mí le preguntó a su pareja qué le había parecido la película, a lo que ella replicó que "a load of s***".
Y es que Belfast, en mi opinión, se cae por muchos sitios. No soy un gran fan de Kenneth Branagh, y algunas películas suyas que he visto recientemente (Frankenstein o Asesinato en el Orient Express) muestran que el director tiene alarmantes dificultades para construir una estructura narrativa coherente, que se refleja también en Belfast. Saltos de trama, eventos descontextualizados y personajes que no se sabe muy bien quienes son y qué pintan ahí, son algunos de los problemas narrativos de Belfast. Branagh nos presenta su infancia con tanta fidelidad que se cree que todos estamos en su cabeza y nos enteramos de lo que pasa. La infancia de Branagh, por cierto, que será muy interesante para Branagh, como la mía lo es para mí. Cosas como que la calle esté barricada y necesites identificarte para poder entrar, pero que luego el bus les pare en la puerta de casa -porque al parecer la calle está barricada sólo por un lado, pero por el otro puedes entrar como Pedro por tu casa- muestran que está hecha un poco deprisa y corriendo. El inicio de la película, con las imágenes de la Belfast de hoy, parecen un anuncio de “Visit Belfast”. Y el final es un tanto abrupto y rocambolesco. Todo esto, no obstante, no esconde algunas de las virtudes de esta película, como su excelente fotografía y un muy buen reparto.
Lo peor de la película, en mi opinión, tiene que ver con la falta absoluta de conocimiento que Branagh tiene de su ciudad natal. Eso es comprensible a los nueve años, pero no si te propones homenajearla como hombre hecho y derecho. Hay que hacer los deberes. Y no me vale que está hecha desde la perspectiva de un niño. En primer lugar, la escuela de Buddy es, al parecer, mixta. Esta es una brutal inconsistencia histórica, pues la primera escuela integrada de Irlanda del Norte se inauguró en 1981. En segundo lugar, lo primero que a uno le dicen sobre el conflicto de Irlanda del Norte cuando llega a esta zona del mundo es que éste NO FUÉ UN CONFLICTO RELIGIOSO. Por resumirlo en unas pocas líneas, se trató de un conflicto identitario de carácter nacionalista, originado por la situación de apartheid de la población católica en el Norte, y que se inicia con los asesinatos de activistas por los derechos civiles por parte del ejército británico en 1969. A partir de ese momento, el conflicto se enquista porque -al contrario de lo que se duele pensar- las posiciones e intereses en disputa son múltiples, y no solamente dos: los católicos y protestantes que quieren una Irlanda del Norte dentro del Reino Unido con gobierno integrado representados por el SDLP y el UUP, los legalistas que quieren que continúe el apartheid representados por el DUP, los nacionalistas que quieren unirse a la República de Irlanda representados por el Sinn Fein, los que quieren una Irlanda del Norte independiente, y los intereses de dos estados que quieren pasarle el problema al de enfrente, porque los británicos no querían hacerse cargo del nido de avispas que era Irlanda del Norte, ni los Irlandeses creían tener la capacidad militar para estabilizar la zona.
Por tanto, la moralina barata de la tolerancia religiosa está muy bien, pero contarle al público internacional una paparrucha sobre el conflicto de Irlanda del Norte y que aún encima puedan darle un Oscar tiene sus narices. Y ya que Branagh se presenta como el buen y tolerante protestante, podría hacer referencia a la perspectiva católica del conflicto, ya que al menos dos de sus actores -Balfe y Hinds- son católicos, y podría haberles preguntado su opinión.
Por cierto, a ver si alguien puede aclararme que tiene Branagh en contra de su hermano, que parece que pasaba por allí. Dale algunas líneas al pobre chaval, que también lo pasaría mal.
Y es que Belfast, en mi opinión, se cae por muchos sitios. No soy un gran fan de Kenneth Branagh, y algunas películas suyas que he visto recientemente (Frankenstein o Asesinato en el Orient Express) muestran que el director tiene alarmantes dificultades para construir una estructura narrativa coherente, que se refleja también en Belfast. Saltos de trama, eventos descontextualizados y personajes que no se sabe muy bien quienes son y qué pintan ahí, son algunos de los problemas narrativos de Belfast. Branagh nos presenta su infancia con tanta fidelidad que se cree que todos estamos en su cabeza y nos enteramos de lo que pasa. La infancia de Branagh, por cierto, que será muy interesante para Branagh, como la mía lo es para mí. Cosas como que la calle esté barricada y necesites identificarte para poder entrar, pero que luego el bus les pare en la puerta de casa -porque al parecer la calle está barricada sólo por un lado, pero por el otro puedes entrar como Pedro por tu casa- muestran que está hecha un poco deprisa y corriendo. El inicio de la película, con las imágenes de la Belfast de hoy, parecen un anuncio de “Visit Belfast”. Y el final es un tanto abrupto y rocambolesco. Todo esto, no obstante, no esconde algunas de las virtudes de esta película, como su excelente fotografía y un muy buen reparto.
Lo peor de la película, en mi opinión, tiene que ver con la falta absoluta de conocimiento que Branagh tiene de su ciudad natal. Eso es comprensible a los nueve años, pero no si te propones homenajearla como hombre hecho y derecho. Hay que hacer los deberes. Y no me vale que está hecha desde la perspectiva de un niño. En primer lugar, la escuela de Buddy es, al parecer, mixta. Esta es una brutal inconsistencia histórica, pues la primera escuela integrada de Irlanda del Norte se inauguró en 1981. En segundo lugar, lo primero que a uno le dicen sobre el conflicto de Irlanda del Norte cuando llega a esta zona del mundo es que éste NO FUÉ UN CONFLICTO RELIGIOSO. Por resumirlo en unas pocas líneas, se trató de un conflicto identitario de carácter nacionalista, originado por la situación de apartheid de la población católica en el Norte, y que se inicia con los asesinatos de activistas por los derechos civiles por parte del ejército británico en 1969. A partir de ese momento, el conflicto se enquista porque -al contrario de lo que se duele pensar- las posiciones e intereses en disputa son múltiples, y no solamente dos: los católicos y protestantes que quieren una Irlanda del Norte dentro del Reino Unido con gobierno integrado representados por el SDLP y el UUP, los legalistas que quieren que continúe el apartheid representados por el DUP, los nacionalistas que quieren unirse a la República de Irlanda representados por el Sinn Fein, los que quieren una Irlanda del Norte independiente, y los intereses de dos estados que quieren pasarle el problema al de enfrente, porque los británicos no querían hacerse cargo del nido de avispas que era Irlanda del Norte, ni los Irlandeses creían tener la capacidad militar para estabilizar la zona.
Por tanto, la moralina barata de la tolerancia religiosa está muy bien, pero contarle al público internacional una paparrucha sobre el conflicto de Irlanda del Norte y que aún encima puedan darle un Oscar tiene sus narices. Y ya que Branagh se presenta como el buen y tolerante protestante, podría hacer referencia a la perspectiva católica del conflicto, ya que al menos dos de sus actores -Balfe y Hinds- son católicos, y podría haberles preguntado su opinión.
Por cierto, a ver si alguien puede aclararme que tiene Branagh en contra de su hermano, que parece que pasaba por allí. Dale algunas líneas al pobre chaval, que también lo pasaría mal.
30 de noviembre de 2022
30 de noviembre de 2022
76 de 125 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los whodunit que se han producido a través de los años, hemos visto a tantos y tantos detectives que es difícil que alguien pueda aportar algo nuevo y singular. Sobre todo, en la construcción del personaje que, a fin de cuentas, es la mitad de un whodunit. Si no tienes un buen detective, no tienes whodunit. Para muestra, los lamentables Poirot de Kenneth Branagh, que son de vergüenza ajena. Daniel Craig, sin embargo, se mete en la piel de ese detective que puede con todo, que todo lo sabe, que retiene todos los detalles y que todo lo resuelve. El típico tipo simpático, peculiar, observador, educado y elegante. Y logra que, pese a que todos esos artibutos son compartidos por prácticamente todos sus predecesores en el género, su personaje sea reconocible y único.
Daniel Craig es lo mejor de la película, que por lo demás, es un divertimento agradable, algo efectista, y al fin y al cabo, como whodunit que es, te mantiene pegado a la pantalla por el mero hecho de que quieres que se desenrede la telaraña, y de que todas las piezas y todos los detalles encajen. Bien es verdad que, en mi opinión, es un whodunit que peca de ser demasiado evidente en un momento dado de la película (vease el spoiler), pero el río de detalles mantiene el suspense.
El guión no está mal, pero de nuevo, es el detective el que lo soporta. Los primeros minutos de la película son deplorables, y nos deleitan con una retaíla de chistes cutres e infantiles, dignos de la peor sitcom imaginable, que lo ponen a uno a echarse a temblar sobre lo que se avecina. Afortunadamente, esto mejora a lo largo de la película, donde los gags son menos forzados y más naturales, aunque siempre soportados por los enormes hombros del detective, que todo lo aguanta.
Un entretenimiento que merece la pena.
Daniel Craig es lo mejor de la película, que por lo demás, es un divertimento agradable, algo efectista, y al fin y al cabo, como whodunit que es, te mantiene pegado a la pantalla por el mero hecho de que quieres que se desenrede la telaraña, y de que todas las piezas y todos los detalles encajen. Bien es verdad que, en mi opinión, es un whodunit que peca de ser demasiado evidente en un momento dado de la película (vease el spoiler), pero el río de detalles mantiene el suspense.
El guión no está mal, pero de nuevo, es el detective el que lo soporta. Los primeros minutos de la película son deplorables, y nos deleitan con una retaíla de chistes cutres e infantiles, dignos de la peor sitcom imaginable, que lo ponen a uno a echarse a temblar sobre lo que se avecina. Afortunadamente, esto mejora a lo largo de la película, donde los gags son menos forzados y más naturales, aunque siempre soportados por los enormes hombros del detective, que todo lo aguanta.
Un entretenimiento que merece la pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cuando descubrimos que Cassandra no es Cassandra, si no su hermana, no podemos evitar pensar que el asesino es el millonario. Su reacción al ver a Cassandra llegar a la isla evidencia que es el único que sabe que está muerta. Los señuelos que nos ponen delante (todos están interesados en que la gallina de los huevos de oro siga produciendo) no son suficientes para convencernos (al menos a mí), de que cualquiera de los presentes puede ser el asesino. La película pierde un poco de interés desde ese momento.
Y tal vez conozco demasiado a Poirot, pero que la muerte de la gemela era una muerte fingida también se veía venir a años luz de distancia.
Y tal vez conozco demasiado a Poirot, pero que la muerte de la gemela era una muerte fingida también se veía venir a años luz de distancia.

5,7
4.359
7
26 de septiembre de 2022
26 de septiembre de 2022
28 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
He salido del cine habiendo pasado un rato estupendo. Y casi me lo pierdo, porque las críticas eran entre regulares y pésimas, hasta el punto de que llegué a dudar de si merecía la pena dedicarle a esto tiempo y dinero. Al final, atraído por el reparto, le di la oportunidad, y menos mal.
La película no es una obra maestra, pero quien se espere eso de un "Whodunit" es que no está familiarizado con el género. Este tipo de pelis (y libros) están hechos para lo que están: entretener, sin más pretensiones. Los que hemos disfrutado de Poirot y Miss Marple sabíamos a lo que veníamos. Y, de hecho, la película lo avisa: "esto lo hemos visto un millón de veces, así que trataremos de darle una vuelta de tuerca". Y, de una forma ni demasiado extravagante, ni demasiado exagerada, lo consigue. Es cierto que para los muy amantes del genero, es posible que el misterio quede por momentos apartado a un segundo plano, suplantado por la comedia, pero no hace que la película sea menos disfrutable.
Varias cosas buenas se podrían enumerar, pero sin duda la mejor es la pareja protagonista. No esperaba menos de dos fenómenos de su oficio como Sam Rockwell y Saorsie Ronan, que lo mismo te cosen un huevo que te fríen un alfiler. Dos superdotados del drama que nos regalan una pareja cómica memorable y brindan momentos de carcajearse. El guión es excelente, centrado en el propósito divertir. Huye bromas burdas y obvias, y simplemente sirve de catapulta para que la pareja protagonista pueda brillar de forma armónica y elegante, sin exagerar ni llegar a lo histriónico.
¿El desenlace te sorprenderá? No lo sé. Quizás es lo de menos. Simplemente, déjense llevar.
La película no es una obra maestra, pero quien se espere eso de un "Whodunit" es que no está familiarizado con el género. Este tipo de pelis (y libros) están hechos para lo que están: entretener, sin más pretensiones. Los que hemos disfrutado de Poirot y Miss Marple sabíamos a lo que veníamos. Y, de hecho, la película lo avisa: "esto lo hemos visto un millón de veces, así que trataremos de darle una vuelta de tuerca". Y, de una forma ni demasiado extravagante, ni demasiado exagerada, lo consigue. Es cierto que para los muy amantes del genero, es posible que el misterio quede por momentos apartado a un segundo plano, suplantado por la comedia, pero no hace que la película sea menos disfrutable.
Varias cosas buenas se podrían enumerar, pero sin duda la mejor es la pareja protagonista. No esperaba menos de dos fenómenos de su oficio como Sam Rockwell y Saorsie Ronan, que lo mismo te cosen un huevo que te fríen un alfiler. Dos superdotados del drama que nos regalan una pareja cómica memorable y brindan momentos de carcajearse. El guión es excelente, centrado en el propósito divertir. Huye bromas burdas y obvias, y simplemente sirve de catapulta para que la pareja protagonista pueda brillar de forma armónica y elegante, sin exagerar ni llegar a lo histriónico.
¿El desenlace te sorprenderá? No lo sé. Quizás es lo de menos. Simplemente, déjense llevar.
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