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Críticas 51
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
12 de diciembre de 2024
235 de 326 usuarios han encontrado esta crítica útil
El embrujo de la criatura se extiende como una amenaza que acecha a aquellos a los que se presenta. La influencia que ejerce el Conde Orlok es capaz de transitar muchas formas y afectar desde la distancia; solo que, esta vez, cuando hablamos de distancia, no solo nos referimos al castillo de Transilvania, sino también a los más de 100 años que separan la visión de Eggers de la original. Hacer una reinterpretación de una obra no es fácil, y menos cuando el legado cultural que ha dejado es tan grande que ostenta el título de obra maestra.

Eggers lo vuelve a hacer

El director demuestra una gran maestría técnica y un control absoluto (esta vez sí) en todo momento. La puesta en escena es espectacular: la escenografía, el realismo en el reparto, la acertada selección de protagonistas, la increíble fotografía y el montaje consiguen manejar de manera constante el ritmo y la tensión que respiran en todo momento.

Este es el Eggers más perfeccionista y minucioso hasta la fecha. Su Nosferatu está más cerca de La Bruja y su aterradora indefensión ante lo desconocido, pero no duda en arremeter con la fuerza interpretativa de sus desesperados personajes, recordándonos a El Faro. Logra hacernos sentir que formamos parte de una pesadilla en la que el realismo se diluye con lo onírico, y consigue darnos escalofríos muy, pero que muy reales.

Locura contagiada

La película tiene muchos logros técnicos que nos hacen sentir que estamos en una Alemania del siglo XIX, donde el progreso moderno e intelectual choca contra un muro de ferviente paganismo religioso encarnado en la presencia demoníaca de Nosferatu.

Hablando de la criatura, encarnada por Bill Skarsgård, el actor queda irreconocible y muy lejos de su impredecible Pennywise, donde todavía se le podía entrever. Sus manierismos y gestos no quedan al azar. La voz y el acento que trabaja en su interpretación del Conde Orlok son extrañamente amenazadores e inquietantes. Pero, irónicamente, en una película llamada Nosferatu, la caracterización del personaje es quizá donde más flaquea. Aunque no es mala, cuando podemos ver al conde estamos preparados para algo horrible y sobrenatural, pero Eggers se aleja de las características que Max Schreck hizo propias del personaje y, en esta ocasión, nos muestra una realidad más humana, pero maldita.

Volviendo al puro terror, las interpretaciones son la piedra angular de este filme: Willem Dafoe, Nicholas Hoult, Ralph Ineson y Aaron Taylor-Johnson destacan, pero, si hemos de resaltar a alguien, sin duda es a Lily-Rose Depp. Ella encarna todo el protagonismo de esta película y no nos puede gustar más. Su descenso a los infiernos bajo esa influencia malévola es realmente escalofriante. Su dolor es descarnado y muestra un increíble manejo físico y emocional que el director sabe usar a su favor. Parece que a Eggers le encanta encerrar a sus actores en planos medios y darles el control del momento. La interpretación de Depp consigue atraparnos en una espiral de locura angustiosa y emocional en varios monólogos descarnados que recuerdan a El Faro. En definitiva, ella termina comiéndose la pantalla, eclipsa al propio Nosferatu y seguramente nos ha regalado una de las mejores actuaciones de este cierre de año.

En resumen, esta película es una carta de amor maldito, un cuadro romántico perdido en el tiempo, un grito de desesperación ante la incomprensión del dolor emocional y un paso admirable en la carrera de un director que está sediento de sangre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No esperes terror puramente efectista ni horror visceral envuelto en prótesis; porque, amigos, Nosferatu no trata sobre la criatura que da nombre a la obra, sino sobre la maldición de lo profano, la respuesta a una represión sexual y, a su vez, un doloroso recordatorio de que el amor puede ser aterrador.
12 de noviembre de 2024
36 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2000, Gladiator se estrenó como una revolución del cine épico e histórico. Ridley Scott llevó a la gran pantalla la historia de Máximo, un general romano traicionado que termina luchando en la arena como gladiador para vengar la muerte de su familia. La cinta no solo consolidó a Russell Crowe como una estrella de primer nivel, sino que también revitalizó el género épico y entregó uno de los finales más icónicos del cine moderno. Este desenlace parecía cerrar de manera definitiva la historia de Máximo, con una conclusión tan catártica como conmovedora, dejando una huella que difícilmente podría superarse.

Sin embargo, dos décadas después, Ridley Scott regresa con Gladiator 2, enfrentándose a una ardua tarea: ampliar un universo que parecía cerrado y a la vez satisfacer las altas expectativas de los fanáticos. Desde su anuncio, la secuela dividió opiniones: algunos anhelaban regresar a la arena de Roma, mientras otros temían que esta nueva entrega solo diluyera la grandeza de la original. Afortunadamente, Scott ha sabido encontrar un equilibrio, entregando una película que, aunque inferior a la primera, resulta ser una secuela digna y entretenida. Gladiator 2 quizás no alcanza la misma altura que su predecesora, pero es una experiencia que merece ser vista, especialmente por los admiradores de la épica romana.

Mención de honor para los actores
Uno de los aspectos más destacados de Gladiator 2 es, sin duda, su elenco. Los actores encumbran el guion con interpretaciones llenas de fuerza y carisma, aportando una dimensión que mantiene viva la esencia del original. Denzel Washington se luce en un rol que recuerda a las intrigas y traiciones de los mejores tiempos de Juego de Tronos, aportando una intensidad dramática que eleva cada escena en la que aparece.

Paul Mescal, quien interpreta al personaje protagonista, demuestra una entrega absoluta, encarnando a un personaje atrapado en el legado de Máximo sin caer en la mera imitación. Por su parte, Connie Nielsen retoma su papel y añade una profundidad que otorga continuidad emocional a la historia.

No puedo olvidarme de Pedro Pascal, Joseph Quinn… Todos los actores saben a qué película están honrando y se nota.

Lo mejor de Gladiator 2

Gladiator 2 apuesta por la acción, la violencia y unos efectos especiales impactantes. La película sacrifica algo de la épica reflexiva de la original, en favor de una narrativa más dinámica y frenética, que permite mantener el ritmo durante sus más de dos horas de duración.

Esto hace que no tengamos momentos tan recordados como el discurso de Maximo en la arena del Coliseo, pero a cambio tenemos escenas de acción sorprendentes y muy entretenidas. Cada uno ya debe decidir que prefiere a la hora de ver una película basada en la antigua Roma.

A pesar de algunas licencias argumentales, se las arreglan para construir una historia creíble que sigue las consecuencias de la muerte de Máximo. Quizás no todo sea completamente sólido, pero logran convencer, recordándonos que en la Antigua Roma el “final feliz” era un concepto tan raro como la paz duradera. En Gladiator 2, la acción y la violencia están al frente, y aunque el guion carezca de la misma profundidad de la original, nos asegura un espectáculo que fluye rápido y con fuerza.

Lo peor de Gladiator 2
Sin embargo, Gladiator 2 también tiene sus limitaciones. La música, por ejemplo, es un aspecto en el que la comparación con la original resulta inevitable. La banda sonora de Hans Zimmer en la primera película es un clásico indiscutible, y la nueva entrega intenta mantenerse fiel al sonido épico, con algunos retoques, pero sin alcanzar la grandeza del original. Las nuevas piezas musicales no logran captar la misma esencia ni se quedan en la memoria del espectador de la misma manera, un detalle que, aunque menor, es notable en una saga cuyo primer capítulo nos dejó momentos auditivos imborrables.

Otro punto débil es la falta de escenas tan memorables como las de la primera. Gladiator nos regaló momentos icónicos que han perdurado en la cultura popular, mientras que esta secuela, aunque técnicamente impresionante, se enfoca más en la acción y pierde algo de la mística de su predecesora. Aunque este enfoque no desentona del todo, la película carece de la profundidad emocional de la original. Y aunque las referencias a la primera parte añaden cohesión, el uso excesivo de ellas puede dar la sensación de que la secuela depende en exceso de los grandes momentos que se crearon en la primera película.

El desenlace es otro aspecto a tener en cuenta. Scott ha optado por un final distinto al de la primera, consciente de que no podía replicar la emotividad que nos dejó la muerte de Maximo. Gladiator 2 opta por un cierre más convencional y, aunque efectivo, es también predecible. A lo largo de la película, la trama conduce de manera clara hacia un desenlace que más o menos ya nos hemos imaginado, con alguna pequeña sorpresa y eso le resta mucho valor.

Al menos la trama si logra sorprendernos en el ecuador de la historia, con algunos momentos que nos recuerdan irremediablemente a la primera película, pero lo suficientemente distintos para que mientras disfrutamos de ella no pensemos en que esto ya lo hemos visto.

Te gustará Gladiator 2 si
Si disfrutaste de la primera película y quieres seguir viendo a gladiadores luchando por su vida, esta historia no te va a defraudar.

También te gustará si disfrutas del cine épico, lleno de batallas espectaculares y tramas complejas de poder.

Los amantes de las películas históricas encontrarán en esta secuela una aventura visualmente impactante, con una dosis de violencia que no escatima en detalles. Aunque no tiene la misma profundidad que la original, es un espectáculo que cumple con el objetivo de entretener y pasar un rato divertido en el cine.
3 de octubre de 2024
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
[Crítica 2ª Temporada por El Rincón del Espectador]

Seamos sinceros, todos nos sorprendimos gratamente cuando se anunció que Amazon había comprado parte de los derechos de Tolkien para hacer una adaptación en formato serie de TV de la Tierra Media; nos generó curiosidad cuando hasta el mismísimo Jeff Bezos manifestó su interés personal en la obra literaria de Tolkien y que pretendía ser un producto único en el que pondrían todo el esfuerzo de la compañía (convirtiéndose en la serie más cara de la historia con 715 millones de dólares en su producción).

¿Está llegando a buen puerto?

Tras 8 episodios de 1 hora aproximadamente cada uno, hemos podido ver cambios significativos en cuanto a ritmo y estructura de la trama en esta segunda temporada; veamos todo lo bueno que hemos podido analizar.

Como hemos mencionado antes, el dinero en la producción se nota; los efectos visuales, el vestuario, la síntesis entre prótesis de maquillaje y el CGI está bien realizado, hay paisajes y escenas que podrían servir de salvapantallas en cada episodio, no se le puede echar en cara el buen uso de estos elementos. El uso de una violencia bien medida, pero necesaria para contar esta historia, al fin y al cabo la obra de Tolkien es un relato antibelicista pero muy oscuro y en las películas no se excedían pero tampoco se cortaban en hacer uso de la violencia, en esta segunda temporada han querido seguir por ese camino.

Un cambio notorio es el acotamiento de tiempo con los personajes que no terminaron de funcionar en la temporada pasada (que pocos se salvaban todo sea dicho). Tras una introducción del mundo y personajes en la primera temporada, en esta continuación, nos adentramos de lleno a los conflictos de un mundo que está cambiando con la fuerza creciente de un poder maldito como es la posesión que generan los anillos de poder y esta historia va de lleno a eso. Más apartados de la trama quedan Theo, Isildur, Arondir, el viaje de los pelosos con el extraño y los hombres de Númenor. Es de agradecer que se quiten de rodeos y florituras para adentrarnos en un personaje tan carismático como resulta ser Sauron.

"Yo soy el Señor de los Anillos"

Lo más destacado de esta temporada sin ninguna duda es el personaje de Sauron, su relación con Celebrimbor y la forma de convertirse en señor de los engaños, engatusar la mente y corromper la voluntad de los que caen en sus redes; reflejo de ello queda en la subtrama de los enanos y su ambición desmedida. Sauron o Annatar como se presenta en esta historia, va a ser el personaje central y motor de toda esta segunda temporada y es de agradecer, porque disfrutamos de verlo actuar para extender su poder a su antojo.


Pero no es Mithril todo lo que reluce

La serie hasta este punto parecería que ha ido bien, pero lamentablemente no es así. El guion y la construcción de la mayoría de los personajes sigue dando de qué hablar. Si ya hemos hablado de las tramas que no funcionaron y agradecemos que hayan acortado, su desarrollo en esta segunda temporada sigue siendo irrisorio; otros personajes centrales y con mucho tiempo en pantalla como son Elrond y Galadriel no terminan de funcionar, la trama de los enanos flaquea en interés tanto como los pelosos o los tejemanejes de los hombres; por último, el intento de mostrar a Adar como villano temible pero con buenas motivaciones, acaba por ser un concepto descafeinado y a medio camino entre líder moral de un un pueblo propio que lucha por sus libertades (representado por los orcos) y enemigo genérico con un ejército sin rostro que hay que abatir como moscas. Pese a que no hay malas actuaciones en la serie, todos los personajes nos terminan dando igual, siendo la trama de Sauron y Celebrimbor la más destacable.

Destacamos de mala manera una falta de acción visual y narrativa, un guion sin emoción y lleno de momentos anticlimáticos generados por cortes bruscos (como la escena de Narsil o la carga de caballería élfica). La banda sonora, aunque tiene a un gran compositor detrás como es Bear Mccreary, no gana fuerza ni resalta en esta segunda temporada. Momentos a destacar, hay una gran batalla representada en el episodio 7, centrada en el asalto de Eregion, que intenta por todas sus fuerzas buscar la epicidad, pero termina siendo un sinsentido estrepitoso y repleto de momentos absurdos. Decisiones bélicas estúpidas, paradas de ritmo en la acción, muertes de personajes que pretenden darle importancia pero que no han tenido introducción ninguna al espectador, hacen que terminemos el episodio sin interés.

A lo largo de la historia tampoco faltan frases de la obra original metidas con calzador en momentos que nos hacen pensar que están incorporadas a propósito para buscar la aprobación de los fanáticos de Tolkien; así como se nota la intencionalidad en imitar el mismo estilo de realización que tenía Jackson en sus películas. La serie está llena de planos, secuencias y momentos que emulan la trilogía cinematográfica y que más que brindar un homenaje al estilo de las mismas, termina por parecer un fanfic de alto presupuesto. A pesar de que te están bombardeando continuamente con nombres y términos que ya forman parte de la cultura popular, esta serie consigue ser (al menos hasta la fecha) una obra de fantasía genérica más. Aburrida, insulsa y olvidable.
3 de abril de 2025
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que Disney no puede resistirse a rehacer una y otra vez sus clásicos animados en versión de acción real. En los últimos años, hemos visto adaptaciones de El Rey León, La Sirenita, Aladdín, El Libro de la Selva, La Bella y la Bestia…y muchas más. Algunas han sido éxitos de taquilla, otras han pasado sin pena ni gloria, pero lo que está claro es que el estudio sigue apostando por este tipo de películas en lugar de arriesgarse más con historias originales.

¿Es falta de ideas o simplemente un reflejo de lo que quiere el público? Porque, nos guste o no, la gente sigue yendo al cine a ver estos remakes antes que nuevas propuestas originales de la propia Disney, y claro, eso da que pensar. Blancanieves no es una grata sorpresa, es una gota más en un pozo de mediocridad en cuento a cine palomitero se refiere.

¿Por qué Blancanieves no es una buena película?

Blancanieves no aporta nada nuevo. La historia sigue basándose en la versión animada de 1937, pero sin el mismo encanto y con «ideas nuevas» que realmente no hacen que ver la película sea algo novedoso. Es más, en los últimos años hemos visto otras versiones del cuento, como Blancanieves y la leyenda del cazador (con un tono más oscuro) o Mirror Mirror (con un enfoque más humorístico). Incluso en España tuvimos Blancanieves (2012), una versión muda y en blanco y negro que sí ofrecía algo distinto (aunque no sea una película para todos los públicos).

Aquí, en cambio, nos encontramos con una película que no tiene identidad propia. No es un calco de la original, pero tampoco una reinvención interesante. Y en el intento de actualizar la historia para las nuevas generaciones, pierde la esencia que hizo del clásico algo especial.

Una protagonista que no convence y una villana sin carisma
Rachel Zegler, la actriz que interpreta a Blancanieves, no lo hace mal… pero no termina de brillar. Quizás porque sus declaraciones antes del estreno le jugaron en contra, creando rechazo en parte del público. Y aunque ella intenta darle un nuevo enfoque al personaje, su interpretación no consigue ser memorable.

Por otro lado, tenemos a Gal Gadot como la Reina Malvada, y aquí es donde la película realmente se tambalea. Gadot ha demostrado en el pasado que puede funcionar bien en ciertos papeles (saga A Todo Gas…), pero esta vez se nota fuera de lugar. Su actuación es exagerada y en ningún momento transmite la amenaza o el carisma que debería tener un personaje tan icónico.

¿Y los enanos?

Si algo se puede decir de los enanos en esta versión es que… dan un poco de miedo, es gracioso que en un hipotético Live Action se utilice CGI para hacer unos enanos bastante raros. Intentaron hacer que se parecieran a los de la versión animada, pero claro, en un Live Action esto casi nunca sale bien, el resultado habla por si solo. Aunque a veces intentan ser el alivio cómico de la película, sus diseños y la forma en que están representados no terminan de encajar. Parecen más un experimento fallido de CGI que personajes entrañables.

Lo nuevo que aporta la película... o lo que intenta aportar

Disney ha intentado modernizar el cuento con algunos cambios en el guion, como darle a Blancanieves un rol más independiente y alejarla del típico romance con el príncipe. La idea es buena sobre el papel, pero la ejecución no tanto. Estos cambios no terminan de hacer que la historia sea más interesante ni que la protagonista sea más carismática, porque repetimos, eso ya se hizo.

En definitiva, es otro remake más que intenta actualizar un clásico, pero sin la magia ni el encanto que hicieron especial a la película original.
23 de noviembre de 2024
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película del director australiano Adam Elliot, ‘Memorias de un caracol’ fue la que apagó los focos de la 34ª edición de Fancine, el Festival de Cine Fantástico de la Universidad de Málaga. Una cinta de animación con la técnica de stop-motion que ha sido reconocida en varios festivales (como en Sitges o Annecy) y despunta en la carrera para los próximos Premios Oscar.

En ‘Memorias de un caracol’, Adam Elliot nos cuenta la historia de Grace, una niña que vive en su mundo interior y absorta en los caracoles. Huérfana de madre al nacer, Grace nos va narrando, a modo de flashback y en primera persona, su desdichada existencia y sus intentos por sobreponerse a una vida que no cesa de ser injusta con ella: la parálisis de su padre, la separación de su hermano gemelo y la falta de amor de su familia de acogida y de la gente que la rodea.

Los caracoles, las cobayas y los libros son sus únicos refugios para escapar de un mundo que le es hostil y agresivo, hasta que conoce a Pinky, una entrañable abuela que será el único punto en el podrá apoyarse para resistir.

Narrada de forma magistral por Sarah Snook (‘Succession’) como Grace, la película cuenta con un sobresaliente elenco con las voces de actores como Eric Bana (‘Troya’), Kodi Smit-McPhee (‘El poder del perro’), el compositor Nick Cave y el destacable papel de Jacki Weaver (‘El lado bueno de las cosas’) como Pinky.

Con una factura técnica impecable, es encomiable la labor de los animadores para dar vida a los personajes y, sobre todo, reflejar sus emociones y características físicas hasta los más mínimos detalles.

La cinta, sin embargo, adolece de un exceso de melodramatismo que hace mella en el espectador, y llega a ser en ocasiones cargante. Aunque esta característica es una de las marcas de la casa de Adam Elliot: la mezcla de momentos hilarantes y desdichados para alcanzar una especie de comedia negra.

Un trabajo, en general, muy correcto y que merece la pena ver de Adam Elliot, quien ya ganó un Oscar en 2004 con el corto animado ‘Harvie Krumpet’ y cuyo trabajo sin duda atraerá la atención de la Academia para los próximos premios.
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