Nunca había salido enfadada del cine, pero con Malick me cabreé y mucho. Veamos. Si hemos estudiado algo de cine o nos gusta lo suficiente para saber cómo se estructura una película, se puede apreciar que El árbol de la vida, lejos de ser un film único y no comercial como a muchos les gusta argumentar, parece más bien un power point que cualquiera con Movie Maker puede montar en su casa. Ese significado religioso y espiritual que la película parece transmitir es tan sólo el ego del director haciendo parecer estúpido al espectador por no comprender lo que su sucesión de imágenes sin sentido parecen querer transmitir. Este señor se rie de nosotros dándonos una imagen banal y aburrida del comienzo de la vida o el final de la misma, tal y como queramos entenderla. Me pregunto qué hubiera pasado si este film en lugar de Malick lo hubieran hecho ustedes en sus casas... probablemente no se hubiera estrenado en pantalla porque nadie hubiera dado un duro por ella, pero cuidado que es Malick y su increíble capacidad de hablar de la vida... y de todos aquellos que creen haberla entendido cuando cualquier analista de cine que se precie puede ver que la película por si misma no tiene sentido y no cuenta nada. Podemos interpretar lo que queramos de ella y pensar que somos muy listos porque la hemos entendido y que pertenece a un género superior y no a esa especie de homo sapiens que sólo entienden de cine de acción o aventuras y que sólo acude al cine a comer palomitas... en fin que parece que está de moda alabar este tipo de cine y no lo entiendo. El cine tal y como se ha entendido toda la vida puede ser de muchas formas y contarse de muchas otras siempre y cuando cuente algo. Y si no lo hace señores me digan lo que me digan no es cine.
Por lo menos disfruté viendo a Brad Pitt y Sean Penn, geniales y desaprovechados como nunca antes vi en una película.