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6,8
2.200
9
19 de febrero de 2022
19 de febrero de 2022
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego, podría decir que el díptico que componen “El tigre de Esnapur” y “La tumba India” fueron las películas de mi infancia. Una época en la que no se tienen expectativas ni pretensiones, y en la que sólo existe el asombro y un mundo nuevo por descubrir. Una época, en definitiva, en la que todo es posible, y la imaginación y lo mágico lo inundan todo (como ocurre en esta película).
En aquel tiempo no tenía ni idea de que detrás de las películas trabajaba un montón de gente, y de que, toda esa gente, estaba gobernada por un “director” que, a veces, cuando lo dejaban los productores y tenía el suficiente talento y la suficiente fortuna, podía regalarnos su genialidad y su saber en forma de una “obra maestra”, como sucede aquí. Todo esto lo aprendí más tarde viendo películas como “El apartamento”, “Ser o no ser”, “Tiempos modernos”, etc., etc., y así descubrí a genios como Billy Wilder, Lubitsch, Chaplin, y por supuesto a Fritz Lang.
De Fritz Lang descubrí todo su universo, que voy a contaros que no sepáis ya, ¡cuantos Fritz Lang nos harían falta en estos tiempos para mostrarnos, como el muy bien sabía, los peligros de los populismos, de los totalitarismos, y de todos los abusos de poder! ¡Cuántos Fritz Lang nos harían falta para seguir hurgando en las heridas de la sociedad, y mostrarnos todas nuestras miserias, para así poder evolucionar y ser un poco más humanos!, ¡cuantas “perversidad”, “Furia”, “Metrópolis”, “M”, etc., harían falta!.
¿Por qué digo todo esto?, ¿Qué tiene que ver todo lo anterior con un niño que sentía fascinación por “El tigre de Esnapur” y “La tumba India”?. Pues simplemente porque, para mí, este díptico crepuscular, que cierra el círculo en la carrera del genio y que le permitió retomar un proyecto de la juventud que, en su día, un productor no le dejó afrontar por su “supuesta” inexperiencia, encierra la quintaesencia de toda su carrera profesional y vital. Y como los grandes maestros, lo encierra todo en una historia aparentemente simple, que pueden seguir y disfrutar los niños, pero que al mismo tiempo es grandiosa como una catedral, en la que todo el mundo, sepa de arte o no, pueden admirar su belleza, majestuosidad y sacralidad.
En este díptico, que como niño yo podía disfrutar, está “Metrópolis”, “Furia”, “Sólo se vive una vez”, “Los sobornados”, y todas las complejidades, y todas las contradicciones de las grandes películas de Fritz Lang.
En él habla de los grandes temas que trató a lo largo de su trayectoria artística: el destino, el poder y sus abusos, el amor eterno, el deseo, el deber, el inconsciente y las pulsiones más profundas del ser humano…
Contrapone oriente a occidente, el mundo racional al mundo emocional, lo masculino a lo femenino, el mundo consciente al inconsciente, el deber y las obligaciones al abandono de todo. Y así podría estar hasta el infinito, porque esta película aparentemente simple y hasta de folletín, encierra, cual matrioska sin fin, una cantidad de temas y de ángulos que, como en una catedral, son difíciles de cuantificar. En esta película aparece en toda su grandeza el arquitecto y el artista total que era Fritz Lang, tanto para mostrarnos los lujos de los palacios, como para mostrarnos las miserias que hay debajo de ellos, como metáfora del ser humano y de la sociedad.
Y luego, por supuesto, Fritz Lang nos habla de la gran sabiduría del pueblo indio, y de los tres caminos clásicos que proponen para llegar a la libertad total y absoluta: el Karma yoga o camino de la acción inegoista, el Gñana yoga o el camino del recto conocimiento y el Bhakti yoga o camino del amor:
El Karma yoga, en el universo de Fritz Lang, sería como el deber y el destino inexorable que tienen que afrontar los hombres frente a los designios de los dioses. En la película, su máximo exponente sería Seetha, la bailarina del templo, ya que, ella, entrega toda acción y todo movimiento, de manera pura y sincera, a los dioses. Metafóricamente, todo esto se puede apreciar en sus danzas, pero, sobre todo, en la bella escena de la cueva y la telaraña. Y es que, no hay nadie mejor que un niño, o alguien que actúe de manera creativa, como un artista, una bailarina, etc., para entender la fuerza liberadora del actuar por actuar, sólo porque es algo que sale de dentro, y no hay otra opción más que canalizarlo.
El Gñana yoga, en la película, lo representa el santón de la cueva, al que, Chandra, no tiene más remedio que visitar para pedirle consejo debido a su falta de claridad. Y es que, sólo un niño, como un “Pricipito”, o un sabio, o un loco, puede detectar lo mágico, y la sabiduría natural que inunda todo en la vida, sin crear conflicto. Al contrario que los mayores, como Chandra, que no tienen manera de detectarlo, y esa falta de claridad, los hace esclavos de sus pasiones, sus obsesiones, y en continuo conflicto con ellos mismos y con el mundo.
Y el Bhakti yoga está representado por el amor eterno e intercultural de los protagonistas, como la unión entre oriente y occidente. Y es que, sólo un niño, o un enamorado, percibe el aroma del amor verdadero y su fuerza integradora y liberadora.
¡Quien da más!, ¡y todo esto contado de manera entretenida!, ¡cine de autor sin que chirríe la autoría y sin aparente mensaje de autor!, ¡por eso los niños podíamos disfrutar de ésta película y al mismo tiempo intuir su profundidad, cómo podía pasarle a alguien que por primera vez traspasaba las puertas de una catedral en la Edad Media!.
Y, ¿Con qué camino se queda Fritz Lang?, pues, siendo el romántico que era, está claro que con el del amor eterno.
¿Se puede decir más sin hacer ruido y sin presuntuosidad?.
Si quieres saber la verdad y la autenticidad de algo, pregúntale a un niño, porque ya sabes, los niños, como en el cuento de “El traje nuevo del emperador”, siempre dicen la verdad…y además, intuyen la profundidad y lo auténtico de las cosas.
Carpe diem
En aquel tiempo no tenía ni idea de que detrás de las películas trabajaba un montón de gente, y de que, toda esa gente, estaba gobernada por un “director” que, a veces, cuando lo dejaban los productores y tenía el suficiente talento y la suficiente fortuna, podía regalarnos su genialidad y su saber en forma de una “obra maestra”, como sucede aquí. Todo esto lo aprendí más tarde viendo películas como “El apartamento”, “Ser o no ser”, “Tiempos modernos”, etc., etc., y así descubrí a genios como Billy Wilder, Lubitsch, Chaplin, y por supuesto a Fritz Lang.
De Fritz Lang descubrí todo su universo, que voy a contaros que no sepáis ya, ¡cuantos Fritz Lang nos harían falta en estos tiempos para mostrarnos, como el muy bien sabía, los peligros de los populismos, de los totalitarismos, y de todos los abusos de poder! ¡Cuántos Fritz Lang nos harían falta para seguir hurgando en las heridas de la sociedad, y mostrarnos todas nuestras miserias, para así poder evolucionar y ser un poco más humanos!, ¡cuantas “perversidad”, “Furia”, “Metrópolis”, “M”, etc., harían falta!.
¿Por qué digo todo esto?, ¿Qué tiene que ver todo lo anterior con un niño que sentía fascinación por “El tigre de Esnapur” y “La tumba India”?. Pues simplemente porque, para mí, este díptico crepuscular, que cierra el círculo en la carrera del genio y que le permitió retomar un proyecto de la juventud que, en su día, un productor no le dejó afrontar por su “supuesta” inexperiencia, encierra la quintaesencia de toda su carrera profesional y vital. Y como los grandes maestros, lo encierra todo en una historia aparentemente simple, que pueden seguir y disfrutar los niños, pero que al mismo tiempo es grandiosa como una catedral, en la que todo el mundo, sepa de arte o no, pueden admirar su belleza, majestuosidad y sacralidad.
En este díptico, que como niño yo podía disfrutar, está “Metrópolis”, “Furia”, “Sólo se vive una vez”, “Los sobornados”, y todas las complejidades, y todas las contradicciones de las grandes películas de Fritz Lang.
En él habla de los grandes temas que trató a lo largo de su trayectoria artística: el destino, el poder y sus abusos, el amor eterno, el deseo, el deber, el inconsciente y las pulsiones más profundas del ser humano…
Contrapone oriente a occidente, el mundo racional al mundo emocional, lo masculino a lo femenino, el mundo consciente al inconsciente, el deber y las obligaciones al abandono de todo. Y así podría estar hasta el infinito, porque esta película aparentemente simple y hasta de folletín, encierra, cual matrioska sin fin, una cantidad de temas y de ángulos que, como en una catedral, son difíciles de cuantificar. En esta película aparece en toda su grandeza el arquitecto y el artista total que era Fritz Lang, tanto para mostrarnos los lujos de los palacios, como para mostrarnos las miserias que hay debajo de ellos, como metáfora del ser humano y de la sociedad.
Y luego, por supuesto, Fritz Lang nos habla de la gran sabiduría del pueblo indio, y de los tres caminos clásicos que proponen para llegar a la libertad total y absoluta: el Karma yoga o camino de la acción inegoista, el Gñana yoga o el camino del recto conocimiento y el Bhakti yoga o camino del amor:
El Karma yoga, en el universo de Fritz Lang, sería como el deber y el destino inexorable que tienen que afrontar los hombres frente a los designios de los dioses. En la película, su máximo exponente sería Seetha, la bailarina del templo, ya que, ella, entrega toda acción y todo movimiento, de manera pura y sincera, a los dioses. Metafóricamente, todo esto se puede apreciar en sus danzas, pero, sobre todo, en la bella escena de la cueva y la telaraña. Y es que, no hay nadie mejor que un niño, o alguien que actúe de manera creativa, como un artista, una bailarina, etc., para entender la fuerza liberadora del actuar por actuar, sólo porque es algo que sale de dentro, y no hay otra opción más que canalizarlo.
El Gñana yoga, en la película, lo representa el santón de la cueva, al que, Chandra, no tiene más remedio que visitar para pedirle consejo debido a su falta de claridad. Y es que, sólo un niño, como un “Pricipito”, o un sabio, o un loco, puede detectar lo mágico, y la sabiduría natural que inunda todo en la vida, sin crear conflicto. Al contrario que los mayores, como Chandra, que no tienen manera de detectarlo, y esa falta de claridad, los hace esclavos de sus pasiones, sus obsesiones, y en continuo conflicto con ellos mismos y con el mundo.
Y el Bhakti yoga está representado por el amor eterno e intercultural de los protagonistas, como la unión entre oriente y occidente. Y es que, sólo un niño, o un enamorado, percibe el aroma del amor verdadero y su fuerza integradora y liberadora.
¡Quien da más!, ¡y todo esto contado de manera entretenida!, ¡cine de autor sin que chirríe la autoría y sin aparente mensaje de autor!, ¡por eso los niños podíamos disfrutar de ésta película y al mismo tiempo intuir su profundidad, cómo podía pasarle a alguien que por primera vez traspasaba las puertas de una catedral en la Edad Media!.
Y, ¿Con qué camino se queda Fritz Lang?, pues, siendo el romántico que era, está claro que con el del amor eterno.
¿Se puede decir más sin hacer ruido y sin presuntuosidad?.
Si quieres saber la verdad y la autenticidad de algo, pregúntale a un niño, porque ya sabes, los niños, como en el cuento de “El traje nuevo del emperador”, siempre dicen la verdad…y además, intuyen la profundidad y lo auténtico de las cosas.
Carpe diem

7,9
67.642
5
27 de mayo de 2020
27 de mayo de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente no espero mucho del cine. Sé, que como el vino, hay cosechas mejores y peores, y que siempre habrá obras únicas e irrepetibles que nos hagan darnos cuenta de que “hay vida inteligente (y sensible) ahí fuera”. Pero el verdadero esplendor del cine, el incontestable, el talentoso, el sublime, el exquisito, ya ha pasado, por lo menos a mi humilde entender. Y me lo ratifica ver películas como ésta. Si esta película es la mejor, por unanimidad, para el festival de Cannes, para Hollywood, para la crítica profesional y para los espectadores en general, quiere decir que o el nivel general es muy bajo, o que estamos invadidos por los parásitos y éstos son los que votan en Cannes, en Hollywood, hacen las críticas o ven las películas. ¿Acaso nos ha parasitado algún bicho que ha mermado todo nuestro espíritu crítico y nos hace conformarnos con tan poco? ¿Acaso somos tan pobres mentales como la familia Parásita que retrata la película? Misterios. Ahora cobra más sentido la película “La invasión de los ladrones de cuerpos” de Don Siegel ¿no estará sucediendo ya esa parasitación?. Para mí, esta película es una película con muy buena factura visual (como un videoclip), con buenas escenas, pero del montón y sin profundidad.
Claro, los que la valoran como crítica social de clases, igual es que no han visto “Las uvas de la ira” de Ford, ni “la regla del juego” de Renoir, ni el neorrealismos italiano con “ Roma ciudad abierta”, “El limpiabotas” o “Milagro en Milán” a la cabeza, o al propio Chaplin con “La quimera del oro” etc etc. Por cierto, el que quiera ver una verdadera historia de terror sobre la condición humana le recomiendo “Alemania, año cero”...
Y los que la valoran por su suspense y giros de guión igual no han visto nada de Hitchcok, ni de Fritz Lang, ni de Clouzot, y por cierto, si alguien quiere ver una película de parásitos, de tensión, y de crítica social buena, ahí tiene “El salario del miedo” de Clouzot.
Por otra parte, que el gran Alfred Hitchcok no ganara ningún Oscar en toda su carrera y que ésta película haya logrado cuatro, me deja sin habla y me parece a todas luces injusto y desproporcionado. De hecho, prefiero películas “sin Oscar” cómo “Con la muerte en los talones” o cómo “Psicosis”, que ésta “Parásitos” oscarizada.
Así que sólo me queda esperar cosechas mejores y no dormirme por si me invaden los Ladrones de cuerpos y me parasitan también.
Claro, los que la valoran como crítica social de clases, igual es que no han visto “Las uvas de la ira” de Ford, ni “la regla del juego” de Renoir, ni el neorrealismos italiano con “ Roma ciudad abierta”, “El limpiabotas” o “Milagro en Milán” a la cabeza, o al propio Chaplin con “La quimera del oro” etc etc. Por cierto, el que quiera ver una verdadera historia de terror sobre la condición humana le recomiendo “Alemania, año cero”...
Y los que la valoran por su suspense y giros de guión igual no han visto nada de Hitchcok, ni de Fritz Lang, ni de Clouzot, y por cierto, si alguien quiere ver una película de parásitos, de tensión, y de crítica social buena, ahí tiene “El salario del miedo” de Clouzot.
Por otra parte, que el gran Alfred Hitchcok no ganara ningún Oscar en toda su carrera y que ésta película haya logrado cuatro, me deja sin habla y me parece a todas luces injusto y desproporcionado. De hecho, prefiero películas “sin Oscar” cómo “Con la muerte en los talones” o cómo “Psicosis”, que ésta “Parásitos” oscarizada.
Así que sólo me queda esperar cosechas mejores y no dormirme por si me invaden los Ladrones de cuerpos y me parasitan también.

7,0
25.166
6
20 de diciembre de 2021
20 de diciembre de 2021
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película no está mal, sobre todo en los aspectos técnicos, visuales o de ambientación, nada que se le pueda reprochar a una película realizada por el mismo director de películas como “Alien” o “Blade runer”. Pero ahí acaba todo.
Y es una lástima, porque con el buen material que tenían de partida, con una historia con tantos matices, ambigüedades y claroscuros, podían haber tejido un guión maravilloso. Pero claro, para eso hace falta talento, y eso no se puede suplir con efectos especiales, movimientos de cámara, ni con inteligencia artificial alguna. Me viene a la cabeza por ejemplo “La pasión de Juana de Arco” de Dreyer.
Está claro que en una de las cosas que se piensa primero es en ¿qué habría hecho Shakespeare con este material, o en su defecto Orson Wells?. Pero no hace falta irse al Olimpo para ver los defectos de ésta película. Si se quisiera poner el foco en la parte histórica y de aventuras ahí están Michael Curtiz, Jacques Tourneur, William Dieterle o incluso William Wyler con su “Ben-Hur”. Estos directores han firmado películas de época con un pulso narrativo y una mezcla entre lo épico y los conflictos humanos espectacular, y aún encima, sus películas eran entretenidas y sin ese tufillo a intentar colarnos un mensaje (bien o mal intencionado) a el público.
Si se quisiera poner el foco en el conflicto de los personajes, en mostrárnoslos de carne y hueso, con todos sus matices, y no de cartón piedra cómo lo hace la película, ahí está gente cómo Fritz Lang con su “M”, otra vez William Wyler (Los mejores años de nuestra vida, etc), Joseph l. Mankiewicz (Eva al desnudo, etc), etc etc, vamos creo que se le podría haber sacado punta a esos tres personajes y se han quedado en la superficie, cómo la mayoría del cine actual, no ya por falta de historias, sino de talento creativo y de guionistas con oficio. Y por supuesto, como apunta tanta gente de “Rashomon” de Kurosawa, película única, irrepetible, inimitable, y que, al igual que Einstein nos “enseñó” la relatividad en el universo, Kurosawa nos la enseñó en la forma de percibir que tenemos los seres humanos. Ahí es nada.
Y “El último duelo”, a mi parecer, ni afronta la parte épica, ni afronta el conflicto humano, ni aporta nada a la naturaleza relativa de la percepción humana mostrando los diferentes puntos de vista de los personajes , y aún encima tiene tufillo a mensaje. Lo dicho, ni chicha, ni limoná.
Y es una lástima, porque con el buen material que tenían de partida, con una historia con tantos matices, ambigüedades y claroscuros, podían haber tejido un guión maravilloso. Pero claro, para eso hace falta talento, y eso no se puede suplir con efectos especiales, movimientos de cámara, ni con inteligencia artificial alguna. Me viene a la cabeza por ejemplo “La pasión de Juana de Arco” de Dreyer.
Está claro que en una de las cosas que se piensa primero es en ¿qué habría hecho Shakespeare con este material, o en su defecto Orson Wells?. Pero no hace falta irse al Olimpo para ver los defectos de ésta película. Si se quisiera poner el foco en la parte histórica y de aventuras ahí están Michael Curtiz, Jacques Tourneur, William Dieterle o incluso William Wyler con su “Ben-Hur”. Estos directores han firmado películas de época con un pulso narrativo y una mezcla entre lo épico y los conflictos humanos espectacular, y aún encima, sus películas eran entretenidas y sin ese tufillo a intentar colarnos un mensaje (bien o mal intencionado) a el público.
Si se quisiera poner el foco en el conflicto de los personajes, en mostrárnoslos de carne y hueso, con todos sus matices, y no de cartón piedra cómo lo hace la película, ahí está gente cómo Fritz Lang con su “M”, otra vez William Wyler (Los mejores años de nuestra vida, etc), Joseph l. Mankiewicz (Eva al desnudo, etc), etc etc, vamos creo que se le podría haber sacado punta a esos tres personajes y se han quedado en la superficie, cómo la mayoría del cine actual, no ya por falta de historias, sino de talento creativo y de guionistas con oficio. Y por supuesto, como apunta tanta gente de “Rashomon” de Kurosawa, película única, irrepetible, inimitable, y que, al igual que Einstein nos “enseñó” la relatividad en el universo, Kurosawa nos la enseñó en la forma de percibir que tenemos los seres humanos. Ahí es nada.
Y “El último duelo”, a mi parecer, ni afronta la parte épica, ni afronta el conflicto humano, ni aporta nada a la naturaleza relativa de la percepción humana mostrando los diferentes puntos de vista de los personajes , y aún encima tiene tufillo a mensaje. Lo dicho, ni chicha, ni limoná.

7,4
35.223
8
3 de mayo de 2021
3 de mayo de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como la mayoría de las películas de ésta factoría: una “delicatessen”. A mi entender no está a la altura de “Up”, “Wall-e”, “Ratatuille”, etc, etc, pero, ¿qué más da?, si entramos en su mundo se disfruta cómo cualquiera de las anteriores.
El cine de animación, y sobre todo Pixar, no sólo es un reducto de diversión y entretenimiento para los niños, sino que también, cómo en mi caso, lo es para los que amamos el cine clásico, para los que amamos que nos cuenten una historia verdadera salida del corazón sin trampa ni cartón. En la esencia del cine de animación está todo el cine mudo, el slastick, y los grandes narradores del cine clásico. Siempre he pensado que el cine de animación es el verdadero heredero de los grandes creadores del cine del siglo XX, y en esta película las referencias a Frank Capra están muy claras, ahí veo a “Vive como quieras”, “ El secreto de vivir” (que bien podría ser el título de ésta película), y sobre todo a “Qué bello es vivir” por utilizar el recurso del más allá para apreciar el más acá.
Me encanta ver cómo el jazz puede ser utilizado como una metáfora de la vida, es algo maravilloso, precisamente, por la libertad que simboliza el jazz como corriente musical, y cómo, la obsesión por el jazz, puede simbolizar la obsesión por la libertad. ¡Que gran paralelismo!, los grandes del jazz han sido personajes de una gran libertad personal a la par que unos genios. En este aspecto también me encanta ver a el jazz cómo metáfora de comunicación con los demás, ya que el jazz no es nada si los músicos no están en comunión entre ellos y con el público, entrando en un “diálogo” maravilloso y total, cómo bien sabía el gran Jim Hall (maestro de la escucha y la reacción a la hora de interactuar con los otros músicos), ahí queda su maravilloso “Concierto de Aranjuez”.
La otra pata de ésta película es El gran Fran Capra, se quiera reconocer o no, su espíritu, su "Soul", está presente en toda la película, su oda a la vida por encima de todo está ahí, su amor por la gente corriente, por las pequeñas cosas, por los pequeños detalles sin aspirar a imperios, simplemente a vivir por vivir y disfrutar de este maravilloso viaje, en compañía, y en un hermoso diálogo con los demás, que bien pudiera ser representado con una pieza de jazz de Jim Hall, está ahí. ¡Qué bueno sería poder Jazzear en nuestra vida!, ¡y hacer de nuestra vida una “jam session” interminable en la que pudiéramos fluir, sin más esfuerzo, en armonía con los demás!. ¿qué más se puede pedir? ¿qué "chispa" hace falta?
Carpe Diem
El cine de animación, y sobre todo Pixar, no sólo es un reducto de diversión y entretenimiento para los niños, sino que también, cómo en mi caso, lo es para los que amamos el cine clásico, para los que amamos que nos cuenten una historia verdadera salida del corazón sin trampa ni cartón. En la esencia del cine de animación está todo el cine mudo, el slastick, y los grandes narradores del cine clásico. Siempre he pensado que el cine de animación es el verdadero heredero de los grandes creadores del cine del siglo XX, y en esta película las referencias a Frank Capra están muy claras, ahí veo a “Vive como quieras”, “ El secreto de vivir” (que bien podría ser el título de ésta película), y sobre todo a “Qué bello es vivir” por utilizar el recurso del más allá para apreciar el más acá.
Me encanta ver cómo el jazz puede ser utilizado como una metáfora de la vida, es algo maravilloso, precisamente, por la libertad que simboliza el jazz como corriente musical, y cómo, la obsesión por el jazz, puede simbolizar la obsesión por la libertad. ¡Que gran paralelismo!, los grandes del jazz han sido personajes de una gran libertad personal a la par que unos genios. En este aspecto también me encanta ver a el jazz cómo metáfora de comunicación con los demás, ya que el jazz no es nada si los músicos no están en comunión entre ellos y con el público, entrando en un “diálogo” maravilloso y total, cómo bien sabía el gran Jim Hall (maestro de la escucha y la reacción a la hora de interactuar con los otros músicos), ahí queda su maravilloso “Concierto de Aranjuez”.
La otra pata de ésta película es El gran Fran Capra, se quiera reconocer o no, su espíritu, su "Soul", está presente en toda la película, su oda a la vida por encima de todo está ahí, su amor por la gente corriente, por las pequeñas cosas, por los pequeños detalles sin aspirar a imperios, simplemente a vivir por vivir y disfrutar de este maravilloso viaje, en compañía, y en un hermoso diálogo con los demás, que bien pudiera ser representado con una pieza de jazz de Jim Hall, está ahí. ¡Qué bueno sería poder Jazzear en nuestra vida!, ¡y hacer de nuestra vida una “jam session” interminable en la que pudiéramos fluir, sin más esfuerzo, en armonía con los demás!. ¿qué más se puede pedir? ¿qué "chispa" hace falta?
Carpe Diem
Documental

6,7
265
7
7 de junio de 2023
7 de junio de 2023
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente me ha gustado más éste documental que las propias películas de las que habla. Ya que, Lynch, precisamente no es uno de mis directores favoritos. Y eso que maneja muchos de los registros que me encantan en el arte: Originalidad, excentricidad, surrealismo, humor, emocionalidad, etc. Pero sus películas manejan un tipo de obsesión y de morbosidad, con las que no conecto. Eso sí, "una historia verdadera", he de reconocer que es una de mis películas favoritas...Ahí sí que me quito el sombrero por David Lynch, (Cuando se quita todas las obsesiones, todas las neuras, y nos cuenta "Una historia verdadera", sin trampa ni cartón).
Lo que he de agradecer al documental, es que me enseña a desentrañar parte de las obsesiones, las neuras y la morbosidad, que maneja Lynch en sus películas, conectándolas con una película mítica como "El mago de Oz", (que por cierto tampoco es de mi gusto). Y desde ahí, es fascinante como todo el universo de Lynch cobra sentido. Ya que, según el documental, de ahí nacen todos los arquetipos que luego va a manejar el director, como una especie de variaciones sobre el mismo tema. Algo que bien explicado, merece la pena rastrear.
Y es algo que muchos artistas han utilizado: llevar a su terreno un tema popular para proyectar ahí todo su espíritu creativo y todo su universo, y que me hace ver, cómo las obras de arte retroalimentan a los artistas, y cómo el arte es una correa de transmisión sin fin, donde personas, aparentemente sin nexo de unión, pueden beber y aportar su granito de arena.
Lo que he de agradecer al documental, es que me enseña a desentrañar parte de las obsesiones, las neuras y la morbosidad, que maneja Lynch en sus películas, conectándolas con una película mítica como "El mago de Oz", (que por cierto tampoco es de mi gusto). Y desde ahí, es fascinante como todo el universo de Lynch cobra sentido. Ya que, según el documental, de ahí nacen todos los arquetipos que luego va a manejar el director, como una especie de variaciones sobre el mismo tema. Algo que bien explicado, merece la pena rastrear.
Y es algo que muchos artistas han utilizado: llevar a su terreno un tema popular para proyectar ahí todo su espíritu creativo y todo su universo, y que me hace ver, cómo las obras de arte retroalimentan a los artistas, y cómo el arte es una correa de transmisión sin fin, donde personas, aparentemente sin nexo de unión, pueden beber y aportar su granito de arena.
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