Genial, abstracta, surrealista la interpretación de Al PAcino. Es lo ÚNICO que vale de la película. Recomendable verla SÓLO por él. ¡Brillante! ¡No vi a Santiago Segura! El suave, inconexo y soporífero "candor" de su argumento introduce al espectador en un letargo, del que se sale sólo en contadas ocasiones con un simple amago de sonrisa. Rompe esa dinámica la entrada en sucesivas ocasiones de Al Pacino, sólo Al Pacino consigue mantenerte en la butaca y no salir de alli enfadado.

Simboliza el amor hacia los hijos, representado de un modo tan extremadamente dulce, que jamás se volverá a repetir algo así. En un mundo donde dejamos que nuestros hijos vean, reciban, jueguen con la violencia, la soez, el desencanto, en donde los niños pierden la inocencia casi al nacer, es constructivista realizar películas de este tipo, que preservan los ideales y la inocencia.

Siendo lo mejor de Clooney, es una película floja, una actuación no creíble de un protagonista vacio. Quizás son mejores las interpretaciones de las hijas, auténticas y nada sensibleras. Argumento gomoso, con imágenes que tratan de estimular la sensibilidad del espectador, o al menos emocionarle, cuando en realidad sólo están mostrando la lenta agonía de un persona de un modo muy explícito, al que no hubiera hecho falta llegar. Si esto es todo lo que esparemos para los Oscars, es que Hollywood va mal.

La ausencia de diálogos, se echan de menos, al menos al principio, pues en el cine mudo había mucha gesticulación, cosa que aqui no existe. Te adaptas y el film acaba enganchándote con el cúmulo de desgracias que le suceden al protagonista. Bien pensado, es una metáfora metida dentro de otra metáfora. La muerte del cine mudo y el final feliz de su recuperación en la película en sí misma.

Película onírica, dulce, ensimismada en la fotografía y no en el argumento, que se queda cojo.