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Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
24 de diciembre de 2015 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Os dejo aquí una interpretación del simbolismo de la película, está lleno de spoilers, pero una vez vista esta obra de arte, es un punto de vista que no dejará indiferente a nadie, y realzará si es posible vuestra admiración por esta película:

"La película narra las aventuras de una niña en un pueblo habitado por fantasmas, en su intento por rescatar a sus padres, convertidos en cerdos por la maquiavélica Yubaba. Como vamos a ver, debajo de este aparente cuento para niños, es posible vislumbrar la mayor de las conquistas del ser humano: la de uno mismo.

El pueblo de fantasmas representa la vida ordinaria. La vieja Yubaba, nuestro ego, habita en lo alto de una casa de baños que representa nuestro cuerpo y mente. La vieja vive en la compañía de un enorme bebé al que satisface todos sus caprichos con tal de que no se altere, pero al que mantiene encerrado y aislado del exterior, en una habitación llena de juguetes. Ese gran bebé representa nuestras emociones.

Yubaba siempre va acompañada de un pájaro malévolo, y en su habitación hay tres cabezas idénticas saltando constantemente de un lado para otro. Sin duda, Miyazaki ha encontrado una forma muy visual de representar los tres niveles evolutivos que todos poseemos: reptiliano, mamífero y humano, representados por el pájaro, el gigantesco bebé y Yubaba, respectivamente; o, en otras palabras, nuestro instinto de supervivencia, las respuestas emocionales y la inteligencia. Los instintos básicos de supervivencia son dos: búsqueda de alimento con el que sobrevivir como individuo, y búsqueda de relaciones sexuales con las que sobrevivir como especie. Las emociones son respuestas basadas en relaciones de afecto u odio que producen atracción o repulsión. La inteligencia es la que discrimina y analiza la información intentando encontrar la mejor manera de satisfacer a todo el mundo.

El genio de Miyazaki consiste en reflejar como en un espejo nuestra existencia sobre un pueblo fantasma, de modo que nuestra vida cotidiana durante el día se vea reflejada en la actividad frenética que tiene lugar en el pueblo durante la noche; y viceversa, cuando nos acostamos por la noche es cuando amanece en el pueblo y cuando Yubaba abandona volando la casa de baños. Magnífica representación del hecho de que al dormir tenemos la sensación de que nuestro ego nos abandona, que sale volando.

En la casa de baños viven varios personajes especiales entre la multitud de empleados que atienden a los fantasmas que acuden cada noche a bañarse. Lógicamente, estos empleados representan la multitud de pensamientos y actividades mentales que realizamos durante el día para atraer la riqueza de los fantasmas (estímulos sensoriales). La mayoría de estos empleados son ranas que, por su cualidad de anfibios, suponen una elección idónea para simbolizar la transición entre nuestros pensamientos (agua) y su correspondiente materialización en forma de actividad (tierra).

Los empleados que ayudan a nuestra protagonista son tres: el joven Haku, el viejo Kamaji y la joven sirvienta Lin. Cada uno de ellos representa un aspecto fundamental para tener éxito en nuestra conquista personal, que no es otra que espiritual. Haku es un joven con poderes mágicos y es respetado por todos, si bien vive a disgusto en la casa de baños porque Yubaba le ha robado su nombre. Haku representa nuestro potencial de transformación; de hecho, Haku puede transformarse en un dragón. Entre él y Chihiro surge una profunda amistad, un amor puro entre el anhelo espiritual que representa ella y la capacidad de transformación de él, capaz de vencer a la ilusión ficticia del mundo.

Haku aconseja a Chihiro que visite a Kamaji y que insista en conseguir un trabajo en las calderas, en la parte baja de los baños donde el viejo trabaja preparando aguas aromáticas. El viejo representa al cuerpo, al servicio de la mente, trabajando duramente para satisfacer todos sus requerimientos. Incluso las células son representadas como graciosas bolitas negras encargadas de arrojar carbón a las calderas.

Kamaji le dice a la niña que suba a hablar con Yubaba porque ella es quien decide si puede quedarse o no. Para llegar hasta la parte alta de la casa donde habita Yubaba (en la cabeza), Chihiro ha de ascender en varios ascensores. Lo hace en la compañía de Lin, la joven sirvienta, un poco refunfuñona pero siempre dispuesta a trabajar y echar una mano donde sea necesario. Esta joven es uno de los personajes más adorables, y representa la capacidad de sacrificio y el esfuerzo.

Yubaba accede a regañadientes a contratar a la niña, robándole su nombre y suponiendo que la dureza del trabajo conseguirá que lo olvide por completo. Es interesante ver cómo Miyazaki simboliza el poder del ego sobre la mente y el cuerpo a través de la apropiación de los nombres, ilustrando de manera magistral que su poder es conceptual, intelectual.

El primer trabajo de Chihiro consiste en atender a un enorme fantasma pestilente. Ha llegado el momento de remangarse espiritualmente y comenzar por la limpieza de lo más apestoso de nuestros hábitos. Con el esfuerzo de todos, incluido Yubaba, consiguen limpiar la ingente cantidad de porquería que arrastraba pesadamente el fantasma hasta revelar su auténtica naturaleza, la de un reluciente espíritu de un río. El agradecido espíritu recompensa a la niña con una bola mágica, con la que esta piensa podrá liberar a sus padres. Este episodio representa el primero y más duro de los trabajos espirituales: el de limpiar nuestra mente y corregir nuestros malos hábitos.

Sigue en "spoiler"...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El segundo de los fantasmas con el que Chihiro ha de tratar no parece tan desagradable, incluso es ella quien lo invita a entrar en la casa de baños. Es una sombra negra con una careta que tiene la capacidad de generar pepitas de oro. Este hecho llama la atención de todos los empleados que se desviven en atenciones con él a cambio del oro. Pero el fantasma, conforme devora los manjares ofrecidos, comienza a aumentar de tamaño, llegando al punto de engullir a varios de los empleados. Se vuelve descontrolado y amenaza con destruir la casa de baños. Sin embargo, Chihiro no se deja tentar por el oro, al contrario, siente pena por él y le da a comer la mitad de la bola mágica que posee. El fantasma comienza a vomitar y termina purificado, convertido de nuevo en una sombra que ahora sigue con sumisión a la niña. Lógicamente, este episodio representa el autocontrol de nuestros impulsos, codicias y apetitos.

El joven Haku, en su deseo por lograr su libertad y la de la niña, roba un talismán a otro de los personajes clave: la hermana gemela de Yubaba. Aunque idénticas físicamente, sus principios son opuestos, como imágenes especulares. La hermana de Yubaba es el reverso del ego, el resultado de transformar la inteligencia en sabiduría. La hermana entra en los aposentos de Yubaba guiada por la niña, sin ella saberlo. Una vez dentro, transforma al gigantesco bebé en un ratoncito y al pájaro malvado en una mosca. El efecto de la sabiduría cuando accede a nuestra mente es precisamente ese: reducir nuestras emociones infantiles y maldad hasta convertirlas en aspectos inofensivos de nuestra personalidad.

Haku, transformado en dragón, resulta gravemente herido durante el robo del talismán. Chihiro le da la otra mitad de la bola mágica y decide devolver el talismán a la hermana de Yubaba, para lo cual ha de emprender un largo viaje en tren sobre las aguas que rodean el pueblo fantasma. Viaja en compañía del ratón, la mosca y el fantasma sin cara. Finalmente llegan a una solitaria parada donde son recibidos por un candil que les precede hasta llegar a la casa donde habita la hermana de Yubaba, en medio de la naturaleza. Es una casa de campo, sencilla y acogedora. La hermana los recibe con hospitalidad. Haku aparece poco después trasformado en un espléndido dragón, en el que regresan de vuelta al pueblo fantasma. Mientras vuelan, la niña reconoce la verdadera identidad de Haku como la de un espíritu de un río en el que ella casi se ahoga de pequeña. Al pronunciar su nombre, Haku recuerda que ese es su verdadero nombre y consigue romper el maleficio. Todo este episodio representa el momento en el que la persona, en total dominio de sus emociones y apetitos, y en contacto con su sabiduría, reconoce finalmente su auténtica naturaleza.

La aventura está a punto de finalizar, pero Yubaba todavía tiene preparada una última prueba antes de dejar partir a la protagonista. Le pide a Chihiro que identifique a sus padres entre un grupo de cerdos. Ella contesta que ninguno de ellos son sus padres, y, efectivamente, todos los cerdos eran sirvientes (pensamientos) transformados. En ese momento, el anhelo espiritual de la persona ha logrado su objetivo; ya nunca más podrá ser engañada por el ego y sus pensamientos. Ahora sí, es libre.

La niña regresa a la entrada del pueblo, al punto de partida, donde aguardan sus padres, quienes no se han percatado de nada de lo ocurrido. La persona aparentemente es la misma; sin embargo, en su interior se ha obrado una transformación profunda e irreversible."

https://circulodemeditacion.wordpress.com/2011/04/18/el-viaje-de-chihiro/
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