“El Ascenso de Skywalker”, a pesar de no ser la peor película de la franquicia a nivel objetivo y puramente cinematográfico, quizás sea la más olvidable y la peor representante del sentimiento que evoca la franquicia. Es una película hecha de manera apresurada e inconsciente, con una tibieza que termina por apagarse en la más fría de las indiferencias; tras intentar de gustarle a todos los públicos y a todos los sectores del fandom.

Si bien cuenta con la participación de actores muy talentosos, de contar con un presupuesto muy abultado y de tener la mejor de las intenciones para que todo tenga un cierre “digno” o mínimamente entretenido y emocionante; delante y (especialmente) detrás de cámara el pánico por tener en sus hombros la más difícil de las tareas termina por drenar de vida todo lo que acontece. Más allá de ser estruendosa, visualmente rimbombante (aunque no por eso atractiva) y rítmicamente frenética; no deja de ser una fórmula ya aplicada, no solo a la saga de Star Wars, sino a cualquier película de acción-aventura lanzada en los últimos 42 años.

La trama, la estructura argumental y el guión se preocupan tanto por enmendar los supuestos errores de la anterior película, que terminan por romper con toda coherencia y con hacer del “porque sí” el principal protagonista del filme. No solo se contradice consigo misma, sino que contradice con lo ya sucedido en la misma trilogía y en la misma saga. Para poder promover esto, niega eventos ocurridos o los deforma de tal manera que uno ya no entiende lo que está pasando o lo que pasó.

Esta confusión constante impide darle forma y sentido a los personajes que conviven en pantalla, ya sean los que se unen novedosamente, o los que nos vienen acompañando hace un buen tiempo. La química entre los personajes en pantalla es insípida. Los pocos momentos que sirven para construir sus relaciones y personalidades resultan forzados, falsos y huecos, ya que estos no tienen una serie de características que se mantenga a lo largo del filme, sino que se adaptan a lo que demande la historia o reaccionan de una manera robóticamente conveniente a lo que les está pasando.

De esta manera, la película no se permite frenar, enfocarse y comprometerse a pensar por unos segundos lo que está sucediendo; darle peso a eventos que, en principio, parecen tener una importancia sustancial, o crear tensión (todos elementos vitales para el movimiento de la película). En cambio, se aturde al espectador con escenas o elementos innecesarios que terminan sin resolverse o sumando al sinsentido. El resultado es una secuencia de eventos sin un nexo conectivo coherente, la cual provoca cero emoción y conexión.

A pesar de todo lo dicho, no es esto lo más imperdonable desde lo personal. Una trama sin mucho sentido, o un refrito puede ser perdonable por aquellos que más aman esta serie de películas, series, videojuegos, muñecos, libros, cómics, etc. (más no por los que conforman la crítica profesional y seria). Aquello que no se puede perdonar es la falta de respeto que esta entrega significa para los míticos personajes, el nombre de la franquicia, los momentos icónicos, imborrables de nuestras mentes. “El Ascenso de Skywalker” maquilla todas sus terribles falencias con un fanservice tan vacío y carente de necesidad como la historia que propone. Veo al Halcón Milenario, los sables de luz, a algunos personajes muy queridos. Veo, de manera muy tenue, alguna chispa de osadía, de compañerismo y de amor. Escucho muy lejanamente la banda sonora del maestro John Williams. Más no veo a Star Wars. No siento la emoción constante, la adrenalina. No siento la magia y la aventura. No siento la Fuerza.